NOTITARDE, Valencia,27 de Julio de 2012
La multiplicación de panes y peces (Jn. 6, 1-15)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes
El texto del evangelio de hoy nos narra que Jesús tomando cinco panes y dos peces que traía un joven, a través de un milagro los multiplicó y sació el hambre de la multitud que lo seguía porque veía signos grandiosos que atestiguaban que era el Mesías y el Salvador de la humanidad. De hecho, cuando la gente quedó saciada (sólo los hombres eran unos cinco mil) y hasta sobraron panes que recogieron los apóstoles en doce cestos, afirmaban que Jesús era el profeta verdadero que tenía que venir al mundo y querían proclamarlo rey, pero Él se alejó de allí dando a entender que su misión en el mundo no era el poder temporal, sino manifestar y hacer presente el amor de Dios a los hombres.
El texto del evangelio de hoy tiene muchos elementos que nos pueden ayudar para nuestra reflexión. Lo primero que hay que resaltar es que el capítulo seis del evangelio de Juan es un capítulo importante, en él está el llamado "Discurso del Pan de Vida" y lo que se lee hoy pudiéramos decir que es el preámbulo a aquellas palabras que Jesús pronunciará en la sinagoga de Cafarnaún; mejor dicho, este milagro de la multiplicación de los panes, que es una referencia clara al milagro de la Eucaristía, lo que celebrará Jesús en la Última Cena, antecede a aquellas palabras profundas de Jesús en Cafarnaún y que vendrán a atestiguar el milagro de la Última Cena; es decir, que Jesús se hará presente en medio de sus apóstoles, en medio de la Iglesia a través de las apariencias de pan y vino y cada vez que los apóstoles y sus sucesores celebren el memorial de aquella Cena, allí se hará presente Jesús de manera viva y real.
El milagro de la multiplicación de los panes y de los peces lo hace Jesús ya cercana la pascua judía; es decir, a pocos días de celebrar la Pascua con sus discípulos, lo que sería su Última Cena, donde instituye el sacramento de la Eucaristía y donde prefigura y anuncia su muerte en la cruz, manifestando así la unidad de aquella cena con el sacrificio del Calvario.
Las palabras de bendición sobre los panes y los peces, preanuncian las palabras de bendición sobre el pan y el vino de la cena de pascua con sus apóstoles. El hecho de que Él le pregunta a Felipe con qué se le dará de comer a toda aquella multitud, sabiendo lo que iba a hacer, y luego el enviarlos a ellos a repartir el pan y los peces a la gente y después recoger las sobras de pan, deja claro lo que Él les entregará en la Última Cena y les pedirá: "Hagan esto en memoria mía"; es decir, cada vez que lo celebren yo estaré allí en medio de ustedes y cada vez que lo coman es mi Cuerpo y mi Sangre que recibirán. Y los apóstoles entendían muy bien, por ser judíos, lo que significa el memorial, la actualización de un hecho del pasado en el presente, como si se estuviera celebrando o repitiendo de la misma forma aquí y ahora y era eso lo que Jesús les estaba transmitiendo; que cada vez que celebraran la fracción del pan o la Eucaristía como hoy se le llama, allí estará siempre Jesús alimentando y nutriendo a su Pueblo, no sólo con la Palabra, sino con su Cuerpo y Sangre que calman el hambre y la sed espiritual del ser humano.
La multiplicación de los panes y los peces donde en medio está Jesús como protagonista, los apóstoles como instrumentos por medio de los cuales Jesús hace llegar el alimento a la gente y aquella multitud, representan la Iglesia, al Pueblo de Dios que va hambriento del Pan de la Palabra y del Pan de la Eucaristía y es a través de los legítimos pastores que Jesús ha dejado a su Iglesia, que Él se hace presente, continúa entre nosotros y nos alimenta con su Cuerpo y Sangre bajo las especies de pan y vino. Y allí, donde un hermano pase hambre, esté carente de lo indispensable para vivir, siempre será una llamada de atención a sus discípulos para que antes de dar la Palabra y el Pan de Vida, hay que atender a las necesidades básicas de los hermanos pobres. Por tanto, acercarse a la Palabra y a la Eucaristía, impulsa al creyente a tener un compromiso en la sociedad, estar atento a lo que sucede en su entorno y sobre todo con los hermanos necesitados. El discípulo de Jesús auténtico no puede ser indiferente al dolor, al hambre, a la enfermedad, ni a la miseria de sus hermanos. Quien dice amar y seguir a Cristo se compromete a atender las necesidades que percibe a su alrededor, como lo hizo Jesús con aquella multitud.
Ida y retorno
Buena noticia para nuestra Arquidiócesis de Valencia es que los cuatro diáconos: Warner Colmenares, Edwing Jiménez, Juan Rodríguez y Javier Rodríguez serán ordenados sacerdotes por imposición de manos y oración de consagración de nuestro arzobispo Reinaldo Del Prette, el 10 de noviembre en el marco de la Novena a Nuestra Señora del Socorro y de los 90 años de nuestra Iglesia valenciana. Oremos por estos futuros sacerdotes, para que su ministerio sea fiel, santo y fecundo y para que Dios siga llamando a jóvenes que le respondan con alegría en la vocación sacerdotal. Señor, danos sacerdotes santos. Amén.
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