lunes, 23 de abril de 2012

VIDEO-BIENVENIDOS

Nos contenta mucho que la red de redes  atrape lo que acontece en San Francisco, gracias a la iniciativa de Rreymell.  Tal como observamos al pié de uno de los videos, el desafío es el de las comunidades virtuales en Venezuela con todas las secuencias y consecuencias que implica.





San Juan, 20: 1-9
Iglesia de San Francisco, Caracas
Domingo de Resurrección, 8 de Abril de 2012
Padre Alvaro Lacasta (SJ)

Los curas de San Francisco
Luis Barragán

Escasea la escuela ética en Venezuela. Hay silencio en las instituciones que dicen explicarse por ellas. La mudez también es decir poco o demasiado. El balbuceo o la estridencia. Por ello importan las disertaciones dominicales de la Iglesia Católica. Las homilías. La liturgia de la palabra.

Pocas ocasiones hay para la palabra fundada. Estudiada e inspirada. Susceptible también de contradecir cuando hay voluntad de buscar la verdad. Y de aceptar al reconocernos en el fondo de un corazón al que no tan fácilmente llegamos excepto digamos hacerlo melodramáticamente. El púlpito contrasta con las bulliciosas divagaciones callejeras sobre lo divino y humano tan sectarias como todo lo que trae el televisor con sus radicales afanes de distracción. A ésta se le debe sumar la diversión que aporta el poder político en sus distintas manifestaciones.

Más cuidadosas son las homilías de cada domingo. Tenemos un poco más de tiempo para asistir a misa. Si hay el sacrificio de hacerlo tan diligentemente como procuramos una fiesta matrimonial o de primera comunión. O la disposición de escucharla aún cuando los celulares inteligentes dirán algún día hacerlo con la eficacia pastoral que cabría esperar. Lo cierto es que ir a misa no significa ser más puro que los demás. Es lo que se cree también de todo aquél que dedica una parte de su tiempo a una actividad alternativa a las que están de moda.

Acudir a misa y acogerla como Santa Misa es algo tan raro en estas continuas marejadas del convencionalismo que se disfraza de novedad recreacional. Convenir en un acto diferente a las reglas o costumbres que el mercantilismo del poder político o económico impone es un paso importante. Y tan importante cuando reconocemos nuestras crisis de fe.

E intentamos un poco romper con esa fe anómica que ridiculiza aún en la mismidad. Sabemos que nos agrieta ese sincretismo religioso del que los medios privados de comunicación se aprovecharon para subir la audiencia y hoy adquiere una monumental fuerza gracias a los medios estatales que nos reportan a diario a un mesías de oportunidad.

La histórica y recientemente restaurada Iglesia que queda en la caraqueña esquina de San Francisco también dibuja las avenidas, calles, callejuelas y los caminos tan inadvertidos como necesarios para transitar esa vocación espiritual tan urgida de redescubrir. En un país donde casi no hay una pública escuela de ética legitima muy bien lo que se dice en una Iglesia convertida en encrucijada de una buena parte de la ciudad. Importante y no menos urgente para el practicante irregular e incluso el no-creyente. Digamos que para los que creemos en todo y los que no creemos en nada es un desafío amarrar el barco en ese muelle de valores y principios que ayudan y nos explican en la navegación.

Lacasta Numa Martialay Infante Albístur González Trigo y otros sacerdotes nos orientan y se atreven en no pocas ocasiones a abrir las ventanas de una reflexión teológica que la feligresía también espera. Se puede debatir en torno a una crisis de la catolicidad o del cristianismo o de la modernidad y de su resultante postmodernidad en Venezuela por muy encontradas causas o motivos. Empero hay una reflexión que no se quiere compartir y que no se quiere recibir para evitar toda la complicación de vida convertida en supuesta fórmula de felicidad.

En la etapa final de la Cuaresma y a sabiendas de esa fe tan anómica que nos caracteriza luce un acierto amarrar la barca aunque sea por unos instantes en San Francisco. Hay que decir también que el padre rector rector de una Iglesia que en 2007 se opuso a la reforma constitucional también reclama su adscripción al actual partido de gobierno pero jamás por todos los jamaces ha dicho una sola palabra bullanguera o propagandística a favor del que le contamos. Los curas del centro de Caracas se las traen y no temamos oírlos y aceptar el reto que nos plantean constantemente. Por lo menos como en toda Iglesia Católica como seguramente puede ocurrir en cualquier otra expresión sobria y organizada de la fe hay una cátedra de ética que se ofrece como alternativa y desafío al creyente al practicante irregular y al no creyente.

Fuentes:
EL SOL DE MARGARITA, Porlamar,7 de Abril de 2012
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=854635

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