miércoles, 4 de abril de 2012
PAPAMÓVIL
EL UNIVERSAL, Caracas, 4 de Abril de 2012
De viaje con el Papa
México y Cuba, próximos en otros asuntos, están en las antípodas en lo que a catolicismo se refiere
ANTONIO COVA MADURO
Pocos viajes del Papa Ratzinger han dado tanto de qué hablar como el que acaba de acometer al Caribe latinoamericano. Una semana realmente intensa para un hombre que cumplirá los 85 años tres días antes de que el calendario marque los siete años que lleva como Papa. La verdad es que pocos creían que aquel hombre que recién cumplía los 78 años fuera a superar el lustro en cargo tan demandante como ese.
En efecto, el último Papa que a su misma edad llegó a gobernar la Iglesia fue el campesino italiano Juan XXIII, quizás el revolucionario más notable que contemplara la Iglesia en el complicado siglo XX. Fue el convocante, y principal sostén del Concilio Ecuménico Vaticano II, que, en muy pocos años, arrancó a la Iglesia Católica del sopor agónico y de un golpe la puso en el centro de los problemas, tragedias y esperanzas del mundo moderno. Lamentablemente no pudo terminarlo, y quizás a muchos de nuestro tiempo tampoco nos sea fácil ver sus efectos.
De los múltiples viajes que ha realizado Benedicto XVI este fue apenas el segundo que hiciera a Latinoamérica y agudos periodistas no dejaron de enfatizarlo con algo de reproche. ¿Por qué no cuidar más al continente más sólidamente católico del planeta, precisamente ahora cuando la sangría de fieles se torna aguda por momentos? Con ello descuidan un dato que ya se hizo notar en la escogencia misma del nombre: Benito, el fundador de los benedictinos, es el patrón de Europa y la acelerada descristianización de ese continente ha sido su permanente dolor de cabeza. Antes de ser Papa, incluso.
Por eso mismo -y porque ese "virus" europeo se extiende rápido- quizá la obra más permanente y destacada de lo que a no dudarlo será un corto pontificado termine siendo la recién creada "Comisión Pontificia para la Nueva Evangelización", cuyo propósito declarado es lograr lo que la revitalización católica alcanzó en los cien años posteriores a la Reforma Protestante.
Pero quedémonos en este singular viaje: primero a México y luego a la Cuba de las postrimerías castrocomunistas. En ambos casos el motivo declarado fue una "efemérides aniversario", la más importante: los 400 años de compañía que la Virgen, como "Caridad del Cobre", ha concedido a la isla.
México y Cuba, tan próximos en otros asuntos, están en las antípodas en lo que a catolicismo se refiere. En el más poblado país de la hispanidad, la feroz persecución que sufrió en las primeras décadas del PRI, en lo más mínimo apagó allí la fe católica. Todo lo contrario: la atornilló. México es hoy un país donde su intelectualidad, tan importante e influyente, no logra comunicar su agnosticismo al resto de la población.
Su importante clase empresarial se confiesa abiertamente creyente y, lo más importante, no hay pueblo con una devoción tan constante y probada a la Madre de Dios. Quien lo haya visto no deja de expresar su asombro por el culto masivo a la Guadalupe las 24 horas de cada día del año. No hay nada parecido en parte alguna.
De allí fue a Cuba y sirvió de testigo excepcional a lo que todavía algunos ponen en duda: Raúl está completamente al mando y su hermano es ya una momia cuya importancia rápido se evapora. Incluso el Papa, que con la misma edad luce fuerte, no le visitó, sino que fue su anfitrión por un ratico en la Nunciatura en La Habana. Algo muy simbólico... para quien entienda.
Raúl fue el gran beneficiario. Su estatura crece al ser de los primeros anfitriones americanos del Papa y cuando afloja la mano es mejor transmitir la imagen de que es por petición eclesiástica y no por presión norteamericana. Se garantiza, además, un apoyo inesperado de un mundo religioso que no parece inclinado a aventuras, que no sea otra que brindarle apoyo y compañía en su lucha contra la dura oposición de la burocracia comunista a sus planes de largo aliento.
La Iglesia -que "sabe más por vieja que por diabla"- intuye que "le sobra tiempo" cuando el régimen agoniza a todas luces. Qué más da esperar un poco. Ella estará allí como una fuerza viva y sólida cuando colapse ese agotado parapeto que es el Partido Comunista Cubano, igual que lo hizo en algunos países de Europa Oriental y cuando se hundió la Roma Imperial...
Por eso la Iglesia cubana simula bajar la cabeza al tiempo que sus palabras la ponen en el siglo, mientras el PCC se retrae. No actúa como la Iglesia polaca porque sabe que ya llegará el momento, y confía en que ya pasó la época de una "Iglesia patriótica" al estilo chino. El ochentón Raúl no tiene tiempo ni ánimo para esas cruzadas.
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