EL NACIONAL, Caracas, 27 de Agosto de 1997
Crítica Literaria
Homenaje al poeta García Mackle
JUAN LISCANO
Los 70 años de Miguel García Mackle coincidieron con el 45§ aniversario de la publicación de su torrencial y planetario poema El canto de Adán . Alcaldía y Concejo del Municipio Gral. Rafael Urdaneta, honraron al poeta nacido en Cúa, con un Acto Solemne. Está bien que los gobernantes reconozcan a los escritores de sus respectivas regiones.
García Mackle, Jesús Sonoja y Rafael Muñoz son, para mí, Cantaclaro . Y Cantaclaro , la insurgencia de la dignidad civil ante el derrocamiento de Rómulo Gallegos, en noviembre de 1948. En 1950, se imprimió el primer número de Cantaclaro . Llevaba un manifiesto de sus redactores, Sanoja, García Mackle y José Francisco Sucre, y un ``Saludo'' mío. La revista la recogió la policía. Pero mi trato con esos jóvenes continuó entre las vicisitudes de la represión castrense, creando amistades íntimas como la que me unió a Muñoz, hoy fallecido, y a José Francisco Sucre.
En mi ``Saludo'' me expresé así de la poesía de García Mackle, de quien aparecían dos extensos poemas: ``Los poemas de Miguel García Mackle, de forma huracanada o bien de exactitud preceptiva, vuelcan sobre nuestra lírica un tanto agostada por tendencias neo-clásicas no siempre renovadoras, ricas sustancias telúricas, frondosas materias vegetales, amargos soplos marinos, abonos terrenales y fermentos de gran naturaleza bravía. Este joven poeta se nos presenta como un Adán adolescente que nombra en alta voz las cosas y los elementos de la tierra. La poesía de García Mackle se perfila como una de las afirmaciones esenciales del grupo ``Cantaclaro'' y en su sensualidad, en su frondosidad ecuatorial, fulge la estrella de un claro canto que aspira a la mejor autenticidad''.
Ya había leído El canto de Adán y muchos otros poemas suyos, así como de Muñoz y Sanoja. Imperaba entre nosotros, yo mayor, una voluntad de inmersión en el telurismo americano acorde con una convicción de afirmación popular democrática. En 1942, yo había escrito Recuerdo del Adán caído , y solía leer trozos a mis amigos. Aquel libro está aún inédito. Me atraía la poesía de García Mackle nutrida de Neruda, Whitman y Vallejo. Para nosotros la poesía no debía satisfacerse con lo íntimo confesional o prestarse sólo a la experimentación formal. La poesía debía decir, clamar, demostrar, adelantarse a la conciencia colectiva en afirmación de americanidad y de presencia carnal, humana, abierta e integradora del ego y de la naturaleza.
En 1952, García Mackle publicó El canto de Adán , poema largo y exaltado de telurismo abarcante, de extraordinarias expresiones poemáticas, cuyo aliento sostenido empujaba a oírlo o leerlo como un texto de advenimiento profético, invitando a ser naturaleza y percepción a la vez. Poema excesivo, desbordado, en el que lo óntico y la naturaleza, fauna, flora, atmósfera, agua, componían un todo mesiánico. Pedro Díaz Seijas, quien nunca desamparó la creación poética de García Mackle, señala que el acontecimiento íntimo se convierte en naturaleza estallante. Gerbasi advirtió la fuerza genésica de esos versos y escribió sobre ellos.
En estos años, del 50, el poeta quería ser portavoz de la colectividad, no en función de la política, sino de la comunicación mental con lo telúrico. Se creía en la posibilidad de un mundo mejor, vencido el nazismo. Imperaba un humanismo elemental, se amaba al patriarca Whitman, al revolucionario Neruda, al comunista crístico Vallejo.
El canto de Adán , como un gran río crecido por las lluvias, arrastra consigo árboles y casas, diques y florestas. Hay algo de alucinante en la transfiguración y como nunca el creador de ese lenguaje merece la denominación de vate, vaticinador de un naciente mundo posible. ``Soy un látigo de faunas y silencios!'', exclama García Mackle en su Canto, y concluye: ``Ir a todos los hombres./ Venir de todos los hombres''. Vivíamos el tórrido verano de nuestra poesía tropical.
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