Weston nuestro de cada día
Nicomedes Febres
Nunca he pasado tanto tiempo fuera de Caracas por lo que estoy como perro sin amo y hablando de amos aun no entiendo porque aquí en USA los perros aun no votan porque, no serán los dueños de las casas, pero si son los amos de los dueños. Nunca he visto tanta perrofilia en mi vida. El mercado de los productos perrícolas es casi del tamaño de los productos humanos. Al levantarme y luego de escribir la columna camino mis 6 km y me cruzo con mucha gente, respetando la distancia social y nadie se toca. Hay Americanos catires con sobrepeso de edad mediana que nos saludamos de lejos con la mano, con la mirada, incluso una sonrisa. Se ve que son gente cordial pero distinta. Con nipones que son muy cordiales y caminan rapidito, casi sin separar los pies del suelo y van con sus esposas y se inclinan para saludar. Con muchos latinos, incluiría aquí a los venezolanos, pero no, ellos son diferentes y me explico, las mujeres de otra nacionalidad latina van ataviadas con naturalidad para hacer ejercicios, algo cotidiano diría yo, unos zapatos Adidas, un mono, o una franela y pantalones de ejercicios, pero las venezolanas no, ellas van perfectamente maquilladas, con el juego de ropa para caminar definitivamente a la moda y con la marca a la vista, un poco cursi y exagerado si, pero distinto, llevan tantas pulseras como una juez, unos pañolones de firma al cuello con ese calorón y andan viendo para todos lados para saludar y ver si conocen a alguien. Por supuesto, he encontrado a varios amigos con los cuales he conversado de lejos manteniendo la distancia social, frase que me recuerda viejos tiempos coloniales, de separación entre las castas. Los venezolanos esposos de las seudo jueces, la mayoría en la edad media, van o con audífonos o hablando por teléfono y con aires de importancia y por supuesto no saludan a nadie. Pero me he encontrado con viejos amigos y hemos hablado por aquí, por teléfono, incluso almorcé con un viejo compañero de clase en medicina, casi un hermano para mí, y que vive en Miami desde hace diez años. Luego me recluyo a trabajar por internet, y saben, internet no se cae, y el agua no esta racionada, pero por ser de talante ecologista y amar el agua, siempre evito malbaratarla, pero aun abro el chorrito de agua como si estuviéramos en Caracas. Es que son demasiados años de racionamiento y uno no se acostumbra tan rápido a lo bueno. Cuando salimos al automercado da dolor ver como uno tras otro los centros comerciales permanecen cerrados. Solo imagínense al Sawgrass Mills cerrado siendo el centro comercial más grande del mundo y son cuadras y cuadras de locales vacios, de hoteles para compradores deshabitados. Gran parte de las camionetas que circulan son de empresas de encomiendas: UPS, Amazon, Federal Express, y muchas otras porque las ventas por internet son monumentales y el servicio es impecable. Usted puede por internet hacer su compra de comida y pagarla y a las dos horas le ha llegado a su casa, sin trampas o productos defectuosos. Así es con restaurantes, tiendas de cualquier tipo, incluso servicios. Otro día hablaré de los automercados y de la carrofilia de aquí que es otro tema. Estudio con curiosidad taxonómica a esta cultura tan especial y diferente a Europa y a nosotros que somos más europeos, para bien y para mal. Por supuesto aquí los venezolanos tratan de imitarlos más que de entenderlos.
En la foto la linterna mágica de la fachada del Banco de Venezuela en su sede inicial de Sociedad a Gradillas, o de Sociedad a San Francisco, creo que es más la primera.
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