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sábado, 27 de junio de 2020

TEXTUALMENTE

Artículos científicos: Qué son, cómo identificarlos y por qué es importante leerlos
Pijamasurf
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A raíz de la covid-19 se han publicado miles de artículos, y la gran mayoría de ellos están disponibles de manera gratuita. Basta sólo con ingresar a la plataforma de Google Scholar para darse cuenta del vasto número de publicaciones realizadas en los últimos meses. La búsqueda "covid-19", por ejemplo, arroja cerca de 124 000 resultados al 16 de junio de 2020, mientras que el término "coronavirus" tiene 35 400 resultados tan sólo para el año 2020.

El problema con la gran cantidad de artículos publicados es que es imposible leerlos todos y establecer un criterio para saber si en verdad tienen un aporte significativo. No porque las investigaciones no sean serias o rigurosas (si bien seguro muchas no lo son), pero debido a que es urgente entender cómo se comporta el virus para desarrollar una vacuna o un tratamiento efectivo, se necesitan descartar demasiados artículos. Uno de los criterios para descartar artículos es que hayan pasado por el proceso de "revisión por pares", pues no sólo el proceso de investigación es colectivo, sino también el de su revisión, corrección y aprobación. 

A mediados del siglo XX se desarrolló este procedimiento que se conoce como revisión por pares, peer review (en inglés) o revisión de doble ciego. Esto es el proceso mediante el cual las revistas deciden qué artículos publicar tomando en cuenta:
  • la calidad de las ideas presentadas
  • las relaciones establecidas entre fenómenos
  • la congruencia entre la teoría, la metodología y la técnica
  • finalmente, las conclusiones, coherentes con todo el proceso de investigación
Una vez que se han recibido los artículos, estos son asignados a un panel externo de expertos en el tema. Los miembros de este panel deben leer un artículo sin que la autoría esté explícita, es decir, el artículo se presenta como anónimo. Después de esto, la revista publicará aquellos artículos que hayan sido aceptados por el panel de expertos. 

Los artículos científicos son textos especializados que están dirigidos al público propio de cada una de las disciplinas científicas. En esto se distinguen de textos de difusión científica, que precisamente están dedicados a divulgar la producción científica, como nuevos inventos y descubrimientos, a aquellas personas que no son especialistas en las ciencias. 

Los artículos científicos se publican en revistas especializadas y, por lo general, sólo quienes participan en una formación universitaria o en un proceso de investigación académica y científica están familiarizados con los diferentes espacios para publicar, así como con sus requisitos.

En ese sentido, son sobre todo las personas que realizan ese tipo de actividades (académicas y de investigación) quienes tienen acceso a las revistas especializadas, pues la mayoría de ellas tienen un costo monetario de consulta. Asimismo, también es lógico que quienes no pertenecen al mundo académico ni están atentos a su actividad no sepan dónde pueden encontrarse artículos científicos, ni cuáles son las revistas académicas más prestigiosas. 

Hoy en día –y sobre todo a raíz de la invención de Internet– es más fácil acceder a artículos científicos, pero esto no quiere decir que su lectura sea sencilla o accesible. Como cualquier pieza literaria, estos artículos tienen su propio vocabulario (depende de la disciplina), sus propias reglas y pasos a seguir, mismos que se han ido refinando e institucionalizando con el paso del tiempo. Además, como público en general no estamos familiarizados con la metodología y la técnica propias de cada disciplina.

Actualmente muchísimos grupos de científicos están haciendo esfuerzos mayúsculos por comprender el comportamiento de la covid-19. Todo el trabajo está siendo documentado y publicado en revistas especializadas. Ahora se nos está haciendo evidente el trabajo masivo y la colaboración activa de la comunidad científica alrededor de un mismo fenómeno. 

Esta comunidad científica no sólo está conformada por médicos, virólogos, químicos y epidemiólogos, también la integran politólogos, filósofos, sociólogos, historiadores y todos aquellos que forman parte de las ciencias sociales y humanidades. 

Con tanta información circulando en distintos medios, se vuelve muy complicado saber filtrar y descartar aquella información que no aporta. En el caso de la información científica, siempre es recomendable consultar las fuentes académicas más importantes, esto es, aquella información que proviene directamente de universidades o centros de investigación.

Sin embargo, si la lectura de estos artículos resulta difícil, es posible acudir a la producción de divulgadores científicos, quienes tienen la tarea de transmitir el conocimiento especializado a quienes no tenemos la formación profesional en cualquiera de las áreas del conocimiento científico. Acercarnos a ellos es una de las mejores maneras de garantizar que estamos recibiendo la información adecuada sobre cualquier fenómeno. 

Respecto a este tema, compartimos con ustedes un video en donde a partir de la discusión sobre el 5G, Javier Santaolalla explica de manera muy clara cómo funciona una investigación científica, los procesos por los cuales se valida y cómo se publica en las revistas científicas. 

Fuente:
Ilustración:   Lisa Pressman.      

lunes, 15 de junio de 2020

NO ES POR FALTA DE VENTANAS

De la universidad (in) audible
Luis Barragán

Por lo menos, deseable, el debate es una característica fundamental de la vida universitaria. Puede decirse, en las distintas disciplinas, el aula entrena para ello, por largos años.

El empleo constante de la razón, cada vez más profunda, es el sello inconfundible. Pensamiento y elocuencia, por cualesquiera medios empleados, las mejores credenciales a exhibir por los que hacen la universidad de cada día. No obstante, a pesar de atravesar un agudo e inminente peligro existencial, la cuarentena ha sido motivo para el escandaloso silencio de estudiantes, docentes y egresados, como de los gremios y autoridades universitarias.

Siendo pocas – realmente, muy pocas – las excepciones, las universidades han perdido un precioso tiempo para la discusión franca, abierta y fundada de sus problemas, pretendiendo esconderse de algún ataque de furia de la usurpación, o – peor – afinando la complicidad con el régimen que las detesta. El incendio de la Biblioteca Central de la Universidad de Oriente (UDO), en Cumaná, u otros sucesos parecidos, apenas sirven para despachar el breve mensaje de estilo por las redes y, luego,  ocuparse inmediatamente de otros asuntos que no comprometen muchas neuronas para dejar constancia de una “presencia crítica”.

Jamás, la universidad venezolana fue tan extraordinariamente silenciada, como ahora, salvo que algún brochazo de bytes se jure todo un estremecimiento de sonoridades. Esperábamos más de AVERU, FAPUV o del estudiantado que finalmente no logró confederarse, es lo cierto; o de la propia Asamblea Nacional que nada dijo de la negación del salario o pensión de sus dos representantes ante el CNU, por la propia UCV.

Con esta dictadura socialista, se irá también la universidad rentista que no se cansa de guiñarle el ojo. Y vendrá la nueva universidad audible, sobre los hombros de quienes hoy, por pocos que sean, luchan por ella, luchando.

CENSURA DE ENFERMEDADES

De las otras urgencias médicas
Luis Barragán

Nadie sabe de la realidad pandémica del país, excepto las autoridades  usurpadoras que la emplean como un medio de control y chantaje social. Refieren más las redes sociales sobre el coronavirus y su curso en otras latitudes que en la nuestra, reconocida la precariedad angustiosa de las telecomunicaciones.

El peligroso huésped se acomoda en territorio venezolana con la anchura  que le brinda el desastre sanitario, desterrados – dentro y fuera -  los profesionales de la salud. El Covid19, sin dudas, es el protagonista estelar del ya largo momento de acuerdo al interés del régimen, aunque al resto de la población no le es dado hablar demasiado de él, como de las otras enfermedades que encubre.

Hace poco, a una persona le subió la tensión arterial, pero en la localidad mirandina  Paracotos no hubo posibilidad alguna de atenderla y prosiguió camino desesperado al estado Vargas en cuyo hospital no encontró ni siquiera una vía. Falleció y fue extremadamente penoso el regreso, en medio de la indecible crisis de la gasolina.

Otro testimonio recibido, nuestro amigo recorrió toda Caracas con su mujer a cuestas, aunque la urgencia fue realmente la  de dirimir los diferentes presupuestos superiores a 500 millones de bolívares, requisito ineludible, antes que la inmediata atención médica de la adolorida paciente. Inevitable, batió todas las marcas de endeudamiento en un brevísimo tiempo, para realizar la operación de apendicitis, pues, no encontró hospital público apto para este o cualesquiera servicios, excepto uno que sacaba a  varios fallecidos corono-virales. 

Nos referimos a dos eventos - décadas atrás -  adecuadamente tratables, y no queremos imaginar lo que ha de ocurrir con las otras emergencias médicas en la Venezuela profunda de la que ya recibimos noticias. Por cierto, tampoco se sabe del nombre del ministro usurpador de Salud y de todo el tren ministerial que ha de ocuparse de estos asuntos, porque – protagonista el Covid19 – se encuentran hábilmente escondidos para evitarlo y también evitar responderle al país.

domingo, 24 de mayo de 2020

CURSO DE LA NARRATIVA ACTUAL

Indeseable epicentro
Luis Barragán

Los buques iraníes se hicieron de nuestros puertos orientales. Muchas fueron y son las expectativas de los peligrosísimos huéspedes que le compiten al COVID19.

Traen algo más que gasolina para los cubanos y sus  turbios negocios y repartos. Otra cabeza de playa para el terrorismo islámico que antes no se conocía tan decidido en el hemisferio.

La Fracción 16 de Julio lo ha denunciado con tiempo. Comprometen severamente la seguridad y defensa de la región.

De Macuto se ha querido una narrativa a lo Bahía de Cochinos. Otra de Guanta o El Palito para evocar la consabida crisis de los cohetes del ’62 del ‘XX.

Una narrativa anacrónica para la cruda realidad actual. Nos convirtieron en el indeseable epicentro de una cruzada anti-occidental con todas las secuelas del caso.

25/05/2020:
https://www.noticierodigital.com/2020/05/indeseable-epicentro/
https://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=155142

martes, 19 de mayo de 2020

CUARDERNO DE BITÁCORA

Preocupa la noticia. Retención o incautación de bicicletas, pendiente la suerte personal  de los ciclistas. No sabemos de las distinciones que puedan hacer las tales autoridades prestas a un procedimiento que les da trabajo, o que, por darlo, puede generar algún beneficio pecuniario.  ¿Cuál es la doctrina del funcionario público en este momento sobre la materia? ¿De qué se vale para reconocer y valorar  al andante de dos ruedas? ¿Qué percepción de la realidad tiene?

Sin gasolina,  cada quien busca la manera de movilizarse a sabiendas que esas autoridades no los libra del acoso de la delincuencia común. La bicicleta es un recurso que prolifera en la medida de lo posible, porque el siglo XXI lo hizo increiblemente costoso. Ya ni los niños se ven con su triciclo. En medio de la pandemia, alarma que haya ciclistas de recreación que, por grupos, con la contraproducente mascarilla para el prolongado esfuerzo físico, recorran las calles. Unas veces, la policía es indiferente y, en otras, se afincan (todos sabemos la connotación de término). No obstante, también obran dos o tres circunstancias: la una, que el Estado o lo que queda de él, deliberadamente nos desinforma de la situación de salubridad del país, pues, comentarista insigne de las cifras que paren otras latitudes, las que acá se exhiben no lucen convincentes, claras y susceptibles de refutación, aunque ya los hay quienes apuntan a sus inconsistencias; la otra, quizá por aquéllo de no conocer un caso de COVID19, cercano o más o menos cercano, tenemos la impresión generalizada de un régimen que nos engaña, como sistemática y descaradamente lo hace en otros ámbitos; y, luego, las autoridades de "abajo" ni la ciudadanía, tienen las precisiones que les son indispensables para consentir unas reglas claras de convivencia en medio de la pandemia.

No quisiera ver a ciclistas de placer (entendiendo la necesidad hta de entrenarse al aire libre), por estas calles, pero - a la vez - no quisiera ver más en mi país a un régimen que, en el caso de hablar con honestidad y transparencia, repentinamente, no tiene la capacidad más elemental para flexibilizar la cuarentena, dándole cupo a las personas que temen morir de hambre, lo más seguro, antes que por el coronavirus.

El riesgo es de la campal ignorancia, sobre todo de las autoridades operativas, las de "abajo", para tratar el asunto ciclístico. El riesgo es andar a ciegas por estas calles, respecto a los ciclistas de recreación.

(LB)

Referencia:

domingo, 17 de mayo de 2020

¿PÓLVORA PARA EL CORONAVIRUS?

Secutirización de la pandemia
Luis Barragán

Convengamos, quizá el anglicismo llegó para quedarse. Observamos, quizá no ha prosperado un término en español más adecuado para  los sectores académicos que cultivan la  materia.

Lucen numerosos los problemas comunes u ordinarios que prontamente juran comprometernos  – exclusiva e incomprensiblemente - en términos de seguridad y defensa nacionales. Así lo observó, por ejemplo, Javier Treviño Rangel (http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-013X2016000200253),  refiriéndose a la asunción estadounidense de las migraciones ilegales procedentes de México; y, paradójicamente,  la propia asunción mexicana de las migraciones ilegales procedentes del resto de Centroamérica. 

Extendida la pandemia, la usurpación  la ha tratado como un asunto militar que afecta derechos fundamentales de  los venezolanos ampliamente desinformados de la administración epidemiológica que ensaya o dice ensayar, por lo menos, en contraste con otros países en los que también destaca el ejercicio de la libre opinión pública. E, inconstitucional e ilegalmente, renueva o pretende renovar un Estado de Excepción que es el mismo de la década, apartando los obvios matices.

La secutirización  o, mejor, la militarización de un extraordinario y prolongado acontecimiento de salubridad o sanidad pública, lleva a la inmediata criminalización de quienes rompen o dicen que rompen con las normas frecuentemente sobrevenidas. Huelga comentar  - verbi gratia -  la situación de los periodistas en Venezuela, o el particular tratamiento y resultado del motín penitenciario de Guanare, pues, hasta  la simple curiosidad de un transeúnte que observa el choque de dos automóviles, predispuestas las autoridades uniformadas, significa la amenaza de una severa detención o el descarado  robo del móvil celular que no, hurto.

Predisposición interesada con pretensiones de lugar o de sentido común, el video más distraído que la curiosidad callejera suscita, compromete absurdamente la seguridad y defesa de la nación. O el lógico pronunciamiento de la  Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, en torno al COVID19, reivindicando la vocación ciudadana y la acreditación incuestionable de sus miembros, acarrea severas y muy directas amenazas de los prohombres del poder establecido, rondando los peligros para la Academia Nacional de Ciencias económicas que ha hecho lo propio.

LA ECONOMÍA INFORMAL EN CENIZAS

Fumar a las costillas de la pandemia, por ejemplo
Luis Barragán

Quienes todavía somos fumadores, esperando dejar por siempre el ya  pernicioso oficio, la  situación ha sido  muy apretada durante la cuarentena. Además de la escalada de los precios,  sin que sea fácil hallar un local que los expenda, por el reducido margen de ganancias que la oferta legal supone,  cada vez es más difícil el desempeño del humo en casa. No obstante, el asunto nos lleva por el momento a un detalle de la llamada economía informal.

En efecto, atrás quedaron los extraordinarios oferentes que fueron los buhoneros a los que sólo les faltó disponer de los locales adecuados para desenvolverse, compitiendo por ocupar los pequeños o grandes espacios físicos de una calle fundamentalmente hecha para transitar.  La propia noción de economía informal estuvo cuestionada,  porque – yendo más allá de un esfuerzo de supervivencia – contaron con extraordinarios recursos, incluso, crediticios, aventajados por la exención de los impuestos so pretexto de la pobreza alegada.

Por ahora, no conocemos de un estudio de las actividades del sector que estuvo asociado a los esplendores de la renta petrolera y sólo conjeturamos que corrió con un suerte parecida a la de los propietarios o avances de las unidades urbanas de transporte, afectados por la llamada incongruencia de estatus.  Quizá representativos, realmente fueron labores de real y diaria  supervivencia la del limpiabotas, el pregonero de la periódicos o el lavador callejero de los carros.

Definitivamente, apagada a promesa petrolera, surgieron los mototaxistas dependientes de la masiva importación de los vehículos chinos en el último lustro que los hizo artificialmente emprendedores junto a los quiosqueros de “oficina fija”  para pasar de la venta de magazines a la de lotería o detergentes. E, igualmente, los que alquilaban las llamadas telefónicas, temerosos de pasar de la analogía a la digitalización, por presión de la delincuencia, pero - ya en las vecindades de la pandemia – el asfalto tenía por dueño al vendedor de café colado o de cigarrillos al detal, dejando a los de caramelos para el transporte público.

Al tabaquero de ocasión,  le es casi imposible  sortear los espacios públicos durante la cuarentena, arriesgando la mercadería por las autoridades uniformadas capaces de expropiarla o de pedir algo a cambio por el uso de sus dominios, incapaces hasta de opinar por el contrabando: más de medio siglo atrás tuvimos numerosas marcas cigarrilleras legales, ahora debe haber un stock inmenso de una ilícita variedad, contrariada por el general Covid 19. ¿Y qué decir del humilde y móvil vendedor de café colado?

Reproducción: Publicidad. El Nacional, Caracas, 1954.
18/05/2020:
http://guayoyoenletras.net/2020/05/18/fumar-las-costillas-la-pandemia-ejemplo/

AHORA, DESPORVENIRIZADOS

Del futuro de antes
Luis Barragán

El huésped peligroso, aunque no tanto como el régimen que lo recibe y celebra, ha llegado a un país que jamás se pensó en medio de una catástrofe humanitaria.  De las formidables victorias contra la malaria, o de las incontables promociones de los profesionales de la salud,  muy poco saben las más recientes generaciones. 

Igualmente impensable, fue la extraordinaria cuantía de los desplazados y refugiados, provenientes de todos los sectores sociales,  que ahora trillan el globo terráqueo por su más elemental sentido, instinto o pusión de supervivencia.  Por el contrario, reivindicando nuestro optimismo, fuimos receptores de un masiva inmigración, abriendo  generosamente las puertas a quienes efectivamente se integraron al país, ahora, también  reacios a abandonarlo.

Digamos, hicimos nuestra una consigna de la modernidad: el progreso. Y quizá representativo de aquél futuro que cultivamos, esperamos por ganar un cuadro de caballos del “5 y 6” que, definitivamente, mejorara nuestras condiciones materiales de vida, o de llevar exitosamente a un hijo a la universidad para emular la hazaña del Albertico Limonta de “El derecho de nacer” que, en radio o televisión, caló profundo en el imaginario colectivo.

Por instantes, recordamos al viejo condiscípulo que aspiraba a fundar, culminando sus estudios, un escritorio jurídico tan imbatible como lo soñó su padre, recibido como abogado con los incontables sacrificios que pudo ahorrarle al hijo  O el sueño del beisbolista que contrató o podía contratar como profesional para salir de la pobreza, si no recordamos mal la novela “Campeones” de Guillermo Meneses.

Aquella noción de porvenir que albergaron los venezolanos de determinadas generaciones, ya olvidadas de las guerras y escaramuzas civiles que condicionaron a los antecesores, se ha diluido inexorablemente ante las realidades que se imponen a la fuerza.  De la indecible desmembración familiar, los muchos se resignarán a soñar con una decente supervivencia ante las circunstancias foráneas o las que nos jugamos en casa propia;  acaso, esperando que algunos de los sucesores pueda pisar la universidad, o ganarse el “gordo” de la lotería decembrina de Madrid para cumplir con las remesas correspondientes.

Fotografía: EFE. Un grupo de niños busca comida entre bolsas de basura que obtuvieron en una panadería, el pasado 10 de noviembre en el barrio Las Mercedes de Caracas.
https://www.elcolombiano.com/internacional/venezuela/crisis-de-venezuela-desde-las-calles-HX9909988
19/05/2020:
https://www.caraotadigital.net/opinion-1/del-futuro-de-antes

sábado, 16 de mayo de 2020

COMUNICADOS

La Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (ACFIMAN) rechazó las amenazas proferidas en su contra en un medio de comunicación y ratificó que "el país debe prepararse para el pico de la epidemia, como ha ocurrido en otros países latinoamericanos..."
La Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (ACFIMAN) expresa su firme rechazo a las amenazas proferidas en su contra el día de ayer miércoles 13 de mayo de 2020 en un medio de comunicación, a raíz de la publicación del informe titulado “Estado actual de la epidemia de la COVID-19 en Venezuela y sus posibles trayectorias bajo varios escenarios” el pasado 8 de mayo.

En la Academia entendemos que el uso de herramientas científicas puede contribuir a la visualización de demandas y necesidades de infraestructura hospitalaria y de personal de salud en las etapas críticas de la epidemia y a la planificación de las estrategias de la cuarentena.

Es bajo este espíritu que elaboramos dicho informe técnico, que ratificamos el día de hoy, resaltando dos puntos en particular: 1) es necesario ampliar la capacidad diagnóstica a través de pruebas de PCR-RT por habitante, las únicas validadas hasta ahora por la Organización Mundial de la Salud; 2) el escenario de una epidemia bajo control con una curva aplanada es improbable a la luz de las proyecciones de estos modelos, con base en los datos disponibles para el momento.

Es por ello que el país debe prepararse para el pico de la epidemia, como ha ocurrido en otros países latinoamericanos. Nos preocupa como científicos que se nos persiga y señale por un informe técnico cuyo objetivo es el de contribuir al mejor manejo de esta pandemia. Un informe emitido en razón de la función asesora al Estado venezolano que nuestras leyes y reglamentos otorgan a las Academias Nacionales y en este caso particular, a la ACFIMAN.

Ratificamos nuestra voluntad y disponibilidad para atender y apoyar a los entes del Estado en la conducción de esta crisis de salud que va a afrontar la nación y esperamos una respuesta técnica de las autoridades sanitarias a quienes les remitimos nuestro informe el pasado 8 de mayo.

En Caracas, a los catorce días del mes de mayo de 2020.

Fuente:

¿Y SUSTITUTIVO DEL POLÍTICO?

El experto y el político
Francisco Velázquez

Los políticos y los expertos no siempre piensan igual. Ni siquiera actúan de la misma forma. A pesar de que los políticos dirigen y los expertos les asesoran. Recordando un libro de Max Weber, de cuyo fallecimiento se cumplen ahora 100 años, merece la pena señalar las importantes diferencias que tienen un político y un experto, especialmente en esta crisis del covid-19.
Las decisiones las deben tomar los políticos. Parece obvio, pero la tentación de escudarse en los expertos es antigua. Siempre hay opciones y la labor de guiar le corresponde al líder y el líder es el político, que representa en democracia el parecer mayoritario de los electores.
Es ingenuo estar continuamente escudándose en los expertos para la toma de decisiones, pero  es conveniente que los expertos expresen sus opiniones o recomendaciones y que estas sean conocidas por los ciudadanos. Me refiero a los informes, pero no necesariamente a las personas expertas, que pueden estar sometidas a un acoso mediático a menudo incompatible con sus profesiones e investigaciones. Esta es una de las características del gobierno abierto que obliga afortunadamente a los políticos a rendir cuentas, especialmente, como señala Manuel Cruz, en estos tiempos de espectacularización de la política.
La crisis del coronavirus, de una extensión y profundidad desconocida en la historia de la humanidad, ha generado en los responsables la misma confusión que en los ciudadanos: no saben que hacer y con frecuencia adoptan decisiones que deben rectificar pocas horas después o incluso avanzar por otro camino, como han demostrado las erráticas decisiones de Boris Johnson o Donald Trump.
Hay que  tomar consejo de los expertos, pero también adoptar decisiones. Hay derecho a equivocarse y también a recibir las criticas. Los ciudadanos suelen ser más razonables que las soflamas emitidas , a menudo por medio de las redes sociales o las diatribas parlamentarias.
De nuevo Weber nos señala que el ministro… debía darles a los funcionarios especializados las correspondientes directrices de naturaleza política (Weber,1919).
El político debe optar entre las varias opciones propuestas. Es el político quien dirige. Escudarse en la opinión de los expertos para adoptar las decisiones puede ser una buena base de partida, pero la responsabilidad le corresponde al político y nunca al experto, que puede plantear soluciones tan drásticas que impidan el normal funcionamiento de la vida ciudadana, como se observa en la actual tensión entre los expertos sanitarios y epidemiólogos y los políticos en relación con el desconfinamiento.
La distancia entre unos y otros se escenifica en la anécdota que tomo de Harari: «Cuando Alejandro Magno visitó en una ocasión a Diógenes,mientras este se hallaba descansando al sol, y le preguntó si había algo que pudiera hacer por él, el cínico contestó: Si, hay algo que puedes hacer por mi. Por favor, muévete un poco a un lado. Me tapas la luz del sol”.
La persistencia de un Estado clientelar, con el alejamiento de la meritocracia que conlleva, deteriora la calidad democrática y perjudica la eficiencia en la toma de decisiones. Los errores pueden ser especialmente dolorosos en esta etapa de la pandemia, en la que son especialmente visibles los fallos del sistema de protección social y sanitaria pero, «hoy la globalización es utilizada por muchos gobiernos como justificación para su inacción. Si ampliamos las políticas sociales, dicen, el país perderá competitividad» (Víctor Lapuente, 2019).
La tensión política generada por las formas de abordar la pandemia, da paso ahora a las diversas formas de plantear el fin del confinamiento, demostrando que las  mismas evidencias pueden avalar estrategias diferentes, que exigen acuerdos políticos. Este era el menester diario de Alfredo Pérez Rubalcaba, de cuyo fallecimiento hace ahora un año, conferencista del CLAD y vicepresidente del gobierno español, que fue capaz durante su dilatada vida política de tejer acuerdos importantes.
El ministro de Educación de Francia, Jean-Michel Blanquer, refiriéndose a la polémica sobre la apertura de los colegios tras los dos meses de confinamiento, lo ha definido magistralmente: «Asumimos completamente una decisión que corresponde a la autoridad política, decisión a la que aporta luz el consejo científico, pero no es este quien decide».
En suma, los análisis y consejos de los expertos deben fundamentar las decisiones de las autoridades políticas, pero la responsabilidad en el acierto les corresponde a estos, no a los expertos que científicamente analizan los problemas y proponen caminos, lo que puede hacerse a caballo, andando, en automóvil o por vía aérea, según determinen los políticos.

16/05/2020:
https://www.elnacional.com/opinion/el-experto-y-el-politico
Fotografía: Stephen Yang (Reuters). Un maniquí exhibe una mascarilla en una tienda del condado de Brooklyn en la Ciudad de Nueva York, EEUU. Marzo, 2020  https://lta.reuters.com/articulo/salud-coronavirus-mascarillas-idLTAKBN21L2HQ-OUSLT

VIRUS MORAL

La democracia en cuarentena
Ignacio Sánchez Cámara / ABC

Cuando el Estado se encuentra en crisis y la Nación en riesgo de extinción, la perspectiva política, aunque siempre superficial, deviene urgente e ineludible. Nuestra democracia también se encuentra en cuarentena y, quizá pronto, en la UCI. La terrible pandemia nos ha sorprendido con uno de los peores gobiernos posibles: un frente popular con apoyos separatistas, que abraza un decisionismo político heredado de Carl Schmitt. Aunque, naturalmente, no lo sepan. La ocasión para el golpe de mano parece inmejorable. Concentración del poder y supresión de los mecanismos de control. Al parecer, abundan quienes piensan que la democracia vale sólo para tiempos más o menos normales. En épocas de catástrofes o crisis, debe eclipsarse y dejar paso a la unanimidad forzosa. Gran Bretaña debatió en tiempos terribles la entrada en la guerra para derrotar al nazismo. ¿Qué hubiera sucedido si todo hubiera sido unidad alrededor de Chamberlain y nadie hubiera alzado su voz convenciendo a la mayoría? Del prohibido prohibir pasamos al prohibido criticar. Una cosa es la unidad de acción sanitaria y otra la proscripción de la crítica política. Por lo demás, el Gobierno reclama ahora la unidad que antes se empeñó en romper. Y, puestos a perseguir la unidad, ¿qué mejor que un Gobierno constitucionalista de concentración nacional?

La gestión política está siendo vergonzosa y la mayoría de las apariciones gubernamentales más propias de programas de humor, pero no se puede decir porque favorece al virus. Las mentiras, vaivenes y ocultaciones han sido abundantes, pero no se puede afirmar porque favorece al virus. Se publican cifras de contagiados mientras no hay tests, pero no se puede denunciar porque favorece al virus. Se cambia el criterio sobre las mascarillas, pero no se puede poner en evidencia porque favorece al virus. Casi todos sabemos lo que habría ocurrido con un Gobierno del PP, pero no es posible decirlo porque favorece al virus. Se proclama la defensa de los más vulnerables y la apoteosis de la igualdad mientras abundan los privilegios sanitarios de los poderosos, pero no es correcto decirlo porque beneficia al virus. Se diría que el lema es la mentira os hará sanos. Desvaríos de la ética de la responsabilidad.

Ciertamente la declaración del estado de alarma está prevista en la Constitución. Nada que objetar por ahí. Pero hay maneras de aplicarlo que pueden rebasar los límites constitucionales. Un Gobierno socialcomunista no es el más idóneo para gestionar un estado de alarma porque, de suyo, provoca un estado de alarma, incluso al presidente del Gobierno. Mientras tanto, el control parlamentario del Ejecutivo ha desaparecido. Con la división de poderes desaparece la libertad política. La política de comunicación (propaganda) y el filtro y control de las preguntas de los periodistas (grave error muy tardíamente corregido) exhiben la cuarentena de nuestro sistema de libertades. No resulta infundado el temor de que la intimidad y la vida privada sufran intensas vulneraciones en los tiempos venideros.

Mientras la iniciativa privada está resultando decisiva y ejemplar, los efectos van a ser, muy previsiblemente, la politización de la vida social y el intervencionismo estatal. Mientras la solidaridad privada utiliza los medios propios, la solidaridad estatal utiliza los ajenos. Según Alexis de Tocqueville, uno de los primeros deberes de un Gobierno es situar a los ciudadanos en la condición de poder prescindir de su ayuda. No cabe duda de que los nuevos tiempos van a acentuar la dependencia estatal de los ciudadanos y el eclipse de la iniciativa privada. Otra vía hacia el despotismo, democrático o no.

No tardarán en exigir la unanimidad de la política económica, la suya naturalmente, con la advertencia de que disentir es antipatriótico o un sometimiento a los intereses de los ricos. Recorreremos libremente el camino hacia la miseria. Ya lo decía, también Tocqueville, que de nosotros, los ciudadanos, depende que la democracia conduzca a la libertad, a la prosperidad y a la civilización, o bien al despotismo, a la miseria y a la barbarie. No conviene olvidar que las políticas catastróficas suelen fortalecerse en las catástrofes. No es necesario haber leído con mucho detenimiento a Marx para saber que el triunfo del comunismo requiere que la miseria (las contradicciones del capitalismo) llegue al extremo más insoportable. Para aprovecharse del caos hay que o provocarlo o mantenerlo y agravarlo. Sabemos cómo mueren las democracias y cómo triunfa el comunismo. Acaso sea un temor algo desmesurado, pero por advertirlo no se pierde nada.

Otro de los efectos de la crisis actual es que el virus físico impida aún más ver el virus moral, cuyos efectos llevamos décadas, acaso siglos, padeciendo. Atendemos mucho más a lo que mata el cuerpo que a lo que destruye el espíritu. Dice el Evangelista Lucas, «no temáis a lo que mata el cuerpo y no puede nada más». Lo que mata el espíritu es mucho más terrible que lo que mata el cuerpo. Esto afirma Kierkegaard, en Las obras del amor: «Pues se ponen barreras contra la peste, pero a la peste de la murmuración, peor que la asiática, la que corrompe el alma, ¡se le abren todas las casas, se paga dinero por ser contagiado, se saluda dando la bienvenida a quien trae el contagio!».

Existe otro virus, letal y silencioso, que atraviesa sin dañar los cuerpos e infecta sólo a los espíritus. La dificultad de combatirlo es proporcional a la ignorancia de su existencia. Aquí el contagio es voluntario y no se reconoce su realidad ni la necesidad del diagnóstico y tratamiento. Apenas quedan ya algunos pocos inmunes. La mayoría son contagiados felices. Y, acaso, no es seguro, la eliminación del virus moral sea la mejor terapia para hacer frente, física y moralmente, al otro virus, y, de paso, para salvar a la Nación y a su democracia.

(*) Ignacio Sánchez Cámara es catedrático de Filosofía de la Universidad Rey Juan Carlos.

20/04/2020:
https://www.almendron.com/tribuna/la-democracia-en-cuarentena
Ilustración: Georges Mathieu.

viernes, 15 de mayo de 2020

PURA, ENORME Y PELIGROSA ARRECHERA

Se ve, se siente, el pueblo está presente
Armando Martini Pietri

Está en la calle, silente obligado, pero con disgusto creciente. No es simple furia, o frustración popular, ni expectativa, mucho menos presencia solidaria en respaldo al régimen. Es pura, enorme y peligrosa arrechera. No es ya, como expresara quien creyó trascendental alarde electoral, “el pueblo está bravo”.

Va mucho más allá, indolencia, desmoralización, impotencia, consternación, que Chávez aportó con emocional morbo ardoroso y Maduro, aferrado al poder militarizado, con hincapié perseverante en la incompetencia y ceguera a lo que no sea permanecer frente a lo podrido que, a ojos de todos, ha profundizado.

Ha sido porfiadamente invariable, esta revolución de nombre bolivariano, pero de espíritu represivo y conciencia patrañera, en no hacer nada bueno ni malo, todo peor. Tiranos hubo muchos en la historia, pero el que más el que menos, algo construido ha dejado sobre charcos de sangre, injusticias y robos. La tragedia de esta ignominia no ha sido más que el desastre castrista diseñado para Chávez primero, Maduro después, y no deja nada; solo enfermedades resucitadas, desolación ciudadana, ruina de servicios y empresas; devastación económica, laboral, embustes por doquier y una descompuesta presencia uniformada, invocando en su favor, defensa de la patria, cuando en realidad es, respaldo a la calamidad maduro-castrista, reprimenda y corrupción generalizada.

En estos momentos quizás sea aquella vieja frase criolla “llegamos al llegadero”. No se trata ni siquiera del tantas veces cacareado “quiebre militar”; ya castrenses han dejado pasar, durante años, la encrucijada para demostrar, que valoran más sus ascensos, carreras y oportunidades que poner los cojones -disculpen la palabreja, es que no hay otra- en el camino de la historia para cambiarla. Están cómodos, enarbolan la Constitución y normas militares como pretexto donde otros, que no son ejército sino mezcla confusa de políticos, politiqueros, aprovechadores, cooperantes, empuñan como expectativas de que alguien les resuelva el problema que ellos mismos han contribuido a enredar y empeorar.

Lo dicen y repiten a quienes la oposición y régimen -cada uno con su cada cual- claman. “Resuelvan ustedes sus problemas que nosotros los respaldamos”. Por eso suena a pendejada lo que jerarcas del régimen les da por repetir, manoseando un Vietnam en América Latina. Estamos en la Venezuela tropical, antiguamente petrolera, siempre afortunada en sus condiciones económicas, pero muy desafortunada en sus criterios de selección de mandatarios y dirigentes. Los vietnamitas pelearon su independencia, tras ser sometidos, y por un confuso lodazal político dividido entre una tiranía respaldada por Estados Unidos desconcertados y China con aspiraciones de gran potencia oriental. Fue tediosa y larga lucha, sangrienta, escabrosa, dolorosa, que se resolvió, por acuerdos entre las grandes potencias Estados Unidos, China y Rusia -cuando todavía ejercía el mito que años después se derrumbaría, de la Unión Soviética.

Pero Vietnam no pudo ser controlado, por el contrario, se beneficiaron para reconstruirse y hoy, no es ni comunista ni occidentalista, es una próspera república abierta al mundo y excelentes relaciones comerciales multilaterales.

América Latina es diferente. Las soberanías americanas comenzaron el siglo XX con décadas de dominación y manumisión, fallaron quienes ostentaron el poder. Las durezas imperiales ya habían sido derrotadas en el mundo, los europeos se enredaban en guerras que impulsaron el poderío de Estados Unidos, la democracia más grande y vigorosa.

Hoy es historia, un pasado que se difumina en medio de realidades económicas, solo hay problemas y disturbios cuando mete las manos el maligno grupete de anticuarios de la ideología sociopolítica Foro de Sao Paulo, después Grupo de Puebla, recientemente Internacional Progresista, convencidos de que la destrucción construye, conduciendo a los países a seguir el terrible ejemplo de Venezuela.

Las revoluciones asiáticas y europeas han terminado por transformarse, tras guerras y baños de sangre, en potencias industriales, comerciales que hoy son China, Japón, Alemania, Rusia, Vietnam, la India y el propio Israel -este en su propia versión producto de la historia, firmeza de un pueblo y una religión tras siglos de injusta persecución-. Por ahí va el camino, el que hoy marcan y por eso son líderes mundiales.

El peligro de los pueblos reclamando silentes o en las calles es que no son conscientes de la historia, y, por tanto, la desconocen e importa poco lo que están repitiendo. Salen a rebuscar comida, medicamentos y dignidad, pero no buscan la verdad; la mentira e incompetencia se paga más pronto que tarde y los venezolanos acarreamos años con banderas y ninguna solución.

15/05/2020:
https://www.elnacional.com/opinion/se-ve-se-siente-el-pueblo-esta-presente/

SEIS KILÓMETROS PARA UN DIAGNÓSTICO PRECISO

Weston nuestro de cada día
Nicomedes Febres

Nunca he pasado tanto tiempo fuera de Caracas por lo que estoy como perro sin amo y hablando de amos aun no entiendo porque aquí en USA los perros aun no votan porque, no serán los dueños de las casas, pero si son los amos de los dueños. Nunca he visto tanta perrofilia en mi vida. El mercado de los productos perrícolas es casi del tamaño de los productos humanos. Al levantarme y luego de escribir la columna camino mis 6 km y me cruzo con mucha gente, respetando la distancia social y nadie se toca. Hay Americanos catires con sobrepeso de edad mediana que nos saludamos de lejos con la mano, con la mirada, incluso una sonrisa. Se ve que son gente cordial pero distinta. Con nipones que son muy cordiales y caminan rapidito, casi sin separar los pies del suelo y van con sus esposas y se inclinan para saludar. Con muchos latinos, incluiría aquí a los venezolanos, pero no, ellos son diferentes y me explico, las mujeres de otra nacionalidad latina van ataviadas con naturalidad para hacer ejercicios, algo cotidiano diría yo, unos zapatos Adidas, un mono, o una franela y pantalones de ejercicios, pero las venezolanas no, ellas van perfectamente maquilladas, con el juego de ropa para caminar definitivamente a la moda y con la marca a la vista, un poco cursi y exagerado si, pero distinto, llevan tantas pulseras como una juez, unos pañolones de firma al cuello con ese calorón y andan viendo para todos lados para saludar y ver si conocen a alguien. Por supuesto, he encontrado a varios amigos con los cuales he conversado de lejos manteniendo la distancia social, frase que me recuerda viejos tiempos coloniales, de separación entre las castas. Los venezolanos esposos de las seudo jueces, la mayoría en la edad media, van o con audífonos o hablando por teléfono y con aires de importancia y por supuesto no saludan a nadie. Pero me he encontrado con viejos amigos y hemos hablado por aquí, por teléfono, incluso almorcé con un viejo compañero de clase en medicina, casi un hermano para mí, y que vive en Miami desde hace diez años. Luego me recluyo a trabajar por internet, y saben, internet no se cae, y el agua no esta racionada, pero por ser de talante ecologista y amar el agua, siempre evito malbaratarla, pero aun abro el chorrito de agua como si estuviéramos en Caracas. Es que son demasiados años de racionamiento y uno no se acostumbra tan rápido a lo bueno. Cuando salimos al automercado da dolor ver como uno tras otro los centros comerciales permanecen cerrados. Solo imagínense al Sawgrass Mills cerrado siendo el centro comercial más grande del mundo y son cuadras y cuadras de locales vacios, de hoteles para compradores deshabitados. Gran parte de las camionetas que circulan son de empresas de encomiendas: UPS, Amazon, Federal Express, y muchas otras porque las ventas por internet son monumentales y el servicio es impecable. Usted puede por internet hacer su compra de comida y pagarla y a las dos horas le ha llegado a su casa, sin trampas o productos defectuosos. Así es con restaurantes, tiendas de cualquier tipo, incluso servicios. Otro día hablaré de los automercados y de la carrofilia de aquí que es otro tema. Estudio con curiosidad taxonómica a esta cultura tan especial y diferente a Europa y a nosotros que somos más europeos, para bien y para mal. Por supuesto aquí los venezolanos tratan de imitarlos más que de entenderlos.

En la foto la linterna mágica de la fachada del Banco de Venezuela en su sede inicial de Sociedad a Gradillas, o de Sociedad a San Francisco, creo que es más la primera.

jueves, 14 de mayo de 2020

BYTES COVID19

Diario de Internet en cuarentena: así ha sido el gran éxodo a la vida digital en las redes europeas
Algunos países empiezan a acercarse ya a niveles de tráfico previos a la crisis, mientras que en España Telefónica registra descensos pero el consumo aún queda lejos de las cotas normales
Montse Hidalgo Pérez

Una tendencia parecida queda reflejada en los datos que maneja Telefónica. Según la información compartida por la operadora con EL PAÍS, los usuarios españoles ya están entrando en la tendencia descendente, pero aún no han alcanzado los niveles de antes. “Los días laborables Telefónica registra un 14% más de tráfico de banda ancha fija de lo que era habitual en días laborables antes de la crisis, mientras que en fin de semana estamos un 20% por encima de los niveles precrisis”. Por otra parte, el obligado ocio digital ha convertido los fines de semana en los espacios de mayor intensidad de tráfico.
Picos y valles
Pasado el primer pico registrado por Telefónica el 15 de marzo, aún quedaban cotas más altas por conquistar. “El máximo tráfico de este periodo se alcanzó el festivo 10 de abril (Viernes Santo) cuando se produjo un 35% de crecimiento respecto a valores previos a la crisis”, confirman desde la operadora.
En el otro extremo, la a flexibilización de las salidas también está contribuyendo a la caída del tráfico. “Desde el inicio de la fase 0, se registra un descenso del 13% en el tráfico de datos fijos a partir de esa hora. A su vuelta a casa los usuarios vuelven a hacer uso de la banda ancha y el tráfico vuelve a subir”.
Retrato de Europa
Este particular diario de las peripecias del Internet del Viejo Continente frente al azote de la pandemia comienza el 24 de marzo. El ORECE registraba entonces "incrementos significativos" que por el momento no habían conducido a "mayores incidentes de congestión", aunque sí hablaba de dificultades de acceso "locales y temporales". A la alerta de las autoridades de cada país se sumaban las primeras medidas implementadas por los propios operadores, como aumentar la cantidad de datos móviles de las suscripciones por tiempo limitado y difundir advertencias y buenas prácticas sobre el uso razonable de internet. En España ese comunicado llegó el domingo 15 de marzo, tras el pico histórico registrado el día antes.
La segunda página del cuaderno de bitácora de una red contra las cuerdas llegó el 26 de marzo. En tan solo dos días, algunos países empezaban a registrar una estabilización del tráfico e incluso ciertos descensos asociados a las medidas implementadas por proveedores de contenido como Netflix y Youtube, que limitaron la calidad máxima de sus vídeos. Autoridades y operadoras se mantenían en conversación constante en previsión de que fuera necesario tomar medidas especiales y, dado el estado de emergencia, Rumanía solicitó a sus proveedores de comunicaciones electrónicas que no desconectaran los servicios en caso de impago de sus clientes. Sin embargo, ORECE seguía sin registrar "mayores incidentes". Atención, spoiler: la espada de Damocles nunca llegó a caer, según el histórico de informes.
El 31 de marzo continuaban las notificaciones de estabilización y operadores de distintos países comenzaron a ofrecer de forma gratuita servicios adicionales como contenidos educativos o espacios dedicados a informaciones relacionadas con la Covid-19. "Aunque ningún Estado miembro ha sufrido notables colapsos de tráfico, algunos operadores han incrementado la capacidad de sus redes", señala el informe. Hasta esa fecha, tales medidas se habían tomado en Grecia, Italia, Letonia, Lituania, Portugal y Eslovenia.
El 2 de abril llegó con noticias parecidas: sin grandes incidentes. Entre las anomalías menores figura la notificación de España, que reportaba "problemas ocasionales para completar llamadas en áreas de gran densidad durante los primeros días", pero también se sumaba a la lista de países que afirmaban estar registrando una estabilización del tráfico. Francia, por su parte, anunció que retrasaba dos semanas el lanzamiento de la plataforma de streaming, Disney+, en un claro intento de evitar que fuera a parir la abuela.
La novedad más destacable del 7 de abril fue la intervención de Portugal, que había propuesto proteger a los consumidores a través de medidas de flexibilización de cambio e interrupción de contratos, prevención de la interrupción de los servicios en caso de impago, y eliminación de intereses y penalizaciones. España reportaba también medidas similares a las introducidas por Rumanía para frenar la desconexión de servicios en caso de impago.
Entre los cambios notificados el 14 de abril figura la llegad de Disney+ en Francia, que se implementó en paralelo a unap limitación la velocidad de transmisión de los contenidos. En Polonia se elevaron los límites de datos y se ampliaron los periodos de pago para las personas mayores. Holanda reportaba haber iniciado tareas de expansión de la capacidad y equilibrio del tráfico.
Las primeras notificaciones de descenso en el tráfico llegaron el 16 de abril, procedentes de Bulgaria, Italia y Rumanía. Como prueba del las diferencias en el avance del virus y los cambios de hábitos asociados a este, Croacia o Chipre, comenzaban a notar la estabilización posterior al pico. "Estas tendencias muestran una tercera fase en la evolución general del tráfico durante la crisis: fuerte incremento, estabilización y suave descenso desde el pico", recoge el informe.
El 21 de abril, Bulgaria ya confirmaba que estaba registrando niveles de tráfico cercanos a los que rondaba antes de la crisis y Dinamarca reportaba descensos "significativos" y comunes a redes fijas y móviles. Países Bajos registró una tendencia similar, pero solo en las redes móviles. La lista de países que el 24 de abril reportaban una estabilización general en el tráfico incluye 21 países, entre ellos España. Mientras tanto, Eslovenia, Rumanía, Grecia y Austria se sumaban a la tendencia del descenso generalizado.
Aunque la semana santa devolvió a Bulgaria a niveles superiores a los promedios precrisis, según el informe del 28 de abril, en esas fechas, Italia comenzó a registrar descensos del tráfico móvil, mientras que el uso de redes fijas se mantenía estable, en línea con las tendencias de Polonia y Portugal. De acuerdo con el último informe disponible, publicado el 7 de mayo, se confirman las tendencias de la semana previa y la recién iniciada conquista de la normalidad. "El tráfico general en internet está empezando a revertir a los niveles medios más típicos del periodo previo al inicio de la crisis de la Covid-19".

Fuente:
Composición gráfica: Getty Images.

CUADERNO DE BITÁCORA

De todo se  habla en tiempos de pandemia. O casi de todo, porque la sufrimos doble:la del coronavirus del que llegan más noticias del exterior que de la propia casa, sumergidos en una extraordinaria y escandalosa zozobra; y la del régimen que impone sus censuras y represiones, urgida la población de alimentarse,  en medio de los embates de la hiperinflación.

La polémica en otros  países quizá pueda resumirse en los pareceres de un Byung-Chul Han y un Slavoj Žižek, ramificándose por los más disímiles ámbitos políticos, sociales, económicos, culturales, ecológicos, científicos, tecnológicos, etc.  Probablemente, están los académicos muy pendientes de estudiar también  la vida cotidiana y los cambios que el enclaustramiento ha traído. Uno de ellos, el de la intimidad personal.

Por lo menos, en la redes a las que estamos afiliados que, en propedad, refiere a una delimitada comunidad de personas (y también de robots), la sexualidad no es frecuentada como ocurre con otros temas. A lo sumo, hemos visto dos o tres motivos gráficos que dan cuenta de un  asomo erótico, a propósito del  coronavirus.

Pasa por una humorada, aunque haya éxitos y fracasos de difícil acceso a la virtualidad que recrea la herencia de percepciones y convicciones. Empero, algún cambio, alteración, reafirmación o dislocación  ha de ocurrir dependiendo del número de confinados en casa y de las tensiones, preocupaciones o angustias que nos enferma en esta hora venezolana. 

¿Habrá un importante incremento de embarazos, sabiendo de las inmensas dificultades para el parto en las encarecidas clínicas privadas  y en los desasistidos - material y profesionalmente - hospitales públicos? ¿Algún incremento significativo de la violencia en el seno de los hogares? ¿Algún aumento sustancial de la navegación por los portales pornográficos que, suponemos, dada nuestra realidad económica, son los menos rentables acá?

Un internauta difunda la imagen de la ataviada por  senos tapabocas, y una internauta con un ataviado, en Facebook. Acaso, con cautela para evitar equívocos.  Cuando las vimos, recordamos aquél título extraordinario del libro que le dedicó Milagros Mata Gil a la obra de José Balza: cuerpo fluvial. El que fácilmente se supone flotante en los mares del coronavirus al que es indemne cada genital.

Habrá que leer con calma, en pantalla, a Foucault y su historia de la sexualidad en tres tomos para hallar pistas en la materia con esta pandemia que puede prolongarse.

(LB)

martes, 12 de mayo de 2020

¿Y QUIÉN DEFIENDE A POPPER?

Profetas del pasado
Carlos Raúl Hernández

Especulamos sobre la post pandemia y nos equivocaremos en buena medida. Por eso conviene escabullirse de conspiranoias, historicismos, catastrofismos y otros ismos. De los que dijeron que “no había que hacerle caso”, y de los paladines contra una sociedad ególatra y hedonista que abandonó a los pobres (¿?), de los que anunciaron terremotos en la civilización y que nunca volveremos a ser los mismos.

Harán mal papel y por eso entre los profetas del futuro y los del pasado, me quedo con estos. Los segundos intentan muy modestamente, aprender cómo se comportaron sociedades en suertes parecidas y nunca adivinar lo que vendrá a partir del pretérito ¿Qué cambios se produjeron? Vale preguntarse sí fueron tan drásticos como los que nos anuncian; y qué se puede aprender de ellos. La Muerte Negra del detestable siglo XIV, comienza, se expande y desaparece sin que nadie supiera qué era ni por qué estaba ahí, lo que se descubrió quinientos años después.

No sé de ningún pensador que atribuya la causa del Renacimiento en el siglo XV, a que la mitad de la población de Europa, y casi todas las majadas y cosechas desaparecieran con las desgracias del pestoso siglo anterior. Más bien lo explican por la acumulación de riquezas, gracias a la expansión de comercio con Oriente que permitió surgir en Italia clases ociosas y ricas amantes del arte.

A la Gripe Española, se le llamó así porque el único país que publicó información sobre la pandemia fue España, ya que las demás naciones de Europa, menos ella, combatían en la Primera Guerra Mundial. Pero la gripe no dejó huella en los procesos políticos posteriores, entre otros la descomposición de los grandes imperios que sucedió a la guerra. Hablamos de dos de las más destructivas pandemias que recuerde la Humanidad.

El mal necesario

No hay que ser “visionario” para intuir que según indica modestamente la experiencia, después del Covid-19, la sociedad deberá aprender como siempre de los infortunios. Pero creer que el porvenir está predeterminado por lo que pasó ayer y que los hechos tejen una cadena de eslabones inseparables, desconoce que los procesos históricos son reinicios, rectificaciones, rupturas, más que continuidades. Los errores nos persiguen, pero no son fatales. Podemos librarnos de ellos.

Supongamos que al frente de un proceso político X, hay una claque de mangantes, buenos para nada con incontables fracasos por su incapacidad de reconocer la O por lo redondo. Pero después de, por ejemplo, 25 años, el enemigo que combaten los mangantes se trastabilla y pierde el poder. La épica pueril dirá que el desenlace es producto de “una trayectoria histórica de luchas”, es decir, sacralizará sus burradas. Con la deriva de la oposición chilena, Pinochet hubiera muerto en el poder como Castro.

La derrota de la dictadura en el plebiscito de 1989 no fue obra de la “trayectoria histórica de luchas” ni ninguna otra zarandaja, sino de que los opositores cambiaron radicalmente de mentalidad, rompieron con todo lo que habían hecho y viraron en 180º. De persistir en el camino, hubieran seguido su fracaso. La manía de que los fenómenos son producto inevitable de las condiciones y de fuerzas históricas indetenibles se llama historicismo
(he oído incluso alfabetas decir que Hitler, Stalin o Mao fueron “históricamente necesarios”).

En la Edad Media éramos simples ejecutantes de una partitura escrita por Dios. Lo que pasaba era necesario porque Él lo quería. San Agustín murió aterrado de que su alma estuviera condenada desde la eternidad y que todo lo que hizo para salvarse fuera inútil. En la visión moderna, la ciencia y la pseudociencia quieren ocupar el lugar de Dios y prescriben que la realidad es cognoscible y predecible. Hegel y Marx, creadores de cienciologías, nos enseñaron a pensar en predestinaciones sociales, vicio que estorba entender lo político.

Destino final

Al estilo medieval, el sino de la Humanidad era ineluctable y habría un Fin de la Historia. Para Hegel el triunfo de la Justicia y la razón, el Espíritu Absoluto. Según Marx el socialismo-comunismo, luego de pasar los estadios avanzados de la sociedad capitalista, tal como ésta se desarrolló de manera natural en el régimen feudal, en una secuencia nieta-madre-abuela.

La violencia política era la simple partera de una criatura que ya estaba en el vientre de la historia. Cuando los comunistas hacían política, actuaban a nombre de la necesidad del parto, eran actores inconscientes de fuerzas ciegas, de condiciones materiales todopoderosas que conducirían a un destino inevitable. Los países industriales pasarían ineluctablemente al socialismo-comunismo en los hombros de la mayoría, el proletariado. Pero en Europa, después de conflictos y escarceos, la revolución fracasa y la destierra al Asia el mismo proletariado que debía amarla.

Lenin hace la primera revolución comunista, y Mao más tarde hace la segunda contra las previsiones de Marx, en países donde no había condiciones tal como él las concebía. Y demuestran que éstas no preexisten y son creación de la voluntad de poder, capaz de cambiar el destino y reírse de los profetas del futuro. 70 años después, contra las profecías, la humanidad presencia el hundimiento del mundo feliz, cuando horror derriba el muro de Berlín. Todavía hay sonámbulos que sueñan revoluciones.

03/05/2020:


¿Qué es eso de historicismo?
José Rafael Herrera 

“Nadie es mejor que su tiempo, a lo sumo 
es su propio tiempo”
G. W. F. Hegel

No resulta tarea fácil la pretensión de poner en duda las capacidades intelectuales de un pensador de la talla de Karl Popper, autor de una Lógica de la investigación científica, con sus criterios de demarcación y su doctrina del “falsacionismo”. Por fortuna, el “principio del orden espontáneo”, que el prestigioso autor compartió desde siempre con Von Hayek, da cuenta de que no siempre lo que es bueno para el pavo es bueno para la pava. Entre austríacos te veréis. De modo que, por ejemplo, si bien La sociedad abierta y sus enemigos es un ensayo que recoge algunas verdades de peso, que permiten dar sustento y justificación al devenir de la democracia occidental, el ensayo sobre la Miseria del historicismo es, a lo sumo, una vergüenza, no solo textual –¡que lo es!–, sino esencialmente contextual. La versión popperiana de la conocida sentencia de Wittgenstein: “Quien sea incapaz de hablar con claridad debe callar hasta poder hacerlo”, se vuelve en contra de su propio autor.

El historicismo, según el punto de vista que de él ha dado Karl Popper, es una concepción cuasi mística, plena de palabras infladas y pretensiosas sin mayor significado, que pretende profetizar cuál es el origen y cuál será el fin de la historia universal. Según el filósofo austríaco, existen dos tendencias o tipos de historicismo: los “anticientíficos” y los “procientíficos”. Los primeros están cargados de un esencialismo totalizante, holístico, místico-religioso, si se quiere, que niega de plano el incuestionable triunfo de las ciencias físico-matemáticas y de la metodología de la investigación científica en el abordaje de los procesos políticos y sociales, que los historicistas pretenden sustituir con la intuición y el “esencialismo” que emana de la “comprensión vivencial” de las realidades históricas. La segunda, parte de lo que apenas es una tendencia conceptual –una hipótesis– y termina presentándola como un postulado conclusivo, como una “ley inexorable y universal” de la historia. En todo caso, en ambas tendencias se presentan los mismos defectos: creen que las fuerzas ocultas de la historia determinan las acciones humanas y que el conocimiento del pasado permite prever el futuro. Y es así como tales creencias son convertidas en leyes, en mandatos supremos. Es por eso que para Popper el historicismo es miserable, porque termina siendo el gran causante de la justificación de los peores totalitarismos padecidos por la humanidad. He aquí la lista negra de los “rufianes”, de “los más buscados” por mister Popper: Platón, Aristóteles, Hegel y Marx.

El entusiasmo con esta versión popperiana del historicismo tuvo un éxito formidable entre no pocos científicos de la política y la sociedad, particularmente entre los años setenta y ochenta, una época marcada, como se sabe, por la progresiva “muerte de las ideologías” y el advenimiento de los adioses a las viejas convicciones de unos cuantos ex camaradas que, en el fondo, nunca lograron tramontar, a pesar de sus muy sinceros y denodados esfuerzos, el más allá de la tercera página de la Fenomenología de Hegel o de los dos primeros párrafos de la Dialéctica negativa de Adorno. La era de las grandes ideologías y, con ella, de las complicaciones argumentativas –es decir, ”dialécticas”– en el horizonte de la comprensión histórica, había –¡por fortuna!– culminado, y ahora el vasto territorio del sentido común quedaba libre a sus anchas para poder cumplir el anhelado retorno a esas pequeñas satisfacciones de la vida, al fruto de las cosas más elementales –pero dulces–, en el que los viejos resabios de la abuela, el chinchorreo, la sabiduría popular, la buena cerveza y la metodología de las ciencias sociales se confunden y hermanan en un abrazo. Se trataba, finalmente, de dar “el salto del aguilucho” y de transmutar los rigurosos acordes de la Quinta sinfonía de Mahler por los cálidos compases del “Chiquitita” de Abba o el “Lady” de Kenny Rogers.

Lo cierto es que ningún historicista, plenamente consciente de serlo, puede permitirse el toupet de ser juzgado ni como un profeta del pasado o del futuro ni como un amante de los totalitarismos, según la ligereza de ignorantes y prejuiciosos, entregados a los brazos del entendimiento reflexivo. Más aún, ningún historicista, por respeto a sus propias consideraciones, podría llegar a argumentar la mamarrachada de representarse el porvenir como la predeterminada conclusión de “lo que pasó ayer”, y menos aún de concebir que “son los hechos” los que, por sí mismos, “tejen una cadena de eslabones inseparables”, fabricados con el material de los errores que, cual espantos, persiguen y se empeñan en acorralar a la humanidad.

El señor Popper ha sido, sobre todo, un severo y respetable crítico de los dogmas y los esquematismos, en cuanto al estudio de las “ciencias duras” se refiere. Pero la subordinación que hace en sus obras del saber histórico al uso y abuso –como solía afirmar Federico Riu– de sus intereses políticos inmediatos lo transforma en el peor de los fanáticos, capaz de representarse a Platón o a Hegel como los antecesores de Mussolini o de Hitler y a Stalin como el más legítimo heredero de Marx. Por ese camino, el general Pérez Arcay o el taimado Luis Miquilena –los primeros mentores de Chávez– terminarían siendo calificados como supremos historicistas convencidos, por más aventurado y temerario que resulte afirmar que sus vidas estuvieron consagradas a la lectura de –por lo menos– una sola página de la obra de Hegel, prestos, como en efecto, al servicio de la verdad y la libertad.

Claro que Popper tenía sus méritos. Eso es innegable. Pero no así sus repetidores de oficio. Afirmar que historicismo significa esa “manía de que los fenómenos son producto inevitable de las condiciones y de fuerzas históricas indetenibles”, además de mal escrito, sería como afirmar que el gran descubrimiento de Arquímedes consistió en inventar el jacuzzi y que Newton se hizo un nombre con la invención de los ordenadores Apple. Todo lo contrario, es el hombre, al decir de Marx, quien permite comprender la anatomía del mono, no la del mono al hombre. Ni son las “fuerzas históricas indetenibles” las que predestinan a la humanidad, sino que es la humanidad la que, con sus errores y virtudes, sus aciertos y desaciertos, se va labrando su propio destino en la historia. Es más, las tales “fuerzas” de la historia no son más que la objetivación de la propia acción de los hombres. Y es que tales “fuerzas” son, al decir de Vico, de “factura humana”, porque justo donde termina la creación de los hombres comienza la objetividad. Y a la inversa. Verum et factum convertuntur. Tampoco el historicismo se preocupa por pretender definir el futuro de la historia, porque su preocupación se centra en el presente y lo real. De hecho, como dice Hegel, la filosofía es el propio tiempo aprehendido con el pensamiento.

En el presente, y a diferencia de los férreos años de la dictadura neopositivista sobre el pensamiento libre, la vulgata de los esquematismos –tesis, antítesis y síntesis incluidas– contra el historicismo filosófico ha sido desechada por fraudulenta. Todo lector contemporáneo sabe bien que Hegel nada tenía ni de prusiano ni de totalitario y que entre Marx y el marxismo se alza, por cierto, una inmensa barrera, un auténtico “criterio de demarcación”. Y no se diga más de Platón y Aristóteles, por respeto a la inteligencia. Quizá una buena actualización contribuya a desechar los viejos prejuicios de otros años en unos cuantos y hasta contribuya a despistar los síntomas de la peligrosa peste de la mediocridad.

07/05/2020:

domingo, 10 de mayo de 2020

A QUIEN PUEDA INTERESAR

De la relación social del parlamento
Luis Barragán

Aula Abierta, expresión de la sociedad civil organizada, ha aportado a la opinión pública una propuesta de Ley Orgánica de Derechos, Deberes y Garantías de la Educación Universitaria.   Versamos sobre un acto de encomiable responsabilidad ciudadana en el que, por cierto, no han incurrido las propias autoridades de las  universidades en peligro, quizá a la espera de un hecho fortuito que las libere del inminente peligro que las (y nos) aqueja a propósito de la tristemente célebre y, faltando poco, intacta  sentencia 0324.

En fecha reciente,  la Fracción Parlamentaria 16 de Julio decidió promover el proyecto legal en cuestión.  Empero, ocupadas en otros menesteres que poco ayudan a la causa, contadas voces aseguraron de la indebida apropiación de un esfuerzo ajeno, sin hacer el propio, obligándonos a tres rápidas puntualizaciones.

Por una parte, expresamente reconocimos y valoramos la autoría del proyecto al suscribir el  oficio de remisión a la presidencia y a la secretaría legislativas, junto a la Exposición de Motivos y el Estudio Económico, llenando los extremos constitucionales y legales correspondientes.  Ha significado un nuevo llamado para emplear las  herramientas parlamentarias que espera una sociedad dispuesta al  distinto y eficaz relacionamiento con un órgano del Poder Público, más allá de las ocasionales atenciones que éste pueda graciosamente dispensarle.

Por otra, huérfanos de los planteamientos jurídicos mínimos y  concretos que, valga acotar, configuran una deuda de la corporación legislativa, pero también de las mismas universidades amenazadas,  hallando así otro grave síntoma del problema, apreciamos la contribución de la sociedad civil que legítimamente  demanda respuestas aún en medio de las peores e inéditas circunstancias adversas que atravesamos.  Y, si bien es cierto, hubo quienes saludaron la importante contribución, no menos lo es  que inmediatamente no fuese incorporada a la agenda asamblearia de trabajo, por lo que decidimos impulsarla para evitar que se diluyera, pues, aquejados todos por la consabida cuarentena, era injusto pedirle a Aula Abierta una muy  difícil  recolección de firmas para ejercer la llamada  iniciativa popular de las leyes.

Luego, precisamos,  la diligencia hecha no necesariamente equivalía a un acuerdo con todo el contenido de la propuesta, aspirando a su ingreso a la Cuenta y a su formal envío a la Comisión Permanente de Desarrollo Social para procesarla de conformidad con el Reglamento Interior y de Debates. Por lo demás, incurrimos en la inelegancia de recordar las numerosas denuncias,  iniciativas políticas, proyectos de acuerdos y de leyes que ha planteado la Fracción Parlamentaria 16 de Julio en las sesiones plenarias de la Asamblea Nacional, además de los medios de comunicación social: desde finales de 2018,   ocho son los debates celebrados sobre la educación a cámara plena y, en todos, hemos insistido en el diagnóstico, el pronóstico y la soluciones que amerita la crisis existencial de la universidad venezolana.

12/05/2020:
https://www.caraotadigital.net/opinion-1/relacion-social-parlamento

LA DIFERENCIA ENTRE PREDICCIÓN Y PRONÓSTICO

Prevención y parlamento
Luis Barragán

Son demasiados los hechos acaecidos y por acaecer que retan a la Asamblea Nacional. Ella ha sobrevivido a las embestidas de un régimen que la aspira como una dócil sucursal de sus intereses.

Lo que pueda ocurrir se suma a lo que efectivamente ocurre. Aunque es difícil de hallar el prototipo de un parlamento también dedicado al pronóstico por el arrollamiento de las realidades que no esperan.

Lo conversamos espontáneamente el diputado sucrense Juan Carlos Bolívar y el suscrito en el transcurso de una sesión ordinaria  anterior  a  la pandemia. Nos preguntábamos cuál sería el  otro de los peores  problemas que tendría que afrontar el país. 

Concluimos que el sanitario despuntaría como una amenaza y un peligro inadvertidos.  Cualquier evento de regular intensidad nos pondría en jaque por las conocidas condiciones reinantes en materia de salubridad.

No dio tiempo de concretar una iniciativa  para prever el asunto y plantearlo formalmente.  El oficialismo impidió el paso a la sede de la Asamblea Nacional y ésta ha tenido que sesionar en las calles y en las redes digitales bajo una recia y palpable persecución.´

miércoles, 6 de mayo de 2020

VIRUS DESESTRUCTURADOR EN LA DESESTRUCTURA

Una ventana de oportunidad para América Latina tras una década perdida
Carlos Malamud - Rogelio Núñez 

Tema
La crisis sanitaria y económica por la expansión mundial y regional del COVID-19 está poniendo en evidencia muchas de las ineficiencias de los sistemas político-institucionales de los países latinoamericanos, así como las carencias de su matriz productiva, lo que va a exigir reformas estructurales para modernizar los Estados y conseguir un desarrollo sostenible en el marco de la elaboración de un nuevo contrato social.
Resumen
La actual crisis económica vinculada al COVID-19 puede convertirse en el colofón de un conjunto de problemas estructurales que venían lastrando a la región desde 2013. También puede transformarse en un punto de inflexión ya que, al poner en evidencia las debilidades del sistema sanitario y al descubierto las carencias de las administraciones públicas, este cóctel podría llegar a ser una palanca que propicie el cambio mediante reformas estructurales que impulsen la modernización económica y aceleren la elaboración de un nuevo contrato social que otorgue estabilidad y mayor legitimidad a las democracias de las sociedades de la región.
Análisis
Cada una de las grandes crisis que ha padecido América Latina en su historia reciente (la de los años 30 o la de los 80 del siglo pasado) terminó con un cambio profundo de su matriz de desarrollo. El crash del 29 condujo a implantar primero y extender después el modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) y la “Década Perdida” de los 80 hundió el modelo ISI precedente y abrió las puertas a una economía más abierta al mundo, basada en la exportación de productos primarios sin elaborar.
La actual crisis económica vinculada al coronavirus puede convertirse en el colofón y en el punto de inflexión de un modelo de desarrollo que parece haber tocado techo tras acabar el tiempo de bonanza (2003-2013). Es el colofón de un conjunto de problemas estructurales que lastraban a la región desde 2013: un modelo económico y político disfuncional que no garantizaba un crecimiento económico sostenido, ni un desarrollo sostenible e inclusivo, ni iba acompañado por un Estado eficaz y eficiente para implementar políticas públicas favorables a los sectores vulnerables y canalizar las demandas de las clases medias emergentes.
Todas estas rémoras estaban detrás de los estallidos sociales y las protestas de finales de 2019 que barrieron toda la región. A esa situación previa de desafección política y frustración de expectativas se une ahora el golpe que para las economías latinoamericanas va a suponer esta crisis ligada a la pandemia y que lleva a la región a una nueva “década perdida”. Esta posibilidad ha sido admitida por el director del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), Alejandro Werner (“La región tiene ante sí el espectro de otra década perdida entre 2015 y 2025”). Si bien no se sabe aún si la salida de esta recesión será breve (en forma de V o T) o larga (en forma de U o incluso de L), lo cierto es que América Latina, tras vivir años de estancamiento o débil expansión económica (2013, 2014, 2015, 2018 y 2019) y crisis (2016-2017), entra ahora en una fase de recesión (2020-2021). A la depresión mundial se une la parálisis económica y productiva que ya está provocando en América Latina las políticas de lucha contra la pandemia que están implementándose (cuarentenas y toques de queda). La parálisis económica que empezó con la interrupción del comercio con China a partir de su aislamiento en enero ha seguido cuando la pandemia se extendió por la UE desde marzo y por EEUU a partir de abril. El peor momento se producirá en los próximos meses, ya que se calcula que el pico de contagios en América Latina llegará en mayo o comienzos de junio.
En 2020 América Latina sufrirá una contracción del -5,2% según el FMI y del -1,8 según la CEPAL. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) prevé una caída de entre un -1,8% y un -5,5%. De confirmarse estas cifras, sería la recesión más profunda desde la II Guerra Mundial. De igual manera, el Banco Mundial cree que la caída del PIB rondará el 4,6%, la mayor caída desde que ofrece este tipo de datos (1961). A diferencia de la crisis de 2009, cuando la región venía de un extendido período de bonanza (2003-2008), América Latina está atrapada en una dinámica de bajo crecimiento, ralentización y crisis desde 2013, lo que reduce considerablemente su margen de maniobra. La región cerrará en 2020 su período de menor expansión de los últimos 40 años con una renta por habitante que habrá caído más de un 4% en los seis últimos años, según la CEPAL. El año 2019 finalizó con un crecimiento mínimo (0,1%) y se esperaba, antes de la crisis del coronavirus, que la expansión subiera al 1,3%. Esta cifra, que ya era insuficiente para corregir el declive acumulado, ahora resulta envidiable cuando se calcula que países como México podrían rondar una contracción del -4% o incluso superior al -6%.
Crisis y cambio estructural
Si bien la crisis ligada al COVID-19 es el colofón para América Latina de los problemas estructurales acumulados, también puede ser un punto de ruptura e inflexión. No sólo va a desnudar las debilidades del sistema sanitario de sus países, sino que también evidenciará las carencias financieras y humanas de las administraciones públicas y los Estados, así como de las instituciones políticas. Igualmente, esta crisis mostrará los límites de la matriz productiva, que desde 2013 viene dando señales de agotamiento y disfuncionalidad. Esto supone mayores dificultades para afrontar la crisis desde el punto de vista financiero y fiscal, así como productivo y, sobre todo, para evitar un empeoramiento de la situación social de los sectores más vulnerables y de los vinculados a la economía informal. Esta crisis mostrará los problemas estructurales que arrastran los países latinoamericanos, tanto para afrontar sanitaria, financiera y fiscalmente a la pandemia como para reactivar la economía y modernizar el entramado productivo para crecer de forma continuada y sostenible social y ambientalmente y vincularse sólidamente a la cuarta revolución industrial.
La crisis puede ser una ventana de oportunidad para que los países latinoamericanos, una vez superada la pandemia, impulsen las pospuestas reformas estructurales. Pospuestas porque la bonanza de 2003-2013 las colocó en un segundo plano, ya que el auge económico parecía hacerlas innecesarias. Luego, al inicio de la ralentización (2013-2016), muchos gobiernos pensaron que era una circunstancia pasajera y que pronto regresaría la bonanza. Entre 2017 y 2019 el intenso calendario electoral –15 elecciones presidenciales– impidió acometer cambios y transformaciones justo cuando la economía caía en número rojos (2016-2017) o estaba en una situación de crecimiento anémico (2018-2019).
Tras la pandemia llegará la hora de diseñar e impulsar la nueva agenda regional, aunque habrá que comenzar a trabajar en ella desde ya. Esto implica tres grandes áreas que van desde lo político-institucional (diseño de Estados eficaces y eficientes), a lo económico (impulso de una nueva matriz de desarrollo sostenible, inclusivo e integral basado en la educación, la innovación y la productividad), y todo dentro de un nuevo contrato social que refuerce la democracia y garantice el bienestar de la ciudadanía.
(1) El diseño de Estados eficaces y eficientes
La nueva coyuntura que abre la pandemia mostrará que los países de América Latina carecen de Estados eficaces, con estructuras administrativas bien financiadas capaces de poner en marcha políticas públicas eficientes. Son Estados que no cuentan con los medios y recursos sanitarios suficientes (la región invierte sólo el 2,2% del PIB en sanidad frente al 6% que recomienda la OMS), producto de su acotado margen fiscal y financiero ante emergencias como la del COVID-19. Sólo Perú, Brasil y Chile han puesto en marcha potentes políticas contracíclicas. Son las tres grandes excepciones, con un gasto previsto del 12%, 10% y 6,7%, respectivamente, lo que contrasta con otros planes limitados como el argentino (apenas supera el 1%) y, sobre todo, el mexicano.
Los límites fiscales y financieros nacen de la escasez de fuentes autóctonas de financiación por los bajos niveles de ahorro interno. La presión fiscal de los Estados latinoamericanos es muy baja. Si bien Brasil y Argentina superan el 30% del PIB, aunque con una gestión ineficiente, la media regional sólo llega al 23% del PIB, cuando la de la OCDE es del 34%. América Latina es muy heterogénea en lo relativo a la presión fiscal. Los países que menos impuestos pagan son Guatemala (12,6% del PIB), República Dominicana (13,7%) y Perú (16,1%). En el otro extremo está Cuba (41,7%) –cuya alta fiscalidad responde a las características particulares de un régimen de economía socialista, planificada y centralizada–, seguido por Brasil (32,2% del PIB) y Argentina (31,3%). Una de las lecciones que deja la lucha contra el COVID-19 en América Latina es la necesidad de impulsar reformas fiscales que, bien hagan más eficiente el gasto (Argentina y Brasil), bien aumenten los ingresos y amplíen el espacio fiscal para dotar a los Estados de los recursos suficientes para hacer frente a crisis e imprevistos como los actuales y ser capaces de ofrecer servicios públicos de calidad apoyados en administraciones profesionales con recursos humanos y técnicos adecuados.
(2) Un nuevo modelo y matriz de desarrollo
La actual recesión va a poner en cuestión la matriz productiva de la región apoyada mayoritariamente en la exportación de materias primas sin valor añadido y escasa innovación, con una débil vinculación a las grandes cadenas internacionales de valor y con predominio de la economía informal. Antes del coronavirus, América Latina ya daba señales de estar en la periferia de la revolución digital. El bajo crecimiento económico y la ausencia de reformas estructurales han condenado a la región a un papel secundario en el contexto internacional. Tras de la mayoría de los déficits regionales se encuentra una escasa apuesta por la innovación, tanto de las administraciones públicas como del sector empresarial. La región vive de espaldas a la innovación, clave para el desarrollo y eje del gran cambio estructural que todavía debe llegar a América Latina. Las dos grandes asignaturas pendientes de las economías latinoamericanas (la baja productividad y su reducida competitividad) se relacionan con la falta de innovación vinculada a la inversión en capital humano (educación) y capital físico (infraestructuras y logística). En su lugar, en estos años, ha aumentado el trabajo informal (ineficiente, improductivo y sin ventajas comparativas), lo que se combina con unas exportaciones regionales, mayoritariamente, carentes de valor añadido y sin vinculación con las principales cadenas de valor internacional.
Esta crisis ha demostrado que el talón de Aquiles de las medidas de confinamiento impulsadas en América Latina es la ineficiencia económica y el gran peso de la informalidad (cerca de 130 millones de latinoamericanos tienen empleos informales, lo que en Perú, por ejemplo, representa el 70% de la población laboral). La informalidad se ha convertido en un gran obstáculo para implementar este tipo de medidas de confinamiento al dejar sin recursos ni ingresos a quienes viven al día y dependen de lo que ganan cada jornada.
El auge del sector informal es paralelo al retraso en innovación. Pese al amplio consenso entre los economistas en torno a que la inversión en I+D+i es la variable que mejor explica el crecimiento a largo plazo de las economías desarrolladas, este principio apenas se aplica en América Latina. Las administraciones públicas, mal financiadas, sin recursos y con islas de excelencia en medio de páramos de ineficacia y falta de preparación, no articulan, canalizan ni propician la innovación. La última edición del Índice Mundial de Innovación, de junio de 2019, corrobora estas ideas. Las economías latinoamericanas no se encuentran entre las mejor posicionadas. Las más destacadas están en los lugares centrales del Índice. Chile, en el 51º, Costa Rica, en el 55º, y México, en el 56º, son los países latinoamericanos mejor situados. La mayoría ocupa el tercio final del ranking.
Este es uno de los grandes déficit regionales: sin inversión en I+D+i el crecimiento económico se estanca y los beneficios marginales se reducen. Para seguir creciendo y converger con las economías avanzadas la innovación es clave. Su ausencia ha provocado que la mayor parte de los países latinoamericanos cayeran en la llamada “trampa de la renta media”. La falta de reformas estructurales les impide completar, en el caso de ser posible, la transición a economías plenamente desarrolladas. Por eso no alcanzan un desarrollo inclusivo (tienen ciclos económicos muy volátiles que no permiten un incremento sostenido de sus niveles de ingreso per cápita), ni presentan mejoras en productividad y competitividad, ni desarrollan la institucionalidad suficiente.
La brecha de productividad en América Latina comienza con unos costes logísticos que se sitúan entre el 16% y el 26% del PIB, mientras que en los países de la OCDE están ente el 8% y el 9%. Para desarrollar los sistemas de transporte, energía y telecomunicaciones la región necesitaría destinar un 5% del PIB durante una década, pero esta sólo suele rondar el 3%. La inversión media en los últimos 30 años ha sido del 2,2% del PIB, según diferentes estudios de CAF y el BID. El desarrollo de las infraestructuras no sólo incluye las redes de comunicación y transportes (puertos, aeropuertos, autovías o ferrocarril), sino también otros sectores como telecomunicaciones, agua y saneamiento. Se trata de sectores clave en las medidas de prevención de pandemias como la actual. Como ejemplo de este déficit en infraestructuras, la CAF cita los 288 millones de personas sin conexión a Internet (muy importante para acceder a la telemedicina o desplegar nuevas formas laborales como el teletrabajo) o los 60 millones sin saneamiento, cuando las medidas higiénicas (agua y jabón) son la mejor herramienta para evitar el contagio.
(3) Un nuevo contrato social
La salida de esta crisis también conlleva la elaboración de un nuevo marco de relación entre gobiernos y ciudadanía. Una vez pasada la pandemia, los presidentes latinoamericanos tienen por delante otros desafíos. A medio plazo, la reconstrucción económico-social tras la recesión y el parón productivo. En paralelo, diseñar un Estado eficaz, unas administraciones públicas eficientes y una matriz productiva diversificada y basada en la innovación. En ese mismo contexto, el gran reto, en este caso político-social, consistirá en elaborar un nuevo contrato social, más urgente aún si cabe, tras las protestas de 2019 y por las consecuencias que sobre las sociedades latinoamericanas va a tener la hecatombe económica en 2020.
Los gobiernos afrontan la asignatura pendiente de encauzar y dar respuesta a las demandas sociales que emergieron en 2019 y se plasmaron en las diferentes y heterogéneas protestas en Venezuela (febrero/abril), Puerto Rico (junio), Ecuador (octubre), Chile (octubre), Colombia (noviembre) y Bolivia (noviembre). Esas demandas siguen existiendo por más que ahora estén en un segundo plano y, probablemente, se vean incrementadas tras la crisis del COVID-19. Los cambios que ha experimentado América Latina desde los años 90 se deben al ascenso de una heterogénea clase media, compuesta por sectores mesocráticos consolidados y otros vulnerables, así como la llegada al mercado laboral de crecientes oleadas de jóvenes más preparados, empoderados por las redes sociales y exigentes, que no encuentran salida a sus demandas. Todo ello obliga a los Estados a elaborar nuevos marcos legales, políticos e institucionales que propicien la cohesión social como vía para fortalecer las instituciones democráticas incrementando el vínculo entre ciudadanía y Estado y dando respuesta a las demandas ciudadanas a fin de evitar la actual pérdida de legitimidad –como demuestra la creciente desafección ciudadana–, que pone en riesgo su continuidad y estabilidad.
El pacto social debe combatir la desigualdad no sólo de ingresos sino de oportunidades y de trato, y garantizar un crecimiento sostenible y sostenido. Se trata de construir Estados transparentes con rendición de cuentas (antídoto frente a la corrupción que erosiona la democracia). Las administraciones eficaces y eficientes son necesarias para poner en marcha políticas públicas que garanticen la seguridad ciudadana y jurídica y la equidad (igualdad de trato y oportunidades y garantía de progreso individual e intergeneracional), que promuevan el bienestar (empleo formal y una mejor calidad en educación, salud y transporte) y la viabilidad del sistema de pensiones, y que mejoren las opciones de las nuevas generaciones que se incorporan al mercado laboral, que buscan empleos que no sean informales.
El nuevo contrato social parte de la necesidad de contar con instituciones eficaces y eficientes, transparentes, no cooptadas por intereses particulares y capaces de dar respuestas adecuadas, mediante políticas públicas eficientes, a las demandas ciudadanas. Las administraciones públicas latinoamericanas están fracasando a la hora de canalizar las demandas ciudadanas. Según el Latinobarómetro de 2018, un 78% reconoce tener poca o ninguna confianza en su gobierno, un 20% más que hace una década. Tampoco la tienen en las elites, en un contexto de crecimiento de un fuerte sentimiento antielitista.
La satisfacción con los servicios públicos, según el Latin American Public Opinion Project, cayó en los últimos 10 años del 57% al 41% y el apoyo a la democracia en la región bajó del 67,6%, en 2004 al 57,7% en 2019. El desafío pasa por construir una administración eficaz y eficiente, lo cual implica no tanto “más Estado” sino “mejor Estado” (burocracias pequeñas y flexibles): administraciones profesionalizadas, ajenas a los intereses partidistas, con las suficientes herramientas financieras (mayor músculo fiscal) y tecnológicas (utilizando innovaciones digitales para mejorar la gestión de la información y racionalizar los procesos administrativos). Esto último conlleva acometer la transformación digital del Estado no sólo para la toma de decisiones sino para preservar la transparencia facilitando un mayor acceso a la información y su uso eficaz para evitar la corrupción y mejorar la gestión. La lucha contra la pandemia está fortaleciendo a los Estados latinoamericanos y es un buen momento, a partir de una carga adicional de legitimidad, para emprender un proceso de reformas que conduzca a Estados mejor estructurados, más eficientes y mucho más preocupados que en el pasado por el interés general y no por intereses sectoriales.
Para conseguir estos objetivos se requieren recursos financieros y humanos. Los países latinoamericanos recaudan poco –la mayoría– y gastan mal, lo que produce administraciones públicas con poco músculo. Además, éstas están lastradas por la falta de confianza entre la ciudadanía y las empresas. América Latina acumula cuatro años sin mejorar en el estudio de Transparencia Internacional sobre corrupción y sólo tres países –Uruguay, Chile y Costa Rica– están sobre la media mundial. Finalmente, se trata de promover un servicio público técnicamente competente y fiscalmente sostenible que logre resultados que respondan a las necesidades ciudadanas.
El nuevo contrato debe cimentar la relación entre ese Estado más eficaz y eficiente y la ciudadanía para garantizar, sostener y profundizar la gobernabilidad democrática. Debe tener un marcado acento social, desprendido de cualquier sesgo proelitista, que atienda y dé respuesta a las demandas en torno a una educación de excelencia, un sistema de salud de calidad y universal y unas pensiones dignas. Los sectores sociales emergentes aspiran a obtener y preservar la mejora social tanto a escala personal como intergeneracional. Esta última pasa por un sistema educativo que otorgue a las nuevas generaciones las herramientas formativas necesarias para insertarse en el mercado laboral y responder a las exigencias de la revolución tecnológica.
En este aspecto los Estados latinoamericanos, si bien han conseguido erradicar el analfabetismo, no han logrado financiar una política educativa que promueva la excelencia ni se adapte a las nuevas demandas. El problema no es tanto de cantidad del gasto (salvo para para Haití, Guatemala y Perú, los que menos invierten en educación) sino de calidad: la porción más importante va a las universidades, no a las escuelas primarias y secundarias y mucho menos a la preescolar. Otra parte se pierde en plazas fantasma de profesores, contratos inflados, beneficios sindicales y otras formas de corrupción. Además, los métodos de enseñanza se encuentran desactualizados, al margen de la revolución tecnológica, lo que redunda en una baja motivación de los estudiantes.
Otra asignatura pendiente es la de propiciar una adecuada formación laboral, que responda a las demandas de las nuevas generaciones, con empleos formales y de calidad. La informalidad laboral condena a los jóvenes a trabajos precarios y deja a una parte considerable de la población fuera de un sistema de pensiones, para el que no ha cotizado. La OIT calcula que cerca de 10 millones de jóvenes (uno de cada cinco) no consiguen incorporarse a un mercado laboral que no cuenta con una red de protección para los trabajadores en casos de crisis como la actual y que no fomenta la estabilidad a largo plazo.
El nuevo contrato social debe garantizar pensiones dignas, de alcance universal y fiscalmente sostenibles. En muchas de las protestas y movilizaciones que sacudieron la región está presente el temor por las pensiones futuras y presentes, que no garantizan la calidad de vida. El problema puede agravarse al perder América Latina el bono demográfico que le favorecía, ya que el envejecimiento poblacional se acelerará en las próximas décadas. Para 2050, la población mayor de 65 años se triplicará, lo que hará más difícil y costoso satisfacer la creciente demanda de servicios públicos como salud y jubilación.
Conclusiones
La pandemia del COVID-19 tiene todos los componentes para transformarse en América Latina en una crisis de fin de época. No sólo por la fuerte recesión que desencadenará –de menor duración pero mucho más profunda que la de 2009– sino también porque pondrá en evidencia las elevadas y generalizadas limitaciones e insuficiencias que caracterizan a los Estados, a las administraciones, a la matriz productiva y al entramado social a la hora de dar una respuesta eficaz y de proteger a sus sociedades frente a crisis recurrentes o sucesos catastróficos imprevistos.
Una vez superada la pandemia llegará la hora de pensar, diseñar e impulsar la agenda futura. Ese proyecto comprende tres grandes áreas que van desde lo político-institucional (diseño de Estados eficaces y eficientes) a lo económico (impulso de una nueva matriz de desarrollo sostenible, inclusiva e integral basada en la innovación y en la productividad), enmarcado todo ello dentro de un nuevo contrato social para reforzar las democracias y garantizar el bienestar de la ciudadanía (mejor acceso y mejores servicios públicos en sanidad, educación y otros aspectos).
Es necesario un rediseño político-institucional que genere amplios consensos políticos para garantizar la continuidad de los cambios y transformaciones que se ejecuten. El objetivo de las reformas estructurales será convertir en más productivas y competitivas a las economías regionales, cambiando la matriz productiva para hacerla más diversificada, vinculada a las cadenas globales de valor, con una decidida apuesta por introducir valor añadido e innovación a las exportaciones y con un Estado más eficaz y eficiente cuyas políticas públicas estén centradas en apoyar la inversión en capital humano y físico.
Más allá del tópico (“las crisis como oportunidad”), lo cierto es que si de la depresión de los años 30 emergió una América Latina que apostó por la industrialización –y también por el autoritarismo político– y los 80 engendraron una región más democrática, más abierta al comercio y más sana macroeconómicamente, de la actual recesión (que cierra un período de largo estancamiento) puede salir una América Latina fuertemente vinculada al gran reto de futuro que supone la cuarta revolución industrial-digital.
 
Fotografía: Tom Fahy.  Vitral en la estación de metro La Paz en Caracas, Venezuela (1995). 
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