"... Es obvio que aunque el pensamiento filosófico podía encaminarse hacia el Dios encarnado, esto no bastaba para hacerme creer en él. Era preciso que me fuese atestiguado y que ese testimonio se me impusiese. Creí en la fe de los demás antes de atreverme a decir que esa fe era mía. Primero tenía que franquear un umbral, y ese umbral es lo que llamamos conversión"
Gabriel Marcel
("Incredulidad y fe, Ediciones Gudarrama, Madrid, 1971:169)
Ilustración: Joseph Brickey.
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