domingo, 22 de abril de 2012

LOT-ERÍA

EL UNIVERSAL, Caracas, 22 de Abril de 2012
Ley del Trabajo o el populismo es popular
Afectará negativamente a la población independientemente del resultado electoral
LUIS VICENTE LEÓN

Durante las últimas semanas la reforma de la Ley del Trabajo ha sido una de las protagonistas de la discusión pública. No podemos evaluar su impacto aún porque el contenido no es definitivo, pero los temas que más preocupan son los referentes a la reducción de la jornada laboral, la retroactividad de las prestaciones, la creación de un fondo nacional para las mismas y la inamovilidad laboral.

Nadie puede estar en contra de una mejora en la calidad de vida de los trabajadores; pero la única manera de que esto sea sostenible es que sea producto de una política integral que garantice también las condiciones para que los empleadores puedan sustentar esas mejoras. No puede haber un empleo estable si no hay quien lo pueda generar.

Veamos algunos de los aspectos controversiales. Francisco Allen, de Datanálisis, analiza así el posible corte de la jornada: "se habla de una reducción de 8 a 6 horas laborables. Si ello se extrapola al PIB, podríamos hablar de una merma de 25% en la capacidad de generarlo, a menos que se estimule incrementos de productividad, que más bien se alejan con la nueva legislación o se contraten nuevos trabajadores para compensar la merma, lo cual, además del sustancial incremento de costos, se complica en un país con baja disponibilidad de mano de obra calificada, lo que condena la capacidad de crecimiento".

No obstante, viendo la reducción desde la óptica del trabajador, ésta podría lucirle atractiva: ¿quién no quiere ganar más por menos?, pero les durará hasta que la afectación de sus fuentes de empleo hagan imposible el sostenimiento de su trabajo y salario y corten cualquier posibilidad de absorción de sus hijos al mercado laboral.

Con relación a la retroactividad de las prestaciones, esto era un clavo pasado. El país discutió ese tema y se liberó de él cuando quedó claro que su aplicación había sido sin sentido. Pero su oferta de regreso, en el medio de una fuerte inflación, puede resultar popular, aunque termine impidiendo a las empresas incrementar nómina en el futuro y estimule el crecimiento de los precios para no hacer inviable la cobertura de sus pasivos laborales.

La creación del fondo nacional monopólico de prestaciones sociales no merece mucha discusión, es simplemente una barbaridad; basta ver cómo los trabajadores salieron corriendo a retirar sus prestaciones apenas se anunció la posibilidad de esta medida. Pocos quieren que su dinero pase a un fondo sin fondo, administrado a discreción por el Gobierno, usado para financiar proyectos populistas no líquidos que arriesgan su sostenibilidad. Pero ahí la popularidad se genera en quienes recibirán el dinero de los otros, en un sistema controlado por el "Gran Hermano" que pretende decidir cuándo le conviene a la gente usar su plata o no.

Por último, la inamovilidad es una medida que desestimula contratar aunque las empresas tengan planes de expansión, debido a que la inflexibilidad les impediría reducir la nómina si en el futuro se ve comprometida su viabilidad financiera. Pero además elimina el poder de negociación de las empresas, creando un desbalance que afecta la productividad laboral. Y otra vez ¿a quién no le va a gustar que nadie lo pueda sacar del trabajo aunque no cumpla o el mercado no dé?

Es una lástima que el Gobierno haya decidido aprobar esta ley en el medio de una campaña que le estimula a tomar medidas populistas extremas para ambientar su elección, pues las decisiones afectarán negativamente a la población por muchos años, independientemente del resultado electoral, aunque paradójicamente puedan ser aplaudidas por quienes más afectados estarán. A veces se nos olvida que el populismo puede ser malo e ineficiente... pero es popular.

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