EL UNIVERSAL, Caracas, 17 de Julio de 2012
El petróleo y Agropet
ODOARDO LEÓN-PONTE
Corrían los años desde los 50. Venezuela seguía dependiendo del petróleo. Las tendencias llamadas "izquierdistas" motivaban a nuestros dirigentes a pensar que la propiedad y el ejercicio de la actividad eran la base para la independencia económica y política. Sin embargo, los servicios públicos en manos del Estado eran deficientes como era el caso de Cantv. A diferencia de los países desarrollados en los que el Estado era propietario de muy poco, aquí pensaban que el paso hacia nuestra independencia financiera y "política" era estatizar las principales actividades, comenzando con la petrolera. Las expresiones de los líderes políticos, indicaban un curso de acción que preocupaba a mucha gente.
Eran los tiempos de la sustitución de importaciones, de proteccionismo a ultranza de la industria nacional. Los dineros no le alcanzaban al Estado y aunque se tomaban todas las medidas para maximizar los ingresos petroleros, no había manera de aumentarlos en la medida que el Estado lo estimaba necesario y se actuaba de manera que, con un ataque e sus actividades, en vez de promover el incremento de la producción petrolera y en vez de promover las acciones convenientes para el país por parte de las compañías, comenzaron a desincentivarlas. Se inició un accionar preocupante por parte del Estado, que en materia petrolera comenzó a hacerse palpable con la creación de la Corporación Venezolana del Petróleo (CVP) y el accionar del Estado para favorecer a esa empresa en detrimento del sector privado y del consumidor en general. El Estado se aprovechaba de su poder para hacerla viable, creando un organismo incapaz de sostenerse por sus propios medios. El resultado de este accionar del Estado comenzó a sentirse en el mercado interno. El consumidor comenzó a vivir una situación inconveniente e injusta: inconveniente por el deterioro de los servicios en el mercado e injusta por el ventajismo a ultranza que se observaba en el accionar del Estado. Se constataba y se sentía que ese mecanismo no llevaba a buen puerto, pero la aceleración de los ímpetus y las aspiraciones de los dirigentes políticos eran factor de preocupación para el personal de la industria petrolera que tenía la responsabilidad por el desarrollo de esas actividades en el país.
Consciente, profesional y responsablemente, solo unos pocos al inicio y todos después, iniciamos un proceso para influir sobre la decisión tomada y políticamente irreversible de estatizar la actividad petrolera. El proceso lo iniciamos Marcos Marín, Gustavo Coronel y yo, en la Shell, en Caracas, al fundar, en marzo de 1974, la Agrupación de Orientación Petrolera (Agropet).
Producto del esfuerzo de muchos durante un largo período de trabajo y de una intensa relación con los factores influyentes del país y, conscientes de la inmensa responsabilidad que tendríamos en el manejo de la industria estatizada, en enero de 1975, como una contribución espontánea, y en nombre del personal profesional y técnico del sector petrolero, en Miraflores, ante el presidente Carlos Andrés Pérez, acompañado por su gabinete en pleno, en presencia de la Comisión Nacional de Reversión y con el acompañamiento de una masiva representación de los trabajadores del sector petrolero, Agropet, presentó sus dudas, inquietudes, observaciones y recomendaciones sobre la estatización de la industrias petrolera, columna vertebral del país.
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