SOBREVUELO

EL NACIONAL - Martes 22 de Mayo de 2012     Escenas/2
Manuel Romero
ESTO ES LO QUE HAY
ARTES VISUALES
LORENA GONZÁLEZ

Llegó Manuel. Vino a nosotros como un navío revuelto que alentara destellos insospechados desde los caminos sugeridos que delinean las luces del faro de Alejandría. Vino por pocos días, aterrizó en estas incógnitas tierras, se arriesgó a correr a galope entre las causas y azares que la suerte depara en los convulsos terruños de una Latinoamérica en trance, más allá de la quebrantada Madrid, tan lejos del adoptado y añorado Egipto.

Lo vimos entrar con prisa aquel lunes en la mañana. Eran las 9:00 y las obras aún no llegaban a pesar de tener varios días en puerto. La tensión crecía; inaugurábamos el miércoles.

Aunque las cajas entraron al final de la tarde, Manuel tuvo poco que decir; ya tenía un buen rato mirando las paredes vacías, ya sabía con buen pulso y madurada certeza dónde iban cada una de ellas, con qué juegos establecería fraternidades y configuraciones.

La inauguración llegó con rapidez. Trabajamos en equipo, lo acompañamos, pulimos detalles, salimos airosos y pudimos relacionarnos en los pequeños recesos que nos brindó la demanda.

Entendimos en el fructífero diálogo que era doctor en Arte y licenciado en Filosofía, que realizó estudios en la Sorbonne de París y en la Universidad Complutense de Madrid, que es crítico y comisario de muchas exposiciones. Nos enteramos de que su especialización en el mundo árabe lo tiene como consejero asesor en estos temas y que colabora constantemente con el Ministerio de Cultura de Egipto y la nueva Biblioteca de Alejandría.

La muestra con el título Ouka Leele: la utopía transgresora que trajo a La Caja del Centro Cultural Chacao, con ocasión del Festival Somos Más que organiza la Embajada de España, le hizo merecedor de la Medalla de Honor de la más reciente Bienal de Arte de El Cairo.

Pero todos estos logros tan sólo fueron un preámbulo ante la grandeza de un ser humano que en poco tiempo nos enseñó la sencillez de su fortaleza: ser un fiel defensor del arte como una forma de vida, de la creación como un acto de fe.

Unas horas antes de su conferencia nos contó de aquella primera galería que abrió en Madrid a comienzos de los setenta. Un espacio donde tuvo que resguardarse de las bandas juveniles de ultraderecha que amenazaban y destruían las manifestaciones del arte. Un recinto de batalla donde hizo amistad con la casi adolescente Ouka Leele, con el para entonces joven cantante y futuro cineasta Pedro Almodóvar, con el Hortelano y otras personalidades que luego serían cruciales en el desarrollo de la cultura española posterior a la dictadura franquista.

Al cierre de su charla algunas reflexiones parecían desprenderse desde lo vivido para sembrarse en los turbios abismos de la Venezuela actual. Cierro este texto con sus propias palabras: "Muchos piensan que el arte no salva. Es cierto que en sí mismo no da de comer, no paga la luz ni la renta... Pero el arte, como nos han enseñado muchos pensadores, es inefable, y es esa condición maravillosa la que nos hace rendirnos al percibir una voz, una imagen, un poema.

En un momento tan complejo y de tanta degradación moral y social como la que atraviesa el mundo, el hombre no puede permitirse vivir sin la sensibilidad que le brinda el arte. La creación es ahora un asunto fundamental".


Ilustración: Manuel Romero, "Vuelo nupcial"