sábado, 20 de noviembre de 2010

incineración del pensamiento


El Sol de Margarita, 16 de Noviembre de 2010
La universidad estatizada
Rafael Di Prisco

La pregunta que más de uno se hace: ¿cuál será la universidad que concibe el socialismo venezolano del siglo XXI para el “nuevo país”?

A menos que sea por la vía de la intervención del Creador, como ha respondido Nelson Merentes, ilustre matemático profesor de la UCV, actualmente en funciones nada menos que como Director del Banco Central, cuando se le inquirió sobre la posible solución a la implacable e irrefrenable subida de la inflación. Si bien es cierto que el reclamo de actualización de sueldos y salarios de docentes, empleados y obreros es absolutamente justo puesto que el personal que labora en las universidades públicas no recibe incrementos desde hace tres años, es preciso destacar que el problema de las universidades no se limita a un simple aumento de sueldos, es más, para ser precisos, el problema habría que colocarlo en su justo término: la responsabilidad de lo que está sucediendo no es de las universidades sino del conjunto de funcionarios del Ministerio de Educación Universitaria que no parecen capacitados para resolver nada por la sencilla y casi única razón de que esos señores no entienden nada de lo que está ocurriendo y no encuentran las respuestas adecuadas, porque no tienen capacidad ni conocimientos suficientes para tomar las decisiones correspondientes. Se comprende por qué el señor ministro no acepta reunirse con las autoridades de las universidades, y lo único que sabe hacer es aplicar cifras del presupuesto correspondientes al año 2007; pero como la realidad se va imponiendo, el ministerio está comenzando a actualizar la deuda pues se ha comenzado a pagar el retroactivo del incremento salarial de los primeros nueve meses del 2008, pero se mantiene la deuda del año 2009 y el 2010.

Para oscurecer el panorama, desde las filas del oficialismo se han hecho intentos por dividir el movimiento laboral atendiendo especialmente los requerimientos de los sectores afines al proceso, a espaldas de la representación legal de los trabajadores universitarios, mientras se aplazan y hasta se desconocen los derechos de los que no se alinean con la revolución porque la universidad que el gobierno quiere no es una institución de calidad superior donde se enseña y se investiga, verdaderamente plural, donde lo que se busca es el conocimiento, el saber; una institución que sirva a todos los venezolanos indiscriminadamente, sin distinción de credos o militancia política; una universidad cuyos egresados no solamente sean motivo de orgullo como excelentes y probos profesionales sino que sirvan a esta Patria, con mayúscula, que también es de todos, pero que no responda al llamado del socialismo o muerte porque es la de la democracia y la vida lo que construirán el futuro que tienen reservados nuestros jóvenes.

Es la universidad para estudiar y también para luchar, pero luchar con las ideas, con la confrontación enriquecedora, con el convencimiento que nace de la verdad, no con disparos, bombas lacrimógenas y bombas incendiarias. No es la universidad de la violencia de grupos armados que no aceptan la pluralidad democrática exhibida durante los escrutinios de las últimas elecciones estudiantiles celebradas la semana pasada en la que resultaron vencedoras las dos planchas representantes de corrientes que defienden la democracia. ¿Será ésta una de las verdades que no entienden en el Ministerio de Educación Universitaria?

El comandante no tomó en cuenta que el despelote económico regalando dólares a diestra y siniestra, financiando el aparato productor de países amigos, iba a explotar precisamente el año de la víspera de su anhelada reelección, cuando ya no le queda dinero para atender los requerimientos de los diferentes sectores de trabajadores ni siquiera para pagar el aguinaldo de una sola vez sino dividido en tres incómodas cuotas.

¿Qué hacer, entonces? Pues, apelar al método del Director del Banco Central e implorar la inmediata intervención del Creador, de manera que se produzca el anhelado milagro porque, según parece el patrono-gobierno se quedó limpio, sin plata, pues. Está lo que se llama quebrado.

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