CIUDAD CARACAS, 16 de Mayo de 2012
LETRA MÍNIMA/ Voz y vigencia de Leonardo Boff
MARISELA GUEVARA
En algún momento de la historia global el pensamiento de origen latinoamericano y, naturalmente también caribeño, recibirá el tributo que merece y que hasta ahora le ha sido escamoteado. Tan sólo por recordar algunos ejemplos traemos al azar a la memoria, la travesía intelectual de dos figuras que en el pasado establecieron con elocuente oratoria los principios de autodeterminación de nuestros pueblos. Ellos son el peruano Juan Pablo Vizcardo y Guzmán (1748-1798), autor de la famosa Carta a los Españoles Americanos y el mexicano Fray Servando Teresa de Mier (1763-1827), autor de las Cartas de un Americano a “El Español”. Un séquito de mujeres y hombres de pensamiento profundo y visionario les antecede y les sucede. Por eso no es una sorpresa que la palabra renovadora vuelva a aparecer en Nuestra América en los tiempos actuales. Son muchas las figuras que toman el testigo de esa herencia de nuestros antepasados. Ejemplo de ello es la palabra del exsacerdote Leonardo Boff, que florece semana a semana, aportando luz en medio del extravío mediático que los centros de poder tratan de imponer a las mayorías.
¿Qué nos dice este pensador brasileño tan sencillo y profundo a la vez? Que cambiemos el rumbo destructivo de nuestra travesía. Que humanicemos nuestra vida recuperando el valor de la amistad, el amor y la fraternidad. Que hagamos de nuestra navegación personal y colectiva un acto creativo y generoso. Sabemos que tales asuntos no son meras palabras sino que implican un proceso y un trabajo constante de transformación, pues no somos angelitos en un mundo simple. Cierta complejidad nos acompaña. Una complejidad descifrable si nos adentramos en el ejercicio analítico de nuestros pequeños actos. Una complejidad que puede resultar enriquecedora en el cultivo diario de la sensibilidad. Una complejidad que podemos llevar a feliz desenlace.
Este camino constructivo y esperanzador pasa por la libertad que merecemos todos los pueblos del mundo y que no existe sin el respeto general al principio de autodeterminación. Esto debe ser entendido y escuchado en los centros de poder financiero. Es el clamor de quienes piden un freno a la avaricia de los bancos que malgobiernan el planeta, porque no sólo del Pacto Fiscal vive el hombre ni la mujer. En su escrito “Cómo manejar el deseo infinito” Boff nos alerta así: La globalización como fenómeno humano nos obligará a moderar los deseos personales en beneficio de los colectivos y así volver más equilibrada y amigable la existencia humana.
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