San Marcos, 6: 1 – 6
En su homilía de ayer, el Padre
Javier Alberdi (SJ), interactuando con la feligresía, inicialmente remitió a la
primera lectura: el envío a un pueblo rebelde, diría que “reverde”: no le “paraban”
a Dios ni en las duras ni en las maduras.
Jesús va a su aldea, de unos
trescientos habitantes, donde era conocido, compartió juegos, recordando
aquello de “pueblo pequeño, infierno grande”. No le creyeron a este Juan Bimba,
los apóstoles no le entendieron nada. ¿Lo “bonito” de esto?: ¡cómo nos cuesta
creer en la palabra de Dios¡ No lo leemos, no lo escuchamos.
Sabemos cómo podemos ser felices,
vivir como Dios quiere, en la familia, el vecindario. Otro gallo cantaría.
Sabemos de Mateo, 7:12, el camino de la felicidad. Comportarse con los demás,
como deseamos que lo hagan con nosotros, pero sólo tenemos la Biblia en casa
como decoración y también como superstición, abierta en determinada página.
Pidamos a Dios la sed de leer la Palabra, llevar la Biblia a la Iglesia en
lugar de conformarnos con la hoja dominical. La Palabra da vida, ayuda a vivir.
Ez 2, 2-5
Salmo 122
2Co 12, 7-10
Ilustración: Andrés Labaké
Cfr. http://www.homiletica.org/PDF6/aahomiletica022001.pdf
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