EL NACIONAL - Jueves 24 de Mayo de 2012
Apaciguamiento: el libro
COLETTE CAPRILES
Una cosa, para empezar, evoca la publicación del libro Apaciguamiento, referéndum revocatorio y consolidación de la Revolución Bolivariana, de Miguel A. Martínez Meucci: que el proceso político que hemos vivido ha traído una consecuencia esencial: el empobrecimiento de lo que podríamos llamar la cultura pública, o la opinión pública. Es, desde luego, un síntoma importantísimo del deterioro de nuestra democracia el hecho de que los venezolanos hemos perdido el sistema de categorías básico para entender la política y lo público en nuestro país. Al no compartir un mismo vocabulario, un mismo horizonte de significado de lo que ha sido nuestra historia y nuestro presente, vivimos alienados y divididos. Y sobre todo, terminamos siendo espectadores incautos del acontecimiento político, librados a las interpretaciones más salvajes y sobre todo solitarias. Nuestro lenguaje público se ha vuelto primitivo; nuestro pensar político se ha vuelto primitivo. Este libro cumple con una función fundamental para la salud política de una sociedad: poner a disposición de todos las herramientas del análisis político, sustentándose en el rigor de lo acontecido y de lo registrado, para ofrecer una interpretación fundamentada, argumentada y sólida. Decía Sócrates que una vida que no puede ser pensada no merece ser vivida. Un país que no se piensa a sí mismo se desmorona. En la medida en que tengamos una comunidad conceptual para pensarnos, podremos volver a sentirnos parte y partícipes de una comunidad política.
Los venezolanos somos ruidosos, pero silenciosos. Debe verse entonces el libro mismo como un desafío al silencio y más aún: un desafío a la frivolización de lo público, que ha sido otro de los efectos perversos de la pérdida de nuestras referencias comunes.
Hay tres aspectos que constituyen lo que podríamos llamar la huella digital o la marca de identidad de Apaciguamiento:
1. Nos presenta el fenómeno venezolano como un síntoma de una reconfiguración del concepto de democracia dentro de un mundo que cambió tremendamente a partir de 2001 afectándonos intensamente pero sin que los venezolanos, sorprendidos por la ruptura de nuestra famosa "ilusión de armonía", tuviéramos clara noción del impacto ocasionado: el mundo pierde las referencias de la Guerra Fría pero se reconfigura en términos de una neoguerra de "identidades" (islam vs. Occidente; pero también identidades difusas: étnicas, sexuales, etarias, corporativas) en la que las ideologías políticas o el carácter democrático de los regímenes no cumplían el papel esencial para definir alianzas o rupturas geopolíticas. 2001 destruyó aquella sensación de "fin de la historia" de los años noventa e inauguró una historia con una gramática totalmente distinta.
2. Tiene una apuesta abierta por la democracia liberal, que es lo que está en peligro. La experiencia venezolana muestra cómo los mecanismos de la democracia liberal pueden ser empleados para acabar con ella, lo que indica algo crucial: que la democracia moderna, liberal, no depende de procedimientos neutrales cuyo cumplimiento asegura su funcionamiento, sino que depende de una comunidad de valores, de un conjunto de prácticas comprometidas con estos valores. Y uno de ellos debe ser el valor de tener valor: no siempre apaciguar es la forma en que la democracia se salva de los múltiples y permanentes peligros que enfrenta.
3. Hay racionalidad política en todo esto: lo acontecido en Venezuela, no sólo durante el periodo específico bajo estudio sino en general en los últimos años, no obedece a fuerzas oscuras, carismas mágico-religiosos, ni a planes malignos predeterminados: obedece a valores e intereses y se expresa en discursos y decisiones políticas. Obedece, en última instancia, a dos concepciones de la democracia, enfrentadas existencialmente (es decir, en un plano de confrontación en el que no pueden coexistir): una democracia aspiracionalmente liberal y otra plebiscitaria, iliberal y totalitaria. Lo que este libro nos ofrece es la historia de cómo, en esta tierra de gracia y donde menos podía pensarse que ocurriera, se desarrolló un caso que deja lecciones para quienes creemos que la democracia vale la pena.
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