Política y antipolítica: Fuerza Armada
Luis Barragán
En otras latitudes, la antipolítica tuvo por origen la presunción y desarrollo de otras modalidades institucionales para intentar – precisamente – la política, vedada u obstaculizada por la dirigencia establecida. No obstante, en este lado del mundo, radicalmente personalizada o, mejor, fulanizada, intensificó su sospecha y animadversión hacia la propia noción de institución, creyendo suficiente la muy aparente espontaneidad, desorganización y transitoriedad de su plataforma.
El régimen que llevamos a cuesta por casi veinte años, ha hecho de la informalidad e improvisación su mejor bandera y, sólo cuando peligra en el poder, lo concibe como un fenómeno completamente reglado. El Estado venezolano ha experimentado un gigantismo invertebrado, porque – débil, ineficaz y sobreviviente a su misma dirección - está repleto de instancias, organismos y burócratas que incurren en una duplicidad de competencias y funciones, desdibujándose enteramente con la salvedad del trazo que le imponga el árbitro y conductor del momento: además, el neopatrimonialismo es una solución del continuidad, imponiéndonos del criterio omnímodo de un liderazgo que no ha lidiado con un partido real.
Una de las instituciones básicas del Estado, apenas surgida y consolidada como tal a principios del siglo XX, sufre los embates de la antipolítica. Contrariada la Constitución de la República, la Fuerza Armada no sólo está políticamente parcializada y personalmente comprometida, sino que cumple con tares distintas a su especialidad que no es otra, legitimando la profesión, que la del sector defensa.
Impuesto un componente sobrevenido, como el de las milicias, también ha estado ocupada en incumplidas tareas como las del abastecimiento, tiene otras pendientes en el ámbito petrolífero y gasífero, sabe de sendas firmas mercantiles adscritas, con un desempeño nada excepcional en la administración pública. Agreguemos que la antipolítica – espectáculo, al fin y al cabo – ha confiscado su poder o capacidades simbólicas que, invertidas en un proyecto ideológico de convenientes indefiniciones concretas, ofrecen una escenografía necesaria con sus actos, indumentaria y desfiles, para reforzar propagandística y publicitariamente a Maduro Moros, quien no puede garantizarle a la corporación castrense inmunidad alguna frente a los señalamientos que prosperan al mismo ritmo de una crisis humanitaria que todavía depende de una espoleta: la hiperinflación.
Acotemos que la desinstitucionalización tan inherente a la antipolítica, no le permite a la Fuerza Armada responder por el monopolio legal de las armas, pues, las hay de guerra en manos del hampa común; o, al compartir tareas represivas con los llamados colectivos armados, no impide – contaminándose – los actos delictivos más que ordinarios, como el de despojar a las víctimas de sus pertenencias personales. Empero, por los delicados recursos que administra, forzándola a una mínima estructuración organizacional, el agotamiento de la antipolítica coincide con una influencia y sobredeterminación de la entidad castrense, derivando la experiencia en un Estado Cuartel.
Fotografías: Desde el último piso del Museo Boliviano, esquina de Pajaritos, Caracas. Un empleado nos alertó: los colectivos armados que cuidan del lugar, prohíben que se tome cualquier gráfica, sobre todo en los momentos más difíciles. Por cierto, semanas atrás, al colgarse un pendón opositor desde el piso 9 o 10 de la sede administrativa que está frente al Museo, un grupo armado de personas con pasamontañas no sólo lo quitaron, sino que robaron a varias personas, se nos dijo.
07/11/2016:
http://www.noticierodigital.com/2016/11/politica-y-antipolitica-fuerza-armada/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=50405
http://www.ventevenezuela.org/politica-antipolitica-fuerza-armada-luis-barragan
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