sábado, 20 de noviembre de 2010

enclave leninista


EL NACIONAL - Sábado 20 de Noviembre de 2010 Opinión/7
A Tres Manos
Miradas múltiples para el diálogo
El imaginario jacobino-blanquista
JAVIER BIARDEAU R.*

Para evitar la derrota estratégica de la revolución bolivariana, hay que debatir con rigor y consistencia desde una plataforma de pensamientos críticos. Pues, aunque hay quienes quieran negarlo, existe una línea de continuidad fundamental entre la derrota del proyecto de reforma constitucional del año 2007, y el revés táctico de las elecciones parlamentarias del 26-S del año 2010.

Si se quieren abordar los factores explicativos que aparecen en ambos eventos político-electorales, conviene ir más allá del plano de superficie de los datos, y meterse de lleno en las condiciones que operan en la base de la tendencia de reflujo popular en el propio corazón de la revolución bolivariana (tendencia que no es irreversible, por cierto, sino marcada por una sobredeterminación de condiciones y contradicciones).

Este corazón muestra la parálisis estratégica del espíritu constituyente, parálisis de la revolución democrática constituyente, sin la cual no es posible ni imaginar ni pensar una renovación del proyecto histórico socialista.

Cuando uno revisa los análisis elaborados luego de la derrota del proyecto de reforma constitucional, da cuenta de que no se trataba fundamentalmente de la inmadurez y carencia de conciencia ideológico-política de los sectores populares, ni que fueron presa fácil de la alienación mediática, generada por la maquinaria de propaganda dirigida desde Washington y los sectores económicos dominantes del país. Se trataba además de graves errores de la alta dirección política (incluido Chávez) que aún no comprenden lo que en alguna oportunidad algunos análisis han denominado la dialéctica entre "el poder constituyente y el poder constituido".

Una revolución democrática, socialista, eco-política y descolonizadora, no se decreta "desde arriba", encarnando un imaginario político de carácter jacobino-blanquista, construyendo una separación tajante entre las "fuerzas motrices" de una revolución y sus "fuerzas dirigentes". Viejos estilos políticos de conducción marcados por fuertes dosis de cesarismo, sectarismo, dogmatismo doctrinario, vanguardismo, seguidismo ideológico y esquematismo no son la vía correcta. Si se quiere ir más allá de un populismo de izquierda con rasgos cesaristas en su conducción política, para construir las bases materiales, políticas y ético-culturales de la democracia radical y la igualdad sustantiva hay que corregir errores profundos. De allí la importancia de abordar asuntos medulares en la propia subcultura política del campo revolucionario.

Mientras no se supere el imaginario político jacobinoblanquista, en clave leninista, vanguardista, o en su variante populista-cesarista, persistirá toda la sintomatología de una revolución encallada y extraviada. Comencemos por ideas-fuerzas que apuntan directamente a la medula del problema. En primer lugar, hay que abandonar tanto cualquier referencia dura al marxismo doctrinario y esquemático, así como las afinidades electivas a los nacionalismos radicales que fortalecieron una hegemonía de carácter populista; es decir: 1) superar cualquier escatología relacionada con el marxismo burocrático que fue consagrado como doctrina oficial e ideología de justificación de las experiencias de los socialismos realmente inexistente, así como: 2) aquellos populismos de otrora que fortalecieron "bonapartismos socialmente progresivos", pero que se agotaron a mitad de camino a la hora de implantar y consolidar espacios decisivos para el poder popular.

En ese marxismo escatológico, es palmaria la actitud ambivalente respecto a la figura de la forma-Estado que bloquea el abordaje de asuntos como la democracia radical y la socialización efectiva del poder social, para superar la explotación económica, la coerción política, la hegemonía ideológica, la exclusión social y la negación cultural.

En el populismo de izquierda, la dirección política del proceso asume los caracteres histórico-estructurales de una hegemonía de carácter burgués en su economía política, con fachadas policlasistas en sus alianzas sociales, y una vociferante retórica de corte popular-radical.

*UCV

Ilustración: http://lacomunidad.elpais.com/blogfiles/lector-en-desvelo/libros11.JPG

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