sábado, 5 de noviembre de 2016

CUADERNO DE BITÁCORA

A pesar de la larga y consistente campaña gubernamental, orientada a violentarla, induciendo la respuesta que espera, la protesta urbana en Venezuela persiste en el cauce del civismo. No hay evidencia alguna de un macabro plan en desarrollo, con provecho de la calle.

En los últimos días, transitamos los espacios públicos con una clara vocación pacífica. No esperamos otra respuesta, sino la que concede la Constitución. A cielo abierto, por ejemplo, partimos desde Plaza Venezuela, referente nada fácil, para compañar a las Resteadas hasta la autopista, a la altura del CCCT. A cielo abierto, finalizando octubre, nos hicimos parte de la movilización ciudadana,  en las cercanías de la entrada de la base aérea de La Carlota. Ambas, masivas y entusiastas, ofrecen un extraordinario testimonio de esa vocación de paz que el régimen repudia.

Entendemos la necesidad de diálogo, pero - referido en otras ocasiones - hay requisitos indispensables para hacerlo una realidad institucional, pues, no se trata deuna peña tanguera. Sin embargo, incumplidos esos requisitos, no sabemos del desarrollo de las conversaciones (SIC), aunque sí de una desactivación de  la protesta legítima, una desmovilización de la ciudadanía, una poderosa inyección de desesperanza. ¿Es el precio a pagar por lo que aún no es diálogo, por lo menos, de hacer caso de las características universales que tiene en los procesos de paz.

LB

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