martes, 10 de abril de 2012
ANTE (S DE) LOS DESESPERADOS
EL NACIONAL, Caracas, 25 de Marzo de 2002
Breve nota estratégica
Luis Barragán
Ronda la inestabilidad. Toda manifestación de inconformidad con el Gobierno, constituye una amenaza al propio sistema político. Y es que, por el irregular modo de tramitar o procesar las demandas, rápidamente se convierte en una pugna existencial todo lo que puede – saludablemente– asumirse como agonal.
El presidente Chávez, desde el principio, plantea una salida alterna: la guerra civil. En la cumbre del Estado no se esboza un escenario distinto, a pesar de la constante prédica por una revolución pacífica y democrática. La contradicción subyace en el esfuerzo de aplicar una visión del país –angustiosamente etérea detrás de las repetidas consignas– que no un modelo de desarrollo –inexistente– tan presuntamente obvio en este tramo de la historia: hay una empecinada devoción a la infalibilidad que toda rectificación se antoja una vergonzosa claudicación o derrota, aunque las recientes medidas económicas digan no reconocer la dramática lección, por un ardid táctico.
A grandes rasgos, contrariando los principios del mariscal Foch, no adivinamos una estrategia diferente a la simple prolongación en el poder: terquedad del presunto humorista que, a contrapelo de las previsiones constitucionales, fija el 2021 como fecha estelar de su jubilación. Por lo que respecta a la economía de fuerzas, el derroche de recursos y la pérdida de oportunidades acarrean altísimos costos políticos, seguidos de los sociales y económicos, quizás fácilmente endosables a la oposición; en cuanto a la seguridad de las iniciativas oficiales, puede decirse de una vulnerable gobernabilidad, término que comienza a asimilar el oficialismo; y, finalmente, escasea la libertad de maniobras para sortear las dificultades, generando –con igual terquedad– problemas adicionales, inéditos y hasta innecesarios, como los ya consabidos de Pdvsa, que ni el mismo Lenin se hubiera atrevido en los albores de la revolución rusa, sobre todo a la luz de lo que se conoció como la nueva política económica (NEP).
La interpretación de los acontecimientos encuentra el inmenso obstáculo de la inmediatez y, por ello, destacan las posturas delirantes de muchos de los actores de hoy, a favor o en contra del Gobierno. Son pocos los que atinan en un camino, recordándonos que existen ciertos principios para andarlo, aunque sean debatibles: una salida convincentemente democrática a la situación actual inspira a la enmienda constitucional planteada por el diputado César Pérez Vivas.
La reducción del período constitucional y la celebración de las elecciones para finales del presente año, obedecen a una sólida convicción democrática. Esta es la oposición consciente, responsable y sobria, no menos frontal, que surge en medio de la confusión.
No hay dudas del presidencialismo extremo de la carta magna de 1999, correspondiente a una fortísima tendencia autoritaria que ya choca con una básica cultura política democrática, necesaria de reivindicar a plenitud. Al enmendar –precisamente– un elemento puntual de la vigente Constitución, como refiere la exposición de motivos del proyecto Pérez Vivas, no queda alterada la estructura fundamental de la institución, objeto de una posterior reforma, sino deja abierta la posibilidad de construir un escenario adecuado para superar la crisis.
Significa mayor imaginación política que la exhibida por los sectores más desesperados frente al chavismo como régimen político, antes que fenómeno terminal del rentismo sociológico. Y es anuncio cierto de una generación llamada a enfrentar los retos de la Venezuela pendiente: la mínimamente concertada por las diferentes fuerzas políticas y sociales, reconocido que nadie monopoliza la verdad.
La política es algo más que exposición mediática y alborozo de encuestas y, al plantearla en términos estratégicos, ha de transitar también los desfiladeros de la incomprensión y el sectarismo, sin dejarse tentar por el oportunismo: riesgos propios de la ancha e inevitablemente diversa oposición. Y es que ésta, en última instancia y parafraseando a Efraín Subero, no puede aventurarse a regresar sin haber ido nunca, perdida la gran oportunidad de la Venezuela pendiente.
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