EL NACIONAL - Martes 24 de Abril de 2012 Escenas/2
Luisa Richter
ESTO ES LO QUE HAY
ARTES VISUALES
LORENA GONZÁLEZ
Las artes visuales pueden rebelarse como la perenne posibilidad de un solo movimiento. Estallido que se encierra y se desprende desde las variables de un contacto incomprensible, enigma que respira tras esa trama de extensión liberada que podría ser un punto, una línea, un muro en ruinas, una fotografía, las esquinas de un papel, las cúpulas de una catedral.
¿Qué determina ese curso? ¿Cuál es la estrategia que habilita el encuentro adecuado de los signos y la sensibilidad, de la forma y la materia, de lo que está frente a nosotros junto a eso que no vemos? ¿Seguirá siendo la obra todo aquello que parece haber perdido? ¿Estarán aún las resonancias de un idioma olvidado, de un hálito intangible que anida en ella? En los hálitos intermitentes de la ciudad algunas revelaciones nos devuelven a ese territorio indescriptible. Una pequeña muestra, una punta seca sin título, algunas palabras enlazando universos y una existencia dedicada al arte: eso es y será siempre Luisa Richter, creadora que ha transformado su vida y su obra en esa luminosidad tenebrosa, en esa certeza improbable, en esos ángulos tan quebradizos como estables que reúnen para Lezama Lima el centro de la poesía: "Un caracol nocturno en un rectángulo de agua".
La exposición se titula Gráfica y estará hasta el mes de mayo en el Museo de la Estampa y el Diseño Carlos Cruz Diez. Fue curada por Thelma Carvallo y reúne con delicado compromiso una selección desde los años sesenta. Como secuela curiosa, esta muestra cierra el ciclo de tres exhibiciones más que sin un acuerdo tácito rindieron homenaje a la labor de Richter: Collages en la Sala Mendoza, Tránsitos entre la memoria y la pintura en Pdvsa La Estancia y Luisa Ri- chter y sus alumnos en la Galería Estudio 8.
Nunca sabremos el porqué de este estallido secuencial sin premeditación aparente.
Sin embargo, es una hermosa sorpresa el saber que alguna reminiscencia institucional activa los senderos de un recuerdo necesario, pues la verdad es que esta gran retrospectiva fragmentada debió suceder en los grandes espacios de la GAN, el MAC o el MBA; sitios acordes para traducir todo esa infinita variedad de contenidos que palpitan en la impronta de sus piezas.
"Parece que pintara con tinta del corazón", dijo una joven espectadora que miraba a mi lado la muestra del Museo Cruz Diez. Lo que veía con fascinación era una plumilla del año 64 donde las vibraciones sensuales de ese espacio otro que también habita los grandes formatos, acarician la página de un block con el título De Apolli- naire. Más allá una serigrafía sobre tela del 72 trastoca la sucesión de sillas desplazadas por los estallidos de la luz, mientras Detrás de la cortina revela todo lo que heredaron los artistas de la posguerra que vinieron al país, necesidad vital de expresar que superaba las diferencias entre disciplinas: eran poetas, pintores, diseñadores, músicos, fotógrafos, arquitectos...
Al fondo, una tinta china de intensos y sencillos trazos bajo el título Dioti- ma (1991) profundiza en los secretos de una mujer que convirtió el arte en su amante como ella misma suele decir; metáfora a su vez de ese abismo que al unísono con el deseo nos sitúa Richter en cada obra: negación y aceptación de una posibilidad inalcanzable, de un mundo único que se empeña en subsistir.
Ilustración: Luisa Richter, Architectura Transparente, 1980, Collage auf Papier auf Karton.
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