sábado, 12 de febrero de 2011

varias veces marta sosa (tres)


EL NACIONAL, Caracas, 16 de Julio de 1997
Asesor de la Contraloría
Asaltada residencia de Joaquín Marta Sosa

La residencia del periodista Joaquín Marta Sosa, delegado especial en Comunicaciones de la Contraloría General de la República, fue objeto de un asalto a la 1:30 pm del pasado lunes.

De acuerdo a la información proporcionada por el agraviado, dos sujetos portando armas de fuego irrumpieron en la quinta Gotero, ubicada en la calle Las Flores, urbanización Loma Larga, municipio El Hatillo.

Los antisociales sometieron a Rodrigo Sosa, hijo del periodista, y a una doméstica, a quienes amordazaron y amarraron con paños y sábanas, al tiempo que cortaron las líneas telefónicas.

La pareja hamponil estuvo durante una hora dentro de la casa, tiempo en el que se apoderaron de joyas, electrodomésticos y dinero en efectivo. La Policía Técnica Judicial inició las investigaciones.

E.W.A.

EL NACIONAL, Caracas, 15 de Junio de 1996
Los medios de comunicación: ¨ángeles vengadores o exterminadores?
OLGALINDA PIMENTEL

Un hecho quedó claro en la conferencia sobre ``Los medios de comunicación contra la corrupción'', dictada en el marco del evento internacional sobre los problemas de fraude en los gobiernos: los órganos de información, al abordar temas de ese tipo, pueden comportarse como ``ángeles vengadores o ángeles exterminadores'', pero el ciudadano no sabría ni la mitad de lo que sabe, si los periodistas no se abocaran a ``destapar la olla'' de las corruptelas en las esferas de poder de las sociedades.
Es la conclusión de las exposiciones hechas por José Román Orozco, director de la revista española Cambio 16; Joaquín Marta Sosa, ex presidente de Venezolana de Televisión (VTV) y del desaparecido Diario de Caracas; y Adolfo Herrera, director de la Escuela de Comunicación Social de la UCV.
EL DISCRETO ENCANTO DEL MENSAJE


* Román Orozco, quien dirige la única revista sobreviviente al franquismo, destacó la vocación democrática de los nuevos medios como El País, El Mundo y el propio Cambio 16, que dieron alas al periodismo de investigación y han sido piezas claves en la lucha contra la corrupción en España, sacudida por recurrentes casos de dolo de los dineros públicos, bajo la administración socialista.

Refirió que en su país, al igual que en la mayoría de las naciones, la corrupción tiene tres vertientes principales: la del estamento político, la del sector financiero, y la policial-judicial.

Tras citar algunos casos como Banesto, el Gal, Guerra, Naseiro y Filesa, -estos últimos referidos al financiamiento irregular de los partidos políticos mayoritarios PP y PSOE, afirmó que estos casos ``serían hoy la mitad de lo que son de no haber existido una prensa libre e independiente'', la cual permitió también impulsar las investigaciones y conseguir la intervención de los jueces, algunos de ellos vinculados al mismo PSOE.

* Marta Sosa, por su parte, habló de la importancia de los medios de comunicación como servicio de interés público, gracias a los cuales la corrupción ha sido visible y ha podido ser confrontada públicamente, aunque ésta se convierta en drama y agonía.

Pero en oposición a eso, citó algunas tendencias a la perversión, como suponer que la corrupción o hace desplazable a la democracia, que a su juicio colocan a los medios de comunicación entre ser ``angel vengador o angel exterminador'', es decir, el medio convertido en la voz de quienes no la tienen o en el que ``puede fulminar a todo aquel que cae bajo la diana de su disparo''.

Al evocar una sentencia de la justicia española dijo que la corrupción se mueve como ``una mercancía de beneficio privado del aparato comunicacional'', es decir, explotar la corrupción para vender más; o como una información de interés público, o sea, lo que debe ser informado no sólo porque ocurre, sino porque pesa en las condiciones de vida de la sociedad. ``Esta es la que debe imponerse de una manera rigurosa y drástica''.

Tras alertar sobre el riesgo de que la corrupción ``corrompa'' a los propios medios, expresó que estos deberían ubicarse en lo que llamó ``el discreto encanto del mensaje'': que sostenga la información sobre la corrupción, porque su dimensión y consecuencias políticas y sociales la convierten en uno de los grandes temas del siglo XX. Al ser así, los medios han logrado producir no sólo una fuerte movilización con altísimos porcentajes de repudio en la conciencia social frente a esa circunstancia, sino también a una cierta movilización de la resistencia social contra la corrupción.

Recomendó ampliar el foco del tema de la corrupción, a través de investigaciones más abiertas y profundas, y del seguimiento a temas que es lo menos visto en los medios venezolanos, dijo. ``La corrupción es un balón que siempre debe estar atado a nuestros pies''.

* En su disertación, Herrera advirtió sobre la necesidad de que los medios , en la lucha contra la corrupción, se limiten a su misión de informar, porque ``no constituyen en sí un superpoder, sino que son más bien reflejos de otros poderes a quienes se les otorga más fuerza''. No obstante, defendió la verdad como lo único contrastable que reproduce un clima de confianza, y en la aldea global, ya no es posible esconder información.

EL NACIONAL, Caracas, 01 de Noviembre de 1998
BUEN VIVIR
EL ESPECTACULO INVISIBLE
Paradojas
PABLO ANTILLANO

La ciudad ha vivido esta semana una enorme galleta filosófica. Los temas de la ética han asaltado el corazón desprevenido y gozón de los caraqueños, dejando un entramado de risas y teorías que no será desmadejado en mucho tiempo. Los responsables nacionales del desaguisado parecen ser Joaquín Marta Sosa y Alejandro Saderman, y el oficiante mayor, sin lugar a dudas, el escritor Fernando Savater.

Pero el gran protagonista ha sido la gente, la insólita multitud que se ha aglomerado tanto en los auditorios donde pontificaba Savater como en las salas de cine donde Saderman ha celebrado a unos venezolanos que han robado una fortuna. ¡Claro!, que han robado a unos banqueros.

Vamos por partes. Por aquí está Marta Sosa, poeta impenitente que, apertrechado en la Contraloría General de la República, dirige sus baterías hacia los temas del espíritu. Para conmemorar el aniversario de la institución y sembrar un poco de fe en los ciudadanos -agobiados por la corrupción-, no se trae a unos policías, a unos expertos en cárceles, a unos magos contadores, al rey de los auditores. No. Para Marta Sosa, este es un asunto del alma, así que se trae a un filósofo español, al más filoso, al más provocador, el más popular, el más leído y quien ha dedicado un parte considerable de su obra a la reflexión sobre el tema de la ética (¿tienen otro los filósofos?).

Por el otro lado está Alejandro Saderman, uno de nuestros mejores cineastas, quien, desde su propio código, arma una historia cinematográfica en torno al tema de la moral, en la que sostiene que "ladrón que roba a ladrón tiene 100 años de perdón". La crítica y el público aplauden su película, no sólo por lo bien hecha que indudablemente está, sino porque se entregan a una risa catártica, a la risa purificadora del que se ríe de sí mismo, del que lo ha perdido todo, una risa seria que proviene, como bien podría decir Savater, del sufrimiento y, especialmente, de la pérdida. Una vez más, un asunto del espíritu, un lanzazo al asunto de la ética.

En el medio está Savater, actuando como una costurera que antes de vestir a la novia tiene que desnudarla primero. Con un tono divulgativo de profesor amable, como el que usa en Etica para Amador, le hace sentir a los anfitriones y al público que se pisa el terreno frágil de la confusión. La escena se repite una y otra vez, acicateada por preguntas ingenuas, por preguntas sesudas, por intervenciones pérfidas: la ética, señores, es más un asunto de los individuos que de los colectivos y al ideal ético no debe confundírsele con la apariencia normativa, con las normas morales y los códigos deontológicos.

La gente quiere saber

Un público ávido llenó los auditorios. Avido de respuestas pero sobre todo de armas, instrumentos punzopenetrantes para clavar en el corazón de un dragón. Por supuesto que estuvieron algunos políticos (a quienes seguramente el tema les interesa genuinamente), estaban los estudiantes, los militantes de algunas iglesias postmodernas del pensamiento, y gente, mucha gente sencilla a quien la palabra ética le resuena en el corazón como algo que falta, o como algo a lo que, odiosamente, se falta.

En medio de las preguntas de los filósofos que se toman en serio, abundaron las preguntas de la calle, lejos de las definiciones académicas: ¿puede conciliarse un político exitoso con la ética?, ¿es ético quien intenta tomar el poder por las armas y al fracasar emprende el camino de las elecciones?, ¿puede ser ético un banquero?, ¿puede considerarse ético un ladrón que roba a otro ladrón?

Centenares de interrogantes sencillas que revelaban las ideas y prejuicios que el público tiene sobre el tema de la ética, y que para abreviar resumiremos, en términos gruesos, en tres grandes tipos de preguntas: las que estaban dirigidas a establecer una relación entre la ética y el cumplimiento de un conjunto de normas y leyes, las que juzgaban como antiéticas las inclinaciones (¿anormales?, ¿exageradas?) hacia el placer y el deseo, y las que asumían la ética como un sistema de fidelidad consigo mismo.

Con suavidad, paciencia y buen humor, Savater respondió a las preguntas con un método infalible: disparando paradojas. Haciendo reír a la gente cuando lograba juntar ideas aparentemente incompatibles. Poniendo en evidencia, como él mismo lo diría, las energías misteriosas que reúnen a las ideas que aparentemente van en direcciones opuestas.

Hacer humano lo humano

La ética es en su raíz misma paradójica, diría Savater, pues propone un ideal que permanece perpetuamente abierto, que sin embargo se niega a remitirse al futuro, que reconoce las relaciones intersubjetivas de unos valores, pero que no cree en las legitimaciones que aportan el pasado o la tradición.

Lejos del prejuicio ampliamente compartido de que la ética puede ser agarrotada en torno a la norma y a los códigos, Savater opone el concepto de libertad, la posibilidad que tienen los hombres de inventar y elegir en parte su forma de vida. "A ese saber vivir, o arte de vivir, es a lo que llaman ética". Y a quienes quedaron insatisfechos les explicó, en tono profesoral pero no menos jovial, que se supone que "quien desee la vida buena para sí mismo, de acuerdo al proyecto ético, tiene también que desear que la comunidad política de los hombres se base en la libertad, la justicia, la asistencia".

De lo que se trata, dijo en la Contraloría, es de que hagamos más humana -con todo lo que ello implica- la vida del hombre.

A la salida de una función de la película de Saderman, un grupo de jóvenes discutía acaloradamente sobre su consistencia ética. "¿Cómo es posible -preguntó uno- que los ladrones, banqueros o vengadores, salgan premiados... y se van a vivir a Miami?". Una de las niñas del grupo respondió acalorada: "Yo estuve ayer en la conferencia de Savater, y para que sepas, esos ladrones no son tan iguales". Paradojas de la vida. Galleta para rato.
E-mail: pantillano@compuserve.com

Fotografía: Manuel Sardá (El Nacional, Caracas, 12/02/11)

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