jueves, 30 de enero de 2020

FAN

La Fracción 16 de Julio rechaza la llamada Ley Constitucional de la FAN

El diputado Luis Barragán rechazó la llamada Ley Constitucional de la FANB, entre otros instrumentos de carácter económico y tributario, recientemente aprobada por la constituyente.

Indicó el portavoz regular de la Fracción Parlamentaria 16 de Julio en la materia, que “la espuria constituyente evidentemente no tiene competencia legislativa alguna y, mucho menos, al pretender trastocar o modificar el artículo 328 constitucional que indica expresa e inequívocamente a los componentes que e dan existencia a la Fuerza Armada Nacional”.

Cuestionó el legislador el empleo de la llamada Ley Constitucional, considerándola no sólo una nomenclatura ajena a nuestra tradición jurídica, sino un subterfugio para encubrir a la constituyente que tampoco ha hecho el trabajo que dijo justificarla:

“Fruto de un masivo e impúdico fraude electoral, a la tal constituyente se le ha ocurrido una nomenclatura extraña para incurrir en una nueva estafa: so pretexto de otra constitución, sólo ha aspirado a darle soporte por más de dos largos años a la dictadura, lesionando severamente ahora a la institución castrense con las milicias como un componente especial que afectará su estructura, organización y financiamiento dándole otra perspectiva al monopolio lícito de la fuerza en un Estado definitivamente desnaturalizado y  confundido con el partido que lo controla, desfigurándolo”.

Recordó que la actual Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional resultó del abusivo empleo de la habilitación presidencial, por lo que no hubo oportunidad para que el parlamento y la opinión pública la debatieran como merecía: “Es habitual que los tales constituyentes supuestamente sancionen el raro instrumento, sin la más modesta discusión, porque está muy claro que las milicias no son un componente de la FAN de acuerdo al artículo 328 constitucional”.

Finalmente, el diputado Barragán anunció que solicitará a la Comisión Permanente de Defensa de la Asamblea Nacional que comience a trabajar a fondo la reforma de la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional para apegarla estrictamente a lo previsto en la Constitución.

30/01/2019:
http://www.opinionynoticias.com/noticiasnacionales/36307-barragan-l
https://www.laprensalara.com.ve/nota/12038/20/01/oficial--milicia-ahora-sera-parte-de-la-fanb
https://www.lapatilla.com/2020/01/30/fraccion-16-de-julio-rechaza-la-llamada-ley-constitucional-de-la-fan/
http://extravenezuela.com/2020/01/30/fraccion-16-de-julio-rechaza-la-llamada-ley-constitucional-de-la-fan/
https://quepasaenvenezuela.org/2020/01/30/fraccion-16-de-julio-rechaza-la-llamada-ley-constitucional-de-la-fan/
https://apuntoenlinea.net/2020/01/30/fraccion-16-de-julio-rechaza-la-llamada-ley-constitucional-de-la-fan/

miércoles, 29 de enero de 2020

VOTO SALVADO


Vid.

OTRORA AFICIÓN

De la pasión hemerográfica 
Luis Barragán

Disculpándonos por el tono personal, todo comenzó de niño al imitar el álbum de recortes de mamá. No olvidamos un libro grueso, publicitando a la industria eléctrica del Estado, en el colocaba las piezas que le llamaban la atención de los periódicos y revistas, fuese la de alguna vieja crónica familiar, versos como los de  Pablo Neruda o llamativas recetas de cocina, entre  otras con las que quiso retener el recuerdo.

Una vez la imitamos y, de los pleitos escolares por el béisbol, tijerábamos (nos gusta más  que “tijereteábamos”) la sección deportiva del periódico quizá para probar en el recreo alguna proeza del equipo que tenía a César Tovar, Víctor Davalillo, Musulongo Herrera y Larry Howard en su alineación, con Delio Amado León y Carlos Tovar Bracho en la narración radial  Un cuaderno “Caribe”, pulcramente forrado, pero que la goma de pegar y el trazo de los gruesos marcadores manchaba, fue nuestro primer Libro de Recortes, según la consolidada denominación hogareña. No obstante, si la memoria no falla, un buen día preferimos guardar ejemplares enteros o deconstruidos, como los referidos a la celebración del  sesquicentenario de la Batalla de Carabobo, publicados en el diario  El Nacional, que, por cierto, movilizó a la familia orgullosa de su valencianidad a los actos oficiales al pie del consabido Arco.

Al pasar el tiempo, en carpetas y cajas, fuimos guardando aquéllos recortes que, por una razón u otra, llamaron la atención del adolecente así fuesen  de incomprensible lectura, aunque de muy atractivos titulares. Abandonamos el afán de comprar, con ahorros de la modesta mesada, uno que otro ejemplar de las revistas “Sport Gráfico” o la una fallida empresa, “Béisbol”, e hicimos de toda nuestra juventud una lectura regular de “Resumen” y “SIC”, sistematizada en la adultez que sobrevivió.

Vienen a nuestra memoria dos anécdotas, pues, en una ocasión, cursando  el tercer año de bachillerato, un profesor nos pidió que hiciéramos una cartelera sobre la industria petrolera en tiempos de nacionalización y fueron tantos los recortes que tuvimos que engraparlos un poco forzadamente, casi  por lotes; por cierto, junto a otros centenares, con el paso del tiempo, los donamos a una biblioteca ubicada en Parque Central distinta a la que nos entusiasmó en el Museo de Arte Contemporáneo.  En otra ocasión, incrédula, la profesora de historia de cuarto año nos desafió, porque era costumbre citar en los exámenes algunas cosas que leíamos, como los párrafos de “Venezuela, política y petróleo” de Rómulo Betancourt que nos prestó la bibliotecaria del liceo, o “Cambio político y reforma del Estado” de Charles Brewer Carías que compramos con las remesas guardadas, por supuesto, enredadísimo a los ojos del imberbe: decidimos probarlo y, antes de culminar las dos horas de clases, junto a un compañero, fuimos a buscar los ejemplares y mostramos en el aula la colección de dos cajas de la revista de El Cigarral y la de Gumilla, dejando la falsa convicción de que absolutamente todo el material lo habíamos leído y, sobre todo, comprendido.

Comenzando la universidad, decidimos tomar nota en todo lo posible de la prensa diaria en sendos cuadernos, añadida la vieja que se hizo hábito en la Hemeroteca Nacional, antes de Mucubají, con esporádicas visitas a los archivos del viejo edificio de El Nacional, constituyendo el fotocopiado un extraordinario recurso, pues, ya no quedaba el  espacio razonable en casa para tanto papel de estorbo. Hasta mediados de los ’90 del ‘XX acumulamos más de ciento y tantos cuadernos de letra pequeña que, inadvertidamente, junto a las planas infantiles, no pocas de castigo, disciplinó un poco nuestra caligrafía: la computadora se hizo una inmensa promesa, aunque han sido notables las pérdidas de datos, como ahora ocurre con los agotados instrumentos de escaneo.

Pasado un muy largo tiempo, no sabemos cómo apreciar esa afición:  quizá para honrar a la madre que meódicamente la cultivó, quizá porque – desde siempre – ha quedado pendiente hacer un libro meticuloso de nuestras vicisitudes históricas, aunque no tenemos una consumada formación académica en la materia; o, posiblemente, queda perdido en el inconsciente el archivólogo o el periodista que pudimos haber sido, junto al arquitecto en ciernes o el novelista que alguna vez quisimos en reemplazo del  militar que animó también los sueños infantiles.  Lo cierto que,  incluyendo la evocación de no pocos papeles y libros perdidos, nos empinamos sobre el único legado que dejaremos.

Puede decirse que esta nota es preterintencional, yendo más allá de dos recientes circunstancias que la motivaron. Por un parte, gracias a un momentáneo intercambio de WhatsApp, Iván Méndez, calificó nuestra afición como la de una  pasión hemerográfica e, irremediablemente, debo concederle la razón: es inmensa la cantera representada por la vieja prensa, inexplorada por investigadores y tesistas de los más diversos ámbitos y especialidades que, además, permite vivenciar  otras épocas insospechadas en un XXI que prometió muchísimo, menos la barbarie en la que nos encontramos; y, por otra, el ejercicio es útil para la propia recreación que tiene la prestancia de los hechos históricos, como es el caso del Club Cataluña.

En efecto, fruto de las recurrentes visitas hemerotéticas, cuando las ocupaciones políticas las permiten, hemos hecho caso de las secciones de aviso de los periódicos y, en una oportunidad, constatamos la existencia del Club Cataluña en Caracas hacia 1906 (https://lbarragan.blogspot.com/2019/12/avisos.html). Siempre acucioso, Nicomedes Febres observó que el citado club no era todo lo que supusimos (https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10217567979085901&set=oa.10151736546552039&type=3&theater), pero – además – coincidió con el hallazgo de una prueba contundente que abonó a la caracterización ludopática de aquél club (https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10220404645646972&set=a.2324650196458&type=3&theater).

Luego, la pasión hemerográfica también es recreativa. Y, sobre todo, con las redes digitales desesperadas por novedades reales.

30/01/2020:
http://www.opinionynoticias.com/opinioncultura/36305-barragan-l

LA VIRTUD DEL DESPEGUE

Eso que llaman coraje
Víctor Maldonado C.
26/01/2020

Vivimos épocas de falsa cosecha porque antes no se ha sembrado.

Vivimos tiempos en donde hasta tus mejores amigos te recomiendan docilidad y apaciguamiento. Otros insisten en que no es tanto lo qué se dice sino el cómo se dice, porque al final las formas importan, y por eso mismo alegan que no tiene sentido que el costo sea tanta gente ofendida por una argumentación que insiste en ir a contracorriente, llevando la contraria al humor y a la interpretación convencional, que suele ir de comparsa y en procesión en el mismo sentido errático de sus dirigentes. Lo mismo da que estemos hablando del combate al totalitarismo o si nos estamos refiriendo a las diversas expresiones del flanco democrático. Todos coinciden en el mismo exhorto: la verdad no es tan importante como la necesidad de mantener las ligazones entre nosotros. La recomendación más popular insiste en que es preferible el compadrazgo fundado en la mentira que la soledad que provoca algunas veces mantener el foco en la realidad.

Por esa razón en Venezuela se la hacen olas a una unidad sin deliberación y sin condiciones. Una congregación donde todos deben sumar, aunque sean sus contradicciones y desvaríos. Una forma de avanzar retrocediendo donde lo importante es la falsa liturgia del estar juntos, a pesar de que en el transcurrir se rompa cualquier fundamento de la confianza y el compromiso. Una unidad planteada sin proyecto común, que por esa misma razón es un homenaje a la fuerza y al fraude. Una unidad que aspira a recomponerse luego de la traición y el desprecio, pero que obviamente nunca lo logra. Una ficción alucinante a la que lamentablemente los venezolanos le rinden pleitesía. Son, por lo tanto, épocas donde se le hacen demasiadas reverencias a la flaqueza de espíritu y muy mala propaganda al coraje.

El coraje y el asumir riesgos insensatos no son la misma cosa

Por otra parte, hay una predisposición a confundir el coraje con la temeridad. No son la misma cosa.  El temerario afronta el peligro sin buen juicio. Arriesga todo, lo suyo y lo ajeno, en embestidas irreflexivas que a veces salen mal. El que es excesivamente imprudente termina tarde o temprano atropellado por su propia insensatez. Nada más peligroso que los que asumen la vida como una partida de dados donde en cada lanzamiento se lo juegan todo. Sin embargo, en el imaginario nacional, hay una especial predisposición a estimular en los otros esa conducta, con el pecado adicional de querer sacar provecho político del que se arriesgó y murió o fue cogido preso, para después terminar negociando la renovación de una capitulación que ya lleva veinte años. Lo verdaderamente repugnante es estimular la conducta temeraria en los otros, esperando que ese cálculo convenga a las propias maquinaciones.

Tampoco es equivalente a la simulación de la lucha

Otros afirman que en el camino han “dejado el pellejo”. Eso ni es coraje ni es temeridad. Es simulación de la lucha. Los que lo dicen por lo general gozan de buena salud e inmejorable posición. Pero ellos insisten en hacer valer como bueno el esfuerzo sin resultados, y la ineficacia que aun así exige reconocimiento social, sin importarles en qué medida terminan pervirtiendo el sistema de méritos cuando se insiste en que es más importante la lástima que los efectos esperados de una política. Teniendo presente el creciente número de políticos que reclaman “el haber dejado el pellejo en la lucha”, nuestra época parece, en muchos sentidos, una telenovela donde la protagonista es la lástima, porque el fracasado pide el homenaje debido a su sufrimiento, esperando además que todos acaten su reciente sabiduría política y social “que solo produce el pasar por condiciones extremas”. No está demás decir que es una conocida falacia el hacer pasar una cosa por la otra.

¿Y entonces, qué es el coraje?

El coraje es otra cosa. Juan Pablo II decía que el coraje caracteriza a todos los que tienen el valor de decir “no” o “sí” cuando ello resulta costoso. Es una característica propia de los hombres que dan testimonio singular de dignidad humana y humanidad profunda. Justamente por el hecho de que son ignorados, o incluso perseguidos por su compromiso con la verdad y los valores trascendentales como la vida, la libertad, la propiedad, la verdad y la justicia. El coraje es hacer lo correcto, vivir una moral de interrogaciones que se resiste al endoso automático, y tener claro por qué y por quienes vale la pena asumir el riesgo.

El hombre que tiene coraje cívico sabe que la vida correcta tiene sus peligros. Sabe que debe afrontarlos. Sabe que muchas veces, por defender una causa justa, va a tener que experimentar dificultades y soportar la adversidad. Sabe que tiene que encarar el miedo cotidiano. Y que debe superar la tentación que está allí susurrando que nada vale la pena, que mejor es inclinar la cerviz y dejar pasar, o peor aún, que solo tiene sentido “jugar a ganador” así sea por los mendrugos que recibe de la mesa de sus amos. El que tiene coraje no se da por vencido tan fácilmente, no abandona el esfuerzo sin intentar al menos enfrentar el desafío cuando está en juego lo valioso de la vida. Pero no lo hace irreflexivamente. El coraje es el talante de aquellos que son capaces de diseñar una estrategia y mantenerse en su curso con disciplina.

En el Evangelio según Mateo, capítulo 10, Jesús enseña a sus discípulos la magnitud del compromiso de predicar en su nombre: “Mirad, yo os envío como corderos en medio de lobos. Sed cautos como serpientes y cándidos como palomas”, mantengan la sencillez, prediquen con la verdad, no pierdan la fe ni la confianza en Dios, reúnanse con gente honorable, sean firmes en la adversidad, no teman a la contradicción ni al conflicto, asuman su responsabilidad y sean generosos tanto en el dar como en el recibir. Váyanse de donde no los quieran, y resistan hasta el final. ¿No es ese el coraje que hemos estado buscando como signo de la política buena y sustanciosa?

La ruta del coraje la emprenden los que tienen coraje

Si tuviéramos que hacer un inventario sobre las condiciones del coraje, el primero de ellos sería un indeclinable compromiso con la verdad. Tarea nada fácil porque estamos presionados constantemente para apartar la mirada y dirigirla hacia la mentira por la vía de la ofuscación, el debilitamiento de la voluntad, el relativismo y el escepticismo. Es más fácil vivir aferrados a una mentira condescendiente que asumir la verdad con todos sus requisitos.  Recordemos a Max Weber. Es racional quien hace buenos cálculos entre medios y fines, teniendo como condición que hay un estado de derecho que nos permite predecir la conducta de los otros. Deja de ser racional quien se deja llevar por las emociones o por la tradición, y es más difícil todo cuando se vive bajo el signo de la arbitrariedad totalitaria y la impunidad narco-criminal. Pero nada nos obliga a la evasión. Y mucho menos al silencio cómplice. Este ecosistema se nutre de nuestra complacencia y de la tibieza con la que asumimos la lucha. Nuestro silencio y el constante beneficio de la duda son sus nutrientes, y lo que le ha permitido mantenerse tantos años. La verdad exige el compromiso de proclamarla con claridad y vigor.

Juan Pablo II en su Encíclica “El esplendor de la verdad” nos recuerda el deber ineludible de diferenciar lo que es bueno de lo que es malo, y la búsqueda de la verdad “como acto de la inteligencia de la persona, que debe aplicar el conocimiento universal del bien en una determinada situación y expresar así un juicio sobre la conducta recta que hay que elegir aquí y ahora”. Esta recta razón es la que nos posibilita y exige la disolución de cualquier forma de connivencia con el mal, cualquier arreglo con los que lo provocan, cualquier posibilidad de dejarlo sobrevivir en las estructuras sociales que han medrado hasta aniquilarlas. La ruta del coraje exige ruptura radical con el patrocinio del mal.

Por eso me gustaría decir que la ruta del coraje exige un ineludible sentido de la realidad, ese esfuerzo siempre inacabado de comprender y reconciliarnos con lo que está ocurriendo, sin que necesariamente esto signifique que sea posible la componenda, el perdón o el sometimiento a lo que nos daña y nos reduce al ser animal desprovisto de humanidad. Arendt nos acompaña en este difícil proceso cuando nos propone que entender esto que nos está pasando es reconocer que vivimos en un mundo donde estas cosas que nos ocurren son posibles. Son posibles la crueldad, la traición, la deslealtad, el saqueo, el crimen, el asesinato, la violación de derechos, el desvarío y el alejamiento radical de lo humano. También son realizables sus contrarios, y en eso precisamente consiste el llamado a comprender para luchar por un mundo mejor, en el que la verdad, discernida apropiadamente, puede ser un instrumento de liberación.

El sentido de realidad da paso a otra condición de la ruta del coraje: No se pueden usar medios inútiles, así como tampoco se pueden proponer fines retóricos. La verdad y su concomitante sentido de la realidad, nos exige que evitemos las cláusulas condicionales.

(1)   No es verdad que un ecosistema narco-criminal y terrorista pueda ser derrotado de una forma tan simple como sacar del cargo ejecutivo a uno de ellos. Por lo tanto, proponer esas elecciones donde el retador exige “que ambos se despojen del cargo para ir parejos a unas elecciones” es inútil por incompleto e inconsistente con un diagnóstico apropiado de la situación.

(2)   No es verdad que un ecosistema narco-criminal y terrorista tenga incentivos para dejar el poder mediante procesos de diálogos o negociaciones pactadas. No sólo por su condición de sistema difuso, ambiguo y líquido, sino porque sus condiciones para la cohesión interna exigen el uso impune de la fuerza pura y dura, y que ninguno de ellos caiga en desgracia o sea entregado.

(3)   No es verdad que un ecosistema narco-criminal y terrorista acceda a ceder el poder mediante su sometimiento a elecciones libres, porque es incapaz de garantizarlo y porque el régimen de ventajas, extorsiones, chantajes e impunidad forman parte de la esencia del ecosistema.

(4)   No es verdad que un ecosistema narco-criminal y terrorista se pueda despojar de su propia naturaleza arbitraria, ventajista y mafiosa para abrir espacios al reconocimiento y respeto por otras opciones.

(5)   No es verdad que un ecosistema narco-criminal y terrorista se pueda afrontar eficazmente mediante una rebelión popular que sume testimonialmente más presos y mártires políticos. Porque no hay condiciones de marco institucional que velen por derechos y garantías ciudadanas.

(6)   No es verdad que un ecosistema narco-criminal y terrorista practique la decencia pública y la honestidad en el manejo de los recursos. Todo lo contrario, se enriquece porque practica la corrupción, el saqueo y el cohecho para afianzar su poder y para debilitar moralmente a los que se les oponen. El ecosistema tiene en sus garras a una oposición corrompida, sin principios, incapaz de discernir y diferenciar lo bueno de lo malo, y que se ha visto reducida a ser el contorno del régimen que dicen combatir.

(7)   No es verdad que un ecosistema narco-criminal y terrorista sea derrotado por la vía de una unidad entre corruptos, amorales y honestos. Por eso la unidad ha sido el fetiche explotado e implorado por todos los bandos para simular la lucha e imponer vía trampa y fraude un cómodo modus vivendi entre unos y otros que ahora tiene componentes y escenarios internacionales.

(8)   No es verdad que solos podemos derrotar este ecosistema que se nos ha impuesto por la vía de la fuerza. La oposición honesta, no corrompida y que apuesta al coraje necesita toda la ayuda internacional posible.

Entonces la ruta del coraje exige que, reconociendo la realidad tal y como es, se pida ayuda internacional y se nos reconozca como víctimas cuyas estadísticas de éxodo, enfermedad, violencia política y muerte hablan por nosotros. Esta ruta exige denunciar la impostura de medios que no son tales, de cursos estratégicos que simulan la lucha, tanto como la profesionalización de la política como farsa y espectáculo que pide a cambio recursos sobre los que no rinden cuentas, ni permiten observaciones sobre eficacia y efectividad. El coraje exige de nosotros denuncia y propuesta, sin caer en la tentación de la promesa vana. Es una ruta que se esfuerza por tener resultados, usando el tiempo apropiadamente, teniendo presente todas las consecuencias que el mal inflige a la gente, y que insiste en lo que es obvio: que un régimen de hecho solo sale por la fuerza.

Por eso la ruta del coraje necesita de líderes con coraje: Para atenerse a la verdad, analizar los hechos con sentido de realidad, denunciar el mal y comprometerse con el bien, y solamente usar medios eficaces para intentar lograr los resultados que se buscan. Finalmente alinear y organizar el esfuerzo para lograr la fuerza que necesitamos: Alineación internacional, con un solo diagnóstico, un único significado y una sola modalidad de lucha; Alineación institucional, con un solo discurso de denuncia y necesidad de cambio, sin que sean colonizadas por partidos y programas de partidos; Alineación ciudadana, para que sean partícipes cotidianos de la ruta del coraje. Y todos asociados a la misma fuerza moral, capaces de discriminar lo bueno de lo malo, la paja del trigo, la verdad de la mentira, y lo eficaz de lo inútil.

Quisiera terminan citando a José Antonio Marina: “La valentía (el coraje) es la virtud del despegue, porque nos permite pasar del orbe de la naturaleza, sometido al régimen de la fuerza, al orbe de la dignidad, que está por hacer, y que debe regirse por el régimen de la dignidad. Es también la virtud de la fidelidad al proyecto (de la libertad), porque nos permite perseverar en él a pesar de los pesares, al permitirnos esa transfiguración que transforma nuestra fiereza en valor y el egoísmo en razón compartida”. Dicho de otra forma, debemos convertirnos en adalides de nuestra propia liberación sin ceder, sin dudar, sin caer en el conformismo, sin corrompernos ni prostituirnos. Esa es la ruta del coraje. 

Fuentes:
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/36284-maldonado-v-
https://victormaldonadoc.blogspot.com/2020/01/eso-que-llaman-coraje.html

DE LA PRESUNCIÓN BURLADA DE CULPA

El Universal, Caracas, 27/12/1943.

LOS SESENTA

El Nacional, Caracas, '03/01/2000.

O LA VUELTA ES UNA IDA, EN MÁS DE UN SENTIDO

Gira que gira
Carlos Blanco

1.     Hasta el momento Guaidó sigue en su gira con dos éxitos muy importantes. El primero es ser recibido como presidente, con el boato concomitante, en Colombia, Francia, Reino Unido y Canadá. Frente a las escenas del 5 de enero, con un presidente que intenta saltar una verja, surge el contraste de las guardias de honor, caravanas, respaldo político y tratamiento respetuoso dispensado; a lo cual se añaden los encuentros no programados pero sí fotografiados con la canciller Merkel, el ex secretario de Estado John Kerry y otras personalidades. Para la oposición ha sido un bálsamo. Excelente si ve a Trump; mal signo si no.
2.     El segundo éxito importante es la visita a Madrid. Guaidó tuvo un evento de masas, lo que rebotó entre nosotros como algo significativo. Supongo que no solo por el acto en sí mismo sino por el contraste con la frialdad de la calle en Venezuela; fue un factor de relativa moralización doméstica y tal vez de idénticos efectos en la comunidad democrática, venezolana y española, de España. A lo que se agrega el desastre de un gobierno como el de Pedro Sánchez, incapaz de formular una política hacia Venezuela, sumido en las contradicciones provocadas por su alianza con Podemos, y con la metida de pata de la recepción que ocurrió/no ocurrió/pudo haber ocurrido con Delcy Rodríguez.
3.     Sin embargo, la gira ha tenido algunas carencias significativas y errores lamentables. La asesoría no funciona adecuadamente o tiene asesores contradictorios. La intervención en Davos fue muy pobre. Ese es un auditorio de gente que se ocupa del planeta entero y que quiere escuchar lo que viene para el mundo económico, financiero y político. No haberse preparado para ese evento fue un error monumental.
4.     Otro problema es que Guaidó tiene un discurso muy básico sobre los problemas de Venezuela, pero no presenta una estrategia. Sus interlocutores sí tienen visión de la estrategia que debe ser aplicada en Venezuela y sus posiciones no son idénticas, y con frecuencia son contradictorias. No se puede admitir entusiasta la línea dura de Estados Unidos, Colombia y Brasil, y, al mismo tiempo, consentir la línea blanda de la mayor parte de Europa.
5.     El resultado es que ha desplazado “el cese de la usurpación” por “elecciones libres”. En términos retóricos se puede afirmar que no hay elecciones libres sin que cese la usurpación; pero, en términos políticos, si se coloca el tema electoral se vuelve desleída la consigna principal y en el camino se puede llegar a que, “dado que no hay otra cosa”, debe irse a elecciones con el régimen en el poder. Guaidó puede terminar en la posición de Capriles, quien la asume con más claridad.
6.     Finalmente, es absurdo plantear que Cuba puede ser parte de la solución, cuando es el problema central por su dominio rapaz sobre el país.
7.     Deseo su regreso en paz, sin atropello.

29/01/2020:
https://www.elnacional.com/opinion/gira-que-gira/
Fotografía:
Manaure Quintero (Reuters).
Cfr,
https://www.youtube.com/watch?v=7QqBF9K5f3M
Empero:
https://www.youtube.com/watch?v=XaUjH_N1bpI
https://www.youtube.com/watch?v=zVQH7mgjHIw

QUEDA LA IMPRONTA

Colectivos lanzaron orina y heces fecales a periodistas que cubrían protesta de maestros en la plaza Bolívar de Caracas

Los trabajadores de la prensa se defendieron y huyeron del lugar ante este nuevo ataque contra los medios venezolanos.

Colectivos del régimen de Nicolás Maduro agredieron a un grupo de periodistas que se encontraba cubriendo la protesta de maestros convocada para este miércoles en la plaza Bolívar de Caracas.
A los trabajadores de la prensa les lanzaron orina y heces fecales, denunció el periodista Luis Gonzalo Pérez por Twitter.
En el lugar de la manifestación se encontraban al menos cinco equipos de diferentes medios de comunicación.
«Colectivos y seguidores del madurismo persiguieron, acorralaron y golpearon a varios miembros de la prensa. Ellos daban cobertura a la manifestación por el Día del Maestro en los alrededores de la plaza Bolívar de Caracas», reclamó el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa.
Los periodistas se defendieron y huyeron del lugar ante esta nueva agresión contra la prensa venezolana.
El Colegio Nacional de Periodistas registró ataques en este lugar especialmente contra Luis Gonzalo Pérez de NTN24 y Rubens Di Prado de CNVE24.
Otro grupo de comunicadores también fue agredido en los alrededores de la Asamblea Nacional. Los medios se encontraban siguiendo a la comisión de diputados que intentaba llegar al Palacio Federal Legislativo, cuando un grupo de colectivos los emboscaron con piedras, palos y disparos. 
Los vehículos en los que viajaban los parlamentarios muestran los daños que ocasionaron los delincuentes.
Carlos Berrizbeitia, segundo vicepresidente de la Asamblea Nacional, denunció que los colectivos armados atentaron contra sus vidas.

Fotgrafíao: @yonygiltorres

NOTAS DE NICOMEDES

Los políticos
Nicomedes Febres

* Viendo los comentarios sobre un artículo reciente comencé a meditar sobre la impresión que causan algunos políticos en las personas. Un político gusta o desagrada por razones tan variadas y extrañas que uno se asombra. Porque nos recuerda a alguien grato o detestable, o por algún hábito o un rasgo de personalidad afín o no a nosotros, o de alguien cercano, y mil razones más. Y eso se llama carisma, pero en general los políticos que llaman la atención son gente inteligente, nos gusten o no. Por ejemplo los presidentes Betancourt y Caldera levantaban pasiones a favor y en contra, al igual que el felizmente difunto. Por ejemplo Betancourt dejó la universidad siendo un brillante estudiante para dedicarse a la política y ya todo el mundo que lo apoyaba o lo detestaba veía como inexorable que llegaría a ser presidente, incluso Laureano Vallenilla Lanz hijo quien en su libro Allá en Caracas en los años 40 lo comentó. Las viejitas calderistas eran asombrosas por su fidelidad al presidente Caldera y él representaba dos virtudes cardinales, ser serio y responsable y ser un esposo fiel, las mismas razones por las que era detestado por muchos hombres. Recuerdo una tía mía maestra y adequísima, y cercana amiga del maestro Prieto que cuando la división del MEP prefirió seguir al presidente Betancourt que a su amigo Prieto y fue cuando por primera vez reconoció que el maestro era físicamente horroroso, así de adeca betancourista era. Hay políticos actuales que levantan pasiones a favor o en contra. No puedo precisar dentro del chavismo porque allí todos sin excepción me parecen detestables y una partida de lacras, pero algunos resaltan como dosdado, carroña o la fosforito y los hermanos rodríguez, los reyes de la mentira pública. También el presidente Guaidó levanta pasiones a favor y no sé si en contra ni porqué, pues presumo que muchos que lo odian obsesivamente deben estar al servicio de la sala situacional de Miraflores o dudo si existen de verdad, o es una maquiavélica jugada de Julio Borges, quien es otro que levanta pasiones y a quien creo el político más competente del país y el armador del tinglado opositor que nos ha llevado hasta la actualidad como salida. Puede ser que aquél programa de televisión donde fungía de juez de paz en asuntos populares por Radio Caracas provocara esa animadversión, pero Borges, mientras era odiado y acosado por el difunto, recorría Venezuela creando Primero Justicia, que no es poca cosa si usted entiende la Política, pues otros partidos son clubes de amigos de un dirigente con algunos seguidores pero sin valor organizativo y de allí la sistemática represión a ese partido y en especial a su gente del aparato organizativo como Fernando Alban a quien asesinaron y a Requesens que es diputado. Aparte de Leopoldo preso porque es inteligente, de buena cuna, preparado, altivo y bien parecido, lo que genera envidia y rabia a ese hatajo de resentidos que es el chavismo. Casi todos los presos políticos son de Primero Justicia por recomendación de los cubanos. Creo que el carisma de Guaidó se monta en algunas razones, primero su aspecto físico de hijo de cualquiera en este país, segundo su afán de superación personal y eso es encomiable porque todos quisiéramos tener un hijo, un esposo, un hermano o un familiar así, tercero, por su prudencia, inteligencia y sobriedad personal. Todos admiran a María Corina por su coraje personal, como le cuestionan su lógico afán de protagonismo. Hay otros políticos que fracasan, pese a que son demasiado inteligentes y preparados, pero diluyen su afán de poder en muchos campos y los casos más emblemáticos son Arturo Uslar, Gonzalo Barrios y Teodoro. El tema es interesante y da para largo. Si van a opinar se les agradece no insultar a algún dirigente, por supuesto, salvo que sea chavista aunque sea más peligroso hoy que chino con gripe.

* En la foto el premier Troudeau de Canadá y el presidente Guaidó, una imagen del siglo XXI

Fuente:

Un patiquín sin cabeza
Nicomedes Febres

Pedro Sánchez siempre me había parecido un político inteligente y astuto aunque nunca me ha simpatizado, además un digno sucesor de Felipe González porque Bambi rodriguez zapatero siempre me ha parecido un infeliz y un marrullero dentro de un partido histórico donde Felipe González representa la democracia y bambi al socialismo dentro del PSOE, que es un gran partido tradicional en España antes del franquismo. Un movimiento que funcionó incluso en Venezuela hasta en la época de Pérez Jiménez y los primeros años de la democracia hasta la muerte de Franco y por eso poseo un carnet que conseguí del psoe venezolano, el carnet es del psoe, no yo, ni por casualidad. Y muy vinculado a Acción Democrática para bien o para mal, hasta el punto de llevar Carlos Andrés Pérez de polizón a Felipe González en el avión presidencial para que se entrevistara en secreto con Adolfo Suárez, otro político de gran nivel como Felipe y así organizar la transición española que fue ejemplar. Mucho le debe el PSOE a AD, y esa es la verdad histórica y no para ondear deudas que no nos pertenecen. Ahora con sanchez, que parece más un galán de telenovela, la situación cambio y le da preeminencia al chavismo por encima que a los adecos y a la Social Democracia planetaria. Presumo que iglesias y su banda chantajearon al galán transformándolo en un patiquín sin cabeza política porque ese error de negarse a recibir al presidente Guaidó se lo vamos a cobrar caro, muy caro a sanchez. Presumo que maduro debió poner mucho dinero sucio en la campaña de sanchez al ver el desplome de podemos, su banda delictiva afín y franquicia segura, y esto es lo que está pagando el actual presidente del gobierno español, y la culebra nuestra debe ser contra sanchez y no contra el psoe.
*Sabía de la existencia del PSOE en Venezuela desde la época de Pérez Jiménez porque tenía muchos amigos de todos los bandos y como era prudente, todos hablaban delante de mi pese a ser casi un niño, desde los comunistas y anarquistas a quienes tenía mucho afecto personal hasta mis amigos monárquicos españoles que los tenía, y ambos bandos eran activos por haber sufrido la guerra civil. Los últimos anarquistas originarios españoles que traté bastante fueron el viejo Campuzano, padre de la actriz Giove Campuzano y Antonio Serrano, el librero de Lectura que animaba círculos de lectura anarquista con muchachos en los jardines de la UCV y Antonio era tan anarquista que sus bellas hijas se llamaban Alegría y Esperanza, además se comía muy sabrosa comida española en su pequeño apartamento de la avenida Fuerzas Armadas hacia el sur. Todos llamaban a la gente del PSOE como socialistas pero había varios partidos socialistas españoles, como cualquier venezolano del montón. Oía, callaba y aprendía pero no tenía pruebas de la existencia del PSOE en Venezuela hasta que un día encontré en una venta de cosas viejas el carnet de ese partido en Venezuela y que se identificaba mucho con AD porque el presidente Betancourt los había ayudado y defendido mucho en el exilio forzado de los republicanos. Aquí todos esos españoles eran adecos betancouristas

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Sobre el juego
Nicomedes Febres

*En esto de leer Historia uno detecta algunas pistas para la futura investigación genética de algunas patologías sociales como son por ejemplo la embriaguez en algunas tribus aborígenes que tomaban licor hasta emborracharse como una cuba por incluso varios días seguidos, luego desaparecer y regresar al trabajo pasados varios días y entrar en un prolongado período de abstinencia. Eso en español clásico venezolano se llamaba picurearse, es decir actuar como los picures, pero nunca he tenido interés por el origen de las palabras, sino por su uso. Ese ciclo de beber por días y luego un período de abstinencia lo he visto también en algunos pacientes y le generan sufrimiento y angustia. Y en la vida venezolana también he tratado de investigar un poco otra patología como es el juego y su enfermedad que se llama ludopatía, otra enfermedad de la cual nunca he padecido, pero que era muy frecuente en la Venezuela de antes y en la Caracas de hace un siglo. Algunos cronistas como Lucas Manzano, Guillermo José Schael y Oscar Yanes lo describen en sus textos lo cual nos llama la atención. En ese mapa del juego de Caracas aparece como figura central el casino Cataluña ubicado en el segundo piso del Hotel Barcelona que estaba entre las esquinas de Torre y Veroes y era el sitio a donde llegaban los toreros y las cantantes y actrices para las funciones de los distintos teatros de la ciudad. Ellos, que vivieron esa época, primero uno y luego los otros casi que hacen un mapa del juego de la vieja ciudad. Pero nunca había conseguido una prueba fehaciente de su existencia, pero si de otros como el Luna Park y uno del empresario taurino y teatral Miguel Leicibabaza que quedaba en Macuto y del cual tenemos un grabado . También hay referencias claras de la existencia de un casino privado en el Club Venezuela que incluso funcionó en la vieja sede de la Universidad Católica en la esquina de Jesuitas. También hay referencias a un individuo llamado el Mocho Chingüingue apodado así por haber perdido la mano de un machetazo en una jugada de envite y azar, y quien era considerado el más grande tahúr de la ciudad y del cual no tengo fotos.

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EMPUÑAR LA PALABRA

Es necesario dar, extender e  intensificar el debate sobre el destino de las universidades

Para la Fracción Parlamentaria 16 de Julio,  es necesario propiciar la discusión en el seno de las universidades venezolanas ante el grave problema que confrontan.

“No versamos sobre una situación circunstancial, sino un problema de carácter existencial para las universidades públicas y autónomas que también importan a la ciudadanía que va perdiendo sus instituciones más preciadas.  Ya es tiempo de dar una profunda y extensa discusión que una el aula con la calle para defender la autonomía, bajo el decidido impulso de las legítimas autoridades salientes que deben ser reemplazadas por otras electas al amparo de la Constitución y de  la Ley de Universidades, incluyendo  la directiva de gremios que tienen que actualizarse”.

A juicio del parlamentario,  la palabra es el arma fundamental y más temida por la dictadura:

“Urge emplear la palabra, conjugando la razón y la emoción en el legítimo esfuerzo de superar al régimen. Tiene por domicilio natural la universidad y son los actores de la vida universitaria, los parlamentarios y toda la ciudadanía, los llamados a profundizar en el esfuerzo de conquistar la universidad libre y autónoma, por lo que nadie entiende ni entenderá que se busque una solución tras bastidores, con el silencio y la evasión esperando una concesión graciosa del régimen”

29/01/2020:
Fotografía: Vista parcial de los integrantes de la Fracción Parlamentaria 16 de Julio a iniciarse la sesión ordinaria celebrada en la Plaza de Los Palos Grandes, Asamblea Nacional (Caracas, 28/01/2020).

martes, 28 de enero de 2020

DE TODO UN POCO

Lenguaje inverso
Ramón Hernández -

En las constituciones inspiradas en la independencia, libertad y autodeterminación, la soberanía reside en los ciudadanos, pero para facilitar la comprensión se ha igualado con el término “pueblo”, que en las mentes más simples solo abarca a los pobres, a los olvidados y oprimidos. Como son mayoría asumen automáticamente que siempre tienen la razón. El extremo fue aquella frase ajena a la verdad y oportunista del presidente Rafael Caldera: “El pueblo nunca se equivoca”.

Los pueblos, sobre todo, cuando actúan y deciden como masas se equivocan en extremo y les cuesta mucho dolor y sacrificio superar las tragedias que causan. Vean hasta dónde nos trajo haber aceptado calladitos aquel juramento “sobre una constitución moribunda”. La historia sería otra si la sociedad civil –esto es, las instituciones, los grupos de opinión, los vecinos organizados, los académicos, las organizaciones políticas y todas las demás vertientes de la participación ciudadana– no hubiesen tomado a chiste la propuesta de sustituir la democracia representativa por el engaño que escondían detrás del eslogan “democracia participativa y protagónica”.

La demolición de la poca institucionalidad que se había construido y que los partidos le dieran la espalda a las propuestas de reforma de la Copre, la Comisión Presidencial para la Reforma del Estado, facilitaron que la demagogia y el mesianismo tropicalero se impusieran sobre la razón. Antes hubo una campaña planificada y bien pagada contra la corrupción y, a veces, contra el narcotráfico, hoy extrañamente solo son enjuiciados por corrupción opositores que no han ejercido cargos públicos. Venezuela es el único país que no ha investigado las tramoyas de Odebrecht.

En poco más de un par de décadas, si se toma la defenestración de Carlos Andrés Pérez como el punto de implosión del sistema en vigor desde 1958, no solo le cambiaron el nombre y la bandera al país, sino que desbarataron el modelo de funcionamiento social y económico que había mantenido a la población lejos de la penuria humanitaria que trajeron los salvadores que prometieron una “patria bonita”, que es lo inverso de la crisis humanitaria que cada día se profundiza.

El engaño fue descarado y criminal. Comenzaron reivindicando como valores la pobreza, la ignorancia y el vivalapepismo. Sin embargo, al tiempo que repetían que ser rico era malo amasaban fortunas de miles de millones de dólares, no de unos pocos miles. Los rateritos que levantaron tantos polvos y escándalos fueron sustituidos por verdaderos zares de la apropiación indebida. Aparecieron muy honrados con finas corbatas de seda italiana y trajes de firma, brindando con escocés de malta de alta gama.

Los presuntos defensores de la transparencia administrativa, los guerreros por la libertad de expresión y antiguos acorazados de las reivindicaciones del gremio periodístico –dos con el apellido Rangel y dos más hermanados como Villegas, entre otros–, los voluntariosos de la revolución democrática y los que se quemaban el pecho por la vigencia de los derechos humanos devinieron en criaturas ganadas para el odio, la tortura, el asesinato, la tortura y el robo descarado. Con lenguaje inverso, claro: sus palabras significaban lo contrario de lo que anunciaban.

El mensaje inverso empezó temprano y no precisamente con el anuncio de que iban a freír en aceite bien caliente la cabeza de adecos y copeyanos, aunque a falta de aceite han utilizado otros métodos de cocción, que no se limita a los seguidores de AD y Copei. Abarcan a gente de la izquierda racional, a ex compañeros de ruta y a cualquier otro que no muestre satisfacción con el régimen. Comenzó con la “dignificación” de los niños de la calle, que pronto se multiplicaron y son mujeres, hombres y ancianos en condición de calle. El “rescate de tierras ociosas” fue apropiación y destrucción de tierras productivas; la modernización de la Cantv, volver a la incomunicación; la renacionalización de las empresas básicas, el cierre de Sidor, Venalum, Bauxiven, Ferrominera y un largo etcétera al grito del galicismo: “Así, así, así es que se gobierna”; la democracia participativa y protagónica se manifestó en la acumulación de todos los poderes en el mandón de Miraflores: redacta las leyes, las ejecuta y también sanciona a quien las incumple. Pero el inverso más inverso lo vemos en la teoría y praxis de los conceptos de soberanía, independencia, autodeterminación y lucha contra los imperialismos de toda calaña y condición.

Desde que el Coba criollo participó que llevaba a los venezolanos al “mar de la felicidad” que era Cuba se profundizó y se hizo más expedito el viaje inverso, la vuelta a los tiempos precolombinos con un cacique y piaches como timoneles de la voluntad popular. Poco a poco los apparátchiki del Partido Comunista cubano fueron ocupando el papel del yoruba, del brujo; de asesores de todos los asuntos. Eran los que sabían cómo dominar las bases, al pueblo, y evitar que se insurreccionaran.

En un acto de “soberanía” (inversa) le entregaron al gobierno cubano, junto con 100.000 barriles diarios, la administración de los registros y notarías, la salud pública, el entrenamiento deportivo, la aniquilación educativa con títulos vaciados de conocimiento a través de misiones y de “universidades bolivarianas”, las labores de inteligencia y contrainteligencia militar, el control del armamento de guerra, mientras que la promoción de la ideología posmodernista quedaba en manos del español Juan Carlos Monedero y la economía bajo el mando de otro hispano, Alfredo Serrano Mancilla.

La carrera inversa llegó a un tope inesperado y muy superior, pero no el último, con la incorporación del embajador cubano al Consejo de Ministros, que no es un acto pleno de soberanía como pregonan, sino vulgar entrega, alta traición. Salen fotos de soldados rusos, oficiales y suboficiales, paseando con el uniforme de las FANB en el Círculo Militar de Caracas, en hoteles de Ciudad Guayana y en la frontera tachirense con Colombia, pero no es intromisión, es cooperación. Lenguaje inverso. Los militares venezolanos se le cuadran a los oficiales cubanos a cargo de la seguridad y la operación del aeropuerto de Maiquetía, obvio no son agentes de la CIA. Vendo diccionario inverso.

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UNA VERSIÓN

La historia mentida
Juan Van-Halen / ABC

Comienzo con una evocación gozosa. En el viejo castillo de Luc de Clapiers, marqués de Vauvenargues, moralista francés del XVIII, está enterrado Pablo Picasso que lo compró en 1958. Conocí las lúcidas máximas del marqués en la excelente traducción de Manuel Machado. Dejó escrito que «todos los hombres nacen sinceros y mueren mentirosos», mientras Cioran, en exceso generoso, concluyó que «la mentira es una forma de talento». Trapacería o valor intelectual, la mentira invita a la reflexión.

Padecemos una interesada memoria histórica, concepto ya de por sí falso según el certero juicio de Gustavo Bueno. Se trata de una Historia mentida, manejada con pertinacia por cierta izquierda. Cuando la mentira se hace colectiva adquiere la fuerza de una verdad. Sobran los ejemplos. Refrescaré una reiterada falsedad histórica, atendiendo a lo que parece nos espera: la bondad casi angelical de la Segunda República. Quienes desean una tercera experiencia republicana declaran, por ceguera o ignorancia, que su ejemplo es aquella república fallida. Para Huxley «la más grande lección de la Historia es que nadie aprende las lecciones de la Historia».

El régimen del 14 de abril de 1931 no nació de la voluntad nacional expresada en las urnas; llegó desde una inducida movilización callejera tras unas elecciones municipales que en el conjunto de España ganaron las candidaturas monárquicas. El comité revolucionario, nacido del Pacto de San Sebastián en agosto de 1930, se autonombró, sin título legítimo alguno, Gobierno provisional de la República. En menos de un mes se produjo la quema de conventos; ardieron más de cien edificios religiosos sin que actuasen los bomberos ni la Policía, salvo para impedir que el fuego dañase los edificios colindantes. Azaña, presidente del Gobierno, reaccionó: «Ni todos los conventos de Madrid valen la vida de un republicano». Pero ninguna vida estaba en peligro.

La Constitución republicana de 1931, no sometida a referéndum, representó a una mitad de España contra la otra mitad. El presidente de la Comisión Constitucional, Luis Jiménez de Asúa, la definió en el Congreso como «una Constitución avanzada, democrática y de izquierda». No se contemplaba una república de derecha. Ese grave lastre fue el motivo último de su fracaso.

En 1933 el centro-derecha ganó las elecciones y la izquierda amenazó con acciones violentas si accedían al poder los triunfadores. Ante las presiones, Gil Robles, líder de la CEDA, coalición vencedora, renunció a encabezar el Gobierno. Un año después Lerroux, del Partido Republicano Radical y presidente del Gobierno, incorporó a tres ministros cedistas, y la izquierda cumplió su amenaza: la revolución de Asturias del 6 de octubre de 1934 contra el Gobierno legítimo. Hubo cerca de 2.000 muertos y graves daños en edificios históricos como la catedral de Oviedo y la universidad.

Lluís Companys, de ERC, presidente de la Generalitat, aprovechando la situación, proclamó «el Estado catalán dentro de la República Federal española». Aquel golpe de estado fue sofocado a cañonazos, con escasas víctimas, por el general Domingo Batet, jefe del Ejército en Cataluña. Suspendida la Generalitat, Companys y sus consejeros fueron juzgados y condenados a treinta años de prisión.

Días antes «El Socialista» amenazaba, 27 de septiembre de 1934: «Tenemos nuestro ejército a la espera de ser movilizado». Y el 30 de septiembre: «Nuestras relaciones con la República no pueden tener más que un significado: el de superarla o poseerla». La revolución de Asturias llevó a escribir al exministro e intelectual republicano Salvador de Madariaga: «Con la rebelión de 1934 la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de 1936».

Ante las elecciones de febrero de 1936, Largo Caballero anunció: «Si triunfan las derechas tendremos que ir a la guerra civil declarada». Y más tarde: «Ahora, después del triunfo, se precisará salir a la calle con un fusil al brazo y la muerte al costado». El Frente Popular ganó los comicios pero aquel resultado es todavía discutido. Hubo amenazas, secuestros de urnas y violencia en muchos distritos electorales, y la posterior intervención de la Comisión de Actas del Congreso, presidida por el socialista Indalecio Prieto, hizo bailar decenas de escaños a favor del Frente Popular. Pocos creen hoy que no hubo fraude. Companys y el resto de los condenados por el golpe de estado de octubre de 1934 fueron amnistiados. Es la libertad que esperan de Sánchez nuestros nuevos golpistas. Montesquieu hace tiempo que es un molesto recuerdo.

Las libertades democráticas fueron vulneradas repetidamente durante la Segunda República que, además, vivió una espiral de violencia, como reflejan los «Diarios de Sesiones» del Congreso. Repasar los periódicos de la época es un ejercicio saludable. Las intenciones de socialistas y comunistas estaban claras si perdían las elecciones de 1936. Y, a medio plazo, también si las ganaban. Con el prólogo del asesinato del líder opositor Calvo Sotelo por policías y pistoleros socialistas, fracasado el golpe militar del 18 de julio, el país desembocó en la tragedia de la guerra civil.

Lenin predijo ya en 1920 que «el segundo país de Europa que establecerá la dictadura del proletariado será España». A ese fin se empleó Stalin en la guerra civil, potenciada su intervención tras los sucesos de mayo de 1937 en Barcelona; una guerra dentro de la guerra, como cuenta George Orwell, testigo de aquella sangría. Su vanguardia armada fueron las Brigadas Internacionales. Muchos combatientes del bando republicano no defendían la democracia sino planteamientos revolucionarios totalitarios.

Recordar todo esto acaso llegue a ser delictivo, merced a la nueva ley de Memoria Histórica que nos amenaza. El mentiroso más acreditado es el que cree sus propias mentiras. Hay mentirosos perennes que, a veces, llegan a ocupar altas responsabilidades y, pese a que sus falacias son públicas y notorias, no reciben rechazo social, incluso son jaleados por una abulia y una comodidad generalizadas, convertidas en corrección política. Pienso en el caso de Sánchez, ese mentiroso pertinaz.

Padecemos una Historia mentida en una realidad social en la que abundan la falta de «relato» y la credulidad. Como recordaba Eduardo Serra Rexach en una reciente Tercera «carecemos de un verdadero proyecto nacional que nos aúne alrededor de un objetivo común». Sánchez pacta con quienes ansían acabar con la Monarquía, la Constitución y la unidad de España. ¿Lo harán por el método del 14 de abril, con movilizaciones callejeras, añadiendo esta vez un referéndum cocinado? Sería ingenuo confiar en que se siga la vía constitucional para acabar con la Constitución. ¿En manos de quiénes estamos? Y la sociedad, muda.
(*) Juan Van-Halen es escritor y académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando.

06/01/2020:

EL RETO FILOLÓGICO DE LA CONTINUIDAD DESEADA

La Reconquista a debate
Rafael Sánchez Saus / ABC

A los españoles de mi generación se nos hace difícil comprender cómo ha llegado a ser tan controvertido el término y el concepto mismo de Reconquista. Tengo ante los ojos el que fuera quizá el manual de Historia Medieval de España más utilizado por los estudiantes de los setenta y los ochenta, debido a un catedrático reconocidamente marxista, José Luis Martín. En él se mostraba reticente hacia la idea de «reconquista», en la medida en que, aclaraba, no hubo siete siglos de luchas continuas movidas por ideales religiosos -algo que hoy, y creo que ya entonces, ningún historiador pretendía-, pero no dudaba en aplicarla para dar cuenta del «avance de las fronteras de los reinos y condados del norte» sobre Al Andalus. Desde entonces la historiografía española ha cambiado mucho, en general para bien, pero evidentemente no podía permanecer inmune al gran debate que desde hace algún tiempo se plantea sobre la existencia misma de España como sujeto histórico, debate que permea todos los grandes procesos y acontecimientos como se ha demostrado, en estos días, con motivo de la conmemoración de la primera circunnavegación del mundo.

Un extranjero, aunque nos conoce muy bien, y ajeno al medievalismo aunque no a la historia, el gran Stanley Payne ha sido capaz de saltar por encima de los charcos de la crónica menor para explicarnos el rango que la Reconquista debiera tener en nuestra historia nacional y en la de la humanidad: «El gran proceso de recuperación y creación conocido escuetamente como la Reconquista es, si se toman en cuenta todas sus dimensiones, un acontecimiento absolutamente único en la Historia, y habría dado a España un papel destacado y sin precedentes en la historia universal, incluso si su pie y huella no hubiera llegado nunca a América».

Frente a esta visión tan potente, ¿somos conscientes los historiadores y medievalistas españoles de hoy de la importancia extraordinaria de lo que Payne observa, tanto si nos adherimos a su juicio como si no? Porque lo que sorprende en el actual y fiero debate sobre la idea de Reconquista es la insistencia en cuestiones de tan escaso porte real como la inexistencia del término en tiempos medievales ni antes de fines del siglo XVIII, o lo supuestamente inapropiado del concepto para describir fenómenos de indudable complejidad que comprendieron no sólo la ocupación territorial, también en buena medida la sustitución de las poblaciones y de la cultura allí asentadas desde hacía muchas generaciones.

El primer reproche, quizá el más repetido hoy, es casi infantil. Todos sabemos que las denominaciones empleadas por los historiadores desde hace varios siglos, tampoco precisamente desde ayer, para referirse a acontecimientos o procesos complejos y de larga duración no son prácticamente nunca contemporáneas a los hechos. La gran mayoría son un producto de la historiografía decimonónica, la primera que los estudió percibiendo o creyendo percibir la unidad que les da sentido, y así han llegado hasta nuestros días esos términos quizá no del todo apropiados pero necesarios para la comprensión histórica, y no digamos para la docencia: «invasiones bárbaras», «imperio bizantino», «califato de Córdoba», «guerra de los Cien Años»… y tantos otros que nunca fueron empleados por las gentes que los protagonizaron, pero sin los que sería imposible una mera conversación sobre los hechos que compendian.

El término Reconquista no podía nacer en la Edad Media porque el latín no lo posee, ni siquiera como idea estricta, pero los españoles de aquellos siglos sí usaron otros poco diferentes para referirse a lo mismo que la palabra «reconquista» evoca: el largo y dificultoso proceso de ocupación del territorio hispano en manos del islam, acompañado de la voluntad de extinción de Al Andalus, considerada ilegítima su propia existencia. Entre los conceptos entonces empleados para designarlo, el de Restauratio Hispaniae fue el más habitual y, al mismo tiempo, el más abarcador y el más cargado ideológicamente. La Restauración de España no podía consistir, tal como se la concebía, en una mera conquista militar, implicaba también el regreso a las formas idealizadas de la Spania anterior a la invasión islámica. Ese ideal goticista, ya desde el siglo IX, identificaba el solar hispano con un pueblo y un reino, heredero del de Toledo, y con una fe, la católica. ¿Debiéramos sustituir Reconquista por Restauración de España? No parecen esas las intenciones de los críticos.

La otra objeción, la de cómo llamar Reconquista a la ocupación de territorios que los cristianos no poseían desde hacía varios siglos, puede parecer más consistente. Sin embargo, teniendo en cuenta que el término responde inequívocamente a la perspectiva de los reinos norteños, de los que los españoles posteriores siempre se han considerado continuadores hasta hoy, lo que hace es subrayar precisamente la fuerte convicción de los conquistadores de estar recuperando algo que era suyo y legítimamente les pertenecía, aunque hubiera sido ocupado durante siglos por gentes sin derecho a ello. Lo indudable es que para que un convencimiento así llegue a cuajar y a formar parte de la identidad de una comunidad, se hace completamente necesario un sentimiento de continuidad entre los reinos cristianos y la España perdida. Ese sentimiento de continuidad, al menos desde el siglo IX, es claramente perceptible.

Pero como sucede a menudo, la justificación y pervivencia del término Reconquista puede estar asegurada por la inexistencia de otro mejor, por la incapacidad de quienes lo rechazan para proponer otro que no posea una tal carga ideológica actual que su empleo pueda hacerse sin repulsión. Historiadores y filólogos debieran ser capaces de prescindir de las suspicacias ideológicas más que científicas que una expresión de tanta solera como Reconquista genera, conseguir separarse de la carga emocional que algunos siguen proyectando sobre acontecimientos irreversibles desde hace cientos de años, como si la resurrección de un Al Andalus mitificado dependiera de ellos y sus trabajos, y comprender que lo que interesa a todos conocer y explicar, más que el nombre, es la magnitud de los fenómenos históricos que el concepto de Reconquista sintetiza.

No podemos hacernos muchas ilusiones: el problema no reside en aceptar o rechazar una mera palabra más o menos apropiada, ni siquiera una idea asociada a un término, a lo que muchos se niegan es a reconocer la formación de una gran realidad histórica y cultural sobre la noción conservada de otra preexistente y el empeño de muchas generaciones en su recuperación. La primera, procedente de los tiempos godos; la segunda, la que la Reconquista cuajó. Cada una fue hija de su tiempo y entre ellas existió un enorme hiato, aunque también evidentes continuidades. Ambas fueron y en buena medida siguen siendo una y la misma España que hoy nos acoge a todos.
(*) Rafael Sánchez Saus es Catedrático de Historia Medieval en la Universidad de Cádiz.

24/01/2020:
https://www.almendron.com/tribuna/la-reconquista-a-debate/
https://www.abc.es/opinion/abci-rafael-sanchez-saus-reconquista-debate-202001232308_noticia.html

ANCESTRAL CONTRAPOSICION

Rescatar la palabra
Adela Cortina / El País

Recurrir al verso de Blas de Otero “me queda la palabra” en situaciones de desconcierto es un lugar común. “Si he perdido la vida, el tiempo, todo lo que tiré, como un anillo, al agua, si he perdido la voz en la maleza, me queda la palabra”, decía el bien conocido texto. Para disentir o para acordar, seguimos creyendo que siempre nos queda la palabra. El medio más propiamente humano para construir la vida compartida.

En efecto, ya en el Libro I de la Política recordaba Aristóteles que el ser humano es un animal social, y no simplemente gregario, porque cuenta con el logos, un término que significa a la vez “palabra” y “razón”. A diferencia de los animales que están dotados sólo de voz para expresar el placer y el dolor, las personas cuentan con la palabra, que les hace sociales, porque les permite deliberar conjuntamente sobre lo justo y lo injusto, sobre lo conveniente y lo dañino. Y ésta —la palabra— es la base de la familia y la amistad, es la base de la comunidad política, que congrega distintas familias y diversas etnias y se distingue de ellas porque tiende al bien común y debería esforzarse por alcanzarlo.

Rescatar la palabraLa palabra, por tanto, acontece en el diálogo, exige interlocutores; incluso nuestros monólogos son diálogos internalizados. Como bien decía Hölderlin, “somos un diálogo”. Y es esa palabra puesta en diálogo la que debería sustituir a la violencia a la hora de resolver los problemas que surgen de la vida común.

Pero la palabra puesta en diálogo tiene por meta la comunicación entre las personas y para alcanzarla ha de tender un puente entre el hablante y el oyente, o los oyentes. Un puente que, según acreditadas teorías, exige aceptar cuatro pretensiones de validez que el hablante eleva en la dimensión pragmática del lenguaje, lo quiera o no. Son la inteligibilidad de lo que se dice, la veracidad del hablante, la verdad de lo afirmado y la justicia de las normas. Si esas pretensiones se adulteran, no hay palabra comunicativa ni auténtico diálogo, sino violencia por otros medios, violencia por medios verbales: discurso manipulador, discursos del odio, que dinamitan los puentes de la comunicación y hacen imposible la vida democrática.

Poner el termómetro de estas cuatro pretensiones a los discursos que dominan nuestra vida compartida, a través de las redes sociales o de los medios de comunicación tradicionales, es necesario para descubrir la densidad de nuestra calidad democrática, para saber si, a pesar de los pesares, nos queda la palabra.

En lo que hace a la inteligibilidad, desde los años setenta del siglo XX se ha ido extendiendo —por fortuna— un movimiento en favor del Lenguaje Claro, convencido de que en sociedades democráticas la claridad no es sólo la cortesía del filósofo, sino sobre todo un derecho de la ciudadanía y un deber de los poderes públicos. La claridad en los documentos es un camino en el que queda mucho por andar, aunque se haya empezado a recorrer.

Pero siendo la inteligibilidad de lo dicho una pretensión difícil de satisfacer en la vida pública, más lo son las otras tres —veracidad, verdad y justicia— en tiempos en que se asume la posverdad, no como una lacra a extirpar, sino como un instrumento para alcanzar objetivos individuales y grupales. La “normalización” de la posverdad y de los bulos, el hecho de aceptarlos como un rasgo más de nuestra vida política, tendrá, entre otras, una nefasta consecuencia: que ni siquiera nos quede la palabra.

Como sabemos, los bulos son noticias falsas, propaladas con algún fin, cuyo emisor podría identificarse, aunque se necesitara para lograrlo mucho esfuerzo. Las noticias sobre la implicación de potencias extranjeras en elecciones y en acciones violentas en una inusitada cantidad de países, entre ellos España, son una prueba palmaria de ello. La posverdad, por su parte, es una “distorsión deliberada que manipula emociones y creencias con el fin de influir en la opinión pública”, una práctica usual de los demagogos. En realidad son mentiras, consisten en decir lo contrario de lo que se piensa con intención de engañar, buscando provecho propio, y están distorsionando la vida política y social.

El mecanismo es sencillo. Se trata de diseñar un marco de valores, simple, esquemático, desde el que los oyentes puedan interpretar los acontecimientos y en el que sólo juegan dos equipos, nosotros y ellos. No importa si hay dos partidos políticos o 20.000 fragmentados, la ancestral contraposición amigo-enemigo sigue siendo rentable para dotar a la ciudadanía de una identidad, sea desde la presunta izquierda o desde la presunta derecha. La creciente polarización de la escena política y social hace que la competencia se exprese en emociones binarias de simpatía/antipatía ante discursos, conductas y símbolos, cuando el pluralismo político reclama, en palabras de Ignatieff, “respetar la diferencia entre un enemigo y un adversario. Un adversario es alguien al que quieres derrotar. Un enemigo es alguien al que tienes que destruir”. Concebir la política como el juego de la guerra entre enemigos irreconciliables, y con ello, a la polarización de la sociedad, es lo más contrario a la busca del bien común, que es la meta por la que la política cobra legitimidad.

A todo ello se añade desde hace algún tiempo la profusión de prácticas que defienden la legitimidad de utilizar en el debate público términos con significantes ambiguos o vacíos, pero con una connotación positiva para la ciudadanía; significantes que permiten construir identidades con narrativas emocionalmente atractivas, aunque nada tengan que ver con los hechos. Se apela entonces a palabras biensonantes como “democracia”, “progreso”, “patria” o “soberanía”, que despiertan sentimientos positivos, pero a las que se ha vaciado de contenido, por eso se pueden utilizar en un sentido u otro según convenga. ¿Qué relación guarda todo esto con la veracidad y la verdad, propias del buen diálogo?

Recuperar en el mundo político el valor de la palabra, que es el medio más propiamente humano, como siguen recordando instituciones como la Fundación César Egido Serrano o la FAPE, exigiría precisar con claridad el significado de los términos que se utilizan: en qué consisten el progreso y ser progresista, de qué tipo de democracia hablamos, quiénes forman parte del pueblo, cómo se van a resolver problemas como el del desempleo, cómo articularemos las demandas legítimas de inmigrantes y refugiados, qué ideología está realmente detrás de cada propuesta y en qué instituciones cristalizaría. Pero también recordar que hablar es comprometerse, lo que obliga a cumplir las promesas generando confianza en una ciudadanía que, en caso contrario, queda estafada.

Y, por supuesto, atendiendo a la aspiración a la justicia, no confundir el auténtico diálogo, que es el que intenta llegar a decisiones que satisfagan los intereses legítimos de todos los afectados por ellas, con las negociaciones bilaterales con aquellos que tienen capacidad de negociar en su propio provecho. Tener presentes a los afectados por las decisiones es lo justo y lo conveniente, es el camino propio de la socialdemocracia, capaz de crear cohesión social. La agregación de intereses de quienes demandan privilegios es la vetusta práctica del clientelismo, un camino seguido bien a menudo por el individualismo neoliberal.
(*) Adela Cortina es catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y directora de la Fundación ÉTNOR.

22/01/2020:
Ilustración: Eulogia Merle.

domingo, 26 de enero de 2020

CONSIGNACIONES

Algunas iniciativas en la Asamblea Nacional en torno a la Comisión Especial o Mixta sobre el Esequibo, Isla de Anacoco, libro, y Comisión de  Política  Exterior.

NOTICIERO RETROSPECTIVO

- Rodolfo Schmidt. "Orquesta Sinfónica Venzuela". El Diario de Caracas, 01/07/1987.
- Rodolfo Quintero y las elecciones en la UCV. El Nacional, Caracas, 27/03/80.
- Luis Buitriago Segura. "El país en viaje hacia la sed (I): Venezuela se quedará sin agua n 20 años" / "(IV) Se agotan las aguas y envenenan las que nos quedan". El Nacional, 06 y 09/01/82.
- Adolfo Teilhardat. "Parlamento latinoamericano". El Nacional, 08/03/99.

Ilustración: Referida a la paralización de las actividades en la Universidad Central de Venezuela. El Nacional, Caracas, 19/05/1948.

DELIBERADA CONFUSIÓN

De la (in) comprensión de las elecciones universitarias
Luis Barragán

La alternativa fue siempre  la de celebrar los comicios universitarios de conformidad con el artículo 109 constitucional, la Ley de Universidades y el reglamento vigente en cada casa de estudios. Cierto, quizá la coyuntura política no era favorable para una iniciativa tan decidida que tampoco deseaba el régimen siquiera tentar, muy conforme con la hipoteca judicial de larga duración que finalmente rompió con la consabida sentencia de mediados de 2019, ordenándolos arbitrariamente.
Seguidamente, bajo la espesura de una desorientadora cautela, las autoridades universitarias decidieron callar probablemente por las limitaciones de la dictadura para copar todas las instituciones de educación superior del país o por la misma expectativa de negociación del plazo ordenado, aunque no tuvo estelaridad alguna en los eventos de Noruega y Barbados para una cohabitación que se juró promisoria.  Los hechos vandálicos de la UDO o, más recientemente, la designación de un vicerrector administrativo en LUZ, pendiente  la sustitución del renunciante en la UCV, perfeccionada la estratagema en la USB, demostraron y demuestran la firme determinación de intervenir, sojuzgar y liquidar a la universidad venezolana, trastocada en agencia de adiestramiento y producción por la fuerza.
Meando fuera del perol, según la sentencia popular, algunos incurren en la proeza de hacerlo consigo mismos, pues, ya imposible de soslayar el problema, piden elecciones a todo evento, traspapelada la agenda nacional en aguerrido desafío a los abstencionistas que osaron desconfiar de la fórmula de Henry Falcón.  Generando confusión, se deslizan hacia las reglas del oficialismo que se atrevió a la inmensa estafa constituyente de julio de 2017, la repitió en las elecciones regionales, municipales y presidenciales, esperando por las parlamentarias para cancelar así cualesquiera tentativas de superar las actuales circunstancias de algo más que un régimen de fuerza.
Semejante a lo que esperamos para el país, deseamos unas elecciones universitarias afianzadas por las normas constitucionales, legales y reglamentarias que digan de su eficacia, transparencia y rectitud que, además aporten al cese de la usurpación. Por ello, la propuesta formulada meses atrás por la Fracción Parlamentaria del 16 de Julio, reiterada en los debates asamblearios del presente año, para realizar los comicios en forma masiva y simultánea en todo el ámbito universitario, porque – es el caso – la lucha ha adquirido un carácter existencial que no puede esperar al fatal cumplimiento del plazo o al chantaje de su continua postergación, para la quejumbre devenida hábito.
Por lo demás, aquellos que acusan de “intromisión” a todo aquél que siente una legítima angustia por el destino de la universidad, más aún al ejercer una responsabilidad de representación ciudadana, como es nuestro caso, deben – ante todo – ganar autoridad moral al defender convincentemente la autonomía. Facilita su entrega, la obstinada separación de la institución respecto a la suerte del país, redundando en las precarísimas condiciones alcanzadas.
28/01/2020:
https://www.caraotadigital.net/opinion-1/de-la-in-comprension-de-las-elecciones-universitarias

CONFEDERALIDAD SOCIALISTA

Primus inter pares
Luis Barragán

Recordamos el comentario: lo más impresionante de la visita realizada al ministerio de la usurpación dedicado a la educación superior, fue apreciar sobre el escritor del viceministro una banderita cubana. No había otra en todo el despacho al recibir a la directiva de la FAPUV, quedando el asunto como algo más que una anécdota.

Ahora, Maduro Moros habla de la incorporación del embajador isleño al consejo de ministros, a quien debe fastidiarle la idea de intervenir directamente en una instancia que seguro conoce, con las supuestas formalidades que sugiere su presencia.  Quienes, décadas atrás, rasgaban sus vestiduras por la presencia de la misión militar estadounidense, jamás hubiesen imaginado que Betancourt o alguno de sus sucesores, públicamente incurrieran en  algo semejante con el embajador del norte: huelga agregar, absolutamente impensable para todos.

Luce obvio que el solo comentario miraflorino avala la ocupación cubana del país y la sistemática intromisión en cualesquiera de los despachos gubernamentales, pues, el ilustrado viceministro aludido (¿de apellido León?), por muy entusiasta revolucionario que fuese, sabe lo que implica tamaña devoción; además,  la banderita, servirá de supersticiosa  credencial, contraseña o quién sabe qué para aquellos que osen sospechar de alguna veleidad disidente. Las obviedades remiten inmediatamente a casos de traición a la patria, entrega a una potencia extranjera, al régimen como la mayor vulnerabilidad en relación a nuestra seguridad y defensa, por lo que la banderita o el anuncio en cuestión parecen una nimiedad.

A nuestro juicio, sin que ello desmienta una realidad que cursa mejor tras bastidores, el comentario constituye quizá una provocación bien calculada para el país y para los punteros de la comunidad internacional; una advertencia burocrática al embajador cubano, cuya directa coordinación parece necesaria ante la incompetencia del resto de los colaboradores; un gesto auto-demostrativo de poder, o cualesquiera otras conjeturas que se nos ocurra.  Nadie duda de la condición de primus inter pares del enviado diplomático, a menos que  tenga a un comisario político más poderoso detrás de la puerta, pero lo cierto es que, por todos estos años, se evidencian sendos delitos derivados de la cubanización del poder en Venezuela, por lo que la “propuesta” es ociosa: una raya más para el tigre.

Cualquier “boutade” la celebran, porque jamás responderán a algún periodista impertinente que asedie a los prohombres del poder establecido. Esta posibilidad está descartada, facilitando esta u otras travesuras que la molicie autorice.