lunes, 21 de febrero de 2011
CONTRADICTIO
El marxismo oriental (contradicción en los términos)
José Rafael Herrera
La concepción filosófica de Marx no sólo es heredera directa del idealismo alemán, sino de las teorías políticas francesas y de la ciencia económica inglesa. No se fundamenta, pues, sobre un dogma o una religión, sino sobre las tres formas esenciales y constitutivas de la experiencia de la conciencia europea, las cuales, en el fondo, son tres modos diversos –pero a la vez complementarios- del pensamiento occidental.
El marxismo es, en consecuencia, fruto de la inteligencia moderna europea. Y en tal sentido, sus fundamentos culturales, políticos y conceptuales son radicalmente antagónicos respecto de las formas de la civilización oriental. Piénsese en el hecho de que, mientras Marx definía los términos del antagonismo existente entre burguesía y proletariado, en los países de Asia, África o India, el modo de producción imperante –el asiático- seguía siendo la milenaria relación de un amo todopoderoso con sus esclavos. Una diferencia de enormes distancias culturales que tiene su expresión en dos diversas formas de organización política diametralmente opuestas.
De hecho, el modelo occidental de Estado se compone de una sociedad política relativamente frágil y de una sólida sociedad civil, cuyo equilibrio funciona por consenso. El modelo oriental, en cambio, posee una poderosa sociedad política que aplasta a su sociedad civil, y que funciona por coerción, imponiendo la voluntad del déspota sobre la sociedad.
“En Oriente –dice Gramsci- el Estado lo es todo, la sociedad civil es primaria y gelatinosa; en Occidente, entre Estado y sociedad civil existe una justa relación, y frente al trémulo Estado se observa inmediatamente la robusta estructura de la sociedad civil”.
Occidente no es Oriente. En Occidente se trata de elevar al máximo grado de expresión racional y autonómica a la sociedad civil, al tiempo de ir prescindiendo de las formas de coerción y de explotación. Ese es el socialismo para Marx: más y mejor democracia.
Un marxismo despótico es una contradicción en los términos, porque si es marxismo no puede ser oriental y si es oriental no puede ser marxismo.
Es verdad que Lenin y Mao se formaron en Occidente, y que fueron cautivados por el pensamiento de Marx. Pero la incorporación del marxismo a sus respectivas culturas les impuso la extravagante tarea de revestirlo o con la casaca de los zares o con la toga de los emperadores. La patética experiencia es bien conocida: el socialismo de Marx terminó por no ser socialismo sino, más bien, un adefesio, la aberrante conformación de un capitalismo de Estado erigido sobre las espaldas de los hijos y los nietos de los antiguos siervos de los zares, con acentuadas reminiscencias propias del modo de producción asiático y a la cabeza del cual se halla un déspota “iluminado” que controla todos los hilos del poder.
Así llegó a América Latina el marxismo: desfigurado, doctrinario, ortodoxo, bizantino, promotor de odios y resentimientos, sumiso ante el predominio del “camarada-líder”.
No se leyó a Marx, sino las apologías y adulteraciones fabricadas en Moscú. Basta un ejemplo para evidenciar el fraude:
En el Manifiesto del Partido Comunista, a propósito de la propiedad privada, Marx señala: “los comunistas pueden resumir su teoría en esta única expresión: la superación y conservación de la propiedad privada, simultáneamente comprendidas”. Pero, ¿cómo se tradujo esta frase en Moscú o Pekín?: como “abolición de la propiedad privada” o “liquidación de la propiedad privada”(¡!).
En estos tiempos de presuntos “procesos revolucionarios” y de “proyectos” que nadie ha leído, no pocas veces se ha oído hablar de abolir o liquidar la propiedad privada. En el fondo, han abolido y liquidado a Marx por años: intentaron convertirlo en un Ayatola. La mente filosófica más brillante del siglo XIX, convertida, por obra y gracia de su deformación, en el Ghenghis Khan de la filosofía.
El despotismo asiático convirtió la filosofía de Marx en dogma. Los filósofos marxistas occidentales fueron prohibidos, execrados y malditos. Sólo que, nuevamente, la hora de reivindicar a Marx ya está tocando a nuestra puerta.
Fuente: http://www.medios24.com/el-marxismo-oriental-contradiccion-en-los-terminos.html
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