domingo, 20 de febrero de 2011

LA CIUDAD SOCIALISTA (UNO)


EL NACIONAL - Domingo 20 de Febrero de 2011 Ciudadanos/1
HISTORIAS El tercer rascacielo más grande del país tiene 2.500 ocupantes
Un decálogo para convivir con el vacío
En la Torre Confinanzas se levantaron en casi cuatro años de invasión centenares de casas, un templo evangélico y una fábrica de bloques
MAOLIS CASTRO

El paisaje es privilegiado. En el piso 29 de la Torre Confinanzas, en la avenida Andrés Bello, se tiene la sensación de que la ciudad puede ser tomada con las manos.

Yemy De Pablos pudiera dar fe de ello. Si no hubiera construido su casa en el edificio invadido, la mujer -oriunda de Trujillo- no hubiese conocido el imponente Ávila. "Al ver el cerro y los demás edificios, que se notan chiquititos, me impactó. Es una de las cosas más lindas de mi nueva vivienda", afirma.

En la inconclusa Torre Confinanzas, que iba a ser el tercer rascacielos más grande del país y el octavo de América Latina, la situación cambió. Allí se erigieron en casi cuatro años de invasión salones de belleza, abastos, ciber cafés, un templo evangélico, una fábrica de bloques, canchas de fútbol y baloncesto y más de 800 casas. Todo fue concebido por las 2.500 personas que hoy residen en la edificación.

Sobre el atrio se levantó el templo evangélico que ­según ocupantes del rascacielos­ era necesario para apaciguar a los violentos. "Al principio debimos aliarnos con personas rudas para tomar el edificio. Eran necesarios si queríamos permanecer acá, pero ellos comenzaron a sobrepasarse con los vecinos.

Tuvimos que sacar a una gran cantidad. Aunque quedaron los menos agresivos, llegaron a amansarse debido a la religión", aseveran tomistas.

Las plegarias no son suficientes para el sostén de la torre. En la entrada del rascacielos se instaló la cooperativa Caciques de Venezuela, que recibe subsidios de organismos públicos y que está destinada a solucionar el déficit de viviendas, aseguran.

Fundada por los jefes de la invasión, esta sería la mayor fuente de ingresos para el mantenimiento de Confinanzas. Siguen el cobro del condominio ­150 bolívares al mes­ y del estacionamiento de vehículos.

En el garaje se mezclan vehículos lujosos y modestos, motocicletas y colectivos. "Esos tres de allá son de la línea de Chacao. Prefieren dejarlos acá porque cobramos barato". El pago es de un bolívar por hora.

El estacionamiento de 12 pisos es ocupado hasta el nivel 10, donde solamente pueden aparcar motocicletas. Los puestos allí son delimitados por la imaginación.

Pese a las recaudaciones, en Confinanzas el dinero no alcanza. "Hace ocho meses nos pusimos al día con La Electricidad de Caracas. Estamos pagando una deuda de 72 millones de bolívares", indica Olivares.

Lo que le falta a la torre son ascensores, rejas en las escaleras y en los pisos elevados, instalar baños en el piso 18, suministro diario de agua potable y estabilidad en el servicio de la luz eléctrica en todo el edificio.

Metidos en cintura. En la torre invadida las faltas se clasifican en graves, regulares y leves. "Aquí todos debemos acoplarnos a las reglas escritas, las cuales son entregadas al momento de ingresar al edificio", afirma Giannina Tadino, ocupante del piso 4.

Son faltas graves las peleas entre vecinos, la pernocta de niños en escaleras o pasillos, agresiones físicas y consumo de drogas, entre otras. La sanción es desalojarlos de la edificación o amonestarlos con prolongadas horas de trabajo comunitario.

Como regulares son consideradas, por ejemplo, las celebraciones de fiestas sin permiso. Y las leves son subir a pisos prohibidos y pasear semidesnudos por el edificio.

La imagen de la torre también es supervisada. Los tendederos aéreos, balcones mal ubicados, fachadas sin frisar y pintar tampoco están permitidos en Confinanzas. "Eso es algo que intentamos combatir.

En este caso no se sanciona, pues algunas familias no tienen cómo pagarlo. Sin embargo, luchamos por vernos mejor afuera", dice Pedro Olivares, miembro de la cooperativa.

En cada piso tienen delegados encargados de hacer cumplir las normativas. Son tesoreros y administran las labores de limpieza, entre otras labores.

"Somos gente decente". El contacto de Mabel Valdez fue un sargento de la Guardia Nacional que habita en la torre A. "Cuando le conté mi caso, me explicó cómo consiguió su casa en Confinanzas. Enseguida me puso hablar con Ronin Ramos (regente de la torre).

No pagamos un solo céntimo por el espacio, aunque me pidieron papeles de respaldo de mi condición", explica.

Valdez, ocupante del piso 18, tiene 30 años de edad, dos hijos y estudia Derecho. Su perfil, asegura, la hizo merecer el cupo de vivienda. "Somos gente decente. Aquí viven muchos profesionales: abogados, bomberos, policías, maestros. Sólo que la necesidad de viviendas nos toca a todos", concluye.

Fotografía: Raúl Romero.

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