martes, 23 de noviembre de 2010

y aún no salimos...


De una dinámica del desempleo
Luis Barragán


Acaso, la oferta de mercancías que opera en los medios públicos de transporte sea la mayor e inédita contribución de los venezolanos a la economía informal del mundo. Impensable cuatro o siete años atrás, la persecución y negación total o parcial de los espacios ciudadanos a la buhonería, adquiere ahora un literal dinamismo urbano que – también suponemos – innovación gerencial por la competencia y reparto de rutas.
Según las modalidades metodológicas del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), los carros-por-puesto, como el subterráneo caraqueño, están poblados de personas que, al descubrir un mercado, perciben regulares ingresos como el propio conductor de la unidad. Poco importa que no haya oficio alguno que aprender en el INCE devenido escuela política e ideológica de cuadros, la desinversión en el país o cuán reales sean esos ingresos que no reporta el buhonero al fisco, carente de la mismísima noción de seguridad social, pues goza de una inigualable oportunidad de sobrevivir en una instancia igualmente riesgosa, porque debe compartir ese mercado cautivo con la delincuencia ordinaria.

Una pequeña caja de cartón y el despliegue de un talento propio del surfista de roncadoras olas de amables playas de seducción, constituyen las únicas y emblemáticas herramientas del buhonero que anuncia su producto en pleno movimiento vehicular. Una o varias décadas atrás, hubiese gozado de mejores oportunidades, pero ahora debe sobrevivir a través de un falso empleo o subempleo, sometido a la interperie urbana, a la disponibilidad de las casas comerciales que no otorgan crédito para adquirir las golosinas u otros enseres portátiles que pueden llegar hasta el “pen-drive”.

Especialistas más confiables hablan de un desempleo superior al 20%, constituyendo una enorme desventaja la imposibilidad práctica de sindicalizar o agremiar a los que se suponen empleados de acuerdo a la versión oficial. Quizá por esto, faltan los estudios necesarios para conocer cuán lejos hemos llegado en la economía informal, porque todos los días vemos a una muchachada desesperanzada y resignada con su cajita de golosinas en el apretado vehículo colectivo, defendiéndose individualmente en la vida, disculpándose a través de un libreto uniforme y consabido al saberse un obstáculo para el libre tránsito: hay quienes razonablemente alegan como mejor opción la molestia del pasajero, antes que hacerlo víctima de un atraco. Vale decir, tratan de un ejercicio legítimo gracias a la situación no menos consabida que padecemos.

Fuente:
http://www.medios24.com/de-una-dinamica-del-desempleo.html
Ilustración:
http://www.soloenvenezuela.com/wp-content/uploads/2008/07/autobus.jpg

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