miércoles, 16 de junio de 2010

Aniversario de fondo


EL NACIONAL - Sábado 12 de Junio de 2010 Papel Literario/1
X Aniversario Fundación para la Cultura Urbana
Sifontes &Compañía
NELSON RIVERA

Me cuenta un artista amigo suyo: cuando tenía 19 años tomó un avión a Puerto Rico para vender trajes de baño. Otro, que fue su condiscípulo en la universidad, me dice: desde entonces todos sabíamos que haría cosas importantes en la vida. Las historias de la cotidianidad, del desenvolvimiento corriente que he escuchado a lo largo de los años parecen coincidir en un punto de expectación y nervio: en un sujeto siempre en estado de mirar más allá, de alguien tomado por el riesgo del próximo paso: una sensibilidad siempre dispuesta a lo que está en ciernes.

Que un hombre del universo de las finanzas instale su mente en lo venidero no es excepcional (de ello trata la oxigenación del planeta financiero: de leer en el hervidero de lo inmediato lo que se anuncia como por-venir).

Lo que hace a Herman Sifontes un financiero singular es la polivalencia y anchura de su interés por otras realidades. Contra la potencia con que las finanzas colonizan la mente de sus hombres y mujeres, Sifontes se ha construido una vitalidad distinta, una franja orgánica donde su transcurrir se desplaza más allá de inversiones y rentabilidades: la exigencia del pensar distinto, de aceptar e incorporar a la propia vida otros modos de pensar.

De la poesía a la Sociología; de la Economía a la narrativa; del ensayo histórico a la temática urbana: Sifontes es un lector ansioso y disperso, alguien cuyo espíritu vive en ánimo de búsqueda. Ni siquiera su confesa pasión por ciertos coleccionismos (que recibió como un legado: su madre coleccionaba llaves de hoteles), ha vallado el campo de su curiosidad. Las finanzas y el coleccionismo son potencias de oscuro signo: capturan y someten a la psique a sus férreos dictados (Blanchot habla del coleccionismo como la codicia seriada). A contracorriente de la obsesiva exigencia de la pura posesión, o del dominio que se deriva de acumular y retener bienes, Herman Sifontes ha cruzado el umbral hacia lo distinto y lo diverso, a los territorios donde se ha convertido a lo largo de la última década en un influyente benefactor de la vida pública venezolana.


Las compañías
Sifontes es la prueba de que se puede ser propietario y conductor de empresas sin hacerse portador de la dogmática empresarial. Uno puede escuchar pasivamente que la Fundación para la Cultura Urbana es un programa de responsabilidad social empresarial (que, en efecto, lo es).

Pero no es únicamente eso: es la compañía elegida de Herman Sifontes. Su peculiaridad. El terreno donde desanuda su condición de hombre generoso.

La coincidencia con socios como Ernesto Rangel (que se ha constituido en agente primordial del empuje del novísimo movimiento musical venezolano) o Miguel Osío (silencioso activista cuyas contribuciones han abonado a las artes visuales de modos diversos), hombres de sensibilidad que le han acompañado no sólo en la pródiga experiencia de la Fundación para la Cultura Urbana, es elocuente: también le han acompañado mucho más allá, en la asunción preocupada del país, en la adopción a la vida diaria de la pregunta de cómo prestarle apoyo a otras causas.

Si el lector se anima a leer la enumeración que sigue, posiblemente se sorprenderá: Sifontes&Compañía es un programa de publicaciones, organizado en varias colecciones, que podría sumar más de 150 títulos y donde hay libros imprescindibles (como Fotografía urbana venezolana 1850-2009, el Diccionario biográfico de las artes visuales en Venezuela, los volúmenes del Proyecto Cenital, y libros de autores como Arturo Almandoz, Juan David García Bacca, Wilfredo Machado, Ben Ami Fihman, Francisco Javier Pérez, Héctor Silva Michelena, Paulette Silva y tantos otros); es la significación de 20 testimonios, colección (libros y videos) que se ha erigido como la más sistemática recopilación de testimonios sobre el experiencia medular de los inmigrantes que escogieron a Venezuela para vivir; es la siembra sistemática en Caracas y en otras ciudades venezolanas de un riquísimo e incesante debate sobre lo urbano con expertos venezolanos y extranjeros, que muy pronto alcanzará un hito de inflexión en el libro recién salido de la imprenta, Ciudad, espacio público y cultura urbana, pensado y compilado por Tulio Hernández.

Sigo: Sinfontes&Compañía es el proyecto de formación en finanzas personales, que da forma a la tensión ahorro e inversión, clave para el progreso de personas y familias; es el novedoso concurso 100 ideas para la ciudad, que ya se ha cumplido en Barquisimeto, Maracaibo, Valencia y Caracas. Es una actividad múltiple y acuciosa de intercambios con la Universidad de Los Andes, Universidad del Zulia y Universidad Central de Venezuela. Es el reconocimiento a la condición de nuestro tiempo, expresado en la lógica del Concurso Anual Transgenérico. Es la hospitalidad patente en diez ediciones de la Conferencia Anual, que ha hecho posible escuchar en Caracas, por ejemplo, a Juan Villoro, Oriol Bohigas y Fernando Savater, o la convocatoria a la magnífica serie de la Cátedra Permanente de Imágenes Urbanas.

Podría continuar y hablar de discos (Gabriela Machado, Aquiles Machado, Aquiles Báez y otros), talleres de esto y aquello, producción de documentales y más, sin que nada de lo anterior alcance todavía a describir a ese Sifontes secreto, a ese Sifontes silencioso y desprendido y nunca indiferente (ni siquiera cuando se expone a escuchar ideas que lo contrarían), a ese Sifontes que respira bajo la inquietud del país que viene, a ese ciudadano curioso, benevolente, sensible y permeable que, incrustado en un profundo sentido de venezolanidad, se angustia cada día por el destino, por las condiciones del camino por el que vamos hacia el futuro.

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