martes, 8 de junio de 2010

Tintero de bytes


EL NACIONAL - Lunes 07 de Junio de 2010 Cultura/4
El foro del lunes
LUIS BARRERA LINARES El escritor ve con optimismo los cambios que propone Internet
"Se puede vivir sin el libro convencional impreso"

El individuo de número de la Academia Venezolana de la Lengua y crítico literario considera que la revolución digital acabará con la figura del autor-sacerdote en una sociedad de lectores pasivos y privilegiará el desarrollo de la literatura colectiva
MICHELLE ROCHE RODRÍGUEZ

Internet es una revolución imposible de detener. El fenómeno que cambió la manera de percibir el mundo, especialmente entre las jóvenes generaciones, también ha transformado la literatura universal y, desde el punto de vista financiero, la configuración del mercado editorial transnacional.

La prensa española anunció hace pocas semanas que los principales grupos editoriales de ese país ­Planeta, Santillana, Random House Mondadori, SM, Wolters Kluwer, Edicions 62 y Roca Editorial­ crearon una plataforma para la distribución de contenidos digitales en castellano y catalán llamada Libranda, una iniciativa que demuestra que uno de los sectores más conservadores de la cultura hispana, el del libro producido en Europa, entró de una vez por todas en la era digital.

Ante la celeridad de todos estos cambios, muchos autores, académicos y profesionales de la industria temen que el libro tradicional impreso pueda desaparecer en la vorágine de una nueva sociedad en la cual ya no se privilegia el conocimiento en línea recta, sino el que se desarrolla describiendo la línea zigzag (para seguir con la metáfora geométrica) que sugieren los hipertextos y las interfaces de Internet.

Luis Barrera Linares, individuo de número de la Academia Venezolana de la Lengua y profesor de literatura de la Universidad Simón Bolívar, considera que la revolución tecnológica llegó para quedarse y los cambios que acarrea determinarán otro tipo de sociedad en la cual no dejará de privilegiarse el conocimiento, pero éste tendrá características diferentes a las que los seres humanos están acostumbrados hoy. En su opinión, esos cambios no necesariamente son negativos. Éste es uno de los temas tratados en su reciente libro Habla pública, Internet y otros enredos literarios (Equinoccio, 2010), que compila sus ensayos producidos en el último lustro, además de otros temas relacionados con el papel del autor en la sociedad contemporánea y de la crítica literaria nacional.

--¿Cómo cambiará el libro digital a la literatura? --Internet no es una moda, llegó para quedarse y ello implica que está cambiando los modos de ser de la cultura escrita en general. Ya la literatura comenzó a cambiar, no sólo por la inserción de los formatos digitales ­el hecho de que la gente fotocopie un libro y lo coloque en la web, por ejemplo­, sino por la literatura que la gente cuelga en línea para que otros lectores puedan intervenirla y hacerse partícipes del hecho literario. Un ejemplo de esto último es cuando alguien hace comentarios en un blog o cuando un autor y sus lectores participan juntos en la elaboración de un texto literario.

--¿Tal manera de escribir en grupo se refiere a la "muerte del autor" que presagiaba Roland Barthes en su ensayo homónimo de 1968, según el cual el autor tradicional que pasa sus palabras iluminadas al colectivo desaparecerá para dar paso a lectores tan capaces de construir la arquitectura de un texto? --No diría tanto así. Internet acabará con la autoría individual porque los escritores pasarán a compartir la autoría de sus textos con otros, lo cual no es posible con el libro convencional, en el cual el lector del libro impreso se imagina las cosas desde lo que el autor le plantea. Detrás de esto hay un problema político: la difuminación de la autoría individual y la posibilidad de la autoría colectiva.

--¿De esta manera no desaparece también el intelectual, si lo entendemos como la persona que piensa y se hace responsable por sus ideas? --Posiblemente sí. Las ideas se harán colectivas y el grupo responderá por ellas, lo cual, a su vez, apunta hacia la pérdida de poder político de los autores, que dejarán de ser los grandes tótem de la literatura. Estoy por supuesto elucubrando, no quiere decir que esto vaya a ocurrir en el presente inmediato. Me parece, sin embargo, que por miedo a esto muchos autores no quieren escribir en la red. Los escritores hoy son hablantes públicos importantes, son capaces de opinar sobre cualquier aspecto que tenga que ver con el desarrollo de la cultura en el mundo y tienen mucha gente que los sigue y tienen pavor de que el libro convencional desaparezca.

--¿No traerá esto problemas con el derecho de autor? --Si la autoría individual se vuelve colectiva, nadie puede reclamar derechos sobre los textos. Ahora, los derechos de autor nacieron con el libro impreso. Así fue la literatura en sus inicios. Claro que el derecho de autor desaparecería para ciertos géneros y no para otros, en el caso de los periodistas, por ejemplo, se mantendrá. La autoría individual fue tan importante que, a lo mejor, La Ilíada y La Odisea fueron producto de una escritura colectiva y para justificarla le buscamos un autor: Homero. De acuerdo con ciertas teorías, ambas fueron historias orales y quizás un hombre llamado Homero las recogió y las sistematizó. Uno, en ese caso, no podría otorgarle derechos de autor.

--Frente al avance de las plataformas digitales, ¿qué ofrece el libro el impreso? --La cultura escrita convirtió al libro en un fetiche, en un tótem, tanto que hemos llegado a pensar que no podemos vivir sin éste. Eso es falso: se puede vivir sin el libro convencional impreso.

Sin embargo, la publicación tiene una ventaja desde el punto de vista cognoscitivo intelectual: para efectos del lector, el libro encierra una verdad dentro de un conjunto de páginas limitadas por dos tapas. Internet asusta porque uno no sabe adónde acudir, mientras que el libro convencional empieza y termina. Cuando uno cierra una obra siente que ha terminado de leer un conjunto de verdades. En el caso de Internet esto no es posible. Gracias al hipertexto, uno navega por lo que lee y a lo mejor nunca lo concluye, porque te remite a una y otra y otra fuente.

Quizás uno termina leyendo algo que no fue su intención inicial. Nos acostumbramos a que la palabra escrita, por lo general, es verdad y con Internet esto cambia porque allí hay todo tipo de textos: desde opiniones personales hasta libros escritos por autoridades especializadas; es decir, desde los límites de la oralidad más cotidiana hasta la formalidad académica.

Hay gente que dice que la web tiene el problema de que no puedes llevarla a la playa para leer, pero esto es uno de los ritos asociados con el fetiche del libro. La gente no se imagina todavía leer placenteramente en la playa un libro a través de un Ipad o de una computadora portátil.

La cultura escrita nos enseñó ciertos estereotipos que rodean la lectura, la cual está mitificada para determinados grupos de lectores. Los jóvenes ya no piensan así y eso está bien.

Fotografía: Manuel Sardá
(Apunte tomado por MFSG)

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