miércoles, 4 de abril de 2012

PROYECTO DE LEY DEL TRABAJO (3)


Dos textos

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RESIGNIFICACIÓN POLÍTICA DEL DERECHO LABORAL
Luis Barragán
10 de Mayo de 2010

Confusamente rentista, el socialismo en curso utiliza a los sectores material y culturalmente más empobrecidos de la población en la tarea de preservar y prolongar los privilegios de poder de la casta que tuvo en suerte acceder a la dirección del Estado. Cada vez más minoritario, el proletariado sucumbe ante el régimen de los lúmpenes que le rinden soporte oportuno, movilizados con el presupuesto pùblico, aunque diga beneficiarlo al afrontar a una burguesía real y ficticia surgida de los breviarios, resúmenes y las calebérrimas chuletas en curso (como vemos, nada es gratuito en nuestra cultura petrolera de profundidad).

Quien se atreve a hurgar en las teorías políticas que influyen en el proceso de formación de las leyes laborales, a veces de manera confusa al tocar áreas tan delicadas como el derecho, la historia y la politología, inevitablemente arriba a la contundente conclusión de una actual experiencia ajena a los intereses de la clase obrera venezolana. Y, simplemente, porque las premisas son falsas, sufren de la adulteración que impone el asalto a las divisas, recurriendo a un discurso esencialmente artificial, sólo emotivo.

Héctor Armando Jaime Martínez, en una ponencia para el congreso internacional de derecho del trabajo, recientemente celebrado en Margarita (*), traza un rápido itinerario de interés, desde la aparición de la brevísima Ley de Talleres y Establecimientos de 1917 hasta arriba a la reforma frustrada de la Ley Orgánica del Trabajo que acarreó la destitución del propio secretario general del PCV que la presidía. Y tratando inútilmente de dar con una definición coherente y confiable del llamado socialismo del siglo XXI, reconocido el avance en el campo adjetivo, constata la marcada tendencia autoritaria que impone la tarea práctica de las inspectorías del trabajo, el papel desempeñado por las solvencias laborales o la extrema flexibilización laboral en la administración pública que ya ha olvidado el renglón de las negociaciones colectivas, sorprendentemente contrastantes con algunos de los progresos realizados en épocas anteriores.

Aportante academia que acentúa la estridente mudez del llamado país político, el jurista fondea el más burdo estatismo. La hostilidad no está cebada exclusivamente sobre las grandes y aventajadas empresas, dibujando la única y aceptable relación laboral: la del Estado que – más adelante – exhibirá como formidable ventaja comparativa, la cruda inexistencia de las libertades sindicales mínimas, convicción a la que tardará en llegar la inteligencia acuática de los partidos acostumbrados a anegarse de realidades irrespondidas.

Pueden invocar a los sectores populares como beneficiarios de la gestión del chavezato, pero no ocultar que los resultados atentan precisamente contra los supuestos protagonistas del socialismo campamental. Y lo más grave es que, comparados con las elaboraciones y propuestas teóricas del viejo marxismo, éste ahora se ha hecho un monumento de consignas publicitarias y de ahogo propagandístico que debe revolcar a más de uno en sus tumbas.

(*) “El pensamiento político venezolano y del Derecho del Trabajo”, en: Revista Derecho del Trabajo, nr. 9 (extraordinario) de 2010, Barquisimeto.


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DE LA HABILITANTE LABORAL
Luis Barragán
19 de Marzo de 2012

Quisiéramos todos presumir la buena fe respecto a la nueva legislación laboral que se anuncia, pero las evidencias obligan a asumir una postura contraria. Comenzando por el desconocimiento del proyecto mismo que elabora la comisión presidencial que, por cierto, dudamos, sea el mismo que - finalmente – apruebe y promulgue Chávez Frías, dueño de los dados.

Consabido, valiéndose de la cobarde habilitación legislativa pedida y concedida, la materia escapa de la emergencia que una distante vez invocó y traicionó. Ahora, la posibilidad de imponer una distinta Ley Orgánica del Trabajo (o del Proceso Social del Trabajo, como se ha filtrado lo que parece será un mero ejercicio sociológico), dependerá de la coyuntura que intenta prever.

El instrumento estará muy lejos de expresar un largo proceso de conquistas laborales que demanda un diferente y preciso corolario normativo, como lo ensayarán desenfadadamente los laboratorios de propaganda y publicidad oficial. Bastará con citar aspectos como el de la libertad sindical y la contrastación colectiva, por no mencionar la deuda contraída de 18 mil millones de bolívares débiles con los trabajadores del sector público, añadida la ausencia de rendición de cuentas por lo que concierne al paro forzoso, la política habitacional y el fondo de pensiones, que nos ubica con exactitud en el extenso problemario del socialismo rentístico que está sideralmente apartado del hecho liberador del trabajo.

De modo que si alguna desembocadura tiene el presunto proyecto, es la de servir de herramienta perversa frente a los adversarios u opositores del gobierno, sumado lo que queda del proletariado que nunca lo ha acompañado. Siendo así, confeccionado en el rincón de una bóveda a la que no acceden los comisionados y muchísimo menos los clanes (para) sindicales del oficialismo, Chávez Frías sacará de la vieja chistera una pieza acorde a sus objetivos estratégicos de supervivencia en el poder: ora radical y dislocadora, ora tímida y chapucera, admitiendo los matices que resulten más convenientes para el desarrollo de la lucha de clases, solamente la concebida desde las terrazas privilegiadas de la dirección del Estado.

Matices que recogerá al grácil mastodonte del clientelismo sindical para facilitarle las banderas de una satisfacción simbólica y provisional, enarboladas en las no menos gráciles trincheras de la economía informal y de la adulteración de las cifras de desempleo que no cuestionan, resignadas. Adalides de la democracia participativa y protagónica, deberán esperar por las otras movilizaciones que pautan a los hastiados empleados públicos, propias de la división social del trabajo proselitista, para redondear la audiencia que necesita Chávez Frías a cada instante.

A lo sumo, siendo una constante del elevado pensamiento jurídico del régimen, el instrumento legal tendrá por característica tal carga de eufemismos y de enrevesada terminología que terminará confundiendo al mastodonte en medio de la cristalería. Temiendo por un estornudo catastrófico, la promesa del consejo de trabajadores brillará en el firmamento, aunque las terrazas de nuestra desconfianza y escepticismo no soporten el peso, como tampoco podrá hacerlo la grúa de un barril petrolero por encima de los cien dólares.

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