De la antipolítica en ciernes
Luis Barragán
Las redes sociales están crecientemente plagadas de textos e imágenes de condena a los políticos que provocaron la crisis europea, y, particularmente, España, destaca por la satanización del oficio. No hay una pieza de humor que deje de elevar la sátira por los aires del odio, rencor, resentimiento y franca arrechera, como si bastase pinchar los globos para el alivio de la suerte personal de aquellos que, de una manera u otra, disfrutaron de antiguos o recientes esplendores, acaso como requisito previo para la nostalgia que no tardará en llegar en medio de los apremios, sacrificios y limitaciones.
Importa hallar, ante todo, al gran culpable del inmerecido fracaso, recreándose morbosamente en un destino que lo supone por siempre en el justo infierno, mientras que la noción misma de sensibilización, movilización y activa participación ciudadana será la primera baja de una serie que conducirá a la resignación, al olvido o la pérdida del sufragio y e derecho mismo a la disidencia. Los valores esenciales de la libertad, igualdad y justicia, por ejemplo, se verán contaminados por la irracional e inmediata, como prolongada, reacción de rabia que puede conducir y conducirá al decidido apoyo de los por siempre imprevistos Salvadores de la Patria, aquellos que una fortuita circunstancia los ascenderá repentinamente al estrellato, cultivando los extremos de distintos signos.
Sospechamos que España está atravesando una etapa recorrida con amargura por los venezolanos, pues, tras el "paquetazo" económico de los '90, surgió vigorosamente la llamada antipolítica que produjo los estragos que hoy vivimos, donde la antipolítica surgió y ascendió vigorosamente. Es la misma que nos ha “gobernado” por más de una década, a pesar de la cínica queja de Chávez Frías, su más excelso y provechoso beneficiario, habida cuenta de la otra queja, más que observación, que nos obsequió Tibisay Lucena en una memorable rueda de prensa, en la que – por lo demás – se declaró incompetente para frenar las abusivas cadenas presidenciales.
Luce curioso, por una parte, la caída en los estudios de opinión del PP y el estancamiento del PSOE: aparentemente, no adquiere consistencia e identidad otra opción - si se prefiere – deseable. Por otra, la crítica suele orientarse hacia los políticos conocidos y de profesión, privilegiada - puede decirse - la maldición moral, como si el resto de la sociedad y sus líderes (económicos, culturales y hasta deportivos), estuviesen relevados de toda responsabilidad, directa e indirecta.
Puede concluirse que cada 24 horas nace un ciudadano desavisado, ingenuo y desvalido que cree que su destino personal no depende del compartido, público, colectivo. Y es que, a la crisis económica, se sumará la eminentemente política que es la de la confianza y la fundamentación doctrinaria e ideológica, deslizándose por los rieles de la ligereza, la consigna, la selección del más simpático que jamás cuestione, sino explote los más asombrosos prejuicios, el carbón necesario para el trepidante y vistoso tren.
La satanización del liderazgo político venezolano, comenzó por el humor aparentemente inocente que se hizo referencia, argumento, motivo. Desde entonces, nadie cuestionó con la amplitud y profundidad deseada los propios mecanismos de promoción dirigencial, la confusión de intereses, el enjambre de los sectores financieros con la llamada alta política, el papel de la televisión, etc. La crisis política española que se avecina, a guisa de ilustración, quizá más pavorosa que la económica, se resolverá con más política libre, democrática, responsable y – definitivamente – fundada, pues, de lo contrario, como en Venezuela, será dizque resuelta por los grandes apostadores amarrados al Mesías de ocasión, mientras que los directivos de la banca auxiliada escaparán por la puerta trasera de sus tormentos … con los bolsillos llenos.
Fuente: http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/12351-de-la-antipolitica-en-ciernes
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