EL NACIONAL, Caracas, 5 de Julio de 1998 / OPINION
El 5 de julio y el 19 de abril
La primera decisión
Elías Pino Iturrieta
El 5 de julio de 1811 culmina un proceso a través del cual se asume, como no había sucedido jamás desde la llegada de los conquistadores, la determinación de ensayar un designio de vida entre un conjunto de personas que adquieren la seguridad de ser semejantes; esto es, de haber cambiado lo suficiente como para distanciarse de una forma de convivencia y probar otro modelo. Fue cuestión de recoger la cosecha de una evolución mediante la cual pudieron ofrecer sin vacilaciones, por fin, el testimonio de su metamorfosis.
Esos señores llegaron al acuerdo de ser independientes, pero la resolución obliga a pensar en la mudanza que en ellos se ha operado. Sólo pueden firmar un documento mediante el cual se desconoce la soberanía del rey, quienes han dejado de sentir como vasallos. Si se congregan para suscribir el Acta de la Independencia, ya han cumplido el tránsito que los hace ciudadanos después de ser súbditos. O algo más importante, han dejado de ser gachupines para convertirse plenamente en criollos. Sólo los criollos y sus aliados son quienes toman en 1811 la primera decisión colectiva de envergadura.
¿Cuándo cambiaron, para llegar posteriormente a la decisión? No se puede poner una fecha precisa al comienzo del proceso, pero es un hecho indiscutible en la segunda mitad del siglo XVIII. Viajeros tan avisados como Humboldt, Dauxion y Depons advierten las diferencias que pregonan los criollos frente a los peninsulares y la manifestación de una actitud que los particulariza, no sólo frente a los hombres nacidos en España sino ante los nacidos en las colonias vecinas. La posesión de recursos económicos cuantiosos, el interés por la política y la familiaridad con sucesos ocurridos en el exterior, afirman los observadores, hacen de los criollos de Venezuela un conjunto homogéneo que puede pretender, más temprano que tarde, un destino relacionado con sus intereses.
Pero no hace falta dejar el anuncio de lo que harán a la mirada de los visitantes extranjeros. Los propios criollos se encargan de informarnos cuando ponen el grito al cielo ante el peligro que suponía la sublevación de Gual y España, cuando se distancian de los planes revolucionarios de Miranda y cuando convocan a reuniones sigilosas en 1808 para establecer una Junta Gubernativa. La desconfianza frente a movimientos orquestados por líderes ajenos a su clase nos indica el nivel de conocimiento que ya tienen de la realidad circundante, suficientemente denso como para distinguir sin equívocos a los rivales y a los estorbos domésticos. La reunión exclusiva de sus miembros para pensar un primer plan de autonomía, dos años antes del 19 de abril, sugiere el manejo de informaciones confiables sobre el concierto internacional. Tales nuevas les permiten, partiendo de los datos en torno a la decadencia del imperio, la alternativa de pensar en serio en un régimen controlado por ellos. El plan para la Junta Gubernativa fracasa, como se sabe, pero queda como primer capítulo del proceso de maduración que desembocará en la determinación próxima.
La determinación depende de un análisis más ponderado del ambiente, que realizan en los tres años que siguen a través del fortalecimiento del proyecto en el seno de su misma clase, no en balde algunos de sus prohombres se muestran reticentes; y mediante la inclusión de ciertas necesidades de las castas en los argumentos de la futura insurgencia. Pero depende también de una consideración más detenida del panorama internacional. Los cambios del mundo no sólo están arrasando con la monarquía española, sino con un conjunto de valores que pueden provocar la desaparición de las aristocracias americanas. Sólo cuando tienen la certeza del control sobre los factores intestinos y cuando las señales del extranjero les indican que ha llegado la hora sin que peligren las inmunidades antiguas, ponen manos a la obra para no retroceder en el cometido.
Ahora sí han ejecutado la primera operación del pensamiento hecha desde Venezuela para propósitos propios. Una operación de madurez ejecutada con las estaciones convenientes, sin saltarse una sola. Una operación lúcida que concibe el futuro como un proyecto que no puede ignorar al resto del mundo. En breve modificarán la conducta movidos por el resorte de una guerra inesperada, reconocerán las limitaciones del experimento inicial y se enfrascarán en una experiencia de veras deslumbrante.
Breve nota LB: Menos, por entonces, imaginábamos cuán lejos llegaría el actual régimen con la construcción de un mausoleo, cuyo diseño se presta al legítimo y benevolente humor....
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