EL UNIVERSAL, Caracas, 1ro. de Julio de 2012
El Correo del Orinoco
Conviene un análisis profundo de sus contenidos, a los cuales no les ha faltado la manipulación
ELÍAS PINO ITURRIETA
Como el Día del Periodista, que acabamos de celebrar, se relaciona con la fundación del Correo del Orinoco, de seguidas se presentan comentarios sobre el famoso impreso que resultó fundamental para el manejo de la opinión pública durante la Independencia.
Producto de los planes de Bolívar, el Correo del Orinoco se comenzó a editar en Angostura el 27 de junio de 1818. Circuló semanalmente, con retrasos ocasionados por la ausencia de elementos tipográficos. Su último fas- cículo está fechado en 28 de marzo de 1822. Estuvieron al frente de su redacción destacados letrados, como el neogranadino Francisco Antonio Zea, Juan Germán Roscio, Manuel Palacio Fajardo, José Rafael Revenga y José Luis Ramos. Distinguidas plumas de la insurgencia se encontraron entre sus colaboradores, en especial Cristóbal Mendoza, Vicente Tejera, Fernando Peñalver, Francisco Javier Yanes, José María Salazar y el propio Libertador. Apremiado por las urgencias de la guerra, el equipo logró fraguar un extraordinario portavoz de su inquietud. No fue un elenco de periodistas como los que existen en la actualidad, desde luego, sino una reunión de talentos a quienes convocó la necesidad de buscar los apoyos que se requerían para el reforzamiento de la campaña militar. No se metieron en las páginas de la prensa como se hizo en la posteridad, como parte de un oficio y con conocimientos adecuados para el cometido, sino sólo como exploradores de un universo en el cual apenas se estrenaban. Los resultados fueron colosales, debido a que llevaron sus letras con fortuna hacia amplios sectores del país y del extranjero.
El Correo fue un portavoz de ideas modernas, pero apenas en términos relativos. Frecuentaron sus folios los autores de la Ilustración como Rou-sseau, Raynal, Marmontel, De Pradt, Locke y Mercier; pero también las autoridades respetadas de la ortodoxia: Santo Tomás, Alejandro VII, el padre Suárez y el padre Las Casas, por ejemplo. A la hora de buscar apoyos no se preocuparon los redactores por una mezcla contradictoria de citas. Se trataba de convencer a los súbditos que todavía no se animaban a convertirse en ciudadanos, y para el empeño se valían de referencias variadas de autores y textos sin atender a la uniformidad de sus contenidos. El impreso también se ocupó de referir documentos y sucesos incluidos en otros periódicos del continente, un aporte excepcional debido a que poco se conocían entonces la política y la historia del vecindario y se hacía precisa su divulgación. No fueron extrañas las notas tomadas de publicaciones como El Telégrafo de Chile, El Investigador de Puerto Rico, o el Eco patriótico de Córdoba, a través de las cuales se vinculaban las luchas de Venezuela con la libertad del resto de Hispanoamérica. A la vez, pocas empresas de la época pusieron tanto énfasis en la divulgación de la leyenda negra. Por su volumen y por su profusión, la comunicación de ideas y denuncias sobre el lamentable gobierno de España en las colonias hispanoamericanas fue un baluarte del mecanismo propagandístico que pusieron en marcha. Puede decirse, sin exagerar, que el Correo del Orinoco es, en su tiempo, una de las más extensas letanías de imputaciones cantadas hasta el exceso con el objeto de presentar un sombrío panorama de la acción de la Corona. Querían que brotaran abundantes lágrimas por los crímenes de la Conquista, y seguramente lo lograron si se atiende al repertorio de sangre y dolor que llegaron a presentar.
También buscaba el Correo palmas para los hombres que hacían la revolución, hasta el extremo de fundar el culto a los héroes que llega hasta nuestros días. Mientras en las gacetas realistas se presentaba a los insurgentes como delincuentes que atentaban contra las disposiciones de Dios, la imprenta de Angostura se esforzó en la exhibición de sus rasgos más plausibles. Traspasa límites de exageración, según verán los lectores de la actualidad si vuelven a la siguiente apología del Libertador: "La presencia del inmortal Bolívar, semejante a la del Astro hermoso que brilla sobre nuestro hemisferio, produce por todas partes la salud y la vida, y su carrera puede compararse a las del Orinoco y del Magdalena que van vertiendo en sus orillas la fecundidad y la riqueza". Demasía comprensible en el aprieto de la Independencia, para el cual hacía falta la elevación sin tasa de la reputación de un artífice fundamental, inicia una corriente que todavía mueve a la sociedad. Fernando VII, en cambio y desde luego, es blanco de envenenados dardos. Entre ellos unos fortísimos de la siguiente oración: "Padre nuestro que estás en Madrid, bien detestado sea tu nombre, acábese muy pronto tu reinado... ".
La parte esencial del periódico se dedica a la presentación de proyectos para la nueva América, especialmente para Colombia. Eliminado el viejo orden de cosas, afirmaba en la mayoría de sus entregas el Correo del Orinoco, la nueva América surgirá majestuosa para ejemplo del universo ilustrado. El Continente rodeado de presagios auspiciosos fue vital para los redactores. Todavía no se han estudiado cabalmente esas páginas en las cuales se asienta una utopía capaz de conmover la sensibilidad de nuestros contornos a través de las generaciones. Conviene un análisis profundo de sus contenidos, a los cuales no les ha faltado la manipulación. Ahora apenas se efectuó una apresurada visita, por su asociación con el Día del Periodista celebrado hace poco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario