sábado, 19 de febrero de 2011

EL CORONEL NO TIENE QUIEN LO EXHIBA


EL NACIONAL - Sábado 19 de Febrero de 2011 Cultura/4
LIBROS Uno de los problemas del sector es que no maneja estadísticas confiables
Con la crisis, hasta las novedades son antiguas en las librerías nacionales
El Estado debe entender que la importación de libros no perjudica la producción nacional, señala Cavelibro
MICHELLE ROCHE RODRÍGUEZ

Más que un diagnóstico pesimista del mercado editorial, el cierre de la librería Lectura es un reflejo de los problemas del país. Pero el local regentado por Walter Rodríguez y emplazado en el centro comercial Chacaíto no es el único que ha cerrado sus puertas en el último lustro.

Lo mismo ocurrió con las librerías El Ateneo, la de Monte Ávila que estaba en el Teatro Teresa Carreño, Punto y Coma, Macondo y Divulgación, por nombrar sólo a las que estaban ubicadas en Caracas.

Desde que Rodríguez anunció el cierre de su local, proliferan en las redes sociales comentarios grandilocuentes sobre la situación del sector, que aunados con las estadísticas hiperbólicas que aventuran algunos de sus allegados ­en un mercado que se caracteriza por la ausencia de estudios­ pintan un panorama negro. Pero aunque existe una crisis en las librerías, todavía hay medidas que se pueden tomar para sacar al país de su aislamiento intelectual.

Los altos costos de los alquileres y el hecho de que muchos libreros son administradores mediocres están entre los problemas que con frecuencia señalan los analistas del sector.

La denuncia constante en todos los encuestados se refiere a la escasez de libros y a la poca oferta de títulos nuevos, consecuencia de la falta de divisas en el sector. Esta situación se agravó en marzo de 2008, cuando el Ministerio de Industrias Ligeras y Comercio eliminó los productos editoriales de la lista de bienes prioritarios que recibe dólares de Cadivi, según la resolución número 38882 publicada en Gaceta Oficial.

Andrés Boersner, librero de Noctua en Los Palos Grandes, afirma que esa es una de las razones por las que ahora llegan las nuevas obras con seis meses de retraso y por las que, además, tienen menos de 5% de las novedades que recibían antes.

"El problema no sólo es el trámite en Cadivi, que es largo, sino que sea delito comprar dólares de cualquier otra manera", señala Ignacio Alvarado, gerente de Libroria, una iniciativa que comenzó hace seis años en Las Mercedes para la venta de libros usados y que ahora tiene hasta una página web a través de la cual se encargan las obras.

La citada resolución obliga a los distribuidores a pedir una certificación de insuficiencia o de no producción nacional para conseguir dólares. Eliminar esta disposición es un problema que ocupa la agenda de los miembros de la Cámara Venezolana del Libro.

"Los procesos para importar libros ahora no son ágiles.

Muchos distribuidores y libreros han optado por otras soluciones, así que los miembros de la cámara hemos redactado un documento para explicar que los libros son un bien prioritario que se importa en números reducidos. Lo más importante es aclarar que esa importación no perjudica la producción nacional", indica Iván Diéguez, presidente de la organización.

La solución de la escasez de títulos en las librerías comienza por señalarle al Estado que los libros son importantes para el desarrollo del país.

Diéguez también dijo que Cavelibro está en conversaciones con el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe para hacer un estudio del sector editorial en el país ­el último se hizo en el año 2007­.

Agregó que ya estaban adelantadas las gestiones con el Instituto Nacional de Estadística para incorporar en el próximo censo ­o en el siguiente­ preguntas sobre los hábitos de consumo literarios de los venezolanos, pues no existen estudios de este estilo en el país.

Una investigación de gustos podría ayudar a resolver una de las principales denuncias de los lectores: que cuando entran en las librerías, a pesar de que hay nuevas publicaciones, no encuentran títulos del año. Esto se debe, según los libreros, a varias razones.

La primera de ellas es que para cada título que se importa tarda como seis meses el proceso de certificación de insuficiencia; luego, se demora un mes más para llegar de su país de origen a las estanterías venezolanas. Además, si algún título se agota hay que hacer todo el papeleo de nuevo, así que el sistema está abarrotado de las gestiones por reposiciones y obstaculiza la demanda de nuevos libros.

Otra razón para que ni los títulos nuevos sean novedosos es que, ante un proceso tan largo y costoso, las distribuidoras no hacen apuestas y tratan de traer éxitos que consideran seguros. Si importan otros libros es por expresa petición de los libreros y se tardan un poco más.

Ante estos problemas, muchos libreros han decidido importar ellos mismos directamente de casas editoriales en España, Argentina y Colombia, pero el problema es que como los volúmenes de adquisición son pequeños ­menos de cinco libros en la mayoría de los casos­ no obtienen los márgenes de descuento que se les otorga a las distribuidoras.

Fotografía: Manuel Sardá

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