sábado, 12 de febrero de 2011

de la razón dialógica


EL NACIONAL - Sábado 12 de Febrero de 2011 Papel Literario/3
La Ética dialógica de Gadamer
"Esa racionalidad que dirige la praxis se llama en Aristóteles phronesis. Sólo se acredita en la situación concreta, y por encima de ello siempre está ya incluida en un contexto vital de valoraciones, costumbres y convicciones comunes: en un ethos".
Hans-Georg Gadamer
ANÍBAL RODRÍGUEZ SILVA

Verdad y método, libro publicado en 1960, es como Crítica de la razón pura de Inmanuel Kant: un libro de la madurez intelectual. Escrito y publicado cuando su autor, HansGeorg Gadamer, pasaba los 60 años de edad, luego de su periplo vital de docente e investigador universitario.

El autor había sido testigo de las transformaciones fundamentales del siglo XX: el nacimiento de las vanguardias artísticas, dos guerras mundiales, el Holocausto, la caída del Tercer Reich y vivió aún más para observar los cambios de la cultura mundial producto de las nuevas tecnologías. Nació un 11 de febrero de 1900 en la ciudad alemana de Marburgo.

Hijo de un prominente investigador de las Ciencias Naturales, Johannes Gadamer, quien nunca aprobó la vocación de su hijo por las Artes y las Humanidades.

Verdad y método tematizó para la Filosofía un término que a primeras luces parecía esotérico: la hermenéutica. Tanto el título como el subtitulo de la obra han sido motivo de malentendidos sobre el asunto que trata el libro. De una parte hay quienes pretenden ver en el libro una franca oposición entre la verdad y el método. Por otro lado, hay quienes insisten en ver a la hermenéutica como método, como preceptiva de las Ciencias del Espíritu o Humanidades como le llamamos en español.

Sin embargo, el tema es otro: se trata de intentar superar la conciencia metodológica que han monopolizado a las ciencias a partir de los hallazgos de Galileo, René Descartes y Newton. Por otra parte, propone demostrar la relación de las verdades de las Ciencias del Espíritu con la experiencia del mundo de la vida. En efecto, hasta el siglo XIX por hermenéutica se entendía el método de interpretación de los textos jurídicos, religiosos y literarios.

Para Gadamer será el Romanticismo alemán el que propugnará la superación de la hermenéutica como metodología e iniciará una perspectiva en la cual se concibe como un sistema universal de la comprensión. Esta noción de hermenéutica se la debemos a F.

Schleiermacher para quien no existía diferencias entre Subtilitas explicandi y Subtilitas inteligendi. Es decir, no existe un momento de la interpretación separado del momento de la comprensión. Con Schleiermacher la hermenéutica es arte y análisis del mismo acto del comprender, no existe diferencia entre teoría y praxis, categorías éstas deudoras de la concepción científica instrumental que ha dominado los últimos 300 años en Occidente. Con Gadamer la hermenéutica constará de tres momentos: Subtilitas explicandi, Subtilitas inteligendi y Subtilitas aplicandi. Lo original es que no se trata de tres momentos sino de uno sólo. No hay diferencias entre el momento de la comprensión y la aplicación. La hermenéutica pasa a convertirse de esta manera en filosofía primera y a su vez en filosofía práctica: en ética.

Ética y Logos: una relectura de Aristóteles Para mostrar la relación que existe entre ethos y logos Gadamer propone una relectura de la Ética a Nicómaco de Aristóteles. Para el Estagira la ética no es algo que se enseña. Podríamos decir que no existe un grado cero de la ética, sino que la experiencia nos enseña que en la búsqueda de lo bueno ya partimos de algo: la educación o Paideia. Sabemos la definición aristotélica de Hombre desarrollada en la Política: ser que tiene lenguaje, que tiene logos. Gadamer hace una lectura filológica que nos lleva hasta el origen de la palabra ethos: costumbre, pero a su vez ella se encuentra relacionada con la palabra oikos, que no sólo nos remite a la casa sino también a economía, la economía o, a decir de Heidegger, los enseres de la casa.

Por tanto, ética es estar cómodo en casa, sentirnos a gusto, habitarla, sentirnos en casa.

Pero sentirnos en casa es también compartir el mundo común que nos proporciona el lenguaje.

Para Aristóteles existe una relación entre logos, ethos y polis. Estar en casa es estar en la ciudad, ser ciudadanos. Precisamente, en la Política Aristóteles nos dirá que un hombre solo no es todavía un humano. Un hombre es en relación a otros hombres, en relación de alteridad: en diálogo. Así como el hombre necesita la familia, ésta necesita al barrio y un barrio solo no es un barrio sino en relación con otros barrios que constituyen la parroquia, los municipios y finalmente la polis, la ciudad.

Vivir en casa es por tanto el intento del hombre por darle orden, sentido a su mundo.

La racionalidad será, entonces, la posibilidad de compartir un mundo con sensatez práctica. Reconociendo que el suelo que pisamos es compartido por otros, con los amigos, pero un amigo es, dirá Aristóteles, ese cisne negro, tan difícil de ver. Precisamente el libro VII de la Ética a Nicómaco es el dedicado al tema de la amistad.

Cuál es el verdadero amigo, se pregunta Gadamer en el artículo de los años noventa titulado "Amistad y solidaridad", en donde se plantea: "qué representa el amigo en un mundo compartido y de regulaciones establecidas, y al mismo tiempo de la máxima diversidad de conflictos y de formas de entendimiento que hacen posible la acción en común". Esa acción común es la vida en política mediada por la razón, por una razón dialógica.

Acción que nos lleva a preguntarnos: ¿Quién soy yo y quién eres tú? Encontrar las respuestas a esta pregunta es el fin de la vida buena, la vida en la polis.

Ahora bien: ¿Quién es el amigo? La palabra amigo viene de filia, de amor. Un amigo es aquel que tiene amor, el principal amor es aquel que se tiene a sí mismo. Para amar al otro es necesario amarse a sí mismo.

Por otra parte, para Gadamer la amistad es sentirse bien consigo mismo. Un estar como en casa. Sólo el que se siente como en casa es capaz de amar al otro. Se trata de un problema de la responsabilidad. El que es responsable de sí, es responsable de la casa, la casa compartida que es la ciudad. El centro de la propuesta ética de Gadamer es, entonces, una ética de la responsabilidad compartida, de la razón dialógica.

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