sábado, 26 de mayo de 2012

DADÓSIS

EL NACIONAL - DOMINGO 15 DE MARZO DE 2009    SIETE DÍAS/6
El mito revolucionario y la oposición
MASSIMO DESIATO

Si la oposición salió derrotada en las últimas elecciones, el hecho no se debe sólo al ventajismo oficialista y a la poca unidad de quienes adversan al Gobierno. Pueden indicarse algunas razones más estructurales para explicar el fracaso. Siguiendo a George Sorel, me concentraré en una.

Sorel, a diferencia de Marx, no creía que la revolución y el socialismo fueran científicos. Estaba convencido de que lo que movía a la gente era el mito. Los mitos no son creencias erradas respecto de una supuesta realidad dada.

Creer en un mito no es creer en la nada. Se cree en "algo", tradiciones, símbolos, y así sucesivamente.

El mito revolucionario sirve para "dirigir unas energías e inspirar una acción", aun cuando esta última no arroje el resultado esperado. Lo importante es mantener viva y actual la agitación, pues un mito se estructura mediante imágenes "cálidamente coloreadas". Comentando sobre este punto a Sorel, el historiador de las ideas Isaiah Berlin escribe que el mito: "...

Engendra entusiasmo e incita a la acción, y, si ello fuera necesario, al desorden. Los mitos no necesitan de realidad histórica; dirigen nuestras emociones, movilizan nuestra voluntad, dan sentido a cuanto somos y hacemos.

(...) Los mitos de Sorel son modos de transformar las relaciones entre hechos reales suministrando a los hombres una nueva visión del mundo y de sí mismos. (...) los mitos son unidades que la imaginación percibe instantáneamente. Son aspiraciones políticas presentadas en forma de imágenes templadas por un sentimiento robusto. (...) Cuando las masas se despiertan, se forma una imagen que constituye un mito social".

Las masas en Venezuela se han despertado. Pero el país no puede ser analizado con la vara de Marx, pues no hay en rigor clases sociales contrapuestas. No las hay porque Venezuela no posee un capitalismo industrial, sino rentista. Por esa razón, no hay proletarios organizados en lucha contra capitanes de industria. El esquema racionalista e ilustrado de Marx no nos ayuda mucho a comprender lo que Sorel sí vio. No importan mucho los resultados de la revolución, sino que la revolución siga siendo un mito. El mito de la revolución lo mantiene con vida Chávez, que ha suministrado una nueva visión del mundo y una nueva manera, entre las masas desposeídas, de verse a sí mismas. Chávez conservará el poder mientras pueda ser identificado como el "guardián del sagrado fuego del mito revolucionario". Por eso, decir que la revolución bolivariana es básicamente una revolución de palabras coloreadas ("imágenes") no resuelve la cuestión. Esas palabras son las palabras del mito, son el mito que habla.

Si, además, pensamos que la clase media y la clase alta venezolana, en tanto que no son el producto de un capitalismo industrial, estaban hace apenas unos años completamente en ayunas en lo que a la política se refiere, entenderemos que para ganarle a Chávez deben competir en el terreno del mito. Pero en esto Chávez lleva una larga ventaja. Ha sido el primero en cabalgar el despertar de las masas y la imagen que ellas se han hecho de cómo debe ser la sociedad.

Cualquier otro que ingrese en esa arena será percibido como un "imitador", por lo tanto, como alguien no auténtico, falso, contrarrevolucionario. Fácil le será a quien "realmente" encarne el mito zarandearlo y mostrar que es un títere del imperio. Para salir de esta situación el mito tendría que perecer y dar lugar a otro.

Hay que preguntarse: ¿cómo muere un mito?

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