EL NACIONAL - Miércoles 16 de Mayo de 2012 Escenas/1
Carlos Fuentes habita la transparencia
El fundador de la novela moderna de México murió de complicaciones cardíacas a los 83 años de edad sin ver publicado su último libro, Federico en su balcón . Dejó en el tintero El baile del centenario
MICHELLE ROCHE RODRÍGUEZ
Se fue uno más. Un pedazo de la literatura en español que, a pesar de tanto construir para el futuro, pasó a formar parte del pasado. Ayer por la tarde falleció en Ciudad de México, a los 83 años de edad, Carlos Fuentes, debido a complicaciones cardíacas. Más allá de la vorágine mediática que acompaña la muerte de personalidades internacionales de la estatura del autor de La región más transparente (1958), es evidente que comienzan escribirse los últimos párrafos del capítulo dedicado al celebérrimo boom de la literatura latinoamericana. Pero los axiomas que defendieron sus escritores, por estar unidos a las necesidades de la región, siguen vigentes, aunque narradores más contemporáneos escojan otros estilos para desarrollarlos.
El 2 de agosto de 1977, cuando Fuentes agradeció en un discurso haber recibido el Premio de Novela Rómulo Gallegos por Terra nostra y señaló que la cruzada de la literatura latinoamericana era darle voz a los silencios de la historia, impuso un desafío a sus pares: "La muerte del justo ha sido a menudo el precio de nuestras vidas. No lo olvidemos hoy, cuando la América Latina, luminosa utopía fundada una y otra vez en las empresas del descubrimiento, las gestas de independencia y el desgarramiento de las revoluciones, vive una de las noches más negras, largas y tristes de su historia de empecinadas esperanzas".
La cita y el discurso entero pudieran referirse a la hora y el día en que esta necrológica se escribe, pero tienen más de 30 años. Y fueron el credo de la vida profesional del autor de La muerte de Artemio Cruz y Aurora novelas que este año celebran medio siglo de publicadas, que sigue vigente y mantendrá la sangre fluyendo por dentro de la prosa del escritor que, al contrario de su cuerpo, es inmortal.
Trabajar hasta morir.
Fuentes fue incansable hasta el último día de su vida. Amén del viaje de más de un mes que recientemente realizó a Estados Unidos, a Brasil, a la Feria del Libro de Buenos Aires y a Chile, continuaba escribiendo con el mismo profesionalismo de los primeros días. El sello Alfaguara México está por publicar su ensayo Personas, sobre aquellos que más lo influyeron.
También, según el diario El País de España, recién terminó una novela titulada Federico en su balcón, en la cual Nietzsche aparece resucitado en un balcón a las cinco de la mañana para conversar con él. Por estos días adelantaba capítulos y revisaba notas sobre El baile del centenario, obra que cubre la década de la historia de México entre la celebración que Porfirio Díaz organizó por los 100 años de la independencia de su país, en 1910, y la conmemoración que hicieron Álvaro Obregón y José Vasconcelos al final de la fiesta, en 1920.
Sus libros más recientes fueron La gran novela latinoamericana, que causó revuelo en los círculos literarios por dejar a Roberto Bolaño fuera del canon, la antología de cuentos Carolina Grau y la novela Vlad.
En abril salió a la venta en México el ensayo que escribió con el ex presidente chileno Ricardo Lagos, El siglo que despierta.
Fue por su entrega al trabajo y su vitalidad dentro de las letras mexicanas y, claro está, las latinoamericanas, que Fuentes se hizo acreedor de más de una veintena de premios entre los que se destacan el Cervantes (1987), el Príncipe de Asturias (1994), el Biblioteca Breve (1967) y el Rómulo Gallegos (1977). La última distinción que le adjudicaron en vida fue el doctorado honoris causa de la Universidad de las Islas Baleares, anunciada el lunes.
México acaba de perder al precursor de su novela moderna y la literatura latinoamericana, a uno de los hijos insignes de su boom. Sin embargo, los lectores seguramente extrañarán al hombre laborioso cuya obsesión fue la palabra escrita en castellano, porque de esos quedan cada vez menos.
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