La MUD y el error de quemarnos la lengua
Willy McKey
En política es posible renunciar a algunas cosas para lograr algunos fines, pero a lo único que no debes renunciar es a tu lenguaje.
Cuando en medio de un conflicto permites que tu contrincante te convenza de nombrar el universo desde su punto de vista, ya estás perdido.
El comunicado conjunto, firmado ayer por la MUD, el PSUV y la representación de El Vaticano, no está escrito desde un lugar de enunciación diplomático. Ni siquiera plural. El idioma en el cual decidieron levantar las palabras de ese acuerdo están sacadas del neolenguaje del Poder, como si el salón del hotel donde decidieron reunirse hubiera servido como un exitoso experimento de catequización.
La excusa retórica es sencilla de predecir: irá desde “En algo había que ceder para que aceptaran nuestros puntos” hasta el “Esto es lo de menos: hay que enfocarse en lo que conquistamos”, con los consabidos matices de “Las negociaciones son así”.
Y ahí es donde está el problema: las negociaciones no son así.
Así son las conquistas.
En una negociación un término como “presos políticos” no se sustituye por “personas detenidas” por corrección diplomática. En una negociación no existe alquimia capaz de transformar consecuencias de unas pésimas políticas económicas en sabotaje. En una negociación no es ganancia que la Asamblea Nacional escoja rectores del CNE, porque eso ya los constituyentes lo dejaron por escrito en 1999. En una negociación no se celebra la posibilidad de elegir a dos de esos rectores, mientras se acepta repetir un proceso electoral en Amazonas al tiempo que se le niega a la gente el derecho a revocar al presidente. En una negociación no se habla de paz de ambos bandos cuando las armas están sólo de un lado y el miedo del otro.
Ya el problema de la supervivencia política de la MUD no es sólo su flaco ejercicio de la narrativa: ahora han decidido hablar en el idioma del contrincante y, todavía más grave, creer en su universo mitológico.
La guerra económica. El fraude electoral. El desacato de la Asamblea Nacional. El sabotaje. Todos esos animales mitológicos que protagonizaron las fábulas que el gobierno le contaba a su militancia antes de dormir terminaron mordiendo la mano de un liderazgo opositor que decidió darles de comer.
Si ayer creíamos que no tenían narrativa, hoy nos despertamos con la noticia de que entregaron nuestro lenguaje en sacrificio.
A este ritmo, mañana nos sorprenderemos hablando entre nosotros la engañosa lengua de quien nos robó el aliento. Siendo así, habrá que ir practicando. Quizás cerrar este post con algo como: “Combatientes representantes de la Mesa de la Unidad Democrática, le juro en nombre de la Patria y de los Padres Libertadores que mi confianza no cederá ante el sabotaje que los enemigos de nuestra lucha hacen circular en torno a la idea de que el comunicado conjunto ha sido un error, pretendiendo ignorar las importantes conquistas que han hecho ustedes en la Mesa”.
Pero no. Al menos todavía cuesta hacerlo.
Se supone que a los demócratas debería bastarle con tener el apoyo popular para tomar las decisiones políticas que lo conduzcan a llevar adelante su proyecto.
Es lo único que necesitan. Y ustedes lo tienen.
Todavía.
No pretendan obligarnos a hacer coincidir nuestro silencio con sus errores, porque de eso no se trata la confianza. Al contrario: de eso se han tratado estos 17 años.
No nos pidan justificarlos con la triste y lavada metáfora de que esto es ir “a paso de vencedores”.
No nos quemen la lengua.
Eso, además de perder, sería perdernos.
Y somos lo único que les queda.
Fuente:
http://prodavinci.com/blogs/la-mud-y-el-error-de-quemarnos-la-lengua-por-willy-mckey/
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