Preocupa la noticia. Retención o incautación de bicicletas, pendiente la suerte personal de los ciclistas. No sabemos de las distinciones que puedan hacer las tales autoridades prestas a un procedimiento que les da trabajo, o que, por darlo, puede generar algún beneficio pecuniario. ¿Cuál es la doctrina del funcionario público en este momento sobre la materia? ¿De qué se vale para reconocer y valorar al andante de dos ruedas? ¿Qué percepción de la realidad tiene?
Sin gasolina, cada quien busca la manera de movilizarse a sabiendas que esas autoridades no los libra del acoso de la delincuencia común. La bicicleta es un recurso que prolifera en la medida de lo posible, porque el siglo XXI lo hizo increiblemente costoso. Ya ni los niños se ven con su triciclo. En medio de la pandemia, alarma que haya ciclistas de recreación que, por grupos, con la contraproducente mascarilla para el prolongado esfuerzo físico, recorran las calles. Unas veces, la policía es indiferente y, en otras, se afincan (todos sabemos la connotación de término). No obstante, también obran dos o tres circunstancias: la una, que el Estado o lo que queda de él, deliberadamente nos desinforma de la situación de salubridad del país, pues, comentarista insigne de las cifras que paren otras latitudes, las que acá se exhiben no lucen convincentes, claras y susceptibles de refutación, aunque ya los hay quienes apuntan a sus inconsistencias; la otra, quizá por aquéllo de no conocer un caso de COVID19, cercano o más o menos cercano, tenemos la impresión generalizada de un régimen que nos engaña, como sistemática y descaradamente lo hace en otros ámbitos; y, luego, las autoridades de "abajo" ni la ciudadanía, tienen las precisiones que les son indispensables para consentir unas reglas claras de convivencia en medio de la pandemia.
No quisiera ver a ciclistas de placer (entendiendo la necesidad hta de entrenarse al aire libre), por estas calles, pero - a la vez - no quisiera ver más en mi país a un régimen que, en el caso de hablar con honestidad y transparencia, repentinamente, no tiene la capacidad más elemental para flexibilizar la cuarentena, dándole cupo a las personas que temen morir de hambre, lo más seguro, antes que por el coronavirus.
El riesgo es de la campal ignorancia, sobre todo de las autoridades operativas, las de "abajo", para tratar el asunto ciclístico. El riesgo es andar a ciegas por estas calles, respecto a los ciclistas de recreación.
(LB)
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