miércoles, 2 de mayo de 2012

TODA UNA OBRA DE HARTE....

EL NACIONAL - Sábado 28 de Abril de 2012     Cultura/5
PLÁSTICA Cada vez se editan menos publicaciones especializadas
Los catálogos y libros de arte son una especie en extinción
Los críticos e investigadores denuncian un vacío histórico de una década. La traba son los costos de impresión
CARMEN VICTORIA MÉNDEZ


Una visita a un museo sin parar en la tienda es una experiencia incompleta. En el caso de la Galería de Arte Nacional, no sólo permite salir con un souvenir sino también hacer comparaciones interesantes.

Por ejemplo, el catálogo de la exposición Reacción y polémica en el arte venezolano, que tuvo lugar en sus espacios en el año 2000, tiene 123 páginas, está encuadernado en tapa blanda y cuenta con 16 imágenes a color impresas en papel glasé.

En contraste, quien visite la retrospectiva Génesis de la identidad, una lectura histórica del arte nacional, que actualmente exhibe la institución, saldrá apenas con un folleto desplegable de 15 x 10 centímetros, impreso en papel bond, en el que se observa un diagrama de los diversos núcleos que integran la muestra.

Para ser justos, no es algo que ocurre exclusivamente en la Galería de Arte Nacional. Son pocas las salas, públicas y privadas, que pueden publicar un catálogo cada vez que organizan una exposición. "Los costos son elevados", señala Ana Josefina Vicentini, de la galería D’ Museo. Para editar e imprimir un catálogo sencillo se necesitan como mínimo 50.000 bolívares, si el tiraje es modesto (por lo general 1.000 ejemplares). "Ese monto no incluye el diseño, los textos ni las fotografías. No siempre es posible invertir tanto. Por eso tenemos tiempo sin hacer una publicación importante", indica la galerista.

La consecuencia es la ausencia de registros completos de las exposiciones de la última década. "En el mejor de los casos los visitantes recibimos un tríptico. Veo que cada vez es más difícil la situación porque los museos no hacen publicaciones y muchas galerías ­que han asumido gran parte de lo que ha sido la exhibición de obras tanto históricas como de artistas recientes­ tampoco editan catálogos. Así ha pasado una década en la que habrá vacíos históricos y será difícil para el investigador recopilar lo que se ha hecho", indica el crítico e investigador Douglas Monroy. Su visión la comparte Ana Caufman, directora de Periférico Caracas. "Al final, el catálogo es lo que te queda una vez que clausuran la exhibición y lo que te ayuda cuando vas a realizar una investigación", dijo hace tres semanas en una entrevista publicada en El Nacional.

Crisis institucional. La publicación de libros especializados en arte también ha disminuido notablemente en el último lustro. "Hoy en día los libros de arte están en pleno naufragio: para poder llegar a buen puerto necesitan de un alto financiamiento y de mucho tiempo.

Un solo libro puede tardar varios años en imprenta", asegura Monroy, compilador ­junto con Luisa Pérez Gil­ de la obra Memoria crítica. Alejandro Otero, publicada en 2008 por Artesano Group Editores.

Al igual que ocurre con los catálogos, los libros de arte son costosos. El autor reconoce que aunque en la actualidad se publican más libros y revistas de Historia, los de Historia del Arte en particular no se han beneficiado de ese boom editorial. La razón es que requieren de buena edición, de papel de alta calidad y de reproducciones de imágenes a color.

"Los costos han sido uno de los principales problemas. Antes había bancos del Estado y privados que auspiciaban investigaciones y publicaciones.

Desde hace tres años financian cada vez menos proyectos", afirma Monroy.

Es común que los investigadores y artistas plásticos editen libros por su cuenta. Es el caso de Azalea Quiñones, que conserva los textos que ella misma publicó en su casa pues no es fácil llegar a las librerías, indica. No todas cuentan con una sección de arte.

Monroy asegura que la crisis lo llevó a convertirse en editor.

"Me he cansado de hacer lobby, de hacer propuestas y de esperar respuestas. En vista de que no prosperaba nada tuve que financiar mi proyectos y los de otros autores. Pero ello implica que hacer un libro me tome hasta diez años".

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