
Hilda Breer es parte de la historia venezolana que descubrió a la televisión como fuente indispensable de sus imaginarios. Ella está hecha de antecedentes, aunque ahora se tomen por tales los consecuentes: peculiar industria, pues.

Jugábamos mi hermano y yo, frecuentemente con su hijo Víctor Manuel, nuestro vecino en El Paraiso tan amable de los años sesenta. Caracas ni remotamente se parece a aquellos tiempos. Y, apenas, un poco recordamos el alboroto que generaba la sra. Breer cuando se le veía en el edificio, hoy, por cierto, declarado patrimonio cultural.
La red depara también instantes de emoción, evocación, nostalgia. Dios mediante todo saldrá bien. Y, al salir de la operación, escribirá sus memorias. Las leeremos con interés.
LB
Fotografías: Orbitadas por la sra. Morela Palacios de Granado, grupo Caracas en Retrospectiva, Faceboo
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