sábado, 20 de noviembre de 2010

cupulares


EL NACIONAL - Sábado 20 de Noviembre de 2010 Opinión/8
Stephen King y los republicanos
SERGIO DAHBAR

Los lectores fanáticos de Stephen King saben que este autor, nacido en Maine en 1947, se interesa por dos tipos de novelas. Así lo ha explicado él: "Las que son como murales, grandes y populosas y con todo tipo de personajes, como es el caso de La danza de la muerte; y las otras, que son en primer plano, como Misery y El juego de Gerald".

Su ficción más reciente se llama La cúpula (Plaza y Janés) y forma parte del primer grupo de novelas, que el mismo King denomina de "alta densidad de población". Tiene 1.162 páginas y fue escrita en 14 meses (fines de 2007 a marzo de 2009). Lo que se llama compulsivamente.

Treinta años atrás King publicó otra ficción de este estilo: La danza de la muerte, 1.585 páginas en las que un virus gripal (Capitán Trotamundos) amenazaba con destruir la humanidad. Era un fiel reflejo del ascenso al poder de Reagan.

Corría 1979 y King aludía a problemas económicos derivados del petróleo, la desconfianza política, el fanatismo religioso y las angustias ante el armamento nuclear.

La cúpula vuelve a ocuparse de Estados Unidos. Tramita los terrores de uno de los escritores más populares de Occidente sobre el fin de la era Bush, el fracaso de Obama y el inevitable ascenso del fascismo. Sobran las similitudes: conflictos impopulares, economía y petróleo en crisis, atentados terroristas...

La obra de King respira en los anaqueles destinados al terror y el espanto sobrenatural. Pero es hora de recordar que se trata de un novelista con claras preocupaciones políticas en muchas de sus obras, como La zona muerta, Ojos de fuego, y como también lo evidencia en La cúpula. Preocupaciones que no se convierten en meros panfletos: la ficción se encarga de disfrazar sus angustias y reelaborarlas en historias que aterran.

El crítico M. John Harrison escribió en el periódico inglés The Guardian que en el corazón de King se enfrentan la moralidad liberal y ecológica contra la corrupción y el fundamentalismo. Hay que leer su más reciente novela para entender estas palabras.

Una cúpula desciende sobre el pueblo Chester’s Mills y las tragedias no se hacen esperar. Cae sobre la tierra con una precisión de rayo láser. Le corta las manos a una mujer que arregla su jardín. Hace estallar el marcapasos del jefe de policía, Duke Perkins. Acaba con una avioneta y un tractor.

La cúpula se puede presentir, pero nadie la ve. Deja que pase algo de aire, pero nada de agua. Y los aparatos eléctricos se detienen o explotan en llamas. Internet y las ondas de los teléfonos celulares funcionan perfectamente.

La catástrofe se pone en marcha en La cúpula cuando Duke Perkins muere. Es uno de esos policías de pueblo americano, fiel cumplidor de las leyes.

Desaparecida la ley, crece otro protagonista esencial para la trama: Big Jim Rennie, concejal y el símbolo de lo que más odia King. Representa a los republicanos del Tea Party, políticos ignorantes de pueblos como la familia Bush, oportunistas que sacan partido de las desventuras de los otros.

Big Jim Rennie es el tipo de ciudadano con sagacidad política para hacerle creer a todo el mundo que trabaja para su pueblo. Religioso y fiel amante de la patria, esconde un laboratorio ilegal de metanfetaminas y trafica con armas de China.

Una vez que la cúpula cae sobre Chester’s Mills, Big Jim Rennie organiza un ejército de fascistas ordinarios: brutos, asesinos sádicos, violadores, arrasan con la población con la excusa de la defensa y el bien común. Chester’s Mills le abre paso al totalitarismo demasiado rápido: militarización, censura de medios, paranoia conspirativa del gran líder, infiltrados que llegan para asesinarlo, represión, exceso de armas en la población...

La cúpula que cae sobre Chester’s Mills es una metáfora de la soberbia del hombre contemporáneo: no la vencen los misiles. Sólo podrán hacerla desaparecer sus habitantes con humildad, poniéndose en el lugar de los otros, aceptando que nunca antes les había interesado otra cosa que su propio bienestar.

Nadie saca de su corazón una denuncia de esta espesura y pasa agachado. Desde la publicación de La cúpula, la cadena Fox no ha hecho otra cosa que burlarse de esta novela. King podrá decir como otro escritor popular que lo precedió: "Ladran los perros, Sancho, señal que caminamos".

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