jueves, 17 de mayo de 2012

IMPUNIDADES

EL NACIONAL, Caracas, 15 de Septiembre de 1996
Urbanoides y propiedad
Luis Barragán


“El pequeñoburgués ya no comulga
con nada. Ni siquiera con las grandes
empresas como el rico. Ni siquiera con
inmensos dolores, como el menesteroso”
Emmanuel Mounier
( “Revolución personalista y comunitaria”)

Hay un radical sentido de la propiedad en los urbanoides del presente venezolano. Pequeño o mediano propietario que -aún sin serlo- ejerce todo el peso de una pretendida titularidad absoluta sobre las cosas. Es el residente de una urbanización caraqueña, quien no ha pagado la vivienda ni los giros del carro  y cuya casa playera está ubicada en terrenos municipales, pero cierra la vereda a los nativos y se comporta como un adinerado extranjero, sorprendido de lo exótico del lugar.

Dos ejemplos no conducen rápidamente al esbozo de una actitud peligrosamente fascistoide. Es el que compra o alquila en un edificio de los muchos serializados de la ciudad y, aún sin colocar las rejas en los espacios comunes en nombre de su seguridad personal, se cree con derechos superabsolutos sobre el apartamento. Tanto que es capaz de no sólo armar sus fiestas hasta el día siguiente, ponerle diferentes tonos y pintar la terraza como le viene en gana así sea contrario a la Ley de Propiedad Horizontal, sino consentir, estimular, aceptar que el hijo, aficionado a la guitarra eléctrica o a la batería, práctique estos instrumentos a vivo volumen sin importar la hora.

El conductor de las busetas, camionetas o carrito por puesto es el prototipo más definido del habitante de la urbe con ínfulas siderales. Tiene, por lo general, altos ingresos y goza de la concesión de una ruta, pero el vehículo es tan absolutamente suyo que condena a los pasajeros, no a los clientes sino a los que les hace sencillamente el favor, al gusto musical del conductor, a la suciedad e incomodidad de lo que se da en llamar un medio público de transporta. Por si fuera poco, es dueño de las calles y hay carta abierta para atropellar y vejar a los peatones.

Mounier decía que “el pequeñoburgués no posee los signos externos ni las facilidades del rico, pero toda su vida está en tensión hacia la adquisición de unos y otros”. ¿ La ilusión de riqueza que nos embarga?.

Tengamos cuidado. Véamos qué venezolano resultará de la crisis. El que se esboza, en el desfiladero de la supervivencia, resulta amenazador. Merece una reflexión adicional. La tragedia de La Planta, como antes Sabaneta, reveló hasta dónde puede llegar la generalizada, cómoda y portátil indiferencia ante el dolor humano. Y si de una partícula de polvo se dice tener un documento registrado, se la defenderá a cualquier precio.


Post-data (17/05/12):

Esperando porque fluya más el tránsito en la ciudad capìtal, debido a los recientes acontecimientos de La Planta, tropezamos con un viejo artículo a propósito de la indolencia colectiva sobre el drama de los centros penitenciarios. Creo que fue el primer artículo que publicamos en El Naciona, Caracas. Podrá decir Chávez Frías y su ministrísima Teresa de Cálculta que el problema no es nuevo. Empero, constituye una excusa y una trampa. No lo es, cierto, pero - por una parte - nunca antes se vieron tamaños acontecimientos, y - por otra - después de trece largos años, sobre los hombros de la demagogia más descarada, se ha agravado o agudizado. Y todo esto, en nombre de los más pobres. Y tampoco dirán, como suelen argumentar, que están repolitizando a la sociedad venezolana. No lo es que, desbordando e inutilizado el Estado, las comunidades más inocentes sientan un legítimo pánico frente a los sucesos que les son irresistibles, inevitables. La conclusión puede ser que, incompetentes para solventar los problemas fundamentales, incurran en una práctica decididamente fascista: aterrorizar, paralizando a la colectividad.


Crf. http://www.noticias24.com/venezuela/noticia/107833/reportan-via-twitter-nuevo-tiroteo-en-la-planta-cerrada-la-ff-sentido-oeste-este/
Fotografía: http://picfog.com/search/LA%20PLANTA

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