lunes, 28 de febrero de 2011

¿PARLAMENTARISMO DE CALLE?


EL NACIONAL - Domingo 27 de Febrero de 2011 Siete Días/7
El 2 de marzo de 1811
SIMÓN ALBERTO CONSALVI

En las efemérides venezolanas se menciona muy poco, de modo circunstancial, el 2 de marzo de 1811, sin otorgarle la jerarquía que tiene en los anales republicanos. Si se tratase de una batalla o de una escaramuza militar de los discípulos de Pedro Carujo, probablemente sería celebrado con cohetes, bengalas y tambores. Pero fue un episodio de la república civil, y eso explica la indiferencia. El 2 de marzo de 1811 se reunió en Caracas el primer Congreso de la República y fue ese Congreso el que, tres meses después, luego de arduos debates y explicables incertidumbres, declaró la Independencia de Venezuela.

Estamos en vísperas del bicentenario, y como si aquí no hubiera sucedido nada. Si se tratase de una asonada o de un intento de golpe militar como el del 4 de febrero de 1992, las Fuerzas Armadas se pondrían firmes, atronarían el espacio los bombarderos supersónicos, desfilarían los tanques de guerra y nos aturdirían las metáforas de la jerga castrense.

El Gobierno bolivariano se ha propuesto silenciar la celebración del bicentenario de la Independencia y lo ha logrado. Ha puesto al país de espaldas a su historia. En todos los pueblos de América Latina los bicentenarios independentistas han sido (y son) jornadas de consolidación nacional. Venezuela es la excepción.

Los jerarcas de la revolución piensan que la historia comienza con ellos, y, por consiguiente, nada de lo sucedido en estos 200 años tiene significación. Aquello que no se adapte o concuerde con los esquemas ideológicos de la revolución estará condenado a la oscuridad, como si no hubiera sucedido.

Por eso el 2 de marzo de 1811 pasará inadvertido, y ya vendrán las sombras de la dialéctica marxista a oscurecer los sucesos de julio.

Alegarán que los primeros diputados venezolanos no se desprendían de la lealtad al rey Fernando VII y que, además, "prometieron defender la religión católica y el misterio de la Inmaculada Concepción". En otras palabras, que no eran verdaderos revolucionarios.

No obstante, es pertinente dar una ojeada a aquellos sucesos. La Junta Suprema resignó en el Congreso sus poderes, y éste designó un Poder Ejecutivo plural, integrado por el trujillano Cristóbal Mendoza ­primer Presidente de Venezuela­, Juan de Escalona y Baltasar Padrón. El Congreso también creó una Alta Corte de Justicia, y echó las bases de la política exterior, mientras paralelamente avanzaba el debate sobre el destino de Venezuela y sus relaciones con España.

Ante las dudas y contradicciones que dominaron el Congreso, la dirección de los sucesos se impuso desde fuera.

Tomaron la escena los "hombres de Miranda", como eran llamados Bolívar, Miguel Peña, Sanz, Ribas, García de Sena, Yánez, Roscio, y desde la Sociedad Patriótica se desató la tempestad.

Caracciolo Parra-Pérez anota que Miranda, que poseía el instinto de la agitación y de la experiencia de las revoluciones, juzgó indispensable que el impulso se diera desde fuera, dado que el Congreso vacilaba en tomar la gran decisión.

"Por medio de la Sociedad Patriótica ­escribió el historiador­, de grande ascendiente como vemos sobre las autoridades y el pueblo, crece y se acentúa hasta ser decisiva la influencia del general en los destinos de la revolución.

Hacía años mostrábase el antiguo amigo de los girondinos adversario encarnizado de los extremistas que habían rematado la obra del 89, y predicaba constantemente contra los métodos de terror, de ilegalidad, de tiranía popular cuya víctima fuese él mismo durante su permanencia en Francia".

Los avatares de las revoluciones en que había participado, la norteamericana y la francesa, hicieron de Miranda un hombre cauteloso, aunque resuelto, como lo demostró entonces. Parra-Pérez describe los sucesos del 19 de Abril de 1811, aniversario de la gran jornada caraqueña: "La crónica liberal asegura que a la cabeza del cortejo marchaba el general Miranda llevando en sus manos un pendón amarillo, emblema de los partidarios de la independencia en oposición al rojo que vino a ser divisa de los realistas".

1811 fue un año estelar. La instalación del Congreso el 2 de marzo, un momento decisivo. La temperatura del Congreso y de la Sociedad Patriótica fue tan diversa que se intrigó con la existencia de "dos congresos". Simón Bolívar y Miguel Peña, por su talante intrépido, jugaron papel primordial. Peña, en nombre de la SP, habló ante el Congreso el 4 de julio: "Nosotros detestamos a Fernando VII.

(...) Y que no se invoque contra la proclamación inmediata la ignorancia en que están los pueblos de los sucesos políticos: Caracas, donde se forma y dirige la opinión pública, reclama la independencia".

Por la noche ­se lee en Historia de la primera República de Venezuela­, la capital celebró con entusiasmo la fiesta nacional de Estados Unidos. El 5 de Julio tuvo lugar en el Congreso el debate final. Como primer Parlamento venezolano fue ejemplar por la calidad intelectual de sus integrantes y la integridad moral de quienes sostuvieron tesis contrarias. La decisión de declarar la independencia se tomó con sólo un voto salvado.

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