martes, 9 de noviembre de 2010

un venezolano de selección


DF - MZ
Luis Barragán


De una extensa bibliohemerografía, Domingo Felipe Maza Zavala fue un experto que no temió ejercer un importante liderazgo de opinión pública más allá de la tribuna académica e, incluso, de su pasantía parlamentaria. Sorprende leer sus artículos desde muy temprano, en la década de los cincuenta, procurando una postura de centro que después desarrollará, pretendiéndola siempre equilibrada y sensata aunque pocos dudaran de una profunda convicción ideológica que la dependentología bien administrará.

Ejemplificó no sólo la relevancia adquirida por los economistas como didácticos orientadores políticos de opinión, los que han hecho escuela en nuestro país, sino también la resistencia frente a toda medida gubernamental que siempre la sospecharon y estereotiparon como neoliberal. E, incluso, recordamos, muy a principios de los noventa, en la presentación de un libro en Chacaíto, nos acercamos y le reclamamos tal circunstancia contando con su indiferencia. Sin embargo, deseamos apuntar a otra de extraordinaria trascendencia.

En efecto, reflejo de la sociedad diversa y compleja que somos, amasados por las coincidencias y discrepancias, le respetamos y valoramos como un gran venezolano. Unicamente lo impedirán los fundamentalismos políticos en bogas, los de una radical intolerancia y gratuita estigmatización, enceguecidos por el actual culto a la personalidad presidencial.

Es posible reconocer a extraordinarios constructores de una patria que es de todos, por muy dispares que hayan sido sus ideas y trayectorias, como suele ocurrir con Arturo Uslar Pietri, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Humberto Fernández Morán o Juan Pablo Pérez Alfonzo. Y es que, como Maza Zavala, ilustran muy bien una civilidad capaz de señalar y abrir caminos de imposible monopolio por escasos sectores y difícil aplastamiento por los más pretorianos.

Se ha ido un gran venezolano, a quien extrañaremos al abrir la prensa diaria, aunque Julio Cortázar decía que la ida es la vuelta en más de un sentido. De modo que una transición democrática, como la que está pendiente, significará atender las campanadas que dio muchas veces el gran economista, todavía bulliciosas y desesperadas.

Fuente:
http://www.medios24.com/df-mz.html

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