martes, 8 de junio de 2010

El fútbol, algo más que un episodio


EL NACIONAL - Lunes 07 de Junio de 2010 Cultura/3
Editoriales surafricanas capitalizan en los escritores del país
Letras abren heridas del apartheid

En la prosa de Nadine Gordimer y J. M. Coetzee se perciben los problemas sociales atávicos de la nación
MICHELLE ROCHE RODRÍGUEZ


La fiesta del Mundial de Fútbol en Suráfrica será la excusa con la que muchos conocerán la literatura de este alejado país, sin embargo, gracias a que cuenta con dos Premios Nobel de Literatura ya los lectores más voraces estarán familiarizados con los temas más representativos de su narrativa: la identidad y el racismo como cáncer social.

Nadine Gordimer fue galardonada en 1991 con el Premio Nobel de Literatura, tres años antes de que Nelson Mandela se convirtiera en presidente del país. Así, cuando en 2003 J. M. Coetzee recibió el mismo galardón, ya la opinión pública y los lectores universales se habían interesado en las historias del país que, luego de vivir horrendos episodios de racismo, luchaba por erigirse como un territorio para el progreso.

Gordimer, que comenzó a escribir en la década de los años cuarenta, retrató la actualidad política del país en sus ficciones. Las consecuencias funestas de la discriminación racial impuestas por los ingleses, conocidas con el nombre de apartheid ­como se dice en idioma afrikáans "segregación"­, sirvieron de ambiente para las complejas relaciones familiares y amorosas de los personajes que cruzan por las novelas de la autora que tiene la piel blanca.

"Nada de lo que escribo en mis ensayos o mis artículos dirá la verdad de la manera que lo hace mi ficción", indicó una vez la autora nacida en una población minera cercana a Johannesburgo.

En cambio, Coetzee es el escritor de la nueva África, de aquella nacida bajo la inspiración esperanzadora del gobierno de Mandela y del fin del apartheid. Pero no por eso su pluma es más optimista que la de Gordimer. Pero como hombre blanco, atravesado por esta cultura de los afrikáners, sus ambientes narrativos están contaminados de dolor. La degradación que produce el cáncer en la anciana de La edad de hierro (1990) va acompañada de la degradación de una sociedad sumida en el horror y la muerte legalizada. El apartheid surafricano y la xenofobia son, para Coetzee, base de toda su obra.

"Escribes precisamente porque estuviste solo en tu infancia, porque no tuviste amor (...) No escribimos gracias a la plenitud, quiere decirle; escribimos gracias a la angustia, a la carencia", apunta el autor en El maestro de Petersburgo (1994).

Aunque estos autores son los más reconocidos de la literatura surafricana en el mundo, vienen a unirse a una larga tradición de narradores del país, también preocupados por los mismos temas de identidad y violencia en ese país. De hecho, el desarrollo de esta literatura data de finales del siglo XIX, cuando los colonizadores ingleses comenzaron a hacer ficciones sobre sus encuentros en la tierra que encontraban exótica. Un ejemplo de la prosa de la época es Historia de una granja africana (1883) de Oliver Shier y la novela de aventuras Las minas del rey Salomón (1886), escrita por Rider Haggar.

Las narraciones citadas, sin embargo, son visiones demasiado estereotipadas sobre la sociedad africana, sustentadas sobre la visión del colonizador inglés. La primera novela por un autor surafricano negro fue Mhudi, terminada en 1920 pero publicada una década después por presiones políticas contra el escritor. El libro describe los encuentros entre los colonizadores blancos y la numerosa tribu dirigida por Shaka Zulu.

Hoy, aunque la literatura africana se escribe tanto en inglés como en afrikáans, poco de su abultada producción se exporta, pero a cambio los lectores nacionales se interesan menos por los libros occidentales de lo que muchos suponen. Según cifras comerciales de la Universidad de Pretoria sobre el mercado editorial, la mayoría de los textos leídos en Suráfrica son escritos por autores de esa sociedad. Quizás esta sea la razón por la que no se conozcan más libros de ese país fuera de sus fronteras.

Un rasgo actual puede describir el estado de ánimo que se vive en las esferas culturales de la nación en vísperas de la fiesta futbolística: por estos días, el bestseller y texto favorito de los nacionales es Spud, una comedia de John van de Ruit en la cual el choque entre razas provoca más risas que lágrimas. Quizás esta ficción demuestre que los surafricanos están listos para pasar la página y que, a pesar de su dolorosa historia, éste, en vísperas del Mundial de Fútbol, es un país en el cual la mayoría de los blancos y negros se relacionan con respeto y optimismo.

Ilustración: Un anuncio de Amnistía Internacional en Puerto Rico

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