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domingo, 19 de julio de 2020

Y OFICIO

José Daniel Pérez
Luis Barragán

Junto a Leonardo Guzmán y otros compañeros, anduvimos por varios años recorriendo de punta a punta el estado Anzoátegui  Fue un destacado dirigente que ocupó, todavía joven, las más altas posiciones regionales del partido al que después renunció.

Finalizó sus estudios superiores,   y, a la postre,  cumplió con responsabilidades estadales y también nacionales en el Colegio de Ingenieros. Activó en otra organización política, teniendo  por contexto una entidad federal tan compleja y también violenta.

Fueron muchas las vicisitudes y procesos compartidos, incluyendo el intento de descalabrar la corriente más inequívocamente opositora, firme y decidida, a la que pertenecíamos. Versamos en torno a dos décadas tejidas por las más intrincadas circunstancias, en cualesquiera puntos cardinales del país. Sin embargo, debemos hacerle un fundamental reconocimiento a su honestidad a toda prueba.

En efecto, apenas comenzaba a masificarse la práctica, quizá teniendo por punto de partida al estado oriental, un ex – gobernador se cansó de ofrecerle unos buenos reales en forma indirecta, directa y directísima. En una oportunidad, volviendo de El Tigre, vía Barcelona, tropezamos con el poderoso personaje en la vía y – sencillamente – lo mandó y lo mandamos al larguísimo carajo, por cierto, como otros – por entonces y después – no lo hicieron, transándose por cuatro lochas.

En otros tiempos, hubiese tenido arreglo un sencillo problema odontológico, pero - en estos más recientes -  se tradujo en un coma diabético y José Daniel se marchó a la eternidad. Siempre lo recordaremos como ejemplo de lealtad y absoluta honradez, sencillez y oficio.

Fotografía:

domingo, 12 de julio de 2020

FRENTE A LA BANALIDAD CORRESPONDIDA

Del aguafiestas indispensable
Luis Barragán

A Víctor Maldonado

Tratando de desmentirlo, somos cada vez más convencionales en la crítica.  Ésta trilla los caminos que el régimen ha empedrado, por lo que requerimos de un poco más de ilustración para romper los nudos de las intrigas y los estereotipos que retrotraen el debate político a la barbarie devenida espectáculo.

El formidable y antes impensable analfabetismo ideológico (o ideológico-cultural) de los socialistas del XXI, urgió del predominio de sectores de la oposición que les fuesen equivalentes, consiguiéndolo. El poder establecido se ha esmerado en promover y consolidar la interlocución  de  quienes, forzados a un Tweed de duelo, por vez primera, recibieron  noticia de la existencia de  Emeterio Gómez o Asdrúbal Baptista, por citar un par de ejemplos recientes,  en tránsito hacia la nada. Y es que ser, siéndolo de acuerdo  al canon, es como un ilimitado instante de numerosos y melódicos  selfies en el que cualesquiera gestos y palabras, por banales que fuesen, prometen una buena escalada en el trending topics de la política cohabitadora. 

Por esta suerte de banalidad correspondida, nadie osará molestar al opinante con preguntas que le obliguen a congregar el mínimo necesario de neuronas; en  todo caso,  a la mano se encuentran las etiquetas y, no faltaba más, los etiquetadores dispuestos al sacrificio que pocos saben cómo paga. ¿Para qué hablar de la trascendencia e interpelación del 5 de  julio de  1811,  pues, unas horas después, nadie siquiera sabrá si hubo  o no desfile militar?  Sin embargo, los hay – algo más que disidentes – atrevidos a preguntar y a responder, aguándoles la fiesta a los sembradores de la resignación circense.

Versamos sobre el atípico dirigente político que denuncia una historia mal contada, asegurándonos en 1814, y trae a colación a Picón-Salas y a Briceño-Iragorry para extenderse en los cargos fiscales.  Acaso, con más de Lacan que de Proust, dice buscar una fecha patria que ya  ha encontrado en sus frecuentes reflexiones, comprometiéndose en un esfuerzo histórico hasta donde sus fuerzas lo permitan, como los atípicos dirigentes políticos que construyeron este país con razones y pasiones de imposible prefabricación.

Para coincidir y discrepar, auténticas voces críticas, avisadas, informadas, ilustradas, comprometidas que serán aún más necesarias para el futuro  (re) enderezamiento del  país. Preparadas para asumir altas responsabilidades de Estado, tienen el talento indispensable para acabar con los festines del (auto) engaño, precisando a los payasos y a los dueños del circo, como muy pocos se atreven a hacer hoy.

Cfr.
06/07/2020:

lunes, 29 de junio de 2020

CRISIS MORAL

Razones para la ruptura
Víctor Maldonado C.  

¿Cómo se debe sentir un país enajenado, confinado a ser espacio para el saqueo y la brutal corrupción? ¿Cómo se debe sentir una sociedad anulada, devastada por sus dirigentes, asediada por la ruina, que anticipa por todos los confines un colapso que ya llegó, pero que nos negamos a reconocer? ¿Cómo se va a sentir un país que todos los días comprueba que las promesas no se honran, que los compromisos no se cumplen, que cualquier curso estratégico es subastado al mejor postor?

Hay muchas razones para rechazar lo que está ocurriendo. Pero eso no es suficiente. Hay que buscar las causas y reconocer que tenemos cierta capacidad de dominio para intentar el cambio, sí y solo sí a nosotros nos parece que hay un problema social que debe resolverse. No es poca cosa, porque sin esa predisposición a intentar el cambio, podría ocurrir una adaptación a una situación incómoda que favorezca a las estructuras de dominación y se ceben en la integridad del ciudadano. Dicho de forma más precisa: Sólo tendremos un problema para resolver si antes declaramos que una determinada situación tiene que ser superada. ¿Qué es lo que hay que superar? 

La pregunta no es de fácil respuesta porque nos coloca en la necesidad de discriminar los síntomas de sus causas (otra vez esa palabra, ese llamado de atención a ser radicales). ¿Qué es lo que debemos resolver para que la situación cambie, no solamente de apariencia, sino en su esencia? Porque la realidad indica que la gente frente a los problemas tiene un dossier de respuestas adaptativas. Uno vanamente puede creer que la sociedad es un rompehielos dispuesto para quebrar cualquiera que sea la resistencia, pero no siempre es así. Frente a una dificultad cada uno lo encara poniendo en juego su capacidad de análisis, su fortaleza para mantener el curso de acción que permite la solución, y todo el coraje que necesita para resistir los embates. Como esa mezcla nunca es perfecta, algunos se la juegan todo para para resolverlo, pero como no somos infalibles, a veces lo exacerban, otras tantas se rinden frente al trance, o tratan de olvidarlo, mientras que otros, ya sabemos, deciden doblarse para no partirse. 

La diversidad de afrontamientos personales frente a una misma situación obliga a los líderes a intentar una narrativa social que homogeneice la diversidad de interpretaciones y encaramientos con el fin de lograr la fuerza suficiente para encarar y resolver la dificultad. Para los que quieren una versión preliminar de lo que significa “fuerza”, aquí la tienen: Es la capacidad que se despliega para que muchos tengan la disposición de asumir como propia una versión unívoca de una situación social que es propuesta por el líder. Que todos la vean de la misma forma. Que todos la llamen de la misma manera. Pero sigamos. Es también la capacidad que algunas veces tienen los dirigentes para alterar la percepción y evaluación que sobre la realidad tiene la gente.

Pero encarnar una opción de fuerza tienen como requisitos la diferenciación y el contraste. ¿Qué significa asumir un proceso de diferenciación? Significa tener la capacidad para demostrar que hay diferencias, que se encarnan y se asumen sistemas de valores, intenciones, capacidades y metas que son distintas a la de los otros cuando se plantean resolver un problema o allanar una situación. Eres distinto cuando te perciben diferente, hasta el punto de que, cuando te comparan con los otros, tienen que asumir que hay discrepancias insalvables, oposiciones cruciales, puntos de vista estratégicos irreconciliables, y, por lo tanto, es imposible no tener la necesidad de optar por uno u otro. No hay puntos medios. 

Por eso la ruptura es necesaria, porque en este momento de la política, los más peligrosos son los indefinidos. Aquellos que creen que pueden surfear sobre las olas sin caerse, incluso, manteniendo la estética del hombre erguido y musculoso, pero que a la hora de la verdad,no pasan de ser versiones alucinantes de la mentira y la mediocridad. En este momento “o eres chica, o limonada”, y asumes el riesgo. Porque los agazapados, los que creen que pueden pescar en río revuelto, los imprecisos, creen que son lo que no son, y creen ver lo que no ven. Tal y como lo sentencia el ángel apocalíptico a la iglesia de Laodicea: “Conozco tus obras, que no eres ni frío ni caliente. Ojalá fueras frío o caliente, pero como eres tibio, ni frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca. Dices que eres rico, que tienes abundancia, que no te falta nada; y no te das cuenta de que eres desgraciado, miserable y pobre, ciego y desnudo”. (Ap. 3,15-16) ¡El ángel lo dijo todo!

Para hacer ruptura nos encontramos con una primera gran dificultad: la cultura rentística-familística-clientelar-particularista que define a los venezolanos. Con la costra nostra nadie quiere romper. Nadie quiere sacrificar un esquema de relaciones en el que obtiene reconocimiento y prebendas, y fuera del cual nada funciona con las reglas de la afiliación, que son las únicas que saben usar los venezolanos. En Venezuela “tú eres las relaciones que tienes”, y por lo tanto, la pregunta que siempre debe tener respuesta es dónde los conocidos que reparten poder, influencia y beneficios.

En Venezuela se ha practicado un estatismo socialista de compinches, donde todo el mundo se reconoce familísticamente, y la regla que no se puede romper es precisamente la que impone que nadie puede ir contra nadie hasta el punto de dejarlo fuera, porque así no se trata a la familia. Efectivamente hay peleas y contradicciones dentro del grupo, pero eso sí, que la sangre no llegue al río, “que no hayga peos”, porque de eso no se trata. En Venezuela la meritocracia que funciona es la del adulador, la del jalabolas, la del compinche, la del que mantiene la armonía del grupo, la del alcahueta y la del relativista moral. Porque ya ustedes saben, hay que doblarse para no partirse, y los malos y los corruptos son los otros, porque nuestra propia maldad y corrupción tiene que ocultarse bajo el velo de nuestra propia condescendencia. Vivimos bajo el argumento de los dos raseros. 

El problema está es que desde el relativismo y la alcahuetería no se construyen repúblicas, ni se abunda en la modernidad, y tampoco se puede garantizar libertad y derechos. El familismo es saqueo con malas justificaciones. Es populismo depredador y sectario. Es la cultura de la injusticia y los déficits de criterio para valorar al ciudadano. Es la vivencia de la mordaza y la reducción a la servidumbre del bufón, que tiene que vivir en las márgenes de la lisonja y la zalamería. Y por supuesto, la demagógica apelación a la lástima, porque “pobrecito, él, que ha dejado el pellejo, merece nuestra consideración”, aunque sea mediocre, no haya hecho nada, sea un traidor, un corrupto o un indeseable.  En Venezuela el poder y el dinero son los grandes baremos de la más repugnante incondicionalidad, en relación de los cuales, está prohibido indagar, preguntar, razonar, considerar o valorar. Es un todo o nada tribal y fisiológico que deja al ciudadano desprevenido en la peor sumisión, y coloca a los liderazgos en la tentación de no romper, sino tratar de surfear las violentas olas del dejar hacer. 

Porque si fuera más fácil no tendríamos la política que hoy nos pesa tanto sobre nuestras espaldas. Esa política es la representación más conspicua de lo que somos como sociedad, y de esa asfixia de inconformidad, tristeza y desolación que algunos ciudadanos tenemos. ¿Cómo es posible que dependamos del G4 y sus satélites? ¿Cómo es posible que tengamos tan mala calidad de dirigentes en una asamblea nacional que por eso mismo incumplió, se corrompió, e intentando ser gobierno interino, a través de su presidente, nos ha dado tantas razones para la vergüenza? ¿Cómo es posible que una semana tras otra debamos llevarnos las manos a la cabeza porque cuando no están negociando a espaldas del país están ocupados en sus propios asuntos, que nunca son los del país? 

¿Cómo es posible que no exijamos responsabilidad sobre el tiempo derrochado, sobre los recursos recibidos, sobre una gestión tan permisiva? ¿Cómo es posible que nadie se pregunte cómo viven, de qué viven ellos y sus círculos de familiares y amigos? ¿Cómo es posible que aceptemos como buena la mentira, la tergiversación, el eufemismo y el vacío de sinceridad de este liderazgo? ¿Por qué no marcamos distancia de la futilidad, la improvisación y la falta de reflexión? 

¿Cómo es posible que todavía hoy sean ellos los que nos dirigen sin que haya ocurrido rebelión, ruptura, corte radical y expulsión del juego? ¿Por qué seguimos creyendo en milagros súbitos, en “datos confidenciales” que se riegan por cadenas de whatsapp, en las mascaradas discursivas? ¿Por qué seguimos suplicando que haya unidad, como si la unidad exculpara de culpas o absolviera los déficit de carácter y compromiso de los defraudadores de nuestra confianza? ¿Cómo es posible que no vomitemos a los que firman hoy una cosa y mañana otra, a los que se bambolean en la ponchera de sus propios intereses, que antier se abrazaban, ayer endosaban y hoy dicen que se oponen? 

¿Saben cual es el común denominador de todas las respuestas a esas preguntas? Que todos ellos cuentan con nuestra desmemoria, nuestra pertinaz indulgencia, nuestro arraigo caudillista, nuestra predisposición servil, y ese aturdimiento social que quiere forzar una relación carismática donde no hay esa energía extrema que pueda posibilitarlo. Ellos nos suponen erotizados, atolondrados y miserables. Ellos pretenden nuestra solidaridad automática, esa que nos hace comportar como familia mafiosa y no como republica liberal. Pero ¿somos eso que suponen y pretenden?

Romper es apostar a tres situaciones incómodas pero necesarias: A la soledad que se provoca cuando nos quedamos sin referentes; a la necesidad de comenzar de cero en la lucha por la liberación del país; y a la necesidad de replantearnos la cualidad que deberían tener los nuevos liderazgos, sin caer en la trama perversa de sustituir un caudillo por otro. Y todas estas decisiones suponen el dolor de la separación, del marcar distancia, de la reconstrucción del sistema de valores, y de la exigencia de responsabilidad y justicia. 

O rompemos o estamos condenados. Porque estos políticos no son nuestros liberadores. Son nuestros carceleros. Se lucran de nuestra desdicha. Han convertido nuestro desierto en su empresa. Les interesa nuestra desmoralización para que no caigamos en cuenta de sus verdaderas intenciones. Sus programas son la continuación del saqueo estatista. Su discurso es la connivencia institucionalizada en un “gobierno de unidad y emergencia nacional”. Su práctica es la complicidad en competencia corrupta. Su mérito es el tiempo perdido y entregado como ofrenda al ecosistema de relaciones perversas a la cual pertenecen. Y nuestro aporte es, ya lo dijimos, la conmiseración con la que los tratamos. Pero romper ya va siendo cuestión de vida o muerte. 

En este caso no vale hacer el intento de Abraham para salvar a las insalvables Sodoma y Gomorra. ¿Se puede salvar un sistema de relaciones perversas porque suponemos que hay un justo en medio de ellos? ¿Es que acaso “ese justo” no ha tenido tiempo para reflexionar, para apartarse, para denunciar la trama perversa, para pedir justicia y luchar por la libertad? ¿Es que acaso la omisión interesada, la permisividad agazapada, el colegiar la perversidad, no provoca responsabilidad? ¿Van a decir que no sabían nada? ¿Cuánto más debemos esperar por su conversión? ¿Cuánto más vamos a sostener una institucionalidad parlamentaria que se ha vuelto progresiva e irrevocablemente espuria? ¿Cuándo vamos a dar una lección de madurez y arrojo político que haga la diferencia? ¿Cuándo vamos a dejar de sentir la pajita para apreciar la viga que pesa sobre nuestro ojo y nos niega la visión de la realidad? ¿Cuándo vamos a dejar de castigar a los que tienen una mirada radical y crítica sobre nuestro proceso político?

No se avanza más porque hay un sistema de intereses creados en salvar el particularismo venezolano. Los caza rentas son variopintos, la renta que se percibe también. Algunos no quieren perder posición, otros no quieren enfrentarse al escrutinio de su grupo de amigos, otros no quieren perder su privilegiada capacidad de saqueo, otros no quieren perder la oportunidad de llegar al poder. Los intereses creados se encarnan en creencias y prácticas asociadas a la lealtad perruna y a la exclusión de los que piensan diferente. 

No hay institución venezolana que no esté al menos rasguñada por la tentación mafiosa que pretende el unanimismo impracticable y una sumisión primitiva a la palabra y designios del grupo que toma las decisiones. Un particularista nunca hará justicia porque no cree en criterios de valoración universal. Un particularista nunca creará instituciones porque la abundancia institucional les resta poder y los pone en evidencia. Un particularista nunca será el heraldo de la libertad sino el reemplazo de la tribu con la que compite en la caza de la renta nacional, porque no tiene ética sino amigos, gente en la que puede confiar, y los otros, a los que desplazan. 

Debo finalizar con lo que en 1969 escribió José Luis López Aranguren sobre la crisis moral, que a veces se confunde con una crisis política: “Es una crisis consistente en desmoralización. Desmoralización de los vencidos, originada en la impotencia, o en la conciencia -justa o errónea- de la impotencia. Desmoralización de los “vencedores” cuyo proyecto se limita, desde hace mucho tiempo, a la conservación a todo trance del poder. Y desmoralización de los ciudadanos, al margen de la política que, como masa neutra, apoya de modo pasivo a los detentadores del poder, porque solo están pensando en su propia condición de sobrevivientes”. Es una crisis moral que debemos atajar intentando la ruptura para la que tenemos muchas razones. 

28/06/2020:
Ilustración: Ashley Wood.

lunes, 15 de junio de 2020

UNA FIRME PROPUESTA

Venezuela: El desafío ineludible para Occidente 
María Corina Machado

La bandera iraní ya ondea en el centro de Caracas. El liderazgo democrático del hemisferio no puede ignorarlo. Es una provocación que nos obliga a actuar.

La devastación de la Nación venezolana es profunda y la explosividad de la situación está crudamente expuesta: violación masiva y sistemática de los derechos humanos, pandemia en medio de un drama humanitario, colapso de la economía y de todos los servicios públicos, una irresoluble crisis energética en un país que fue paradigma mundial de la industria petrolera.

Venezuela es un Estado fallido. La tragedia está a la vista y no admite ingenuidad o indiferencia: ausencia total de Estado de Derecho, pérdida incremental del control sobre el territorio y la imposibilidad de garantizar un mínimo de seguridad humana en cualquiera de sus múltiples dimensiones.

Venezuela es, además, una nación ocupada. La anarquía crece con la multiplicidad de grupos criminales, incluida las guerrillas colombianas, los carteles de la droga y células de Hezbolá, que se disputan vastas extensiones de territorio y recursos estratégicos del país.

Desde muy temprano en su acción destructora, el régimen chavista dio paso a una creciente vulneración de la soberanía nacional. Numerosos e insondables convenios con Cuba aseguraron el saqueo sistemático de las riquezas y de los activos, y asentaron el progresivo control cubano de la Fuerza Armada Nacional y del aparato de inteligencia y represión de la tiranía.

La convergencia de regímenes autoritarios y organizaciones terroristas y criminales transnacionales configura un secuestro con vocación de saqueo de toda una nación, en alianza con un conglomerado internacional de sedicentes empresarios y financistas depredadores que hacen vida y esconden sus capitales en las metrópolis de los países más desarrollados. Simultáneamente, estos grupos se esconden tras el ropaje de “reivindicaciones sociales” y construyen fachadas políticas como el Foro de Sao Paulo o el Grupo de Puebla para conspirar contra las instituciones de los países que los oponen.

El propósito financiero y criminal de ocupar a Venezuela, adquiere una dimensión geopolítica crítica al entender el grado de participación que tienen los regímenes ruso, chino e iraní en la dinámica venezolana y su evidente propósito de expandir su influencia y acciones en el hemisferio, para desestabilizar a las democracias occidentales. La ahora explícita presencia iraní en Venezuela demuestra la radicalización de las alianzas del cartel que tiraniza al país y su decisión de atrincherarse en el poder.

A nivel hemisférico, esta situación impacta los intereses más fundamentales de las democracias de las Américas. Occidente no puede permitir un Estado fallido y criminal, ocupado por potencias antidemocráticas y grupos terroristas ajenos a la región, en el corazón del continente. A nivel global esto representa una agresión al corazón mismo de la noción civilizadora de democracia liberal y representativa, y a los valores de la cultura occidental. Sólo basta con ver el avance del ataque institucional en España.

Los venezolanos hemos intentado todo para derrotar al régimen en 21 años de lucha. Y los resultados nos obligan a descartar mecanismos que sólo han servido para atornillarlos al poder. Esto hemos intentado:

1.- Elecciones. Llevamos 29 procesos electorales y 15 referendos en 22 años y cada vez el control del régimen sobre los resultados ha crecido hasta el punto de desconocer por vías ilegítimas aquellos que les han sido adversos. Si no hay soberanía nacional, no hay posibilidad de soberanía popular. Mientras el régimen esté en el poder no habrá elecciones, sólo farsas.
2.- Diálogos. Llegamos a una docena de iniciativas de diálogo promovidos con el fin de lograr una “solución negociada” con la tiranía. En sucesivos episodios de “diálogos” con algunos representantes de la oposición venezolana, el régimen se burló del Vaticano, de la Unión Europea y de los cancilleres de Latinoamérica; nunca pretendió cumplir los acuerdos, solo querían ganar tiempo. Lo lograron. En realidad, el propósito de estas conversaciones era eliminar las sanciones impuestas por la comunidad internacional, que limitan los movimientos de los miembros de las diferentes mafias y su entramado de testaferros, y que constriñen los flujos financieros del Estado forajido.
3.- Insurrección militar. Las Fuerzas Armadas venezolanas son una institución en proceso de disolución con un precario apresto operacional. La implacable infiltración de agentes cubanos y rusos, y la degeneración mafiosa de su estructura, han logrado neutralizar a los miembros que conservan convicciones democráticas. La verdadera efectividad de estas fuerzas es que están armadas para la inteligencia, la represión y la propaganda. Esta red de vigilancia y control se vierte también hacia su interior, por lo que los múltiples intentos de insurrección llevados a cabo por militares institucionales para desconocer al régimen criminal han sido infiltrados desde sus gestaciones, con consecuencias brutales en prisión, tortura y muerte para sus promotores.
4.- Insurrección popular. Esta fuerza la hemos ejercido durante los 21 años de régimen chavista. Los venezolanos, valientemente, nos hemos confrontado con esta corporación criminal multinacional y hemos desplegado todas las modalidades de lucha ciudadana, a pesar de la represión, el control social y la violencia sistemática contra ciudadanos indefensos, que han dejado miles de heridos y muertos. Hoy, la sociedad venezolana sigue igualmente dispuesta a luchar, pero tiene muy claro que es suicida hacerlo sin el respaldo de las fuerzas democráticas de Occidente, acompañando una acción conjunta.

Por todo esto, queda una única alternativa para desalojar definitivamente al conglomerado criminal que desarrolla un conflicto no convencional y totalmente asimétrico en contra de los venezolanos, y es la conformación de una coalición internacional que despliegue una Operación de Paz y Estabilización en Venezuela (OPE).

Nuestro país está invadido y ocupado; la Nación secuestrada, brutalizada y saqueada. Cada día que pasa el sufrimiento de los venezolanos se incrementa con pérdidas incalculables y el régimen avanza en la desestabilización del hemisferio. Si bien no existe un “derecho de intervención”, sí es legítima la “obligación a intervenir y el Derecho a Proteger” (R2P). Oponerse a la presencia en Venezuela de una fuerza de paz internacional que asista a lo que queda de nuestras instituciones, incluyendo a los restos de la FAN profesional a recuperar el control y pacificar el país, es condenar a nuestra Nación a sucumbir al dominio total de las mafias.

Una Operación de Paz y Estabilización (OPE) conlleva el reto de controlar el territorio y la neutralización de una compleja y organizada red de bandas criminales y grupos irregulares, mientras se estabiliza el país y se recuperan sus capacidades productivas y el Estado de Derecho. Es, por lo tanto, una «operación de paz multifacética» que debe incluir por lo menos:

1.- Control del territorio, seguridad y desarme;
2.- Asistencia humanitaria primaria;
3.- Reconstrucción de la infraestructura de emergencia y de los servicios públicos;
4.- Restauración de la ley y el orden;
5.- Promoción del Estado de Derecho;
6.- Reinstitucionalización democrática del país.

Desde un punto de vista causal, el éxito de cada uno de estos objetivos es prerrequisito para el éxito de los otros.

Por ello, lo ideal es que esta operación de paz multifacética no esté bajo la égida de una sola organización, sino conformada por una coalición de aliados con disposición y legitimidad regional en el marco del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), contando con la participación de organizaciones y países con distintas tareas complementarias. Para los asuntos de seguridad y desarme, apoyarnos en la plataforma del TIAR (que establece la obligación de mutua ayuda y de defensa común de las Repúblicas Americanas), para lo concerniente a salud y alimentación, las agencias de la ONU, para la reconstrucción de la infraestructura, apoyarnos en los diferentes mecanismos interamericanos, y contar con la OEA, la UE y la ONU para la vigilancia de los derechos humanos y la reconstrucción de nuestro sistema electoral.

En la historia hay múltiples ejemplos de intervenciones internacionales exitosas, pero también hay muchos casos donde el auxilio llegó demasiado tarde. Mientras más tarde, más larga, compleja y costosa se hace la operación y eso es precisamente lo que está sucediendo en Venezuela.

El hemisferio se ha movido en la dirección correcta al aplicar sanciones a los jerarcas del régimen y a las empresas del Estado utilizadas para oxigenar el aparato criminal. Las recientes imputaciones emitidas por la justicia de los Estados Unidos contra los más altos jerarcas del régimen por cargos de narcotráfico y terrorismo, así como, la operación multinacional antinarcóticos recientemente desplegada, integrada por 22 países, son pasos firmes en la construcción de una amenaza real a la tiranía. Ello ubica nuestra lucha en el plano correcto: las fuerzas democráticas frente a un conglomerado criminal.

Sin embargo, hay que acelerar el paso y proceder con nuevas acciones:

El urgente bloqueo total de los flujos financieros y materiales de Venezuela hacia Cuba, así como la interrupción de la injerencista red de telecomunicaciones entre los dos regímenes, la cual soporta el control y la presencia de agentes cubanos en las instituciones neurálgicas del Estado venezolano: los servicios de inteligencia, los puertos, la gestión de la represión, las fuerzas armadas, las notarías, el sistema de identificación nacional y, por ende, en el sistema electoral.
Expandir las capacidades y el alcance de la operación multinacional antinarcóticos actualmente desplegada en el Caribe, para incluir en sus atribuciones el bloqueo naval y aéreo de toda actividad de saqueo y colaboración del régimen venezolano con potencias extra-continentales y antidemocráticas.  
Combatir el sistema de censura y propaganda del régimen a través de medios de alta tecnología.
Liderar una coalición para la conformación de una operación de paz multifacética para la recuperación y transición democrática en Venezuela.

El fenómeno emergente de la pandemia ha provocado enormes exigencias internas a nuestros aliados. Sin duda, una operación de paz y estabilización en Venezuela representa el mayor desafío para Occidente, con sus riesgos y costos asociados. Este reto se justifica y se hace impostergable ante las consecuencias devastadoras que tendría para la seguridad hemisférica mantener a un régimen criminal que cada día avanza en su propósito de socavar las democracias y las sociedades libres.

Los venezolanos no descansaremos hasta lograr la libertad plena y la soberanía de nuestro país. Transformaremos a Venezuela desde el enclave del crimen mundial que es hoy, a una vigorosa nación que fomente la convivencia democrática, la justicia, las inversiones, el comercio y el bienestar de todos sus ciudadanos.

Liberar a Venezuela es indispensable para detener la operación de las fuerzas del crimen mundial contra Occidente. No se trata sólo de ser solidario con los venezolanos. Se trata de que cada quien asuma su responsabilidad histórica o sucumba ante el avance de tan inescrupulosa alianza. En nuestras manos está impedirla, por eso debemos actuar juntos, y hacerlo ya.

08/06/2020:
http://www.ventevenezuela.org/2020/06/08/venezuela-el-desafio-ineludible-para-occidente-por-maria-corina-machado/

domingo, 10 de mayo de 2020

OPOSICIÓN VENEZOLANA, HOY

A buen entendedor
Luis Barragán

Frecuentemente olvidada, los venezolanos tenemos una larga historia acumulada de oposición, resistencia y lucha contra las dictaduras, Quizá la más exaltada y sistematizada, vista desde los más variados ángulos, aunque falta mucho por hacer en términos historiográficos, corresponde a la llamada década militar del veinte.

Derrocado Gallegos, al principio, hubo desacuerdos entre las principales organizaciones políticas, pero – luego -  la fraudulenta constituyente perezjimenista sinceró una cruda y amarga realidad que, finalmente, condujo a la unidad real, leal y eficaz para responder adecuadamente a  la coyuntura de finales de 1957. Por supuesto, hubo infiltración del régimen en las filas opositoras, pero no sabemos de delaciones que comprometieran decisivamente el empeño y  desempeño de la Junta Patriótica; negociaciones y, mucho menos, negocios comerciales de sus miembros con el poder; y, aprendida la lección de Boca del Río (1952), por ejemplo, tampoco acciones unilaterales y temerarias que empañaran la deseable y honesta articulación de los esfuerzos.

Forzada la unidad, ésta fue probada en las tareas clandestinas y semiclandestinas que se adelantaron y, por muchas diferencias ideológicas que hubiese, la dirigencia de los más disímiles partidos, compartieron alegrías, sudores y lágrimas para hermanarse en una experiencia tan extraordinaria de solidaridad, aunque fuesen distintos los caminos a tomar después y muy después. En el propio y realmente forzado exilio que a muchos les tocó vivir, se reconocían y respetaban, generando una perdurable relación de afectividad que la sola circunstancia de hallarse lejos de la patria suscitaba;  y, además, hay testimonios del mutuo y módico auxilio económico que pasaba por encima del sectarismo político u otra segregación que desconociera las excepcionales condiciones en las que se encontraban.

Probablemente, hubo casos en los que algún recurso económico, recaudado con sacrificios, fuese malversado, pero nunca se hizo regla y quienes, dentro o fuera del país, tenía mejores niveles de vida, muy bien se sabía  de una ayuda o contribución familiar que no hacía mella en la honradez personal, afianzada una conducta decididamente ética. El propósito común de alcanzar la libertad, se asentaba en una transparencia y probidad que la dictadura jamás desmintió – al menos - convincentemente y,  que sepamos, tampoco los historiadores de oficio, siendo absolutamente impensable que el esfuerzo opositor constituyese un modelo de negocios, un modo de vida o la oportunidad para hacerse de recursos ajenos.

No pretendemos una versión idílica de un combate exigente, pero – aceptemos – nada fortuita fue la mística que provocó una tarea que intuyeron o supieron de carácter histórico.  Suele ocurrir, vivenciada una época tan extraordinaria, sobre bases tan auténticas se afincó la llamada generación del ’58, añadida una literatura que también dejó un legado de emoción necesario de retomar.

Fotografía:
© Bettmann/CORBIS.  09 Apr 1965, Caracas, Venezuela, Dr. Enrique Rizo (left), Secretary of the Venezuelan Supreme Court, begins to read the charges against former President Marcos Perez Jimenez (right) as the trial begins (Apr. 9).  At center is the ex-dictator's chief justice defense attorney, Naranjo Osty (white suit).  Filed 4/12/1965.
11/05/2020:
http://www.ventevenezuela.org/2020/05/11/a-buen-entendedor-por-luis-barragan/
https://www.lapatilla.com/2020/05/11/luis-barragan-a-buen-entendedor/
https://apuntoenlinea.net/2020/05/11/luis-barragan-a-buen-entendedor/
https://www.trendsmap.com/twitter/tweet/1259911083227316224

jueves, 9 de abril de 2020

LA PELOTA QUEDÓ EN LA CANCHA DE CAPRILES

Posibles acuerdos entre Maduro y oposición se disipan tras posturas de EEUU
Los llamados de un líder opositor a buscar acuerdos con Maduro para atender la emergencia por el nuevo coronavirus se disolvieron luego de la imputación formal de Estados Unidos al gobernante venezolano por sus presuntas implicaciones con actividades ligadas al narcotráfico. EEUU también mueve sus cartas para allanar la crisis política
Sofía Nederr | Luisa Quintero

El 24 de marzo el exgobernador de Miranda Henrique Capriles hizo una propuesta pública a sectores de la oposición y el régimen de Nicolás Maduro para obtener nuevos acuerdos en beneficio de los venezolanos. El objetivo: conseguir recursos para atender la emergencia sanitaria y económica producida por la covid-19 y el nuevo tipo de coronavirus que ocasionó una pandemia mundial desde mediados de marzo.
Nicolás Maduro desvió la atención hacia el plano político y pidió una reunión con varios dirigentes opositores, sin mencionar siquiera a Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional y quien es reconocido desde enero de 2019 como mandatario interino del país por más de 50 países.
La respuesta de Henrique Capriles fue casi inmediata. Señaló que lo dicho por Maduro era otro intento de división para la oposición venezolana y un «show mediático» porque los acuerdos deben ser directamente con la Asamblea Nacional y sus diputados, encabezados por Juan Guaidó.
Luego de que el Departamento de Justicia de Estados Unidos hiciera pública la acusación contra Nicolás Maduro por delitos de narcotráfico, el gobernante venezolano inisitió nuevamente en una «gran jornada de diálogo nacional» que tendría que darse en 48 horas y comisionó a su canciller Jorge Arreaza para que coordinase con los representantes de oposición.
“Quiero diálogo en las circunstancias que sean, hoy más que nunca para ponernos de acuerdo y proteger a nuestro país entre todas y todos. Pongamos las diferencias de lado, yo seguiré insistiendo a pesar de que ustedes quieran matarme”, dijo Maduro.
EEUU muestra sus cartas
El martes 31 de marzo, el Gobierno de Estados Unidos hizo público una propuesta al régimen chavista con el objetivo de lograr una transición ordenada en el país en medio de la crisis por la covid-19.
La propuesta denominada como «Marco para la transición democrática de Venezuela», transmitida por el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, es un plan que contiene 14 puntos y dos garantías específicas para integrantes de las Fuerzas Armadas y las autoridades locales y estadales.
Este marco, una propuesta similar a la hecha por la oposición durante las negociaciones en Noruega y que luego se trasladaron a Barbados, contempla la creación de un Consejo de Estado electo en su mayoría por la Asamblea Nacional y que tendrá como objetivo la realización de elecciones presidenciales en un plazo máximo de un año. También se incluyen los comicios parlamentarios.
Para ello, Estados Unidos ofrece como garantía retirar las sanciones impuestas a exmiembros del CNE y del TSJ por su pertenencia a esos organismos, además de funcionarios en otros cargos gubernamentales, siempre y cuando no estén implicados en violaciones a los derechos humanos.
Además el plan solicita la liberación de los presos políticos, restitución de todas las competencias a la Asamblea Nacional y la disolución de la constiyente. A cambio, el gobierno de Estados Unidos ofrece levantar las sanciones aplicadas a miembros de la ANC.
El politólogo Fernando Spiritto señala que hablar de un gobierno sin Maduro en este momento «implicaría un cambio radical en las estructuras del chavismo y no se ve viable (…) Aunque si bien es cierto que el gobierno de Maduro se muestra relativamente fuerte en este momento, eso es una ilusión. Cuando esta crisis avance vamos a ver problemas de escasez de alimentos, quiebras masivas, desempleos masivos y el gobierno se debilitará. Esto desencadenará nuevos escenarios para la oposición».
Ni diálogo o acuerdos
El diputado de la Asamblea Nacional Luis Florido (Un Nuevo Tiempo – Lara) asevera que estos llamados a “diálogo” por parte de Nicolás Maduro son “una trampa más, una manera de buscar un salvavidas a una situación que no pueden controlar hoy por la falta de recursos, de capacidades, sin credibilidad internacional y todas las sanciones que tienen”.
A juicio de Florido, entablar conversaciones con el régimen madurista es “imprudente e inconveniente” debido a que no visualiza ningún ofrecimiento real por parte del oficialismo. “Lo que quieren es hacer la misma tarea de desconocer a un pueblo que implora cambio desde hace años”.
No hay posibilidades reales de que este régimen ofrezca alguna solución a los venezolanos, insiste el parlamentario, porque “no tienen capacidades para manejar esta crisis por el coronavirus, por ello no tiene sentido ninguna de estas propuestas”.
Cualquier dinero que reciban será depredado por la corrupción, afirma Florido. “Precisamente por eso se impone en este momento la urgencia de un cambio para atender esta crisis. En Venezuela no es solo el covid-19, es el servicio sanitario, los servicios públicos, acá nada es constante”.
En la misma línea opina Luis Barragán, diputado y dirigente de Vente Venezuela, quien considera que esos llamados de “unidad nacional” y acuerdos que esgrime el régimen de Maduro forman parte de una “campaña de supervivencia” en medio de la crisis por el coronavirus.
Barragán califica esos llamados a “diálogo” como una “iniciativa maniática de ciertos sectores de la oposición que a pesar de los abusos del régimen, todavía pretender sentarse con él. De hecho, lo que vimos fue un Capriles pidiendo tregua y unidad y un Maduro tomándole la palabra y coloca la palabra en su cancha”.
El dirigente de Vente Venezuela señala que estos momentos es necesaria una mayor “responsabilidad política y moral de los sectores opositores que pudieran tener responsabilidades para la transición, incluso sea por hechos fortuitos. No se puede dialogar con periodistas presos, no podemos hablar de tregua con más de 400 presos políticos en riesgo, cómo sentarse si no los liberan”.
Además, insiste en que las  «concesiones» que pueda lograr este régimen a través de acuerdos son exclusivamente para conseguir más recursos. «Están desesperados por aprovechar esta ‘colita’ que les da el coronavirus para librarse de las sanciones”.
Maduro y oposición débiles
El politólogo y director de postgrado de la Facultad de Ciencias Políticas y económicas de la UCAB, Fernando Spiritto, afirma que en este momento el país está en una especie de «tregua de facto» debido a la incertidumbre que hay en el país por la crisis sanitaria ocasionada por la covid-19, debido a que no se sabe «si va a explotar o se va a controlar  en las próximas semanas o meses».
Spiritto advierte que el régimen de Nicolás Maduro está «desesperado y cada vez más débil. Está quebrado y eso lo prueba la fallida solicitud ante el Fondo Monetario Internacional», por lo que si la crisis estalla «no van a tener recursos para afrontarlo; ni la crisis sanitaria propiamente dicha o los estímulos económicos que se esperarían para apoyar la economía nacional en caso de que esa situación se prolongue. La única salida sería imprimir dinero, lo que genera inflación».
También están cada día más aislados, prosigue el politólogo, debido a que la formulación de cargos por parte del Gobierno de Estados Unidos «implica una vuelta más al tornillo de la presión internacional que tiene Maduro».
A todo esto se suma el manejo de la epidemia por el nuevo coronavirus, que a juicio de Spiritto ha sido «convencional» porque lo único que se hizo fue replicar acciones que se han tomado en otros países para enfrentar la propagación de la enfermedad. «Se le facilitó a Maduro porque una parte de la población ya había migrado, otra se mantenía en sus hogares pero de prologarse este escenario, el régimen de Maduro va a estar más débil todavía porque el efecto económico de esta crisis va a ser muy seria. Podemos llegar incluso a problemas de orden público».
El profesor universitario recalca que en este escenario es que Maduro «se lanza llamados al diálogo o negociación con ese bipolarismo que lo caracteriza porque sigue metiendo preso a políticos o amenaza a Guaidó».
Del otro lado de la acera, Fernando Spiritto opina que este momento la oposición ha perdido la mayor parte de su capital político «y por ello todo el mundo está pidiendo un cambio de estrategia, ya que las otras se agotaron. Se agotó la intervención militar, la extranjera, una división dentro del chavismo, todo eso está agotado. Lo que queda es la herramienta electoral».
Destaca que la posibilidad de una negociación para llegar a acuerdos es la situación actual es viable pero la oposición y Guaidó deberían tratar de tomar en cuenta lo que se les está diciendo en medio de esta crisis sanitaria. «Esto dependerá de que el gobierno sea sincero en relación a las propuestas que vayan a hacer, propuestas no políticas y sinceras. Luego dependerá de la oposición si las acepta o no».
Con la puerta del financiamiento externo cerrada por la respuesta del FMI, al país le queda la estrategia humanitaria, es decir, que otros países nos puedan proveer de asistencia humanitaria. El politólogo menciona que «es ahí donde la oposición debería dar un amago y tratar de hacer un frente unido con el régimen, eso sí, en temas muy concretos y focalizados que tienen que ver con esta crisis».
Para ello, afirman que las agencias de Naciones Unidas y algunos actores como la Iglesia deberían ser interlocutores en estos acuerdos y podrían ser un canal para organizar una mediación política a futuro. «Pero en el contexto de emergencia tienen que ser ellos».

Fuente:
https://talcualdigital.com/acuerdos-entre-maduro-y-oposicion-se-disipan-tras-propuesta-de-estados-unidos/
Fotografía: LB (Caracas, 19/03/2019)-

viernes, 3 de abril de 2020

EL JARDÍN DE LOS SENDEROS QUE ... SE UNEN

Pureza política
Juan Pablo García

No hay política sin un sentido y una esencia éticas. Quienes la hacen deben ser portadores de principios y valores que ayudan a nuestra trascendencia. Peor que el coronavirus, el régimen narcotraficante los dislocó a más no poder. Dijo legitimar el pillaje, el vandalismo, el saqueo y, por eso, ninguna autoridad moral tiene frente a la delincuencia común con la que se ha confundido. Mata como mata cualquier asesino de bar de mal muerte. Ven sustancias tóxicas como cualquier jíbaro de barrio. Se emborracha y droga en Los Roques como el peor de los malandros que pide respeto porque ya no tiene una pistola al cinto, sino lo que un arma larga al hombro. Con estos ejemplos se entenderá muy bien la tragedia que vivimos los venezolanos.

Por supuesto que se trata de todo un régimen que afecta a propios y a extraños. Tienta y se hace de individualidades y hasta de sectores de la oposición a los que contamina y, a cambios de prebendas y otros favores más, participan del negocio. Porque también hay los que hacen jugosos negocios y conocen como la boliburguesía y los bolichicos. Sin embargo, es hasta peor. Porque practican el más descarado cinismo. Se dicen de oposición y también hacen diligencias de oposición que no es otra cosa que intentar que todos cohabitemos con la dictadura. Esto pone el acento en ls diferencias éticas que van más allá de la política. Varias veces hemos sido víctimas de la traición.

Como nunca antes, hacer política y, mejor, hacer política ciudadana ha significado hacer política con ética. Una y otra cosa a la vez. Si hacemos únicamente política, sola, desnuda, nos llevará al pragmatismo más sórdido, al oportunismo más obsceno, a vender hasta la misma mamá si es posible. Si nos realizamos únicamente a través de la ética, sola, desnuda, nos llevará completamente a la contemplación, al aislamiento, a tratar de salvar el propio pellejo con olvido de los demás. Y para superar la situación planteada en Venezuela, se necesita de la gente sana que es la inmensa mayoría de la población, incluyendo a dirigentes con los que nos podemos acordar, porque predican y dan ejemplo de esos principios y valores mínimos con los que coincidimos, a pesar de las diferencias y matices políticos. He acá la clave: la pureza absoluta en lo ético es inútil en el mundo terrenal, en el de la pluralidad y las más lógicas diferencias. Podemos y debemos coincidir todos en lo posible para hacer todo lo posible: superar al narco-régimen socialista. Quedan huesos sanos en el liderazgo político venezolano. Lo reconocemos porque no somos maniáticos de la ética. No obstante, los hay insanos y, como tampoco somos maniáticos de la política, no cedemos ante los cómplices y colaboracionistas de la dictadura. Luego, es posible hacer lo posible para salvar al país desde una postura política que no se entiende sin la ética y desde una postura ética que no se entiende sin la política. Porque estamos en el terreno de los hechos y, a la vez, tenemos deseos y esperanzas de trascendencia histórica.

Fuente:

lunes, 16 de marzo de 2020

AJEDREIDAD

Inusitada arma política: coronavirus
Luis Barragán

Desde hace varias semanas atrás, los venezolanos hemos prestado atención a las iniciativas implementadas  en  otras latitudes ante la  propagación del llamado coronavirus (COVID-19). Observamos las rápidas y organizadas medidas, por cierto, avisando de la propia existencia de un Estado, en contraste con un régimen que inicialmente intentó decretar la confianza que, simplemente, nadie le tiene.

Todos sabemos cuáles son nuestras condiciones sanitarias, la escasez y el encarecimiento  de medicamentos, equipos médicos y complementos nutricionales, por no  invocar el trauma de la  energía eléctrica y el agua potable. Hay enfermedades que alguna vez superamos,  volviendo bajo la rigurosa censura de la usurpación, sin que sepamos de cifras, tendencias y soluciones; e, incluso, desde la escuela de Medicina Luis Razetti (UCV), el estudiantado demanda la publicación del correspondiente boletín epidemiológico que revele las cifras reales para adoptar las medidas más adecuadas en torno al control y prevención del CIVID-19, ejemplificado un acto de responsabilidad ciudadana.

Absolutamente previsible,  Tarek William Saab  inculpa a la oposición por  todo aquello del embargo y las sanciones y, seguramente, tratará de engordar la diligencia en la que se ha empeñado Maduro Moros ante la Corte Internacional Penal de la cual, por cierto, poco se sabe; por lo además, entendemos,  el sector salud no ha sido afectado por las medidas adoptadas por otros países, pues, ha  informado el presidente Guaidó sobre las vacunas de los Programas Especiales de Sarampión y Difteria de 2019 y 2020, implementados con fondos estadounidenses.  O, un poco más creativo, Henri Falcón solicita una tregua y un diálogo nacional intentando darle sintonía política al sector que representa y compite con otros en una órbita indeseable para las grandes mayorías.

Le toca a la sociedad civil organizarse en todo lo posible para evitar el contagio, seguir las orientaciones de los especialistas y, definitivamente,  confiar en Dios, anunciando otra y también  distinta  experiencia de supervivencia, en  medio del marasmo humanitario.  Acierta el diputado Omar González al exigir la inmediata protección para los médicos que cumplen con la más elemental responsabilidad de alertar respecto a la situación actual o eventual del coronavirus en Venezuela, pues, se disparan rápido los resortes de la (auto) censura y de  la represión, como si bastaran para detenerlo o doblegrlo.

Mil veces comprobado, nadie duda del carácter malévolo de esta dictadura que calcula y jura las ventajas que puede obtener del asunto, comenzando por el siempre deseado toque de queda, parálisis, inmovilismo y resignación del país que lo rechaza y protesta, dándole ocasión para cualesquiera maniobras que despacha Miraflores,  sin el menor rubor, y aún en las peores circunstancias. Luego, el COVID-19 funge como una inusitada arma política que está más acá, por su brutalidad, de las reflexiones suscitadas por la  biopolítica y sus derivados.

16/03/2020:
https://www.lapatilla.com/2020/03/16/luis-barragan-inusitada-arma-politica-el-coronavirus/
https://apuntoenlinea.net/2020/03/16/luis-barragan-inusitada-arma-politica-el-coronavirus/?doing_wp_cron=1584375952.2300209999084472656250
https://venezuelaunida.com/luis-barragan-inusitada-arma-politica-el-coronavirus/
https://theworldnews.net/ve-news/luis-barragan-inusitada-arma-politica-el-coronavirus

jueves, 12 de marzo de 2020

DETRÁS DE LAS ETIQUETAS

La buena izquierda
José Rafael Herrera

“No hay culpables ni inocentes: en nuestra sociedad
todos somos a la vez víctimas y cómplices”
Carlos Fuentes, Las buenas conciencias

Existe en el presente la convicción de que el espectro del neomacartismo recorre las redes sociales. Como se sabe, durante los últimos años, las redes han adquirido una cada vez mayor y más significativa consistencia ontológica, al punto de que lo que durante la mayor parte del siglo XX fue considerado como “lo real” se ha ido transmutando, y ya no es más que la sombra proyectada desde el fondo de la caverna platónica, mientras que, inversamente, la proyección en sí misma ha devenido la más auténtica realidad. Se trata, pues, de un macartismo “2.0”, como casi todas las nociones o representaciones que circundan en los actuales tiempos de opción final, limitada, maniquea, fanática. Pero, precisamente por eso, poco irreal. Es curioso, pero la ancestral confrontación entre el bien y el mal, o entre el mal y el bien, dependiendo de la posición que se defienda, no solo no ha sido superada por la era del imperio de lo post -decretado por el afán escatológico, de las cosas últimas, propio del espíritu francés-, sino que aún sigue siendo el mapa estelar que guía -porque justifica- la embarcación de la historia de la humanidad, especialmente en época de tormentas cruzadas.

En todo caso, la llamada “doctrina” de Joseph Mc Carthy, afirman sus detractores, ha resucitado de entre los muertos por obra y gracia de la tecnología de última generación. Lo que, en términos más coloquiales, quiere decir: no como resultado de un milagro, ni a consecuencia de una invocación promovida por Las brujas de Salem, de Miller, sino como el humeante y efervescente producto -la pócima- de la propia actividad re-productiva del sujeto-objeto, esta vez, vertido -en realidad, puesto- en y por la gran Matrix. Y así, con el reaparecido, la “cacería de brujas” pareciera haberse renovado y adquirido mayores fuerzas. Su alma en pena se niega a distinguir entre la izquierda falsa y la verdadera, entre la mala y la buena. Y como, según el rasero universal de medida tecnológica, toda izquierda es falsa y mala –vox dixit-, entonces solo queda la alternativa de pasarse al bando de lo verdadero y lo bueno, o sea, al bando contrario, es decir, al de la derecha. Llueve o no llueve, reza el ejemplo clásico de la lógica simbólica. De manera que, por simple extensión –more gallico demostrata– si se pone la lluvia como lo bueno y se pone la no lluvia como lo malo, es evidente -¡mi querido Watson!- que no puede haber una no lluvia buena. Solo queda la hoguera.

Claro que saldrán los científicos sociales, unos cuantos politólogos y muchos políticos de oficio a acariciar la idea de las infinitas tonalidades que pueden llegar a tener los grises, porque, como acostumbran afirmar, “no todo es blanco o negro”, y de ello pueden dar cuenta, verbo y gracia, Claudio Fermín y Eduardo Fernández o, en su defecto, aunque con menos verbo y más gracia, Henri Falcón. Y, quién sabe, a esta letanía de lugar común también podría sumarse -no es improbable- el antepenúltimo de los mohicanos, Felipe Mujica. Todo con tal de contradecir la lógica de los silogismos con una “lógica” menos severa y más flexible, más fucsia y menos roja, según la descripción que recientemente ha dado de ella Diego Fusaro, quien en los últimos tiempos, en su rol de youtuber star, sorprendentemente ha asumido como premisa de sus disquicisiones no la lógica de la oposición correlativa, que en otros tiempos defendió, sino el más burdo de los maniqueísmos, aunque, eso sí, desde el otro lado -el lado oscuro- de lo que denomina “el pensamiento único, políticamente correcto y éticamente corrupto”, es decir, “la ideología que glorifica el nuevo orden mundial clasista, centrado en las fuerzas globales, en la destrucción de los derechos sociales, en la lucha desde arriba contra la clase trabajadora y las clases medias, en la destrucción de todas las raíces éticas”, en suma, el “liberalismo cosmopolita”.

Con Fusaro, el lector descubre que el ser del universo entero, pero particularmente el ser social, el mundo civil, se compone de un arcoíris infinito en degradé. No solamente hay objetos que van del blanco al negro, pasando por una multiplicidad de grises. Hay, por ejemplo, izquierdas que van desde el «roji-pardo» -que debe ser el color predilecto de tipos como el Stalin de Cúcuta o el Capone del Furrial- al naranja de Mujica y al rosa vieja de Falcón y Fermín, pasando por el magenta de Zambrano, hasta llegar al verde fosforescente de Fernández. Goethe quedaría impactado. Claro que Fusaro sigue la ruta hacia el rojo intenso, pero no hacia el “rojo-rojito” -de tono más mediocre- sino hacia el rojo de hoz y martillo en mano, mientras se lamenta –Aimè!– de las tonalidades de rojo desteñido, como el del “orgullo gay y el de los derechos civiles del consumidor individual”, más apreciados, en su opinión, por “el señor cosmopolita”. El de él, quizá sin detenerse a pensar demasiado en ello, es un rojo bolchevique, tan opuesto al azul del macartismo como el azul del macartismo se opone al rojo bolchevique. Mismo furor, misma vehemencia, mismo fanatismo maniqueísta. Una vez más, los extremos se tocan. Y es que ese parece ser el signo de los tiempos. La reaparición de lo uno es la reaparición del otro. Paradójicamente, y a pesar de la infinita gradación de los colores del arcoíris del ser, el viejo Zenón de Elea diría que la flecha está de un lado y el blanco del otro, y que Aquiles nunca alcanzará  a la tortuga.

No hay ni una buena derecha ni una mala izquierda, como tampoco hay una mala derecha y una buena izquierda. En este punto, lo bueno y lo malo se transforman en etiquetas, tanto como lo son la derecha e izquierda. Y, por supuesto, al entendimiento abstracto le fascinan las etiquetas. El macartismo es, en realidad, el peor bolchevismo, tanto como el bolchevismo es el peor macartismo. Por eso mismo, Fusaro tiene razón en una cosa: él es un «roji-pardo», porque su comunismo es tan fascista como su fascismo es comunista, si por fascismo y comunismo se entienden dos etiquetas. Su populismo, en el fondo, es idéntico al que reclama la peor propaganda de los enemigos de la politeia -los idiotas, en el sentido estricto del término-, aquellos que desprecian todo lo concerniente a los asuntos del Estado. El resto -arcoíris incluido- son payasadas de quienes pretenden justificar lo injustificable.

Confundir la contradicción con la correlatividad tiene sus consecuencias políticas. La sociedad no está hecha de silogismos sino de historia y nada más que historia. Y la historia es un proceso reconstructivo de sí misma que crece y concrece. Para poder comprenderla, no se parte de una “premisa mayor”, sino de los latidos del corazón del viejo topo shakespeariano que, ciego como es, sin saberlo, va labrando el presente mientras construye el porvenir.

Fuente:
https://www.elnacional.com/opinion/la-buena-izquierda/
Capturas de pantalla: Superman Red Son (2003).
Cfr.
https://es.wikipedia.org/wiki/Superman:_hijo_rojo

martes, 10 de marzo de 2020

SIN LEVITA NI PUMPÁ DE REFLEJOS

Del estereotipo político
Luis Barragán

Generalizada impresión, el dirigente político promedio goza de las facilidades y privilegios negados a otros oficios, como un vistoso y seguro automóvil, guardaespalda y chofer, además de la buena mesa y  las libaciones exquisitas  para zanjar  toda diferencia. Quizá todavía cultivamos el estereotipo propio de la Venezuela dineraria de etapas ya irrepetibles que, por una parte, reivindica la leyenda del antiquísimo y modesto liderazgo que andaba desprevenido por las calles; y, por otra, hoy, genera desconfianza por el desuso de una cierta parafernalia que simboliza el poder (o la propia búsqueda del poder), frecuentemente representada por la comodidad de su transportación y el ejercicio de sus degustaciones.

Excepto se encuentre en las esferas del actual régimen, aún colado por más que diga adversarlo, el presente siglo reporta al profesional – legítimamente, profesional – de  la política en las peores condiciones para su desenvolvimiento. Ya no cuenta con un medio propio de transporte y, en casa,  sufre la suerte de todos los venezolanos sumergidos en la catástrofe humanitaria y, más de las veces, cumple sacrificadamente con sus tareas a  las que añade las diligencias las diligencias para hallar los medicamentos, auxiliando a otros igualmente urgidos, sin el bullicio al que acostumbran no pocas fundaciones: valga la indispensable acotación, las hay esmeradas y discretas, cuya eficacia contrasta con las fundaciones más estridentes que, ojalá nos equivoquemos, sintetizan  un perverso modelo de negocios.

Específica mención debemos hacer del parlamentario medio que, acreedor de un salario acumulado por más de tres años, debe inventárselas para acudir a las sesiones, hospedarse, alimentarse y movilizarse en la ciudad capital. Muy lejos queda aquélla estampa consagrada del que ostentaba, además, sendas placas para transitar y estacionar, con la radical prevención de los fiscales de tránsito terrestre; agreguemos, el privilegio que era de  la cámara y no personal, garantizada la inviolabilidad del automotor, aunque permitió, por ejemplo, escurrirse a Simón Sáez Mérida, desde Barcelona, en los célebres sesena, dejando el escenario de un levantamiento militar y  presentarse en menos de 24 horas a la Cámara de Diputados, como si él fuese completamente ajeno a los acontecimientos.

Nos ha ocupado, por un buen tiempo,  el problema de la ruindad del patrimonio histórico y arquitectónico venezolano y,  por ello, gustosos, aceptamos la invitación formulada por Pedro de Mendonca y Vente Guárico para participar en un foro sobre el Calabozo del presente y del futuro, entre otras actividades, recientemente.  Propicia la ocasión para versar sobre nuestra modesta perspectiva, habida cuenta de nuestra intensa experiencia  - por más de dos años – en la Comision Permanente de Cultura de la Asamblea Nacional, por entonces, bajo absoluto dominio oficialista. No obstante,  llamó mayor atención a la audiencia que fuésemos y nos devolviésemos en autobús, por no mencionar que varias personas hicieron un pote para nuestro alojamiento; incluso, en una reconfortante nota publicada por Eduardo López Sandoval, en Tal Cual (https://twitter.com/DiarioTalCual/status/1226631961785008129), destacó la circunstancia autobusera.

Los miembros de la Fracción Parlamentaria 16 de Julio y, particularmente, de Vente Venezuela, seguimos la suerte del país y nada ha de asombrar que la estampa del dirigente promedio no guarde correspondencia con lo  que  se ha creído, por décadas, constituye la espina dorsal del político con una vida (y un estilo de vida), extravagante y despilfarrador, característica de los vanidosos  altos estamentos socialistas.  Suele demandarse que la política ha de cambiar y lo hará, cuando el dirigente también ande a pie, afectado por la situación, como todo el mundo; entonces, puede decirse, está cambiando porque es la norma vigente en los días que corren.

Fotografía: Recorrido por el casco histórico de Calabozo (2020).

09/03/2020:
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/36515-dirigente-politico

lunes, 9 de marzo de 2020

FUSIÓN PARTIDOS Y ASAMBLEA NACIONAL

Érase el aniversario partidista
Guido Sosola

Tres eventos aniversarios fueron muy significativos en el país después de 1958, además, de libre concurrencia.  A los cumpleaños de los partidos, de Pro-Venezuela y de El Nacional, casi nadie faltaba aún sin tener interés directo en la política.

Respecto a los partidos,  pasaron del modesto acto de la sede al salón  de los grandes hoteles capitalinos; por cierto, un buen día, el MAS de Petkoff descubrió la importancia de una amplísima celebración  aunque creo que no llegó al Caracas Hilton, pero se movió en una agencia de festejos muy cotizada como Casa Mar. Abiertas de par en par las puertas del ágape, el extraño era realmente figura pública si la prensa dejaba luego constancia de la pasantía por el cocktail.

Cuando veo por Youtube  la sesión de la Asamblea Nacional de ayer miércoles, me llamó poderosamente la atención un “punto de información”: sucesivamente, dos diputados discursearon especial y exclusivamente sobre el aniversario de PJ y de UNT. Esto ocurre en una asamblea en la que, so pretexto del tiempo que debe ahorrarse, no debate materias de crucial interés para el país, como el nombramiento mismo de los altos  funcionarios expeditamente decididos.

Que yo sepa, jamás hubo algo semejante en la historia parlamentaria del país, porque cualquier orador podía hacer e hizo alusiones colaterales al cumpleañero partido de adscripción, pero era impensable que se abriese un punto adicional en el Orden del Día en tributo a la fecha natal de AD URD, COPEI, PCV, CCN, etc., etc.  Lo más lejos que se llegó fue con el PSUV en este siglo, al declarar en receso las actividades asamblearias porque el Innombrable o el PSUV debían apagar las velas de la torta, ya que ni a Medina Angarita se le hubiese ocurrido celebrar al PDV en los hemiciclos, como tampoco a Domingo Alberto Rangel por convencido que estuviese del MIR como el partido más arrecho de toda la historia, por encima de los Liberales Amarillos al que les sobraron los cortesanos en el siglo XIX.

Érase el aniversario de cada partido que no se confundía con las materias  sobriamente tratadas por senadores y diputados y, a lo sumo, dejaban a las municipalidades las sesiones solemnes del caso para satisfacción de sus militantes. Creo que hace muy mal el G-4  al abusar de la tribuna parlamentaria, igualito como lo hizo el PSUV.

Reproducción: Tribuna Popular, Caracas, 16/01/1987. Celebración del aniversario del PCV. Lo curioso es que fue tan tolerante este país que Guillermo Morón, el último historiador positivista que hemos tenido, se acercaba y departía con los comunistas que lo adversaban.

05/03/2020:
https://www.lapatilla.com/2020/03/05/guido-sosola-erase-el-aniversario-partidista/

domingo, 8 de marzo de 2020

(AUNQUE LA CREEMOS DE MUY ANTES)

Luis Salamanca: “La dictadura comenzó el 20 de mayo de 2018"
Hugo Prieto
En 2015, tras la clamorosa victoria de la oposición en las elecciones parlamentarias, el chavismo activó el Plan B (cuyo enunciado número uno se consigna en las líneas que siguen). Para entonces, un grupo de académicos, entre los cuales se encuentra Luis Salamanca, le practicaron una autopsia forense a El Sistema Electoral Venezolano. Precisamente, la frase sirvió como título a un libro que se publicó ese año.

El ensayo que le correspondió escribir a Luis Salamanca, politólogo, abogado, doctor en Ciencias Políticas, exrector del CNE (2006-2009), exdirector del Instituto de Estudios Políticos de la UCV, se titula Ventajismo y Autonomía del Elector en las Elecciones Venezolanas del Siglo XXI. Para ese año, el sistema político rozaba la frontera que separa el autoritarismo de una dictadura. ¿Qué se puede decir de lo que ocurrió en estos años? Algo de eso está plasmado en esta entrevista. De ese ensayo he rescatado, por razones obvias, una expresión del propio autor: «el roído hilo electoral». Y no ha sido casual.

Nunca como antes el régimen chavista ha dependido tanto del ventajismo y del control institucional. ¿Realmente podemos esperar, en caso de que se nombre un nuevo CNE, que se organicen unas elecciones libres, justas y transparentes?

Cuando hablamos sobre la necesidad de tener un proceso electoral democrático, ahí se están expresando dos cosas. Una. La sociedad venezolana que tiene, en su memoria colectiva, a la democracia como el método para resolver los conflictos, elegir a los gobernantes y organizar las instituciones. Ciertamente, en Venezuela no hay condiciones democráticas, pero la gente guarda un recuerdo vivo de lo que es ella, al menos en términos electorales. Entonces, ¿qué tenemos? Una sociedad que sigue siendo democrática frente a un régimen que no lo es. Dos. Por otra parte, ese debate refleja que el sistema político venezolano ya no está organizando elecciones democráticas. Se nos olvida, y no debería ser así, que desde hace 21 años estamos inmersos en un proceso de destrucción de la democracia. Maduro ha ilegalizado a los principales partidos políticos y ha creado, a partir del 20 de mayo de 2018, una oposición que no lo desafía, que no le genera ningún peligro.

Si algo tenemos los venezolanos es mala memoria Y hemos dado fe de ello en infinidad de ocasiones.

Maduro ha inventado las mil y una no sólo para tener ventajismo institucional frente a sus adversarios, sino para torcer el sentido democrático del voto. Se nos olvida que nosotros estamos viviendo un proceso histórico político en el cual se ha ido devastando a la democracia, gradualmente, evolutivamente, institución por institución; se han liquidado, uno tras otros, los espacios democráticos. De tal forma que hoy en Venezuela la oposición existe de facto. Y voy a los hechos. Esta ilegalizada la Mesa de la Unidad, así como Voluntad Popular, Primero Justicia y Acción Democrática. Si hoy hubiera elecciones, la oposición no tendría tarjeta para ir a ellas. Esto es producto de un proceso gradual de demolición y en este momento nos encontramos en una zona absolutamente no democrática. Ya no se puede hablar de que la democracia está en riesgo. No, hace rato pasamos esa etapa. De la democracia queda muy poco y ese poco Maduro lo puede manejar, pero llegado el momento, las circunstancias, también lo va a liquidar.

 ¿A qué se refiere? ¿Puede señalar algunos casos?

El hecho de que Guiadó, por ejemplo, esté haciendo campaña en el país, no responde a que Maduro sea un demócrata, sino a una represalia internacional. El hecho de que haya ciertos programas en algunas emisoras o que algunos periodistas puedan hacer su trabajo, es porque el régimen lo permite, pero llegado el caso, cierra esos espacios, como ocurrió con Radio Caracas Radio —con Maduro— o con RCTV —con Chávez—. Entonces, la dinámica política no es autoritaria sino dictatorial. Y lo es porque tiene dos elementos que la definen: Uno, el origen no legítimo del poder del gobernante, y dos, el ejercicio ilimitado, sin límites legales, de ese poder.

¿No se rompió «el roído hilo electoral» con la elección presidencial del 20 de mayo de 2018, una elección a todas luces fraudulenta?

En mi opinión, la fecha en la cual se puede oficializar la quiebra definitiva de la democracia en Venezuela, lo que quedaba del «roído hilo electoral», es el 20 de mayo de 2018. En la etapa de Chávez, al menos, la gente podía expresarse. Había una autonomía del voto. Y también partidos políticos que participaban en nombre del elector. Claro, el campo de juego estaba desnivelado. Digamos que había una semicompetencia. Entonces, cualquier discusión sobre una posible elección en Venezuela tiene que tomar en cuenta en qué fase del proyecto de chavismo nos encontramos. Lo que hemos visto con Maduro es que para conseguir el objetivo de mantenerse en el poder, lo ha hecho por vía de la manipulación de las instituciones, digamos, que es el plan B, pero no hemos visto el plan C, que podría ser mediante el uso de la fuerza… aunque paradójicamente sea la fuerza lo que sostenga esto.

¿No se perdió también el 20 de mayo de 2018 la «autonomía del elector»?

Chávez intentó atrapar el alma de los electores mediante el uso de mecanismos de control —Maduro los ha profundizado con los CLAP, el Carnet de la Patria, entre otros— pero los venezolanos han demostrado tal grado de autonomía, que le propinaron a Chávez una derrota en 2007 (Reforma Constitucional) y también le dieron palo en las parlamentarias de 2010 (en las que casi hubo un empate). Y en 2015, el elector no sólo demostró que era autónomo sino que decidió, electoralmente, quitarle el apoyo a los chavistas. Ese fue un mensaje que Maduro captó muy claramente y por eso decidió lanzar el plan B. Me tomo el poder manipulando las instituciones, sin todavía usar la fuerza directa. En esa etapa estamos hoy. Hay algo, además, muy importante. Recuerda que el nivel de abstención de ese día era algo nunca vivido en Venezuela. Y me atrevo a decir que la cifra final que dio el CNE no se compadece con lo que pudimos ver a lo largo de todo el país. El elector, ciertamente, también demostró su autonomía en esa elección.

Tengo mis dudas. ¿Realmente cree que se puede hablar de autonomía del elector y de criterio político?  

El mensaje del 20 de mayo no sólo fue para el chavismo sino también para la oposición. La abstención, en términos absolutos fue de 14 millones de electores y lo que hemos visto es que la oposición mayoritaria no pasa de siete millones. Entonces, estamos hablando de siete millones de electores adicionales que… ¡Decidieron por su cuenta! Y ahí también tenemos que ver la figura de Henri Falcón. El argumento es que sin esa abstención, él hubiese ganado las elecciones. Pero resulta que la gente no lo identificó a él como el catalizador del cambio. Ese es un criterio político, a mi juicio. ¿Qué estaba esperando la gente? No a cualquier llanero solitario, sino a un candidato unitario, a un candidato que agregara. No lo vio en Falcón y decidió enviar un mensaje en tres vías: Al chavismo, al que le quitó su apoyo. A la oposición mayoritaria, a la que respaldó, y también a la oposición minoritaria, que intentó pescar en ese río revuelto, creyendo que sólo era necesario tener un candidato para que la gente fuese a votar. Ese mensaje, Falcón no lo ha querido entender, por eso sigue hablando como si estuviéramos en 2018.

¿Si esa propuesta resultó insuficiente qué haría falta para que los electores salieran a votar?

Si en 2018 hubiese habido una candidatura unitaria, quizás no de toda pero sí de una amplísima gama de la oposición, estoy seguro que ese candidato hubiera ganado.

Puede ser. Pero lo que vimos claramente después de 2015 fue un franco proceso de manipulación para restarle poder y eficacia a la Asamblea Nacional, además vimos otras cosas. ¿Cómo definiría el modelo político actual de Venezuela? O más bien, hagamos la pregunta más simple. ¿Esto es una dictadura?

Sí, pero no es una dictadura típica, no es una dictadura clásica. Por algo me estás haciendo esa pregunta, ¿no? El asunto es que en Venezuela, a lo largo de 21 años, el régimen político establecido por Chávez y Maduro ha ido talando la democracia, la ha ido desmontando, demoliendo, pero manteniendo el voto como un instrumento de legitimación. Lo hicieron para imponer una nueva Constitución y para relegitimar los poderes. El sistema político metabolizó tanto una cosa como la otra, las convirtió en energía y empezó a describir una dinámica autoritaria. De ahí en adelante, Chávez bajó de nivel, pero continuó talando espacios democráticos, entre otros, y de manera muy visible, el sector empresarial. Nada podía hacerse sin la autorización del poder. El resultado fue el estallido de la crisis económica.

Invariablemente la economía es la que envía la primera señal de alarma, después viene la crisis social y la crisis política. Es decir, la crisis sistémica de la que tanto se habla en Venezuela. ¿Alguien pensó que íbamos a ser la excepción de la regla? No fue así y la crisis se volvió en contra del chavismo.

Lo relevante aquí es que el electorado mantuvo su autonomía, su criterio político. ¿Qué hace Maduro cuando llega a Miraflores y sobre todo cuando el chavismo pierde las elecciones parlamentarias de 2015? Pone en marcha el plan B, que en su capítulo uno dice: Tienes el control institucional, utilízalo para mantenerte en el poder. Usurparon el poder y lanzaron una Constituyente avalada por el CNE y por el TSJ, con una convocatoria errada y un sistema electoral que no se compadecía con lo que establece la ley. Otra violación de la Constitución. Y además la convirtieron en un poder legislativo paralelo, con lo cual usurpaban el poder legislativo legítimo. Es decir, destruían lo que quedaba de la democracia representativa. Si tú no respetas la Asamblea Nacional, si tú usurpas sus funciones como se hizo en 2016 y 2017, entonces lo que estás haciendo es liquidando la democracia. Pero quedaba «el roído hilo electoral», entonces Maduro introduce una competencia electoral… sin competidores, sin la oposición mayoritaria, sin nadie que le pudiera ganar.

Pero hubo elecciones y ese es el argumento del chavismo. Si la oposición no quiso ir… ¡Ah, ese es problema suyo, caballero!

Se hizo una elección presidencial, pero desde el punto de vista jurídico, esa elección no existió, entre otras cosas, porque no se da de acuerdo a las condiciones exigidas por la democracia. Tú usurpas el poder sin dar un golpe de Estado, pero estás apoyado por los militares. Y además, estás ejerciendo el poder sin límites. Tú eres un dictador. El sistema, como tal, ya está funcionando como una dictadura. Pero no al estilo de Pinochet, que en uno o dos días cerró todo espacio político. No. Aquí todavía quedan pequeños islotes, algunos espacios, por eso ves a María Corina recorriendo el país. La atacan, pero no la terminan de sacar del juego. Es una dictadura atípica, yo la he llamado evolutiva, porque llega, precisamente, por evolución, a través de los años, pero en la medida en que Maduro enfrente más oposición y sienta amenazado su poder, será una dictadura clásica.

¿Usted cree que en estas circunstancias, como parte del momento político, como dice, es posible nombrar un CNE independiente?

No lo creo. Después de haber visto lo que hemos visto es muy difícil que tú vayas a permitir un CNE independiente. Eso no existe. Maduro no va a permitir unas elecciones democráticas, olvídate de eso. ¿Elecciones libres? ¿Elecciones justas? ¿Elecciones limpias? ¿Elecciones competitivas? No. De hecho, si en este momento hubiera elecciones, la oposición mayoritaria se enfrentaría a una enorme dificultad: no tiene tarjeta, todos están ilegalizados. La única que queda es la de UNT y de partidos más pequeños que están, y esto es bueno advertirlo, muy reñidos con Guaidó, o se la pasan atacándolo permanentemente, como los de Falcón, como los de Fermín, organizaciones que no tienen mayor representación política en Venezuela. Además, votar no es elegir. Votar es depositar física o electrónicamente el voto. Es un acto mecánico. Pero elegir es que tú decidas, libérrimamente, quién quieres que gobierne y a quién quieres darle el poder. Esa no existe. Maduro puede hacer votaciones, pero no elecciones. De hecho, está montando todo el tinglado para ver si logra dar la imagen de que está aceptando algunos señalamientos nacionales e internacionales como, por ejemplo, cambiar el CNE.

El gatopardo, cambiarlo todo para que nada cambie. De esa práctica, en los últimos 20 años, también hemos visto lo que hemos visto.

El CNE es un aparato tomado por el chavismo, en el que permiten que exista un rector opositor que no puede hacer nada. Y que tampoco tiene el carácter personal para esforzarse y hacer algo. No es Vicente Díaz, ¿verdad? Esa estructura no la va a modificar el chavismo, porque si la cambia por ahí se le puede ir el poder. El chavismo no va a permitir que la Mesa de la Unidad Democrática se legalice de nuevo, porque sabe que ese fue el instrumento que usó la oposición para ganar en 2015. No le puedes abrir esa brecha a un adversario que, en términos electorales, está más fuerte que tú. No vas a abrir esa puerta para que se metan por ahí.

¿Qué podría hacer la oposición? ¿Cuál sería su trabajo? ¿Cómo romper el dique y el cerco institucional?

Si se da una elección presidencial, la oposición puede ganar siempre y cuando exista un candidato unitario, un candidato que aglutine. Estoy pensando en esos términos. La autonomía del elector y la imperiosa necesidad que siente por el cambio, sin duda marcarán la diferencia.  Pero hace falta un instrumento adecuado de presión. Es decir, un candidato unitario. Dado el caso, la oposición te gana aún con este CNE y aún con estas condiciones. Con la elección parlamentaria, la cosa sería más compleja porque habría que poner de acuerdo a mucha gente.

El problema es que la elección presidencial no está en el mapa del chavismo. Ese sería el objetivo de la oposición, conseguir unas elecciones generales, parlamentarias y presidenciales. Yo no veo esa posibilidad en el horizonte.

Exactamente, Maduro no las va a hacer. Pero recuerda que él tampoco juega solo. Si la oposición y la comunidad internacional trazan una estrategia para presionar y la calle se activa y, adicionalmente hay presión de distintos sectores en Venezuela, eso puede cambiar el cuadro. Pero en este momento, ciertamente, no hay suficiente presión para que Maduro se vea obligado a llamar a unas elecciones presidenciales. A Maduro le están dando mucho tiempo. Todo esto está apuntando para el revocatorio. Es decir, para el 2022, si no pasa nada antes. Sí, estoy de acuerdo contigo. Maduro no va hacer esa elección, pero es deber de la oposición mayoritaria no conformarse con una elección parlamentaria. Esa es la posición de Falcón, para quien las elecciones presidenciales ya se hicieron. Es una oposición complaciente que acepta todo lo que el gobierno establece, porque el plan, creo yo, es que ellos crezcan para desplazar a la oposición mayoritaria.

Fotografía:Roberto Mata | RMTF
Meme: Tomado de las redes.
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