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domingo, 17 de mayo de 2020

AHORA, DESPORVENIRIZADOS

Del futuro de antes
Luis Barragán

El huésped peligroso, aunque no tanto como el régimen que lo recibe y celebra, ha llegado a un país que jamás se pensó en medio de una catástrofe humanitaria.  De las formidables victorias contra la malaria, o de las incontables promociones de los profesionales de la salud,  muy poco saben las más recientes generaciones. 

Igualmente impensable, fue la extraordinaria cuantía de los desplazados y refugiados, provenientes de todos los sectores sociales,  que ahora trillan el globo terráqueo por su más elemental sentido, instinto o pusión de supervivencia.  Por el contrario, reivindicando nuestro optimismo, fuimos receptores de un masiva inmigración, abriendo  generosamente las puertas a quienes efectivamente se integraron al país, ahora, también  reacios a abandonarlo.

Digamos, hicimos nuestra una consigna de la modernidad: el progreso. Y quizá representativo de aquél futuro que cultivamos, esperamos por ganar un cuadro de caballos del “5 y 6” que, definitivamente, mejorara nuestras condiciones materiales de vida, o de llevar exitosamente a un hijo a la universidad para emular la hazaña del Albertico Limonta de “El derecho de nacer” que, en radio o televisión, caló profundo en el imaginario colectivo.

Por instantes, recordamos al viejo condiscípulo que aspiraba a fundar, culminando sus estudios, un escritorio jurídico tan imbatible como lo soñó su padre, recibido como abogado con los incontables sacrificios que pudo ahorrarle al hijo  O el sueño del beisbolista que contrató o podía contratar como profesional para salir de la pobreza, si no recordamos mal la novela “Campeones” de Guillermo Meneses.

Aquella noción de porvenir que albergaron los venezolanos de determinadas generaciones, ya olvidadas de las guerras y escaramuzas civiles que condicionaron a los antecesores, se ha diluido inexorablemente ante las realidades que se imponen a la fuerza.  De la indecible desmembración familiar, los muchos se resignarán a soñar con una decente supervivencia ante las circunstancias foráneas o las que nos jugamos en casa propia;  acaso, esperando que algunos de los sucesores pueda pisar la universidad, o ganarse el “gordo” de la lotería decembrina de Madrid para cumplir con las remesas correspondientes.

Fotografía: EFE. Un grupo de niños busca comida entre bolsas de basura que obtuvieron en una panadería, el pasado 10 de noviembre en el barrio Las Mercedes de Caracas.
https://www.elcolombiano.com/internacional/venezuela/crisis-de-venezuela-desde-las-calles-HX9909988
19/05/2020:
https://www.caraotadigital.net/opinion-1/del-futuro-de-antes

domingo, 1 de julio de 2018

ALEGRÍA DE TÍSICO

Botar  la casa por la ventana (por un instante)
Siul Narragab


La primera vez que la vimos, por esta misma época, fue hace tres años: muchachos encaramados en una caravana corta de vehículos, con globos y grandes cornetas, celebrando su graduación. Nos sorprendió que fuesen adolescentes portadores de una estupenda algarabía que dejaban ver el letrero que notificaba a los viandantes de la conclusión de sus estudios de bachillerato.

La escena, muy antes propia de los universitarios que dejaban constancia del pregrado superado, nos sorprendió, pues, si fuere el caso, los estudios de secundaria fueron siempre un trámite tan normal, como los de la primaria. Y, por siempre nos preguntamos en torno al modesto logro en las aulas y la necesidad de botar la casa por la ventana que a cada hogar parece ahora urgirle, prohibida las celebraciones otrora fastuosas del cumpleaños,  matrimonio,  bautizo o  primera comunión.

Un estudio de las sonoridades de nuestras principales ciudades, por elemental que fuese, revela que los grandes fiestones que tanto irritaban a los vecinos, en horas de la  madrugada, ya concluyeron. Con las excepciones de rigor, nadie tiene para malbaratar los reales con un festejo del cual, a las pocas horas, se arrepentirán por el gasto que acarrea, y, a lo sumo, cualquier esquina de una aldea, pueblo o metrópoli – venida a menos – está autorizada para arriesgar con una cava, hielo y licor del más barato, con la música de rigor, rompiendo la noche.

Una de tres, o las tres: sobre todo, las clases medias festejan el bachillerato, porque  están seguras que no lo harán con el grado universitario de los vástagos que tienen por ilusión una mejor vida en el extranjero, con escasas posibilidades de cursar estudios superiores; derrumbada la opción – precisamente – de las rumbas decembrinas, por algún instante en la vida existe la muy terapéutica de una fiesta que nos saque del creciente deterioro y su correlativa depresión; el título de bachiller, como el certificado de algún diplomado, taller de manualidades, cursillo informático o su equivalente en el ámbito de los automotores, la impermeabilización o el yoga, significa una mejoría así diste de una licenciatura universitaria que reportaba la rápida movilidad social de los mejores tiempos petroleros.

Las caravanas de adolescentes que, por supuesto, no lanzan ni un solo caramelo (hoy, cuesta la unidad 150 millones reales y constantes), apuntan al nuevo costumbrismo urbano y post-rentista. Y, de seguir este socialismo de porra, ya no habrá sino “perreras” para alquilar y celebrar un hecho: el de la mismísima supervivencia personal, en medio del prolongado marasmo.

01/07/2018:http://www.opinionynoticias.com/opinionnacional/32991-narragab
Fotografía: http://www.radiomundial.com.ve/article/graduandos-se-expresan-libremente-en-las-calles-de-caracas-fotos

viernes, 17 de abril de 2015

FIESTA

La Tejedora de Cantos
La historia de Joaquín Rodrigo

La historia del gran compositor Joaquín Rodrigo es impactante. Cuando apenas tenía tres años, llegó a España la epidemia de escarlatina, que produjo miles de víctimas. Una de ellas fue Joaquín Rodrigo quien quedó ciego a tan temprana edad. Sus padres no se desanimaron por esta desgracia, sino que al darse cuenta de que el niño había perdido la vista, agudizó mucho el sentido del oído; lo encaminaron hacia la música, y después de haber hecho estudios musicales con enormes sacrificios, logró llegar a componer piezas mundialmente famosas, como el Concierto Andaluz y el Concierto de Aranjuez!
Muchas veces una desgracia nos paraliza. Solemos pensar que nuestra vida ha acabado porque se nos destrozan los planes que hemos hecho para ser felices. Pero no nos damos cuenta que todo lo que nos está pasando es una manera en la que Dios nos dice: "Cambia el rumbo, tengo algo maravilloso para ti, algo mucho más grande de lo que jamás imaginaste poder vivir". Así que no nos demos por vencidos porque algo no sale como lo planificamos, tan solo busquemos un cambio y encontraremos una senda llena de prometedoras "piezas de música" que harán de nosotros muchos que dejaremos una huella.
¡Que Dios nos de felices días con fuerzas renovadas en este nuevo camino que nos espera!

Fuente: https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10204151139925232&set=a.1009207996970.2000651.1428064065&type=1&theater
Ilustración: Pablo Picasso, "El guitarrista ciego".