CIUDAD CARACAS, 26 de Junio de 2012
Ocho reflexiones en torno a la relación Iglesia-Gobierno
RAMÓN CASTILLO
1. La Iglesia de Cristo no está llamada a defender privilegios, sino a ser señal del Reino de Dios, pero sí comprometida a aportar a las transformaciones sociales, particularmente aquellas orientadas al bien común. 2. La Iglesia no son los templos, ni las posesiones, ni los privilegios de determinadas estructuras y jerarquías eclesiásticas. La Iglesia somos la comunidad de los y las creyentes, que buscamos crear puentes de comunión, de justicia, de amor, entre las personas y hacia la Naturaleza. 3. Ningún diálogo Iglesia-Estado será auténtico ni fructífero si es hecho de espaldas al pueblo. 4. El Estado es una estructura mediante la cual el pueblo se organiza en Poderes y Funciones, al servicio del Bien Común. En el capitalismo, la religión y los eclesiásticos son utilizados para engañar y adormecer la justa lucha del pueblo a cambio de prebendas. 5. En el actual éxodo liberador que vive Venezuela, la Iglesia de Cristo, esto es, la comunidad de creyentes, debe estar al lado del pueblo animando, acompañando, consolando y resistiendo los planes y proyectos de los poderosos, que continúan trabajando para volver al modelo social, político y económico que le devuelva los privilegios perdidos. 6. Venezuela es un país laico, por lo que el mantenimiento de privilegios especiales por parte de un culto, por encima de los otros, es una rémora del pasado puntofijista que debe desaparecer. 7. Las Iglesias no son un apéndice del Estado, deben ser libres para denunciar, para actuar constructivamente, para oponerse a los poderes de este mundo, incluyendo a sus propias jerarquías, cuando estas no promueven el bienestar de las mayorías, y traicionen los postulados de Jesús. 8. La Iglesia debe sentirse libre para anunciar, como Jesús, la Buena Noticia a los pobres, el consuelo a los afligidos, y la liberación a los oprimidos.
Fotografía: Fan Ho, "La sombra que se acerca" (1954)
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