miércoles, 2 de mayo de 2012

EJERCICIO DE MÓVIL INMOVILIDAD

EL NACIONAL - Lunes 30 de Abril de 2012     Escenas/2
La vía fácil
PALABRAS SOBRE PALABRAS
LETRAS
FRANCISCO JAVIER PÉREZ

Incuestionable, el ejercicio literario ha convocado siempre a la disciplina constante y al trabajo tesonero. Él y ella han hecho posible que la creación verbal, suma de habilidades de la palabra, oficio del decir (el pensamiento gracias a la palabra) y empeño del decirlo bien (la palabra gracias al pensamiento), corrección y estilo actuando al unísono, se desarrolle en formas y modelos dirigidos por condiciones no aprendidas. Dotación personal para escribir (eso que puede entenderse como talento o genio) deviene siempre en punto de partida de todos los movimientos.

Sin esta última, la constante disciplina y el tesón no son más que plana y rutinaria aplicación de métodos recetarios para encaminar con cierta dignidad eso sobre lo que quiere escribirse. Sin embargo, no basta el talento si a él no van unidos ese ejercicio que facilita destrezas y esa indoblegable voluntad de acción por hacer de la escritura asunto de arte. El logro, cuando se entiende el oficio como queda dicho, resulta tardío o póstumo, en ambos casos, formas del verdadero éxito. Es la vía difícil.

Frente a ésta, es posible escoger la otra ­el atajo­, su contraparte ligera, el rostro bonito de destino pasajero.

Es la vía fácil e interesa explicarla. Se trata de la actividad que presta más atención a la propaganda que a la obra, que trabaja en pos de un reconocimiento que llega pronto y mal, que se ufana por los vértigos de la edición comercial y que cree que la popularidad y la fama que contingentemente posee terminarán siendo gloria de eternos laureles. Asunto más de petulancia que de talento, el engreimiento por encima de la necesaria humildad que permite progresar, hace que sus actores se crean muy pronto el propio éxito vano y se solacen con la banalidad de un triunfo apremiado e impostado que pronto será silencio. Más cerca del humo encubridor que del fuego creador, la gestión es aquí más un tópico de la industria cultural del libro que de la propia literatura. La ruta ha sido trazada por la edición prematura y neonata, por la calificación dudosa y fraudulenta de los premios literarios otorgados a obras en singular y no en plural y a escritores sin vuelo y sin millas, por la promoción oportunista de medios culturales cada vez más incultos, por las cifras de librería que poco o nada tienen que ver con la calidad de los libros y por la bobería de críticos literarios obsequiosos y sin rigor. En todos los casos, entidades de negociación.

Poco quedará de nuestra actual literatura si se impone como hábito de crecimiento esta vía de facilidades, desconocida o rara para los escritores de raza, ésos que fraguaron sus creaciones validos de una filosofía de la parsimonia y de una estética de la forma más allá de la forma. Búsqueda de lo que anuncia el lenguaje y de lo que satisface el oficio de edificar el mundo con palabras, compromiso y conciencia de que se escribe para mostrar su dolor y para horadar las miserias que alimentan la constitución de los hombres. Nunca, entonces, podrá ser la vía fácil la mejor manera de alcanzar cometidos tan agónicos.

Temarios lejanos del gran público, ése que privilegia el libro de un día y que vive para la última hora literaria. Llagas vivas por donde exhibe el compromiso literario su mejor rostro.


Fotografía: http://favim.com/image/189452/

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