lunes, 8 de noviembre de 2010
previástrofe
De una catástrofe previa
Luis Barragán
Circula una interesante, aunque todavía escasa, literatura sobre las catástrofes naturales en Venezuela. Seguramente hay una mayor cantidad de tesis relacionadas y abovedadas por la desidia, en nuestras universidades, quizá a la espera de los investigadores que, incluso, puedan reivindicarlas.
Lo cierto es que hay consenso sobre la resuelta impreparación de los venezolanos para los grandes terremotos y deslaves, a pesar de haberlos sufrido tan dramáticamente. Acaso, aquellas escenas de los ejercicios de evacuación escolar que solemos observar en los filmes extranjeros, constituyen el único dato disponible, pues, las previsiones personales, limitadas y ocasionales, no constituyen la rutina necesaria y adecuada para intentar sobrevivir al desastre.
Obviamente, la mayor y contundente responsabilidad recae en el Estado indiferente hacia los dramas ajenos, siendo tan significativamente raquíticos los presupuestos públicos destinados a la promoción y mejoramiento de los contingentes bomberiles, en términos de reconocimiento técnico, equipamiento material y seguridad social. Por muy proclive que sea el venezolano a la solidaridad espontánea, demostrada generosamente con los consabidos hechos del estado Vargas, a pesar del propio gobierno nacional, incluyendo el asomo de la vocación y talento por el rescatismo que se observa en no pocas ocasiones, los organismos de Defensa Civil esperan que efectivamente ocurra la catástrofe, siéndola aún sin llegar.
Nada obvio, al parecer, importa una vasta campaña pedagógica y de ejercitación, amén de la locación e intervención de las zonas de alto riesgo. La escuela ha de ser el epicentro, desde muy temprana edad, para un aprendizaje tan esencial.
El otro epicentro, la Caracas informativa, debe recordar que hemos experimentado grandes sacudidas hacia el interior del país, por lo que debe enfatizar las amenazas que a ella misma la aquejarán, multiplicándose infinitamente por sus augustas imprevisiones. Urbanizado en un elevado porcentaje el país, resulta inaceptable tanta negligencia.
Las entidades gubernamentales especializadas, no pueden permitir que el proselitismo político las contamine por mucho “socorro rojo” ilusionen a la cúpula del Estado. Independientemente de su jerarquía o rango en el expandido universo burocrático ostenten, la directiva de Defensa Civil no puede quedar a la merced de los caprichos del momento y, a lo mejor, deban ser considerados y ratificados por el parlamento, lo que no puede dar oportunidad a la creación de otro órgano del Poder Público, como podría soñarlo algún jurista o activista del oficialismo en el acostumbrado trance febril de sus hueras teorizaciones.
Las redes sociales constituyen una formidable herramienta de información y precaución, por lo que – “descandangadizadas” – un mejor empleo de los instrumentos – también de recreación – ayudará. Incluye el destierro de las infundadas sospechas que recaen sobre los medios privados y convencionales de comunicación social, pues - ¿quién puede negarlo? – es el gobierno el alarmista por excelencia, por sus acciones y omisiones.
Acotemos que igualmente son necesarias las investigaciones históricas y forenses de los grandes sismos padecidos, por las lecciones que pueden arrojar. Casualmente, nos encontramos viejas notas que advirtieron y advierten una ruta para el tesista ocioso y desesperanzado por la orfandad de temas, ya que – por ejemplo, a propósito del terremoto de Caracas, 1967 – Doménico Filippone, Arturo Luis Torres Rivero y Julio Febres Cordero versaban en la prensa escrita sobre el historial y secuela jurídica del hecho natural para preguntarse qué ocurriría de repetirse (El Nacional/Caracas, 04/08 y 28/08/67), Leonardo Silva Estrada sobre la situación legal de los damnificados (ibídem, 12/08/67), e – incluso – la Corte Superior Penal ordenaba una investigar las causas de la muertes del terremoto (05/08/67), sin que sepamos hasta dónde se llegó y – seguramente – cómo y cuándo el expediente correspondiente fue pulverizado.
Fuente:
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/6290-de-una-catastrofe-previa
Fotografía:
Ilustración:
Calles de Maiquetía y en la avenida Soublete,cerca de Pariata, de Juan Carlos Gómez (El Nacional, Caracas, 06/04/10)
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