martes, 29 de junio de 2010
Conversión de paquete en container
De la transubstanciación del paquete en contenedor
Luis Barragán
Los ilustradores de la prensa diaria, contribuyeron formidable y decididamente a representar la política económica y social del segundo mandato de Carlos Andrés Pérez, como quizá estamos en trance de hacerlo con el ya prolongado de Hugo Chávez, en forma fulminante y – acaso – definitiva. Período éste en el que la sobresaturación e indigestión noticiosa, elemento existencial del régimen, ha impedido estigmatizarlo eficaz y tajantemente.
El ejercicio humorístico de la ilustración, inadvertidamente fundó o reforzó aspectos del imaginario social como no pudo laboratorio político, propagandístico y publicitario alguno, en tiempos de crisis. Detrás del talentoso trazo y la ingeniosa ocurrencia, insurgió la opinión del autor con vocación de un debate público en el que no cupo la descalificación personal: el lenguaje tan particular de la imbatible yunta del dibujo y el criterio, abrió distintas posibilidades simbólicas para caracterizar al gobierno y a la opinión.
Un superior diseño artístico y técnico, autorizaba la polémica pública generando y renovando códigos, hoy ciertamente escasos. Entre otros, conocimos a Juan Rodríguez, Cañas, Alonso, Edo, Kiko, Ugo, Peli, Enero, Eneko, Ernesto, Gunther o Palacios, por el ejercicio dibujopinante en El Diario de Caracas, El Globo, El Nacional, Economía Hoy (EH) y hasta la revista Nueva Sociedad, entre las décadas de los ochenta y noventa: más de las veces, la idea expuesta en líneas y sombras, competía y vencía lealmente la planteada en el texto ilustrado.
Recordando a Pedro León Zapata con Coromoto, el saco a cuadros de Pérez o la corbata negra de Luis Herrera Campins, en el tránsito de los setenta y ochenta, hay símbolos que persiguen un desarrollo de limpia mordacidad en las décadas siguientes, como ahora aquél lo intenta con el sapo de independentista vestimenta marcial o Weill lo hace con el presidencial personaje de cabeza enfundada o hecha bota militar. Antes, el barril, el cerdo, el grifo de agua o – estelarmente – el paquete, lograron identificar a plenitud la crítica provocada por las políticas petrolera, financiera, tarifaria o – enfáticamente - económica, emprendidas.
A objeto de una rápida ejemplificación, tomamos el paquete tal como lo concibieron y desarrollaron diferentes ilustradores de un mismo diario para la crítica dura e inteligente de las políticas oficiales: el que se integra al estómago de un flacuchento (EH, Peli, 25/05/93), o el que sirve de envoltorio a unas torres petroleras (EH, Enero, 19/11/91), a un avión (EH, Alonso, 25/11/91) o a un cerdo (EH, Ernesto, 28/05/93), significando el descenso en el consumo de calorías, los precios del crudo, la situación de VIASA o las tasas de interés. Por lo pronto, acotemos la versatilidad de enfoques que demuestra la existencia de criterio político en los opinantes de trazo y leyenda, representando fiel y contundentemente una o varias coyunturas políticas con similar código, como Alonso al amarrar de un yunque el paquete y barril, o advertir un inmenso paquete en la cresta del gran oleaje (EH, 11/01 y 30/01/92), reveladores de una postura.
Ahora bien, el chavezato ha corrido con más suerte frente al perezato, porque no ha sufrido de una aplastante satanización. Sin embargo, haciendo caso de lo dicho por el ministro Jorge Giordani, como si estuviese en el Concilio de Trento, convenimos que en Venezuela experimentamos un proceso de transubstanciación, más que de transformación: el paquete deviene contenedor, como creemos adivinarlo en la multiplicidad que ofreció una vez Palacios (EH, 24/06/93).
Ilustración:
Palacios, para un artículo de Víctor Fajardo Cortéz sobre el fracaso del paquete económico (Economía Hoy, Caracas, 24/06/93)
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