miércoles, 4 de abril de 2012
ANTI-VALORES
NOTITARDE, Valencia, 0http://www.blogger.com/img/blank.gif1 de Abril de 2012
La Semana Santa: Amor de Dios (Mc. 14,1-15,47)
Joel de Jesús Núñez Flautes
Aunque nos parezca increíble, porque vivimos sumergidos en actividades y vamos de prisa, llegamos a la Semana Santa; tiempo en que los cristianos católicos meditamos en los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.
Para muchas personas la Semana Santa es sinónimo de playa, paseo, descanso, ocio, diversión y quizás sea merecido el descanso y el paseo por estar sometidos casi todos los días a duros trabajos que desgastan y causan estrés. Pero más allá de esto, la Semana Santa es y debe ser para el creyente un espacio privilegiado para el encuentro con Dios que tanto ha amado al mundo, que fue capaz de enviar a su Hijo para rescatar a la humanidad de la esclavitud del pecado y de la muerte eterna. Tiempo para acercarnos al amor de Dios que nos espera siempre con los brazos abiertos, sin importar si tenemos muchos o pocos pecados; lo importante es que estemos arrepentidos y queramos emprender junto con Él una nueva vida.
La Semana Santa podemos sintetizarla como la expresión máxima del amor de Dios por todos los hombres, por la humanidad entera; porque estando sumergido el hombre en el pecado, por haber mal utilizado su libertad, Dios en su infinito amor, envió a su Hijo para que entregando su vida, subiendo al Calvario, el mundo por medio de Él alcanzara el perdón y vida eterna. ¿Qué padre o qué madre sería capaz de entregar a la muerte a un hijo? ¿Quién sería capaz de morir por un delincuente o un hombre malo? Pues bien, Dios por amor fue capaz de entregar a su Hijo Jesús para que salvara y redimiera a la humanidad y allí está la prueba máxima del amor de Dios por cada uno de los seres humanos. Cuando contemplamos una cruz podemos meditar, sentir, palpar y admirar lo importante que somos para Dios; lo grande de su misericordia, bondad, perdón y amor. Por eso, para los cristianos católicos la cruz no es símbolo de muerte, no es instrumento del mal, sino signo del inmenso amor de Cristo por los hombres de todos los tiempos. Su Pasión y Muerte en la cruz es una entrega redentora y su alcance es universal. Es decir, realmente Cristo redimió al hombre muriendo en la cruz, porque es Dios y Hombre verdadero y realmente su sacrificio único y definitivo salva a los hombres de todos los tiempos y de todos los pueblos. Ya no necesitamos otro Mesías; ya no hay que pagar otro precio por el rescate de los hombres pecadores; Dios canceló nuestra deuda ofreciendo como víctima expiatoria a Cristo, su Hijo; Nuestro Señor y Salvador.
Acerquémonos estos días santos a la parroquia más cercana, dediquemos tiempo a la oración, a la confesión, participemos de las eucaristías y recibamos con fe y gratitud a Cristo en la Comunión; acerquémonos a los hermanos, compartamos con los que menos tienen, meditemos en lo que Dios ha hecho por nosotros; que aparte del justo descanso que podamos tener, no dejemos a Dios de lado, no dejemos de cultivar la vida espiritual; aprovechemos estos días para elevar nuestra vida, nuestras mentes y corazones hacia ese Dios que tanto nos ama. Yo les garantizo que si nos acercamos a Dios con fe, si abrimos nuestro corazón al amor a Él y a los hermanos, la vida se transforma, se hace nueva; porque el amor y la fe hacen siempre que todas las cosas y que todos los días sean nuevos; quien vive en Dios y para Dios vive feliz, en paz, en armonía y cuando asaltan los problemas y dificultades de la vida (que todos sufrimos) se encuentran fuerzas, luces y capacidades para superarlas y se encuentra el camino que debemos y necesitamos transitar para alcanzar de nuevo la paz.
Dios nos espera en estos días santos, nos ofrece su amor, nos brinda su perdón y quiere que vivamos como auténticos hijos suyos. No desperdiciemos estos días viviendo como si Dios no existiera o como si solo nuestra vida se llena con cosas materiales. Cultivemos la vida espiritual y experimentaremos lo grande y hermoso que es estar con Dios y descansemos en su amor.
Que cuando llegue el Domingo de Resurrección, que nos recuerda que Dios está vivo, que Cristo vive y ha vencido a la muerte; podamos sentirnos hombres nuevos, llamados a la vida, a la felicidad, al gozo pleno que solo Dios nos puede ofrecer y regalar.
A todos deseo de corazón una Feliz Semana Santa, una semana vivida, sentida y meditada en el amor de Dios.
IDA Y RETORNO: ¿Qué hacer con tantos antivalores que están presentes en nuestra sociedad venezolana? Los cristianos católicos sabemos y entendemos que la primera iglesia es la familia; que es allí donde se deben sembrar y predicar los valores del evangelio, colocarlos en el corazón y la mente de nuestros niños, para que en el futuro sean hombres y mujeres de bien; sobre todo sembrar en ellos la fe, la esperanza, el amor; el valor de la responsabilidad, la honestidad, el servicio, la sinceridad, la justicia, la templanza y la fortaleza. Esto es y será posible si junto a la enseñanza de los padres (primeros educadores), sus hijos los vean testigos; es decir, que den testimonio de lo que enseñan. Hagamos de nuestras familias semilleros de valores.
Ilustración: Marc Chagall
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Marc Chagall,
San Marcos 14: 1-15
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